Bellas artes Legado espiritual de Espana

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Title
Bellas artes Legado espiritual de Espana
Language
Spanish
Year
1929
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
W ECUERDO haber oído expresar a algunos americanos, bien que que contadísimos, que los nativos de este Archipiélago co· menzaron a gozar de las primicias y ventajas de la civilización, y a aprovecharse de los frutos del p~ogreso, solamente desde la implantación del régimen americano en el país. Si dejando aparte ciertas consideraciones, esta opiniórt tuviera sello de verdad, qué mas quisiéramos los filipinos! Sería el caso más raro, más admirable, d-e fulmínea rapidez, en la ya larga historia del progreso universal. Pero desafortunadamente para estos trapacistas de huero cacúmen, la Naturaleza misma, en su elocuente mudez, se encarga de deshacer semejantes patrañas, advirtiendo a sus despreocupados autores que ella nunca procede por saltos, y que por lo tanto, los que piensan, siquiera ligeramente, que los hechos pueden ocurrir a gusto y elección de ellos, aún si contrariasen las leyes naturales, o son unos . ignorantes, o unos solemnes embusteros. Por Jo d'emás, semejantes puerilidades, que otra cosa no pueden significar tales prejuicios, no deben merecer ni la más ligera consideración de ninguna persona siquiera medianamente ilustrada. Pero me consta, por otro lado, que no faltan filipinos que también sostienen la misma o parecida opinión. Esto ya es distinto. A tales compatrio· tas no veo otro remedio que clasificarlos entre cierta especie de bichos que, según la historia natural, se alimentan y crecen con el jugo y sustancia de otros a quienes viven aSidos, y los llama "parásitos". Pues, a esos filipinos bien les sentaría el calificativo d'e uparásitos intelectuales", Por DON F ABIÁN DE LA ROSA que, después de todo, resulta una frasecilla no exenta de elegancia y que no creo pueda disgustar a esos de nuestros compatriotas ridiculamente yankizados. Es verdaderamente lamentable que entre los filipinos, sobre todo los de la presente generación, abunden los que, consciente o inconscientemente se desviven por imitar ciertas maneras y costumbres de los americanos, sin parar mientes en si las mismas les favorecen o les ridiculizan. Lo mismo sucede en las cosas de carácter espiritual. Naturalmente el resultado tiene que ser ... lo que debe ser: que el que imita, no poseyendo la espontaneidad ni las cualidades idiosincrásicas del original, no logra ni logrará jamás convencernos d-e que sus actos son genuinamente suyos. Y precisamente en el terre.no sociológico es donde estas diferencias son muy difíciles de ocult~rse; porque todo filipino, instruido y educado con más o menos eficiencia dentro del ambiente del país, quiero decir; en el hogar, en la escuela, en la u.niversidad y en la sociedad filipina, quiera él o no lo quiera, llevará siempre en sí el sello, más o menos bien impreso, de su nativa idiosincrasia y su psicología racial. Por lo que, es sencillamente, una tontería ~retender reproducir ciertas peculiaridades exclusivas del americano, que sólo la Naturaleza puede Hevar· a cabo ... Debido, pués, a este prurito de imitación, con frecuencia tropezamos con entes farraguistas y ridículos, que muy poco honor hacen a su país; pero que tampoco producen buena impresión en los otros a quienes se empeñan en remedar. Entretanto, nuestro prácticos y avisados vecinos del imperio del Sol Naciente al acoger todo lo bueno y útil que se produce en el extrangero1 • es únicamente para adaptarlo a sus necesidades, gustos y convenien~ias, pero .en forma tal que, todo lo adquirido d~ fuera queda después transformado en producto nacional, con el consigui~nte "made in Japan", incofundible, fuer.temente típico, constituyendo esto uno de los poderosos resortes de su ·admirable ·expansión industrial que hoy está invadiendo todos los rincones del mundo, d.aspertando los celos de las grandes naciones industl'iales de E~ropa, sobre todó de Alemania y Francia. Y hasta de la misma soberana del oro, Norte-América. Pero dejando a un· lado estas consideraciones de matíz social, voy a habl~r someramente di! un asunte, que· no por ser muy viejo y conocido deja de s~r interesante, en particular. para los que .se dedican a las cosas de nuestro' país, con relación a huesbas antiguas relaciones con España. Gobernó ésta el Archipiélago filipino por más de tres centurias, dejando en él profundas l_IUellas de su civilización y su cultura en much.os ramos . de la acti~dá.<Í humana. Sin duda que, al pretender civilizarnos, llevaba en su mente el propósito ·de elevarnos· al mismo nivel de ella y otras naciones civilizadas; más, si nó lo consiguió del todo;·fué, iñdudablemente, por no haber acertado en el método y en la selección de los medios y las personas encargadas de realizar su nobilísimo deseo; Pói' otra parte, España debido a esta deplorable ci:rclinstancia, nunca se había enterado exactamente del estado de cosas. en Filipinas, durante sU larga dominación en la misma, sino solamente después de la pérdida de su preciado flo:ión oriental; es decir, cuando ya no ha~ia ningún remedio para rectificar la equivocación o el d·escuido. Para los . pr9v:idencialistal!!i, claro está, aquella catástrofe _estaba ._prevista. . . . Pero echérn:os un velo a lo pasado; olvidémos las sombrías páginas de nuestr"a Pretérita historia, y discurramos un momento sobi-e los beneficios que ·España ha aportado, con sus faltas y todo, al pueblo de estas Íslas. que, sin ningún género d-e duda, hubo· de influir eficázmente en el dt;'sarrollo de nuestras facultades intelectuales y sensoriales, capacitándonos pal'a el goce. inteligente de las bellezas y sublimidades, tanto de la Na tu raleza como del Arte. Fué muy notable la preferencia y el interés con que el gobiern~ español atendió al desarrollo del cultivo del arte pictórico, más que otras manifestaciones artísticas, en Filipinas, que, para <!icho objeto, hubo de fundar una Escuela de Dibujo y Pintura en la capital, de la que salieron más tarde buenos artistas nativos, alcanzando a~gunos fama internacional, que dió moiivo a que Europa supiera, entonces, que en este extremo Oriente . existía un país civilizado llamado Filipinas. La preferencia por este arte es de fácil explicación, con sólo recordar que la inmensa fama artística de España es debida, en gran parte, a sus pintores, considerados universalmente como de los primeros entre los mejores del mundo. Y verdaderamente, en cantidad, (no sé si decir tambien en calidad"), los artístas del pincel en España superaron y aún continuan superando a los de los otros ramos del arte. Y si bien es verdad que parecido caso también ha ocurrido y ocurre en el extrangero allí, sin embargo, la proporción no es tan notable. Como consecuencia de esta relativa abundancia de pintores españoles, tuvimos aquí durante 18. pasada dominación algunos buenos de ellos; pero ni un escultor, al menos que yo recuerde. Y a ellos se debe el despertar de nuestra sensibilidad artística. En cuanto. a la música, si bien el go;hierno español no creó aquí ningún Conservatorio ni Escuela para desarrollar las aptitudes filarmónicas del filipino, no faltaron, sin embargo, alguno,..c;; apreciables músicos españoles, quienes, comprendiendo que el país era terreno abonado para el cultivo de esta actividad Artística, dieron lecciones privadas y dirigieron orq~estas. Por su parte, algunas comunidades religiosas de la capital tenían sus respectivas organizaciones musicales, algunas excelentes, que se lucian en el co.ro de la iglesia durante la misa, o bien en el átrio de la misma por a~gún motivo religioso. Y así Entre los preciosos legados- de caÍ-ácter espiri- fué intensificándose inces~ntemente la afición del tual que de España hemos recibido, tenemos el filipino a la música, que en la ·actualidad es el conocimiento Y el cultivo del arte por los filipinos arte más estendic!'o en todo el Archipiélago. Llegaba a tal extremo, entonces, ·et entusiasmo del público por las audiciones mU.sicales, que, a vec_es, como tuve ocasión de presenciar, cuan:lo dos orquestas daban seren·ata en el átrio de una iglesia por alguna fiesta patronal u otro acontecimiento religioso, aquel público no hallando 'mejor med~o de exteriorizar su exaltación filarmónica, acudía al siguiente: azuzaba el amor propio de los músicos de cada orquesta, ora ensalzando los méraos de la una, ora criticando las deficiencias de la otra, y Yi;ceversa; pero lo hacia en tal forma que excitando los nervios y la puntillosidad de los pobres músicos, éstos, a lo mejor, llegábanse a laS manos haciendo uso de sus respectivos instrumentos a guisa de armas. Aquello venía a re-, un predicador, o ya la explicación dé un profesor, la declamación de un poeta, y hasta las ocu·rrencias de algún ca.useur. En ese idioma, en fin, rotundo, ctaro y 1'erm:oso, el pueblo filipino, en uñ. día memorable, expresó su sublime aspiración, gritando: ¡ independencia! Cuando por primera vez pisé tierra española_, viniendo de Francia, experimenté una agradabilísima sensación. Era a principios., de sep~iem- .. bre. El am~iente caliginoso, el polvo, el aband0:no en que se encontraban grandes extensiones de terreno, la escaséz de habitantes, .. Y el aspecto remiso y un si es no es de sfmpleza de alguno que otro campesino que, se quedaba parado al ver pa· sar el treil en que viajábámos, Fecordábanme.muy sultar un campo de agramante, y solamente la mucho a Filipinas, y me parecía no encontrarme pljesencia de la veterana conseguía restablecer • lejos de ella. y a mas, al herir mis oidos . .el idio,,_ la paz quebrantada ... por el entusiasmo musical ma cervantino la ilusión era más- completa. .En del populacho. Pero no .sólo en este plano de la actividad espiritual hemos obtenido grandes beneficios, durante nuestra convivencia con los españoles. En el campo de las ciencias, las l~tras y la filo°sofía, la semilla arrojada por ellos fué, en proporción ·a los medios, al ambiente y otros factores de entonces, fecunda en excelentes resultados, y para cuya confirmación sería más que bastante mencionar los nombres gloriosos de Anacleto del Rosario, León Ma. Guerrero, Epifanio de los Santos, el P. Burgos, Antonio Luna, Benedicto Luna, Rafael Palma, Fernando Ma. Guerrero, M: H. del Pilar y otros muchos que no mencionamos en gracia a la brevedad. De intento no citamos el nombre del más grande de los filipinos, Rizal, pués es tan intensa, universal y limpida la ful·guración de este astro de nuestro cielo espiritual, que no necesita de lugares comunes para que se le recuerde. Y al continuar hab1ando de España, no olvidemos que ella nos dió su propio idioma, instrumento que nos sirvió para beneficiarnos de los privilegios de la civilización y cultura occidentales. Por su medio, apren.dimos en los libros lo que se pensaba y se hacía en todo el mundo culto, en los div~rsos campos de la humana actividad; por él, nos fué dado oir, comprender y apreciar, ya la .conferencia de un científico o un literato, la peroración de un orador y el sermón d·e fin, me convencí después, que el .lazo inmaterial que nos une a España, es indestructible, o, al menos, durará hasta que desaparezca d~ FiliPinas el más ínfimo recuerdó de España. : . Al llegar a este puntos se me ocur~~µ.- vatjas , consideraciones. Un pueblo, .solamente puede vivir en un relatiy9 estad'O de sanidad material y espiritual, si se cuida de conservar y mejorar todas sus típicas bue- : nas cualidades y virtudes, conjuntamente con las . cosas útiles y beneficiosas adquiridas. de fuera .. Y para esta dificilísima tarea, entiendo que lo primero que debe hacerse es la eliminación, o .correción de nuestros más graves defectos, .que l«?S pequeños ya. son mas :fáciles de remedi~r. Pero si en vez de proceder de esta ma.nera, dejam,os que el mal o las dolencias nacionales continúen su obra destructora, aceptando, además, los pr.o- , duetos nocivos que, envueltos en doradas Y sed-qctoras formas, nos vienen del exterior, aumentando asi la fuerza corrosiv• de nuestros males, el resultado no sería otro que nuestra decadencia. Es posible, como algunos juzgan, que to':los los elementos patógenos que hoy pululan en nuestro ambiente social no sean má~ que. ~na Señal de la transformación que está vericándose en nuestro pueblo, o sea, que éste ya va ascendiendo rápidamente por el camino del progreso .que conduce a la perfección Esta cuestión, para mí, sólo el tiempo puede resolver. Deseamos, que duda cabe, formarnos como una nacionalidad con todas las prerrogativas de un pueblo libre,. culto, fuerte y rico. Pues tengamos fe en nuestras propias virtudes, aceptdmos todo to bueno que venga tanto de América como de Europa, pero sin olvidarnos -dé los grandes beneficios que de España hemoa . recibido. Y, sob1'! todo, acordémonos. siempré que fué ella 14 qtfe nos trajo la luz del Cristiahismo, al amparo del cual nuestra civilización fué desarróllándose hasta llegar a su estado actttal, por el que ee l\os considera como uno de los pueblos mas culto1' del mundo, y el único, dé la ra1ta oriental, que ¡jl'ofesa la doctrina del Cristianismo en el Oriente. .J?or esta razón, cuando loa norte-ameri"eanoR se posesiona-ron de nueétro Archipiélago, eflcentra· ron én el filipino, terreno ya abonado para hacer frµctificar con facilidad las semillas del progreso, tánto en las ciencias, la industria y la agricultura, como en la politica y el comercio. Puede decirse que la obra del nuevo dominador consistió solame~te, en metodizar los conocimientos ya adquiridos ~nteriormente por los filipinos, e intrdoucit el . estudio de nuevas disciplinas tendentes a capacitar al hombre a la explotación y el aprevechamiento de los elementos materiales que tanto abundan en nuestro suelo privilegiado. Esta labor desde luego, no estuVo libre deftcultades: pero estas hubieran sido máximas, si el Tfo· Sam nos hubiese hallado en estado primitivo. Res\lmiendb. Eapaila plantó aqul el •rbol de la civilización que, al careció de la robu~ti!& y fecundidad deseadas, fué mas bien porque ~l plantador no pudo disponer de medios adecuados a tal fin; pero a pesar de este defecto, E8páfta tépreeenta: la CAUSA. Llegó después América, nación de profundo .sentido práctico. Vió que el árbol era bueno y d·e magnfficas promesas, bien que entonces era poco fecundo. No necesitó pensar mucho. Dis·puso de todos los numerosos y poderosos elementos qQe llevaba para el caso, y. , . hétenos ahora rebosantes de frutos del bien y del mal, como aquel del árbol de que hace mención la Biblia Ahora, en último té1"JDfno, a no8Dtros los filipinos nos toca el delicado y peligroso cometido de acertar en la elección . España en c.;Mini~::--1 ESO ES LO QUE SERA EL Tom's Oriental Grill el 25 del actual-Día Español CENA ESPECIAL NUMEROS ESPECIALES y lo que es más despampanante aúnBO DIDDILEY EL MEJOR BAILAIUN EXCENTRICO VÍSTO EN EL ORIENTE.