Jesus y Federico

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Part of Bangon

Title
Jesus y Federico
Language
Tagalog
Source
Taon I (Bilang 5) Abril 15, 1909
Year
1909
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
10 BANOON... Jesús y Federico [Conclusión.] Ambos fueron locos y geniales. Los cerebros, vergeles de ideas, florecieron extrañas orquí­ deas filosóficas; el uno corolas de roja seda y el otro de violados terciopelos, sedas altivas y terciopelos tristes. Sus locuras fueron heterogé­ neas; por eso predicaron morales fundamental­ mente diversas. Jesús era tímido y humilde, su moral fue una umbría maleza, el olivo y el ciprés; Federico era pujante y pictórico, su moral fue una selva frondosa, la encina y el laurel. El vulgo supone que los alienados-no razonan. Muchas veces, en cambio, su locura consiste en que “razonan demasiado”. Otros vulgos opinan: (‘1 loco no sabe lo que se dice; sin embargo, á me­ nudo, la locura estriba en “saber demasiado” lo que se afirma. Eu las funciones intelectuales, el más y el menos son anormales por igual lo mismo que en las otras funciones del cuerpo; la hidropesía es tan peligrosa como la. consunción. El loco razonable tiene su lógica, pero la tiene excesiva y para do jal; hay falsas vías en la red de sus comunicaciones cerebrales. Habla sen­ tenciosamente; no concibe la duda ni acepta la discusión. La creencia desborda toda crítica y todo raciocinio. Es un hombre de fé, tan in­ conmovible en sus yerros como en sus aciertos; es vidente, místico, iluminado inquebrantable. Sólo en esto son comparables Jesús y Fede­ rico; así predica el uno, así escribe el otro. El mecanismo psicológico es semejante; aunque actúe sobre materiales diferentes en cantidad y calidad. Aquél afirma su compasiva moral con la misma certidumbre con que éste escribe sus abstraccio­ nes demoledoras. Hablan por sentencias, razonan por parábolas. El uno arrastra sus delirios, amenguadores de la personalidad dentro del bien y del mal; el otro desarrolla los suyos, intensificadores del yo, y re­ monta su vuelo de cóndor para colocarse más allá. Sus afirmaciones, siendo antitéticas, revisten una forma igualmente apodíctica. Son para acep­ tarlas ó rechazarlas: nunca para discutirlas. Am­ bos afirman con ese carácter absoluto y definitivo que es privilegio de todos los grandes soñadores enfermos. Jesús, en Galilea, fue tan enfermo como Fe­ derico, en Weimar. Pero es fuerza decir algunas diferencias. * O 0 El éxito no es un azar, tiene su psicología; intrincada ti veces, compleja, pero la. tiene. Los delirios geniales no escapan á sus leyes; el éxito los corona ó la irrisión los lapida, según los tiempos. Así se explica la expansión de un genio ignorante, más vasta que la de un genio ilustrado. El n azaren se—inculto rumiador de misticismos plebocráticos—dictó para la grey su ética servil; las plebes agasajadas dijéronse cristianas y le dieron plena razón durante cuatrocientos lustros. Tuvo todas las suertes: no existían alienistas por ese entonces. Pasó desapercibida su enfer­ medad, vivió sin diagnóstico y le cupo la dicha de ser crucificado; la magnitud del martirio hizo olvidar las nieblas que sombrearon su mentalidad. Así triunfó en la leyenda; por sus lágrimas, no por su potencia. Triunfó cuando para los cerebros enfermos nadie osaba entreabrir las puertas de un manicomio. El otro —más grande en su martirio, porque supo mucho y pensó hondamente—se apagó en­ vuelto en la penumbra de un diagnóstico des­ prestigiador y murió de angustia lenta, gota á gota; corola agostada en una atmósfera sin oxí­ geno. Este dolor fué demasiado grande para que lo comprendieran las almas pequeñas. Los filis­ teos, los dominados, los serviles, los sub-hombres, todos los pordioseros de inteligencia, los mendigos de voluntad, los ajusticiados por su moral evolucionista y selectiva., se apresuraron á proclamar la bancarrota de sus doctrinas, pre­ textando que todas ellas fueron frutos cariados de un enfermizo árbol del bien y del mal... La clínica psiquiátrica puede fijar diagnósticos sobre estos dos enfermos ilustres. Desconocida por sus contemporáneos, la locura de Jesús ha sido y será negada en toda hora pol­ los favorecidos en su doctrina. Su moral es una justificación para los -inferiores; justo es que estos no confiesen que tuvo sus raíces en el de­ lirio. Menos afortunados son otros cientos de cristos que apostolizan en las clínicas de los ma­ nicomios: podrían reclamar Passanante y Con­ sel heiro. El estudioso descubre en Cristo á un alienado místico, enfermo de locura sistematizada reli­ giosa, indudablemente menos filósofo que un Hamlet ó un D. Quijote. Y se explica: Cristo fué elaborado por la tradición sectaria de una multitud inferior, mientras Quijote ó Hamlet fueron forjados por un genio. En la era de Pilatos llamábase “mesianismo” al delirio religioso sistematizado. Como en el caso de Jesús convenía su locura á la gleba, ésta hizo perdón de las vulgaridades morales y de las máximas que se le atribuyeron gra­ tuitamente. La locura de Nietzsche, diagnosticada en sus propios libros an^ps que su organismo cediera bajo la gravitación del mal, es magnífica, des­ lumbradora, se sobrepone á todas las preocu­ paciones sugeridas previamente por el diagnós­ tico de la enfermedad. Aquí el loco es un hombre genial, de cul­ tura profunda y compleja; destruye como un ciclón, piensa como un estro, escribe como un poeta. Guarecidos tras su locura, los hombres retar­ dados en la evolución biológica de la especie, han intentado formar un solo haz de sus vi­ dencias y sus desequilibrios, fo;nentando [a icónfusión ontre el robusto florecimiento de su genio BANGON . . 11 y las ¿olorosas proliferaciones ele su enfermedad. Esa grey de los débiles parece haber temido que su voz despertara en los amos el sentimiento (le la potencia necesaria, y que al anuncio de sus nuevas tablas se operase una total trans­ mutación de los valores morales. ¡Quién lo du­ dará, si en vez de recibir un diagnóstico de la ciencia, le hubiera tocado en suerte, como al Ga­ lileo, una. cruz para aquilatar sus teoremas en los crisoles del Martirio! Corría por esos desfiladeros nuestra imagina­ ción hacia la encrucijada, en donde la ciencia y la filosofía se interceptan—mirando el estudioso con el lente clínico y el moralista con el lente de su amor á la vida interna,—cuando el crepúsculo comenzó á espesar sus negruras sobre Roma. Sólo pudimos agregar que el contraste entre ambas éticas no es menor en su aplicación á la vida práctica. La moral cristiana es clorática, compasible. Induce á prolongar las existencias inferiores con limosnas de absurdo altruismo: rebajan al que las da y ofenden al que las recibe. Se ha con­ venido en llamarla moral; es, indudablemente, un buen negocio para los infelices. Nietzsche es plenitud vigorosa. Nos empuja á ser siempre más, infinitamente, por todos los medios aptos para intensificar la personalidad. Su ética educa para la vida laboriosa, alegre y fecunda, induce á perseguir el único de hecho incontrastable: la conciencia de la propia fuerza, en la negrura del crepúsculo, vimos per­ derse á poco el domo de San Pedro. Pero so­ bre el cielo, más intensa que la noche misma, aún recortada netamente su silueta semicircular, el domo del Panteón. Símbolo en esa hora, pre­ sagio de los siglos. José Tngegnieros. NOLI ME LÉGERE IV HALAGA NG BUHAY (Karugtong) Si Bayáni ay sumagot: —“Kung sakali man po, G. Presidente, kung sakali man po at sinapit sila ng pagkasawi, ang inga kamag-anak nilang maíiwan ay hindi dapat mangagsiluhá, hindi dapat manghinayang ni di dapat ipaghinagpis ang kanilang kamatayan, sapagka’t kagaya ng mga tunay na lalaki, sila’y nagpakamatay sa pagtupad ng katungkulan! Nabaon man ang mga katawan nila sa ilalim ng lupa, ang kanilang alaala ang kanilang mga ngalan, ang kanilang kabayanihan ay makikintal sa diwa’t puso ng lahi upang kailan ma’y manariwá doón. Ang mga anák nila, ang kanilang kaapuapuhan, at lahat kaming mga bagong si bol ay laging aawitin ang kadakilaan ng kanilang gawá, pipintuhuin namin at igagalang ang kanilang alaala, at sisikaping tularan ang inihasik nilang halimbawá. Ang Inang Bay an, ang pinakaiirog na. “Mártir” Inang Bayan ay yayakapin ang kanilang mga bangkay hahandugán sila ng matatamis niyang halik, at pagkatapus na maisulat ang sagisag na sa kanilan¿ mga noo, ay ituturo sila sa boong Sangsinukob, kasabay ng sabing:—“Ang mga anak ko ay mga bayani ng Matwid 1 ’ ’ May kamatayan po bang diya’y dadakila pa? —“Pshe!—“ang ingos ng Presidente,—que bayani” ni que bulati... que bayani ng matwid! — Bayani ng kaululan!”—At pagkatapus na makamut ang ulo ay nagpatuloy: — ” Nguni’t... pero ikaw ba nanían ay wala nang kaisip isip, at di mo makurong ang pinagsasabi mong iyan ay pulos na kahibangan? Sino baga ang iyong mapaniniwalana... Jesus Maria y Jose!—ako laang ay pinagtatawa mo! Diyata’t ako‘y magpapakamatay mailigtas ko laang ang isa kong alila, ang isang ita, ang isang insik? Laking kabulastugan!... Ha, ha, ha! ” Tumugon si Bayani: — —“Ang isa pong magliligtas ay hindi sinisino ang sinasaklolohang napapanganib, hindi inuusisa kung ang ililigtas niya ay kamag-anak, kauri ó hindi; hindi siya tumitingin sa kulay ng balat; ang kinukuro niya ay kung nararápat na iligtas ang napapanganib: alalaong baga’y kung ito ay kinakandili ng katwiran”. Muling napahalakhak si Mahabang-kamay; ang pagkapoot niya kay Bayani at pagkatigagal sa mga pinagsasabi nito ay nagtatalo sa kanyang loob—Iiling-iling na sumagot: —“Mga haling na pag-iisip! mga haling!... Palibhasa’t ikaw’y bata pa, ay hindi mo kinu­ kuro ang iyong pinagsasabi”. Napangiti si Bayani; munti na siyang ma pa—Ehem! —“Pe?-o.. .Ibig mo bagang ipakita ko sa ivo ang kaululan ng iyong teoría'!—ang dagdag ng hukom na ngayo’y nagboses-paré. —“Ikatutwá ko po kung inyong mamarapatin”—ang tugon naman ng binata. —“Bueno” \...... Si Mahabang-kamay ay nagsindi muna ng isang tabáko, bago nagpatuloy: — “Makinig ka: “Sa kanino mang taong may gadaling noó ang sariling buhay ay siyang lalong pinakamahalaga; siyang pinakamamahal niya higit sa alin mang bagay at sa kanino man. “Isa itong katotohanang di mo mapupuwing sa aking harap, ako’y matandá na,.... at kilala ko ang lakad ng mundo. “At sa katunayan ng aking sinabi ay nariyan ang libolibong taong napa-aalipin upang magkaroon laang ng maipagtatawid buhay; nariyan ang daan-daang babae sa Maynila na ipinagbibili sa bálana ang kanilang mga katawan at puri upang magkaroon laang ng maikabubuhay! Nariyan ang mga taong taga-labas na nanghaharang at pumapatay ng kapwa upang mag­ karoon ng ikabubuhay! Ano pa’t lahat ay gina