La Jornada del dia 8

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Part of Espana Boletin Informativo

Title
La Jornada del dia 8
Language
Spanish
Year
1953
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
lnvitados por el Sr. D. José Yulo, Con:-;ujero de Estado y dirigente de h1 Comi.sión Filipina que recibe la avuda económica de los Estados Unidos (PHILCUSA) ·y una de los mú:; pre.stigimws cconomi:üas del país, el Sr . .Ministro y acompaiiantes visitaron la finca de Canlubang (Provincia. de Laguna) propiedad de dicho Sr., soberbia explotación agropecuaria de tipo modelo, donde junto a los culti\·os y Explotación ganaderas se encuentra una importante Central Azw::ar~l'a y un pueblo moderno Qt'.e es un ej~mplo de política soda!. El Sr. l\fa.rtín Arla.io visitó dcte11idam:!nte todas las instalaciones felicitando al Sr. Yulo. Nota típica de h jornada fué que los vi:~itantcs fueron requcridos amablemente para que vistieran trajes típicos filipinos, Jo que fué marta adecuado par::i. unas danzas folklóricas que pusieron fin a la visita. Regresando a Manila il. las 6 de la tarde, el Sr. Martír. Artajo tuvo una entrevista con el Nuncio de Su Santidad en la residencia de este. Por la noche el Secretario Elizalde invitó a los Sres. de l\'Iartín Artajo a una comida íntima en :-:u residencia particular. Asistieron los miembros de la Misión, Embajada de España y un grupo muy reducido de polítit:os y amigos d:!I Secretario, resultando una ,·elada muy r;gradablc. La Jornada del dia 8 El d.iscurso de A"racias del )Jin•,..,tr,o de· Asunt<A.,; Exletiores. Después de oir la :\·lisa en la Iglesia de San Agustín y visitar el casi cuatricentcnario hospital d:_- San Juan de Dios, tu,·o Jugar un almuerzo en la Residencia del Embajador de E:->paña, en el que fueron itl\'itados por el Sr. l\.'!inistro los Setretarios de Asuntos Exteriores, Justicia e Interino tl 2 ))densa :\'acional, ComC'rcio y Obras Públicas, Sres. Elizalde, Castelo, Balmaceda y de Lorenzo, entre otras 1 1crsonnliclades. A las 6 :30 de la tarde tu\·o Jugar en el Palacio de Malacañan el Acto de ~ntre~~a del Lakan d2 la Orclt•n de Sikatuna, condecoración filipina de retiente crei.lción concedida en ésta ocasión por vez primera. En presencia del Presidente de la República. Gobierno y Cuerpo Diplom.útico, el Embajador de FilipiESPAÑA nas en Espafia Sr. Morán leyó el Decreto de concesión, firmado por el Presidente Quirino. Seguidamente el Secretario Elizalde hizo entrega de las insignias al Presidente, quien las impuso al Ministro de· España. Acallados los aplausos, el Sr. Martín Artajo inició su discurso manifestando c¡ue de todas IHs ateni:iones que se han tenido con su persona. quizú la de mús valor, por su marcado simbolismo, sea el hecho de condecorar a un Representante de España con ésta condecoración creada para quienes promuev12n el mejoramiento en las relaciones internacional2s y tratan de estimular las buena~ relaciones en la política exterior. Siguió diciendo el Sr, Minh;tro que es una condecoración de Estado á Estado y la entrega Filipina y la recibe España. "Por sUe·rte para nosotros los esPágina 37 El Presid~ntt' (luirino i.mpunt' d l.akan al Sr. )l¡irtin .\rtajo. pañoles, cuando la Nación Filipina busca para su más alta Urdell" Cinl un suceso que expres~ s1mbólicamente una política de emcndim1ento 111ternac10nal, halla en un eptsodJO relatado en memoriales y cró111<:as españolas el mas representati\'o, el más profundo, aquel en el que por ser protagonis ta filipinos y espalio1es, mejor expn:sa aquel deseo de connvencia, y el mejor <letme lo que tué Ja base constituti\'a de la Nadón t<'ilipina, f ehzmente plasmada a mediados del siglo actual. Todos sabéis tomo oturl'ÍÓ el episodio que esta <:Ondecorac:ión rememora. España ha sabido mandar a todo el mundo y en todo tiempo a gentes de aliento y empresa. Cuando la Corona envió a estas aguas al adelantado Legazpi, pudo decir, parodiando el dicho: "Guipuzcoano es el hombre QUl' te mando : corte en palabras, pero en obras largo." Con palabras parcas, como buen vasco, con mucha sobriedad de castellano y con muchos títulos de valor y expc:riencia política, aparece por estas aguas hace trescientos ochenta y ocho años el buen escribano Legazpi. En su propio reluto, ordenado y minucioso, nos dke cómo en una isla del Sur encontró a la gente revuelta porque otros pueblos habían cometido fechorías a11í. El adelantado Legazpi, por medio de intérpretes, hizo eomunicar a los ~ublevados que vinieran a él algunos de los principales y que aseguraba que no les sería hecho daño alguno. Todo sería buen tratamiento. Este mensaje es llevado al principal. llamado Sikatuna, cuya presencia se requiere a bordo de las naves; pero las pzrturbaciones interiores han hecho a Sikatuna receloso, y exige que sean los castellanos los que desembarquen. LePágin·a 38 gazpi envía como embajadores a su piloto y al soldado llamado Santiago, también un nombre de feliz simbolismo. Sikatuna los acoge hidalgamente, agasaja a los mensajeros y, con perfecta idea de las categorías y protocolo, no hace el pacto de sangre con el soldado, sino que ordenado haga su hijo por él. En días sucesh·os prosi~~ue d acercamiento diplomútic:o entre el adelantado de Castilla y el jefe guerrero. Cuando, finalml'ntt:, Sikatuna acude a la nave de Legazpi, dice que "qucriu sangrarse con el genercli, porque así sellaría su ,·erdadern amistad", lo cual se hizo sacúndose de los pechos cada uno dos g-otas de .sangre, que revol\'ieron con el vi no u1 una taza de plata y, después de diddirlo en dos tazas, tanto el uno como el otro, y ambos a la par, bebieron cada uno su mitad de aquella sangre y vino, "lo Cll<ll fecho mostró el prin<:ipal gran eontentu y mandó al general se trujese allí de comer con.servas y vino de Castilla, el cual no les sabe mal". Nos dice la Historia (lue ambo~. después de la comidu, hablaron de negocio.s. El espallol venía a "contratar por todas estas ish1s y traía para ello muchas cosas de re:-;cate". No venfa en .son de guerra, ni des· pajo, ni había violencia alguna. Sólo existía un propósito de interrnmbio y, sobre todo, un ofrecimiento de amistad. Y por ello dijo Legazpi a Sikatuna que, ".si tuviera necesidad cie su favor y ayuda, se lo daría con toda voluntad, corno vería, y, pues ya eran amigos, le rogaba que viniesen los nalul'ales de la isla a contratar". Los casti:Ilanos querían carne, después de dura navegación, y ofrecían mercadería di\'ersa. Con su ESPAia magnifo.:a µretisióu, Leg:<1zpi nos clii.:c que obsequió H Sikatuna l'On ctrntro ntras de tl'jidos, un espejo, tuchillo~, tijeras y bisulerím•. No se estableció entonces intercambio alguno, µero esa misma noche los isleños trajeron a las na\'es pescados para cambiarlos por objetos que apetecían teJlf'r. T<tmbién se cortó madera pal'a reparar la carninteria <le las naYes. La relación ('nmercicll hispano-filipina rubricó el pacto de sangre del guerrero oriental y del adelantado de Castilla. Cuando, tres siglos más tarde, el más grande pinto1· filipino realiza :-;u lraba.io ele becario en Espaf\a, esco¡.re agurlamentc como tema. este episodio del JHttto para lleYarlo <ii lienzo (;omo el más representati\·o de la lh:>g-ada de los t>spaliolcs a las islas del mar <le Ori-?nte. En el palacio de J\falacañan, en lugar de honor. Yernos inmortaliw<lo este testimonio de ete?rrnt c1mistad entre nuestros dos pueblos. Sería de df'Rear u ue una rnpia ele! mismo figuraba en el gran 1\'Tusc>o <l" América que f'stamos formando en J\faclrid. como 1•1 mús renresentati\·o eniso<lio y de mús acabado simbolismo. El Ppisoclio simboliza un momento de aurora t>n h1 historia de los pueblos, y de él se deriYan los dnculos nolíticos, cu\toralt>s v t omerda\es. ~·. por end m;.1 de i oda otrn C'Om:ideración. los Yinculos de la r f'1!.t.!ión v dP J a sangTE>. Por eso. cuando casi Clrntrocientos a1lo~ después del suce:;o c~l Gobier no de Filipina:-; n ea su i;iús alta c:on<lecontdón ciYil bajo el signo de Sikatuna, el :\•Iinistru de E~paña la recibe con la profunda emoc:ión ele sentirse continuador- aunque modesto- de la Historia que fue, y en nombre del Caudillo Franco y de todo5 los españoles le reciba con emoción. La Historia crea raíces, que si se destruyen, matan al que las suprime, y el castigo es la despersonalización de los individuos y de los pueblos. El pacto de sanirre de entonces se renovó constantemente durante cuatro siglo::; en las mil formas posibles, desde el casamiento a la muerte. E8a tradición se mantuvo hasta hoy mismo, nues recient~mente sufrieron tanto españoles como filipino:; el dolor de la misma tragedia. Dios quie-ra que perpetuamente se mantenga, y J!)O!"ando la frase de "llevllros mi corazón, aue mi corazón os llevo", diré oue dejo aquí mi corazón, porque el de Filininas me llevo ... El discurso del Sr. Martín Arta io, interrumpido en numerosas ocasiones por prolong-ados aplausos, fué 01t ogido al final por una ovación cerrada. mientras el Pn,sidente de la República filipina, Sr. Quirino, y el i\'linistro español se abrazaban. A última hora de la tarde los Sres. Martin Artajo fueron obsequiados eón una cena seguida de baile en Ja residencia de los Sres. de Lovina. El\ la reel'pt iún de los Sr\'s . di.' 1.~1\·i1w. Sr. !.ovina. Sra . d~ .\lartin .\rta jo, Sr. l'residl'nl~ d" hl Hepública, Sra. de Lfl,·ina, Sr. :\lar tín .\rt¡¡jo y Srn. de ) lorá n. ESPAÑA Págína :IH