Ocho columnas

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Title
Ocho columnas
Language
Spanish
Year
1929
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
1 UE una lucha de amigos y rivales lucha emuladora, que al c~er de la tarde iban a celebrarla entre riSa~ ·y algazara a la taberna vecina._ Como adquirió tintes ___ de tragedia? Una tarde "La Voz de Terun" publicó con :etras de molde la reseña de un escándalo. Al día siguiente "I..á Gaceta Ofici~_l" desme]l.tía cuanto había manifestado el rival y clamaba contra el poco tacto que parecía asistir a ciertos órganos de la prensa, que en su afan de isuperar a sus colegas y elevarse a los ojos del ·público de Terun, no vacilaban en profanar sus páginas con el veneno de la calumnia y de la falsedad. "Destrúyanse las plumas °)' rázguem::e las cuartillas~ arites que imprimir. sobre el papel. con falsos colores, historias- téndenciosas, con ribetes de sensacionalismo ... '·' decía pomposamente en sus comentarios "La· Gaceta Oficial". Este fué el primer disparo que daba principio a las hostilidades. Las alegres tertulias cesaron desde entonces en la taberna vecina. Cada periódico eligió instintivamente a su paladin y la contienda tomó visos de tragedia. Fué una lucha de titanes cuyo epílogo se presentaba brumoso, incierto, amenazador. Harto lo compredían así Antonio de las Palmas y Tito Castro. Perteneciente el primero a "La Voz de Terun" y el segundo a ºLa Gaceta Oficial", experimentaron ;sobre sus hombros el peso de toda la animosidad nacida de súbito entre sus respectivos periódicos. Se ·dieron cuenta de que sus camaradas les habían elegido como portaestandartes suyos, y que por medio de ese natural fenómeno que precede a toda contienda, el honor de sus periódicos ise había adherido al suyo para sumirse ambos en el triunfo o,. en la derrota. Y ninguno de los dos podía rehuir Ja lucha. La confianza de sus jefes y compañeroi:i e:;taba cifrada en ellos·, los mejores reportero<.;·· de ·u:r;a ,, Voz de Terun" y "La·-Gaceta Oficial". El triun-. fo del individÜo sober .el individuo era el triunfo del grupo sobre "el. grupo, y pundonorosos ambos, deshechab&-n ia sola idea de cobarde deserción. 'l:'i.to Castro, quizas por ese admirable arrojo que ~mte :a muerte o en los albores de la lucha da la soledad, ·Se la!tzÓ primero a la palestra, dilatadas las veil~nillas de la nariz como fiera· al olór de la san"gi'e,. el ceño fruncido y la imaginación ebullidora. Y .sin embargo, como sucede con: frecuencia a los que prematuramente confiaron. tanto en sus·propias fuerzas, Tito Castro fué es-' clavo de sus ansias y sobresaltos. Lapiz en ristre, con el corazón trepidándole en el pecho por la emoción del combate, cada mañana; cuadrándose ante el director de "La Gaceta Oficial:'' recibia. instrucciones seca.s, precisas, puro formulismo, y . de las cuales jamás se valía el estrella de la redacción. Antonio de las Palmas, antes de recoger el guante, se sumió en la soledad de su habitación. Recapacitó largamente, despacio, desmenuzando antes lentamente las tinieblas que encubrían su porvenir, lo que era, lo que llegaría a ser. Antonio de las Patinas no estab'a sol~. A su lado desgranaba beatificam~nte las últi~a.s cuentas del accidentado rosario de su vida u·na viejecita. y más cobarde que Castro, temblaba a la sola idea de arrojarse a la arena poil.iendo sobre el tapete, junto con sus Sueños de gloria, la vida de la madre. Caviló rn'uch~.. . Temió arriesgarlo todo y pe:rderlo también del niismo modo. El orgull~,·eXpfotado habilmente, tarde o te!llprano triunfa sobre el amor, y aunque De las Palmas idolatraba a su viejecita, no quiso rehuir la lucha. Y se lanzó a la lid frio, sereno, calculador. Al acecho de mas males, descontando los innumerables que preveía ya en el horizonte de su nueva vida De la~ ·Palmas· sin,·saberlo -se haMa co'1:icado en un terreno más ventajoso que su rival. A este, confiado en el triunfo y en su independencia moral, le habían asaltado en el comienzo del combate la duda de la derrota. A aquel que todo lo tenía, que daba por realizado lo poJ,"venir, se sintió titán. L luchó como nadie, y admiró y se conquistó aplaus&s, que en ciertas ocasiones compartía con Tito Castro cuando este, en momentos de furia, enloquescido por la hiel de la derrota, lograba vencer al primero en enc~ramu­ zas de poca monta. Ambos tenían a su cargo los campos más enigmáticos y difíciles de explotar: las noticias policiacas. A primeras. horas de cada mañana, tirado el 'sombrero sobre la nuca, las manos en los bolsillos del pantalón y el cigarro apagado entre los labios, laboriosa pose del hombre que quiere aparentar serenidad en sus momentos de más zozobra, Tito Castro recorría los pasillos de la estación de policía1 husmeándolo todo, cuchicheando de sargentos a subordinados y de ~ubordinados a jefes, exasperándole la reserva de los agentes del órden cuando en .sucesos sensacionales, el jefe les ponía una mordaza con severa mano, y riendo cínicamente· cuando del inagotable manantial policiaco lograba "pescar" algo o husmear algún "scoop". Tito Castro no sabía dominar sus sentimientos. Sus acciones eran del que espera el triunfo y solo lo dej_a en manos del Tiempo'. . Antonio de las . Palmas penetraba silenciosamente en la "pista", ~orno se complacía en llamar al enorme caserón de la policía. Calado el sombrero ha6ta las cejas y absorbiendo metódicamente grandes bocanadas de humo. encarnaba a la Serenidad. Nada le sobresaltaba. Acariciado al parecer por la fortuna loca, De las Palmas seguía, sin embargo, entreviendo el vencimiento, y esta idea le daba coraje- mas que suficiente para proseguir la lucha. En la ciudad, cuantos ciudadanos habían tenido la "suerte" de presenciar un accidente, un roto o un incendio de calibre, recordaban no haber dejado de ver jamás los rostros de Castro y de De las Palmas. Con las narices dilatas aquel, lapiz en ristre, y el papel estrujado en la diestra, revoloteaba de sargento a policías y de policías a protagonistas si robo o asesinato, o policías a bomberos si conflagración, indagando, entorpeciendo importunando. Con una nube de tristeza sobre los ojos. Antonio de Las Palmas parecía preocuparse más de la desgracia de que era testigo, que de las ventajas que pudiera adquirir sobre su rival. Situado silenciosamente detrás del jefe policiaco, su admirable peti.spicacia trabajaba por él. Pintaba en su mente el cuadro del siniec;tro. Como : arquitecto ante sus planos De La& Palmas analizaba cahnosamente Jos detalles, los desmenuza~ .. ha, los daba forma y a poco, combinando todo esto ·con algunos "soplos" precisos del sargento, de su mente surgía el cuadro exacto de cuanto había acontecido. Y Antonio de Las Palmas, triste y frío como de ordinario, abandonaba antes que Tito Castro la escena de lo anormal. A la tarde, ambos periódicos traían en le.tras de a palmo la reseñ~ del suceso, y en toda ella se veían claros los titánicos esfuerzos que cada paladio había realizado para superarse mútuamente. Tras de estas sensacionales informaciones, el interés subía de punto, la lucha se hacía más enconada, y en el horizonte, se cernía más límpida que nunca la tragedia del vencimiento ... 11 La noche había avanzado a más de la mitad de su carrera. Sentado en un-a mecedora, con el pitillo medio consumido entre los dedos, Antonio de lás Palmas va pasando revista mental a JOs mil y , un incidentes que han marcado su vida "nueva". Y por primera vez sonrie. Su sonrisa tiene algo asi como un velo de tragedia que la borra apenas despunta a flor de labio. . Tres veces se ha erguido en la mecedora,· _que parece retenerle en un estado de catalepsia sobre sus mullidos cojines. A su derredor el siléneio se ha posesionado de las cosas y parece poS~io­ narse también de él. Deja caer el cigarrillo apagado y sus párpados se van cerrando agotados por la vigilia. Una llamada telefónica, larga, chillona, amenazadora, razga el silencio sepulcral de la estancia. Despierto bruscamente de su letargo, De las Palmas se apróxima veloz a la· caja del teléfono. Era Velez, el "guardia" poi- aquella noche. u-Helio! Helio! Antonio? Velez te habla. Chico, un crimen, apresúrate. Acaban de telefonear a la redacción notificando que el calaver de Marcos Wills ha sido .hallado en l~ puerta de su casa hace quince minutos." Antonio de las Palmas, con el auditivo en la mano, no acertaba a ·retornarlo a su sitio. Aquel nombre despertó en su mente recuerdos vagos de tiranías y persecuciones. Se pasó la mano por la frente sudorosa. Como una sombra, pasó ante él envuelta en una columna de humo, una imagen. A los pies de la imagen sollozaba de rodillas implorando perdón, su madre. Al lado de esta, vió De las Palmas a su padre; sepulto en el lecho de dolor, tendiendo hacia la imagen sus brazos de esqueleto, uniendo sus sollozos con los · sollozos de la madre. La imagen tuvo una sonrisa de horrible sarcasmo. Levantó la mano, la dejó caer. Sobre el duro pavimento, rodaron los cuerpos del enfermo y de la mujer. . . Aquella imagen era la de Marcos Wills. "Quisiera notificar a mi madre el suceso ... Pero ¿a qué? ¿Sería turbar su sueño en vano. El canalla verdugo de mi padre, el que nos sumió en la pobreza, el que aún recientemente trazaba planes de venganza para herir a mi madre, la vícti"Bohemian Sporting Chtb", es el nombre escogido por este grupo de entusia·stas de Cebú, que i11augu1·a1·on su nueva sociedad con un btiile, al que asistió lo m ejm·cito de la sociedad ceb1mna. En la fotografía aparecen: J. Alvarez, presidente; G. E spina, vicepresidente; M . Link, secretariotesorero : C. Richards, capitán deportivo; J. García, enfrena.den·: J. Osmeña, B. Alvarez, V. Pelaez, A. Rocha, P. Celdrán, R. Hernaiz, A. del Villar, E. Rozas, F. Ferguson, A . Sanchez; S1·ta,s. L. Alvarez, A. Espina, M. Veloso, C. Veloso, B. Ortega, P. Alvarez, S. Alva.rez, A. Silva, S. Sanchez, M. Greenln:nd. L. Brenan, A. Tan, P. del Villar y otras. (Cortt'~Í• dt" La Vaf11uar4 ia) R. P. Manuel Arellano, Rectot· que fué de la Universidad de Sto. Tomás ilustre pedagogo, .filósofo y escrito1·, cuya muerte constituye una pérdtida i,-,·eparable para el mundo de la ciencia .. D. F1·ancisco Rodoreda, conocido abogado de Mauiln, i]11e ha muerto el 17 del presente 111es y que gozaba de merecidas simpatías en el cfrculo de sus m1merosas amista-des. ma inocente de un amor insesato, no merece ni el eonsuelo de un suspiro. . . El castigo tenía que venir y vino. Dios le acoja en su seno". Se dió cuenta de su jndecisión. Volvió a. sonreir. Esta vez su sonris_a se asemejaba a 18. del soldado cuando aprestándose al avance, oye en lejania el primer disparo del cañón del enemigo. Se avergonzó de su debilidad. Marcos W·ills era el banquero más rico de la _ciudad. Su. or.o le daba po4,er y su poder _se hacía sentir. férreo. Sobre todos cuantos . aspiraban con él el mismo ambiente de Terun.· Periodista furibundo, su enorm~ fortuna tenía ramificaciones hasta en los mismos cimientos de "La Gaceta Oficial" y de 14 La Voz de Terun". 811 muerte fué un golpe mortal que paral.izó a _lqs __ pocos que se enteraron primeramente del suceso, y más tarde propagándose a tr"avés de las nieblas como el rayo, despertó a la pob~ación en plena madrugada. Como de ordinario, los comentarios se sucedieron a los comeiitai-ios, las hablillas a las hablillas y las deducciones a las ·.deducciones. Marcos \Vills fué hallado por su doncella tendido sin· vida .sobre la esterilla de -¡a puerta en su arrogante palacio de Terun. Su cadaver nada prel'lentaba de anormal, que pudiera dar pie a la creencia popular que siempre ávida de crímenes y emociones sensacionales, dió ribetes- de fantástico asesinato al caso. Verificado el examen médico preliminar en la misma residencia del difunto, aquel dictó muerte natural, Cayendo esta~ palabras como gotas de hielo sobre el morboso entusiasmo de la multitud. Y Marcos Wills, el suntuoso, reposó cadaver, sobre un catafalco improvisado levantado en el rn:ismo salón que tantas veces fuera testigo de desenfr_enadas ol'gías -que se sucedían sin cesar en el Palacio de Terun. Husmeándolo todo hasta donde podía abarcar su vista en la corta extensión de la escalinata donde cayera muerto Wills, Tito Castro sentía abandonar la escena del sucesd. Hecha su naturaleza al materialismo que emanaba sU profesión, Castro se lame"ntaba en lo mas profundo de su alma que Marcos Wills no hubiera muerto asesinado. Por ningun lado veia la fría y enigmática figura de Antonio de las Palmas, su detestado rival, y esto; ·en lugar de aleg!arle, le hacía ponerse furioso. Hubiera- sido una magnífia ocasión. Antonio de la.s Palmas quizá a aquella h_ora se hallaba descabezando un sueño ... 14La Gaceta oficial" hubiera lanzado un "extra" ,oon letras de a palmo inclUsi-Ye_ .. _: . '.y ... ·. Tito Castro· irguió la frente .. En una de las ventanas que daban a la sala donde dormía su sueño et~rno Wills; había visto brillaÍ- una luz y a traves de las ventanas, vio vagar una sombra. Maldito agente!-gritó entre dientes .... -¿A que vigilarle? Bien muerto está el banquero ... y su muerte es natural .... " Y maldiciendo su suerte se internó por entre las estrechas callejas que rodean al vetusto palacio del difunto banquero. III Sonaban las diez en el histórico reloj de la redacción de "La Voz de Terun", cuando Antonio de las Palmas traspasaba sus umbrales dirigiendose hacia la mesa del 'director, D. Pedro, que rodeado de redactores, comentaba enfáticamente el extraño suceso acaecido en la madrugada de aquel día. "Muerte natural, muerte natural. . . Creeis que sea posible? Y sin embargo, todos los detalles que rodean su muerte asi como el certificado médico parece confirmarlo ... " decia D. Pedro con aquella voz académica que tanto le distinguía. '~Muerte natural o no, creo que en· ella queda mucho por descubrir y que a estas fechas la policía anda husmeando por los cuatro vientos de Terun ... Oye, Velez-añadió cambiando de tono y dirigiéndose al "guardia" de la noche anterior, -,¿A visaste a Antonio?" ...!...Si, tan pronto como me lo notificara el sargento de guardia,-respondió el aludido. -D. Pedro ... Todas las miradas, trazando Un semicirculo perfecto, se posaron en el rostro del recien llegado . El director, con la visera tirada lsobre JoS ojos y los robustos brazos al aire, se irguió de su asiento .... -Antonio, hay algo ... nuevo? De las Palmas, bin perder un ápice de su perfecta sangre fría, asintió en silencio con la cabeza. -Señores, Marcos Wills ha sido asesinado ... D. Pedro cayó de bruces sobre el ancho cristal que cubría la superficie de la mesa, llevándose de paso, enganchado al brazo, el aparato telefónico. El círculo de redactores se estrechó aire· dedor de Antonio. - Y ha sido muerto por. . . una mujer ... , continuó este en el mismo diapasón de voz. El cristal que D. Pedro tenía bajo el brazo saltó hecho pedazos y los alambres telefónicos se abandonaron sinceramente a la presión de 3.quel robusto cuerpo de atleta sacudido por convulsiones de sorpresa y de entusiasmo. El círculo de oyentes estrechó aun más el espacio central que le separaba del orador. -Y como fué ello? El certificado médico ha dictado muerte natural, y los periódicos todos de la mañana atribuyen la muerte de Wills a una congestión interna motivada por el desvelo y las orgias de aquella noche". -Si, también yo asi lo creí en un principio ... pero oíd esto. . . Y De las Palmas bajo la voz como si temiera ser oído de alguien. -Media hora déspués de haberme avisado Velez, me presentaba en la escena del suceso. De lejos distinguí a Tito Castro y rehusé el encuentro. Di pues un largo rodeo y subí por la escalera de la cocina. Allí estaba de guardia el policía Bennett. Me dejó pasar. Puesto sobre el catafalco, el cadaver del banquero· se hallaba abandonado en el centro de la sala. Luchaba por una causa justa y no reparé en los medios para llegar al fin que me proponía. Haciendo de tripas corazón, deespojé al cadaver de sus vestiduras y palmo por palmo no deje un - pedazo de piel por requizar ... El silencio en la redacción se había hecho sepulcral. Hasta las maquinas parecían haber enmudecido de espanto. "En la parte del corazón, me pareció ver algo asi como un lunar amoratado. Lo inspeccioné. Sabeis que era? Una herida diminuta cau .. sada por algun instrumel')to puntiagudo y finísimo, un alfiler de sombrero, no cabe duda, que penetrándole por la parte izquierda del pecho~ le atravesó el corazón, sin dejar sobre la piel hueila alguna que pudiera ser vista sin un examen detenido. Ahora bien, por medio de un moví.: miento maquinal, por una contracción instintiva; de los músculos de la mano que llevó a la parte herida_ se arrancó el arma punzante del pecho~ cayendo después exánime sobre la esterilla de la puerta. Quise requisar la escalinata, entonces~ en particular la esterilla, por si hallaba el Hi"" puesto alfiler de sombrero, pero la presencia dé Castro primero; y Juego, la de Crossby, el agente policiaco- y maito derecha de mi colega, me impidieron llev.ar a cabo mi proyecto. Hasta las Ol'I• ce no relevan a Crossby. Asi pues tengo una hora por delante para_ dirigirme a casa de Wills y hallar. -cOn toda seguridad el alfiler que deseo, el cual podría ponerme sobre la pista del crimi· nal, o al menos probar que la muerte no fué natural. . . He aquí mi plan: A las once buscó el alfiler, y a las doce les comunicare el resultado de mis gestiones. Nuestro "extr~" tiene que salir quince minutos después de mi telefonema. A la una es la hora señalada para el reconocimiento oficial, y no hay duda alguna que en ei:ite examen descubrirán la herida. Santisteban el mejor sabueso de la policía es el que se halla encargado del asunto, y por lo que he observado, no parece hallarse muy satisfecho del diagnóstico· médico. Santisteban es carne y uña de Tito Castro. Como veis pues, minutos después de la una, si nuestro "extra" no. se lanza: saldrá el de "La Gaceta Qficial .... " D. Pedro se levantó de su silla aproximándose a De las Palmas. Su robusto br~o rodeó las espaldas del jóven. -Antonio,-y · su voz tomó inflexiones de tern1:1ra, cosa extraña en él-hijo mío, esta es la lucha de tu vida. Es la batalla decisiva que libras contra Tito Castro, y es también la lucha que ha de marcar el final de "La Voz de Terun" o 44 La Gaceta Oficial". Animo pues, el triunfo es tuyo ... Antonio sori.rió. Su sonrisa 'tuVO un pálido reC01nité formado por los 71rincíp2· les elementos de nuestra comunidad, para planear la próxima campaña nacio. nal :de recaudación de fondos para la Sociedad Anti-Tuberculosa de F·ilipinas. De izquierda a derecha: Sra. de F . Orti. gas, Sra. de Veyra, Sra. de L. l(akn, Srta. Dolores Paterno, Sra. Rosario Roensch, Sra. de H. Carson, Sra. de ·F. Delgado, y los Sres. V. T. F'wnandez, J. -.·po.adas y el Dr. A. Trinidad. El Goberna.dor Gene1•al Mr. Davis, con su ayudante dt campo, el Genei·al Nathor.st, y el Estado Mayor de la · Constab1daria en las ban·acas de Gag~langin . ........ El Gobernador General pasando revista a las tropas de la Policia .Insular. flejo de confianza. Entrevió po:r_ primera vez el triunfo real y decisivo de fsu vida. -Chicos; preparár el_ "extra". Nos adelantaremos -a "La Gaceta... Y en su paso había algo de extraño, inusitado. De las Palmas parecía haber perdido la mejor_ de sus armas. . . la Se"tenidád! · IV Corrian los minutos en vertiginosa carrera. El edificio de "La Voz de Terun" se aSemejaba a una inmensa colmena profanada por' !as manos del hombre. El ruido ensordecedor de las máquinas, gritos confuscs mezclados ora con una orden .seca, ·imperativa, ora con. una carcajada triunfa·; golpE-S secos del cincel sobre e· plomo sin pulimentar de les moldes¡ el chirriar de la cuerda del elevador automático ·de papeles movido por las ágiles y algo temblonas manos del atareado mensajero ... CharletaG y disputas y c:¡omentarios en la planta baja. . . . En el piso último risas y silbidos despreocupados del que dá forma con su trabajo Jr.ecánico al producto de la imaginación que le van enviando desde abajo y que no tiene porque interesarse. El transeunte menos ocfoso, no podía mem;is de d_etenerse y lanzar un vistazo inquis'..dor al edificio pleno de vida y activida~. Sentado ante·su mesa, con el cigarro medio·destruido por la nerviosa contracción de los labios que lo sugetan, la visera tirada sobre el pericraneo y los pies azotando despiadados la dura !l:Uperficie del suelo, D. Pedro mascullaba inte:jecciones que iban asumiendo por grados los colores todos del arco iris. "A la una menos cuartq ... : Que le pasará a Antonio? Media hoi:a,hace que debia haber ll3mado .... " Se irguió bruscame.nte de su asiento. -Cai·los,-gritó al mensajero,-vete a buscar a De las Palmas., .. ~No se, donde podrás.hallarlo ... Oye Perico,-8.'Qadió volviép.dose a uno d~ los redactores,--cOje e!_ sombrero y vete a busc8.rlo, pronto. Las últimas palabras del director· se perdieron en el ruidOso· iintiliteo del aparato telefónfoó. D. Pédro, atropellando al mensajero. roinpiel1d'l una cenicera y desvencijaridO . una m·aQuinilla de escribir, se apoderó febri-lmente del 3.uditivo· ... 11 Hello ... Helio! Eres .tú, Antonio? Muchacho, que ocurre?· A la una acaba de da·r ... Nuestra ruina ... vivo ... U na voz, la de Antonio de las Palmas, se dejó oír quedamente como un tenue stispiro a. traves de los alambres . telefónicos: -Jefe, todo ... desmentido .. , no hay nada cierto. . . muerte natural! ... Luego el ruido del auditiVo sobre el gancho ... El edifcio de 11La Voz de Terun" e~mu~.~~i,ó como si sobre él se hubiera "desatado" un:--:mlile~ ficio infernal. .. Y arriba en el cielo plomizo, una nube pareció cubrir con su sombra a aquella mole de granito ... En la calle, voces estrepitoflias, gritos de chiquillos, corridas, tropezones imprecaciones de aurigas y 11choferes" ... El ronco vociferar de las bocinas y el penetrante tintiliteo de fos ti'rnhres de las carromatas. . . . Terun parecía herVir dentro del receptáculo de algo sensacional .. , Y por encima del barullo, con vibraciones de muerte, dos palabras siniestras Por cuanto mas esperadas, mas monótonas, mas eternas .... : "La Gaceta Oficial" ... Extra! ... "LA GACETA OFICIAL" .... EXTRA!!" Y con letras de a palmo, negras y brillf!ntes, como !a nube qtie poco antes obscureci,er3. :'el cielo de ''La Voz. de Teii.m", :b. ·Pedro y- Su ºstaff" leia convUlso -las "ocho Columna~~': ·de "La Gá~é­ ta Ofic~al: MARCOS WILLS MUERTO POR UNA . MUJER Delatada; Por el Portero de Wills ·en. sus D"ec1áracione8, Dolores Sauce, Madre ·de -An.ton.i~ ·de las Palmas, se declm·a culpable. PoT Una ·venganza El Aíiil~r de Sombrero .. Utilizado_ POr Dolores Sauce P"ara Dar Muerte_ a JiJlills. JJesaparef.:e Mi.-,. teriosamente.