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Octubre ESTUDIO 13, 1923 Y, pues que, como decíamos en nuestro anterior artículo, reinan por doquier las tinieblas en los estudios que a la cuest~ón capitalísima del ORIGEN DEL PODER CIVIL dedican los "americanistas" o "americanizados" de por aquí, gracias al decidido empe11u que muestran en maldecir de lo que no entienden y d'isparatar de lo que en su vida se les ocurrió estuaiar, bueno será que nosotros nos aparternos de su camino, y sigamos la senda de luz que en sus obras nos dejaron trazada íos grandes defensores de la teoría. CRISTIANA del Origen Divino de ese poder. Y "capitalizamos," o si se quiere más castizamente "mayusculizamos" la palabra CRISTIANA, porque sépanlo cuantos católicos llegaron a figurarse que eso del Origen Divino del Poder Civil, y de las MONARQUIAS DIVINAS es algo que suena a despotismo, a retrogradismo, a obscurantismo rnedioeval; esa tesis es Cristiana, eminentemente Cristiana, y sin cuya creencia no se salvará nadie, entendiendo esta afirmación como Dios manda. Y aseguramos que debemos buscar la luz en las obras de los grandes maestros de la ciencia cristiana y no en los folletos "democráticos" o en las revistas "republicanas" escritas por "técnicos" y especialistas norteamericanos, cuyo valor científico está "más que suficientemente demostrado en el mundo de las artes y de las letras". Si del arquitrabe me habla un teólogo, mandarlo hé a paseo; y si quisiere un Dempsey explicarme qué sea una "gaonera"., o una "lagartijera" decirle hti que vaya "a contárselo a su agüela". Con sobrada razón, escribe el gran Balmes estas frasecicas que recomendamos muy de veras "a quien corresponda": 'El mejor medio para formarse ideas claras sobre este particular, es acudir a los antiguos autores". ,No sólo porque, según reza el antiguo refrán "In antiquiis est sapientia", sino por aquello de que hoy la ciencia anda .tan alcanzada de verdaderos cultivadores que casi no vale la pena el molestarse en leer los libros que se escriben, aunque otra cosa diga el amigo Julián. "No se trata aquí de estimar la verdad de una doctrina, sino de indagar en qué consiste la misma doctrina: para lo cual no caben testigos mejor informados, ni intérpretes más competentes, que los hombres que han consagrado toda su vida al estudio de ella" Y no puede ser más razonable el pensamiento del gran filósofo, ni estar más en consonancia con la razón natural y el sentido común, cosas ambas de que viven algún tanto distanciados los enemigos del Dogma Católico. Paréceme que quien pretendiere formarse idea cabal de las teorías kantistas, pongo por caso, no pretendería estudiarlas en las obras de aquellos filósofos que le combatieron briosamente, y mucho menos en las hojas de una revista de agricultura; de su peso se cae que quien pretendiere enterarse siquier medianamente de la teoría de la relatividad, lo primero que debe hacer es buscar las obras de Einstein u de cualquiera de sus numerosos seguidores y no las novelas de Pérez Escrich o de Carolina Invernizio; y nada más natural sino que quien tuviere Vol. 11. -· ánimo y deseo de formarse en las ciencias jurídicas y penetrar en el espíritu de las mismas., que se agarre a Justiniano y al Código Civil, Penal y Comercial de la nación o naciones de cuyas leyes pretenda enterarse. Pues, sin embargo de ser todo ello tan lógico y tan natural, ahí estin los enemigos de la TESIS CATOLICA del ORIGEN DIVINO de TODO PODER, que, en vez de estudiar y leer los autores que versan y tratan esas materias, se contentan con leer tratados sobre el "cultivo de los rábanos" y de ahí que, con frecuencía, tomen al idem "por las hojas'', y hablen de lo que no entienden y blasfemen de lo que no saben. Como tú y yo, lector bueno y piadoso, no pretendemos haber descendido tanto en la senda de la degradación científica que hayamos perdido yá hasta el sentido común, vamos a agarrarnos a esos antiguos autores escolásticos, siquier deberemos tener muy presente que una cosa es la opinión de un autor, por muy autorizado que sea y otra la doctrina católica; vamos a rebuscar en esos autores, hoy tan olvidados, cómo entendían ellos esa doctrina que hoy ,escandaliza tanto y que entonces ellos ·consideraban como un baluarte de primera clase y un reducto infranqueable. No es probable, ni posible que en tantos y tan concienzudos trabajos-porque no es dado negar que los autores escolásticos de los siglos medios y renacentistas escribieran con todo conocimiento de causa y sobre solidísimos argumentos-no es posible, digo, que, en tantos y tan concienzudos traba· jos, no se encuentre nada de provecho, nada que merezca la pena de ocuparse en su lectura. Y hétenos yá, lector, en camino de la luz verdadera y de absoluta necesidad para la solución de este problema de tan vital importancia para la solución de los magnos problemas que hoy ·trabajan a la sociedad. Desde que quisimos asentar a los poderes sobre bases puramente humanas y quisimos que el poder dimane del pueblo directamente y no de Dios, fuente y origen de todo poder, según San Pablo, andamos a trompicones y de revolución en revolución, de algarada en algarada, con no pequeiio detrimento del bien común. "La proclamación de los Derechos del hombre" ha hecho al mundo mis daño que todas las teocracias y todos los gobiernos tiránicos que jamás hayan existido en el mundo. Y o me maravillo cuando oigo alabar y cantar himnos de gloria a la "santa libertad" y a los "inalienables derechos del hombre" y no acabo de salir de mi asombro cuando veo a esos mismos que tanto gritan seguir como "borreguillos" la voz de un cacique o de "un vivo cualquiera" con más docilidad y más fe que la de Abraham al ir al monte Moría. En los tiempos antiguos, había un rey déspota ante cuya voluntad o capricho desaparecía la voluntad de los súbditos; hoy tenemos un déspota en cada esquina, en cada "lider'', en cada gobernante. Y ¡ay! de quien tuviere la osadúr de oponerse a la :¡oberana voluntad de ese cacique, de ese político, de ese "lider". FILAD ELFO. NIÍ'm. 41
Date
1923
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