Quiero Clemencia y no sacrificio

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Part of El Misionero

Title
Quiero Clemencia y no sacrificio
Language
Spanish
Year
1934
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
AÑO IX, No. 4 SEPTIEMBRE 1934 "Quiero Clemencia Y No Sacrificio .. '' e ERCA del pueblecito, Sichar, Nüestro Señor, cansadísimo de cuerpo y pesaroso en el alma se dejó caer sentándose en el borde del pozo de J acob, como vencido por una especie de pesadumbre divina que San Juan describe en una palabra, imposible de traducir, diciendo: "Estaba sentado de esta manera cerca del pozo." Una mujer de Sichar, que por cierto había perdido tiempo antes toda tímidez y reserva, se acercaba al pozo sin preocuparse de la presencia de un hombre. -"Dame a beber," suplicó sosegadament el Señor, y aúnque la mujer Le había contestado rudamente, sólo replicó con una apacible sentencía. -"Si supieras el don de Dios y Quien es el que te dice: dame a beber. Quizás entonces Le hubieras pedido el favor de ofrecerle agua y El te hubiese dado agua viva." Este don y esta agua viva de la cual habla el Señor es la gracia de Dios; sin embargo la Samaritana no lo comprendió así. Por eso, Jesús de repente la hiw cambiar de pensamientos con el fin de hacerla recordar sus pecados. -"Véte", le dijo, "llama a tu esposo y ven acá." -"No tengo marido", contestó la mujer. -"Bien has dicho: no tengo marido," replicó el Señor, "porque has tenido cinco y él que ahora está contigo no es tu esposo; de veras has hablado la pura verdad." -"Yo sé," dijo la mujer, "que el Mesías, que se llama Cristo, vendrá y cuando llegare, El nos enseñará todas las cosas." Entonces el Señor le dió su contestación final diciendo: Renuew su suscripción ensiguida. 9~ -"Soy Y o, Y o Quien estoy hablando contigo." La mujer no replicó más, pero sus acciones demostraban que creía: pues el Señor había hallado una oveja perdida, había salvado un alma; el corazón del buen Pastor estaba satisfecho de la obra de Su gracia. A Sus Apóstoles, que en el entretanto habían llegado, dijo: -"Y o tengo que comer un alimento que vosotros no conoceís." Tenía hambre y sed de almas, de los miserables pecadores. -e:<clG»Cierto Fariseo, por nombre Simón, un día ofreciendo un banquete, invitó al Señor. Jesús no se quejó de la recepción algo fría en la casa del hombre que Le había invitado a sentarse a su mesa, sino entró con toda sencillez en la sala y tomó Su asiento. Como era costumbre, la sala estaba abierta y accesible a todos y no pocos rodeaban con toda libertad a los convidados. Entre los espectadores curiosos había cierta muj_er, conocida por toda la ciudad por su vida desordenada. Habiéndose enterado de la llegada del Mesías a esta parte de la ciudad, María Magdalena había acudido .a la casa de Simón, vestida con sus adornos preciosos y teniendo en la mano un vaso de perfumes, y se había metido entre los presentes hasta llegar cerca del Señor escuchándole en silencio y con avidez. En pocos momentos, las palabras del Hijo de María penetraban hasta en su alma pecadora y echándose de rodillas ante los pies del Salvador les besaba lavándoles con sus lágrimas abundantes y secándoles con su cabello boyante y, habiendose levantado, rompió su vaso de alabastro y ungió al Señor con el perfume aromoso. Simón, desde el otro lado de la mesa, miraba con cierto desdén a aquella mujer prosternada a los pies de Jesús; en ella no veía más que la mujer pecadora y una criatura desgraciada y despreciable que, al tocarla lo menos posible, le hubiera contaminado vilmente. Su gran sorpresa era que Jesús no la repulsó inmediatamente como él y los demás Fariseos lo hubiesen hecho sin merced, manifestando todo su horror y detestación. -"Si Este fuese un Profeta verdadero .... " susurraba entre sus labios .... Pero el Señor conocía sus pensamientos íntimos y le replicó: -"Simón, tengo algo que decirte ..... " -"¿Simón ves aquí esta mujer? ..... Te lo digo, muchos pecados le han sido perdonados, porque ha amado mucho." El corazón del Divino Maestro rebosaba de merced y se revelaba en el perdón más completo que en estos momentos concedía a la pobre pecadora, considerada por los presentes como el objeto más despreciable de la humanidad, un símbolo evidente del sexo femenino depravado. Contrario al modo Sostenga un Catequista! de hacer del Paganismo que hubiera rechazado a la pobre, entregándola sin la menor merced a una vida de deshonra y de verguenza, el Señor la miraba con tanta misericordia y con la expresión del amor más tierno, que hasta los mismos Fariseos no se atrevían a manifestar una censura. Jesús levantó a la pobre y, aúnque no le entregaba la flor de la inocencia, que una vez manchada no vuelve más a florecer, sin embargo la coronó con una gloria más rigurosa: la aureola de la penitencia salvadora y el halo del gran amor para con un alma perdonada. -~G);!lEra el día de la fiesta de los Tabernáculos. Los siete días de estas festividades que los Judíos pasaban debajo de chozas de ramos, no siempre estaban sin peligros para la virtud de los Israelitas; no raras veces las diversiones degeneraban en cierto desenfreno pecaminoso y esta vez sucedió que una mujer fué cogida de noche en el acto de cometer el adulterio. A la madrugada algunos Concejales del Sanhedrin la llevaron al templo y empujándola hasta los pies del Salvador, Le dijeron: -"Maestro, esta mujer acaba de ser cogida cometiendo el adulterio. Moises nos manda en la Ley apedrear a una mujer culpable de tal crimen. ¿Qué dices Tu de ésto?" El Señor con una sola mirada 99 descubrió toda la intención maliciosa de los acusadores que ardía debajo de su piedad exteriormente celosísima y vió claramente toda la hipocresía que les animaba. Por eso ni quiso replicarles y inclinándosé hasta la tierra empezó a escribir con Su dedo en la arena .... Por fin el Señor se levantó y dijo: "Quien de vosotros esté sin pecado, que eché la primera piedra." Ni uno de la comitiva, que hasta entonces se había mostrado tan arrogante, se atrevió a levantar ni un dedo. Jesús, inclinándose de nuevo y puesto medio de rodillas, empezó otra vez a escribir "los pecados de los acusadores," según una nota que se encuentra en un códice antiguo, y en eso, cada uno, comprendiendo enseguida este lenguaje mudo del Maestro, sentía toda su propia culpabilidad. Los Escribas y Fariseos guardaban el silencio más profundo y confundidos por la verguenza, uno tras otro, primero los más ancianos, y después los más jóvenes, se retiraban del lugar con la ira ardiendo en su alma revoltosa. En pocos momentos, en medio del lugar ya desierto, en el centro del gran tribunal, nadie quedaba fuera del Señor y de la mujer adúltera: "la Merced infinita y la miseria lamentabilísima" cara a cara. Ella estaba todavía temblando ante los pies del Salvador. Una vez más el Señor se levantó y al mirar alrededor, como no veía a Las Misiones necesitan Capillas 100 nadie sino a la mujer, le preguntó: -"Mujer, ¿donde están tus acusadores? ¿Nadie te ha condenado?" conocía. ¿Qué había pasado? A principios Mortimer mismo lo contó confidencialmente a uno de sus -"Nadie, Señor." amigos más íntimos quien más -"Ni Y o te condenaré; véte y tarde pudo revelarlo a los demás; no peques más en adelante." por fin, la historia fué publicada -~~- para el mayor bien de otras almas Mortimer Handley, así se llama- extraviadas del buen camino. ba en Inglaterra su país natal. Mortimer le dijo un día: Hace años estaba a punto de di- "Supongo que como otros muvulgarse en la alta sociedad de chos te has enterado hace tres Londres un gran escándalo en- años de mi desgracia con Alina volviendo a cierto varón y una Borrowdale. Como sabes, su majoven elegante por nombre, Sra. rido tenía bastante edad para ser Borrowdale, quien después de ha- su padre y desde luego Alina, berse casado con un individuo de como ella misma lo confesó, se dos veces su edad, encontraba la sentía muy infeliz en compañía de vida con su esposo legítimo de- su esposo. Siendo joven, naturalmasiado monótona y habíase de- mente quería una vida alegre y jado arrastrar por las atracciones de divertida, pero el hombre de edad un hombre más joven y guapo, pre- media probablemente insistía decisamente el Señor Mortimer masiado sobre el dogma que para Handley, quien desgraciadamente mujeres, "el hogar es el verdadero tenía a su cuenta otras conquistas paraiso." No niego que Alina me de este género, pero, siempre infiel adoraba de veras; por mi parte mi a su víctima, cada vez la había corazón esta vez parecía arder dejado sin el menor remordimien- por ella; no sé si después no la to y sin jamás considerar los cora- hubiese tratado como a tantas zones quebrantados que de esta otras mujeres que vilmente abanmanera había pisado vulgarmente. doné en la miseria. Es que en Pero un día la alta sociedad de aquellos tiempos, a pesar de mi la capital Inglesa se impresionó buena educación y sin el menor ante la noticia increíble anuncian- remordimiento, no sentía ningún do que Mortimer "cogió religión" respeto al sexo débil; solamente usando la palabra con que ún objetos de la pasión, para mí no miembro del "club" manifestó eran más que algún guante que este descubrimiento y a la vez de- después de haberse usado se tira claró que el hombre acababa de con desprecio por no servir más volver de un viaje misterioso al en adelante. Oriente, mas totalmente cambia- El día que habíamos decidido a do, de manera que ya no se le re- escapamos, me fuí por la mañana Afiliese a los Cruzados de &tinta Teresita al "British Museum" para buscar ciertas referencias en conexión con un libro que estaba revisando. Habiendo encontrado lo que buscaba, me retiré al salón de refrescos y pedí cha. Lo que pasó después puede parecer ridículo ... pe.ro, teniendo en cuenta lo que ha sucedido antes en aquel edificio histórico, por cierto no lo es a quien se acuerde de las sombras del pasado que sin duda siguen revoloteando en este sombrío palacio. A lo mejor un hombre entró poco rato después de haberme sentado y tomó un asiento en una mesa frente a la mía. Estaba yo escribiendo algunas notas de mis observaciones cuando algo me llamó la atención y levanté la cab~za. Y a sabes tu lo que pasa a uno cuando se encuentra de improvisto con una cara no del todo desconocida y tampoco muy familiar, pero que le hace acordarse de alguien sin poder decir quien es precisamente. El hombre era bastante guapo, de color de oliva y de cara muy suave con mejillas más bien altas. Tenía la nariz recta y perfectamente formada; su cabello era negro y también lo eran su bigote y sus barbas que llevaba a la moda de los antiguos Judios, es decir más espesas en ambos lados de la barba y un poco partidas en el medio. En mi opinión debía ser algun Oriental todavía joven, posiblemente un Parsi, porque tenía algo que eliminaba la posibilidad de ser un Europeo. Supongo que se había fijado en mi algún 101 tiempo mientras estaba tomando algunas notas y que le había llamado la atención porque de pronto él también se puso a mirarme. ¡Aquellos ojos! Imposible describirlos. También eran de color negro y parecían venir directamente de la profundidad de su alma. No titubeaban ni tampoco retrocedían como sucede a la mayor parte de las personas cuando perciben que un desconocido les mira; se fijaban en mí con todo se.ncillez pero también como para atravesarme hasta el alma, precisamente como si hubiese sabido perfectamente quien yo era y cuál era mi vida. Imposible darte una idea del efecto y poder que aquel hombre ejercía en mi persona; imposible explicarte toda la serenidad, la calma, la bondad de sus ojos como si hubiesen sondeado hasta el fondo todos los precipicios de la perversidad del mundo y sin embargo hubiesen salido sin mancha, siempre creyendo en la bondad que es esencial en todas las cosas. Aquellos ojos me hablaban y me decían como si el hombre hubiese pronunciado estas palabras: "¿Por qué estás comitiendo tanto mal cuando tienes en tu poder procurar tanto bien?" Decididamente me sentía sacudido hasta en lo más profundo de mi alma; jamás un individuo había ejercido en mi persona una influencia tan positiva y efectiva. Cuando por fin él bajó los ojos, sin embargo yo no pude detenerme fijándole Rogad por las Misiones 102 más y .preguntándome cómo podía llamarse el hombre con quien tantas semejainzas tenía. Volví a casa más y más absorto por mi singular encuentro; de cualquier modo mi fuga con Alina se presentaba bajo un nuevo aspecto y todo mi entusiasmo habíase desvanecido por completo. Por primera vez en mi vida el acto me parecía más bien una villanía criminal que una aventura alegre y gloriosa. Bajando del piso, me fuí a mi cuarto para mudar y encendí la luz. No sé si has observado ya en particular las estampas que adornan mi <:uarto de dormir. Una de ellas está aquí y siempre me ha acompañado desde que dejé mi casa anterior. Si quieres hacer el favor de mirar a la pared de tu frente, podrás conocer cuál seria mi sorpresa <:uando en aquel momento reconocí en esta estampa la <:ara del hombre encontrado en aquel salón de refrescos." El amigo levantó los ojos, y vió en una estampano grande una de las reproducciones más perfectas de la figura de Cristo ... "Te parecerá extraño", así continuaba Mortimer, "que un hombre como yo tenía entonces en mi cuarto una estampa de esta clase. La explicación es sencilla: mi madre era una persona muy devota; la estampa era de ella y me había suplicado la guardase siempre conmigo; efectivamente la conservaba siempre más bien por algún sentimiento estético, porque admiraba la belleza bajo cualquiera forma ... He estado en Palestina hasta hace poco tiempo, y me he propuesto entrar pronto en algún seminario para prepararme al sacerdocio. Los bienes que tengo, pienso consagrarlos al rescate de mujeres desgraciadas ... sólo es justo que enmiende en cuanto pueda todo el mal de mi vida pasada ... Pues allí tienes toda la explicación de mi cambio de vida. Me es imposible explicar aquel encuentro tan singular, pero lo que sé yo es que los peores pecadores algunas veces hacen los Santos más gloriosos ... " -c;;<Cl~Lo que El Señor era ayer, lo es hoy sin cambio y lo será siempre hasta el fin de los siglos; el buen Pastor, siempre en busca de la oveja perdida; no quiere la muerte del pecador sino su vida y la más abundante. El profeta Oseas ha dicho de El: "Quiero clemencia y no sacrificio;" y al Señor Le gustaba el uso de estas palabras del Profeta para defender contra los ataques de los Fariseos hipócritas a Su Levi, uno de Sus Apóstoles, escogido entre pecadores y publicanos: "He venido," dijo Nuestro Señor, "para hallar los pecadores y no los justos, porque no el hombre de buena salud necesita del médico, sino el pecador." ¿Quién es el justo? ¿Quién?"Quien entre vosotros esté sin pecado, que eché la primera piedra". De veras, todos somos pecadores, todos estamos o hemos estado Estipendios de ·Misas son una gran ayuda enfermos espiritualmente y por consiguiente necesitamos del Médico Divino y de Su infinita Merced. Puede ser que por la gracia de Dios no hayamos cometido los. crímenes de la Samaritana, o imitado a María Magdalena, o sido pecadores como la mujer adúltera o como el Señor Mortimer, sin embargo cada uno de nosotros tiene su historia secreta que nos hace bajar humildemente la cabeza y herir el pecho con sentimientos de arrepentimiento y de contrición: "mea culpa ..... " En las palabras del Salvador a María Magdalena está nuestra esperanza: "muchos pecados le han sido perdonados, porque ha amado mucho". Es verdad que para demostrar nuestro amor al Salvador no po103 demos como María Magdalena, derramar nuestras lágrimas y nuesÚos perfumes a los pies de Jesús; pero El mismo nos enseña cómo podemos expiar nuestros pecados por el amor cuando dice: "Todo lo que hagais a los más mínimos de Mis hermanos, a Mí lo habéis hecho." Esta es la caridad que cubre la multitud de los pecados, de la cual habla San Pedro. Amad y socorred a los pobres; amad y socorred a los más pobres de entre los pobres: los Igorrotes paganos de la Montañosa. Derramad sobre ellos la plenitud de vuestra caridad cristiana; hacedlo por amor de Dios: en ellos demostraréis vuestro amor al Señor, vuestro Rey y Padre, vuestro Todo, de cuya merced tanto necesitamos todos. --~~EL MORTAL: DIOS: ANSIEDAD Donde estás Dios mio que no te encuentro? Te busco con afán porque presiento Algo que es principio y fin, alma adentro; Lo cantan las aves, lo gime el viento ..... . En todo sitio estoy; de la conciencia En lo hondo, más allá de la creación; Mas, más viva sentirás mi presencia En el dolor, en la tribulación. Rigoberto Alcazar y Yuson. Suscribase por un amigo