Carta del Hermano Eduardo Cools

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Part of El Misionero

Title
Carta del Hermano Eduardo Cools
Language
Spanish
Year
1930
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
39 Carta del Hermano Eduardo Cools Muy Reverendo Padre Editor: Me pide usted nuevas de nuestra nueva capilla. En verdad que hubiem preferido dárselas después de terminadas las obras, pero no obstante procuraré complacerle. Creo ya sabe usted que nuestra iglesia tiene por patrono á S. Pedro, Prínópe de los Apóstoles. Para que vea usted de que manera nos envía su benévola protección, le contaré dos extraordinarios incidentes en que se vió patente la mano protectora del buen Apóstol. El viernes, 4 de abril, a eso de las tres de la tarde me hallaba yo subido en la cúpula de nuestra capilla pintando la gran cruz que la corona, cuando en médio de mi grata tarea oí un ruido estrepitoso, y a la • par ví que los andamios que se habían construido alrededor de la construcción, se venían abajo desastrozmente, mientras que el -contratista Francisco Ando, un japonés convertido a nuestrá Santa Religiórl, que en el momento del . desastre se hallaba trabajando en el edificio era lanzado bruscamente al aire al ceder la madera en donde estaba, viniendo a caer primero sobre el techo de la na ve central, después sobre el de la nave del lado, y de allí de ·cabeza al suelo. - Y o que desde la cúpula lo había visto caer me quedé helado de horror. 'Se ha estreJlado, ha muerto' me decía, mientras que con toda prisa descendía de la cúpula que está a unos 24 metros de elevación, y con grandes pasos, corriendo y casi sin respiración llegué junto al pobre Ando a· quien yarodeaba un grupo de personas. El pobre me reconoció al momento y me dijo como para tranquilizarme: "A naca Apo, un poco masaka no mas." Y efectivamente, a excepción de algunos ·rasguños no presentaba ninguna herida grave, cuando bien hubiera podido perder 1a vida. Luego al explicar cómo había ocurrido el accidente· SUSCRÍBASE POR UN AMIGO 40 dijo que cuando cedieron los andamios vino él a parar sobre el tejado de la nave principal; allí con su natural destreza asióse al hiero del tejado, pero no pudiendo aguantar su peso cayó encima del techo bajo, allí dió una voltereta y fué a parar de cabeza al suelo, sobre las maderas del andamio destrozado que le protegieron de de las grandes piedras que había al pie de la construcción. Aunque Ando no presentaba ninguna contusión ní herida grave, lo envié al hos.pital muy a disgusto del mismo interesado, pero el domingo de aquella misma semana se retiró solo a casa, y al verme me dijo sonriente: "Pues si no me he herido, nada mas que me ha quedado un dolorcillo en la cadera derecha." En verdad, fué este un caso extraordinar;o. Caerse de una altura de dieciocho metros no es ninguna broma, y Ando hubiera podido muy fácilmente perder la vida, o por lo menos herirse gravemente. Sin embargo salió ileso, sin heridas ni contusiones. No cabe duda, San Pedro nos protege. El segundo caso no es menos maravilloso, Me hallaba yo próximo a partir para Baguio para hacer mis ejercicios espiritiiales, los que acostumbro a hacer anualmente. Sab'.endo que se habían agotado los fondos y materiales para la construoción de la capillita de Lubua.gan, me fuí al P. Billiet y en presencia de otros más le dije que no valía la pena volver a Lubuagan después de los ejercicios y que haría mejor en tomarme unas buenas vacaciones. El domingo, 5 de Mayo, después de oir Misa partí para Baguio. El truck en donde iba estaba llenísimo de pasajeros, había unos diecinueve y esta,ba atestado de equipajes y sacos· de arroz. El Gobernador .provincial de Kalinga, el Sr. Balinga y yo nos sentamos en el asieMo delantero junto al chauffeur. A eso de las doce, poco más o nierios, el Sr. Balinag ordenó al chauffeur que .parara cerca de un puentecillo ·para que todos tomaran su comida. Cuando hubieron todos terminado, volvimos al coche y nos .pusimos en marcha, esperando llegar a Bontoc deSipués de dos horas, .pero estando a dos kilómetros del pueblo el chauffeur nos dijo que quedaba muy poca gasolina. No obstante, pudimos continuar el viaje hasta llegar a la casa de los .pa_dres del Sr. Balinag en Calutit, en donde hicimos una breve .parada con el fin de dar oportunidad al Sr. Balinag de saludar a sus .padres. Resumimos el viaje después de breves minutos, pero a.penas hubimos marchado diez metros cuando el chauffeur nos dijo que la gasolina se había liquidado. Paró el truck y bajaron el chauffeur y su asistente, dirigiéndose a una tiendecilla que había frente en busca de gasolina. Mientras esperábamos su vuelta, cayó un fuerte chaparrón, el que nos dbligó a bajar las cortinas SOSTENGA EL EJÉRCITO DE CRISTO del coche para protegernos de la lluvia que entraba a grandes gotas. Poco después sentimos repentínamente que el coche se escurría por la pendiente; un pasajero salió despedido por una de las ventanillas cuando el coche se estrelló contra el bajo parapeto que había a,l borde del principicio, lanzándo la fuerza del choque al truck al fondo del abismo. No sé cómo no perdí la v:da en aquel terr:ble accidente, fué indudablemente un milagro de la Divina Providencia. El truck cayó dentro de una acequía que nacía de un río, construída quizás para conducir el agua a las llanuras. A unos cuantos metros de distancia me l~sllé. yo tend"do en la tierra y chorreando agua. En cuanto volví en. mí, me puse de pie y aun algo atontado por la caída, miré en mi derredor. . ¡Triste escena de dolor vieron mis ojos! Acá y acullá yacían los viajeros, algunos bañados en sangre, otros sepultados bajo maletas y sac~s, y mientras tomaba yo aliento para ir en su socorro, llegaron a mis oídos sus gritos de dolor. Oasi acto seguido me puse en acción tratando de aliviar a los heridos, m:entras el Sr. Balinag que también salió ileso, se iba a la estación más cercana para avisar por teléfono al hospital, a la constabularia y a la policía. Vol"ió enseguida y los dos juntos hicimos cuanto ·pudimos por los heridos. Poco después llegó el P. Gysebrechts mojado de p!es a cabeza, 41 pues llovía a torrentes, y enseguida socorrió a un pobre hombre, padre de nueve hijos, quien al saltar del coche cuandq éste se dirijía haicia el precipicio, se dió la cabeza contra unas rocas, resultando con el cráneo fracturado. El Padre le dió la absolución y le administró los Santos Oleos, muriendo el infeliz pocos minutos después. En esto, llegó el Párroco con un grupo de jóvenes para auxiliar a los heridos, y mientras el P. Ghysebrechts bautizaba a una joven, aquél hacia lo mismo con una kalinga. · Ésta expiró a la noche, pero la primera vive hasta ahora, a D:os gracias. Esta joven es una de las que asistía a las clases de catecismo en la escuela de las Madres Belgas, y a la mañana siguiente al ir éstas a visitarla; conoció la joven a su maestra la Madre Romana', y mostróse muy contenta de haber sido bautizada. Los médicos no tenían al principio esperanzas de salvarla pero de Lubuagan hemos tenido noticia de que la joven mejora. Por fin, y después de mucho esperar, llegó un auto con enfermeras que se llevaron a los heridos y muertos a Lubuagan. Había dos muertos, seis heridos gravemente y nueve con ligeras contusiones. De los que cayeron al precipido yo fuí el único que salí completamente ileso, a excepción de tres insignificantes rasguños por los que retrasé mi viaje dos días. Llegué el dia 9 a Baguio. Se PROPAGUE SU FE 42 me habían disipado completamente las ganas de tomar vacaciones, la confianza divina volvió a animar mi corazón y parece que una voz me decia al oído: 'No temas y confía en Dios pues tendrás lo que necesitas para terminar la capilla.' Y estoy segurísimo que los queridos lectores de El Misionero, y particularmente los que lleven el nombre del Santo Apóstol, me ayudarán-a realizar la obra. Reverendo Padre, los lectores de su revista han contribuído generosamente para la capilla de Lubuagan, pero al presente las obras se hallan a la mitad por falta de fondos, aunque estoy seguro que con la ayuda de nuestros generosos bienhechora de El Misionero pronto se terminará la capilla de San Pedro en Lubuagan. Ojalá vengáis pronto en nuestra ayuda. El Señor os recompensará. San Pedro os protegerá, Y los cristianos de Kalinga os pagarán con fervorosas oraciones. Espero poderles contar muy pronto más cosas sobre esta nuestra capillita. De V. afmo. y s. s. Brother EDW ARD COOLS Ecos de la Misión Es la cuarta vez en la historia de las Misiones Católicas de la Provincia Montañosa que se celebra el CONGRESO ANUAL de CA TEQUISTAS', el que fué llevado a cabo en BONTOC desde el 11 hasta el 22 de Mayo del presente año. En el comienzo de las sesiones se habló de la misión del catequista como dispensador de bienes espirituales y temporales, siendo éste en efecto, instrumento sobrenatural de la Divina Providencia para traer al gremio de la Iglesia almas paganas. En las siguientes sesiones de la semana, la que fué dedicada al estudio de los fundamentos de la doctrina y al de los deberes específicos del catequista como siervo activo de la Santa Madre Iglesia, se consideró el lado sobrenatural de la mision del catequista, la que no puede ser fructífera sin que haya cooperación con Dios. Y para conseguir esos saludables fruros fué recomendada la Comunión diaria. Claro está que durante los días del Congreso todos los catequistas recibieron la Sagrada Comunión diariamente. Durante los últimos tres días se celebró un retiro ·espiritual con el que se dió fin al periodo de este trabajo "académico". El entusiasmo y espíritu sincero que revelaron los congresistas durante la semana del Congreso, augura bien para el futuro de la labor catequística. Indudablemente, si nuestros amados lectores, si los católicos UNA SUSCRIPCIÓN ANUAL: Pl.00