El himno de un pueblo

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Part of El Misionero

Title
El himno de un pueblo
Language
Spanish
Year
1930
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
48 los cuales son los únicos animales que pueden ser sacrificad?s a Lumaoig. Ninguno que no haya hecho ·estos sacrificios en la tierra será admitido al reino de Lumaoig, y será condenado a vagar para siempre por el mundo sin tener jamás descanso. El himno de un pueblo Costumbres igorrotas en el este de Benguet Por el Rdo. P. Claerhoudt, Misionero en Bokod. /4:11guet XIII Pa.iodaad, TagwaiJ Sibisib Continuación. Pero cierta tru-de tuvo un accidente durante el trabajo el pobre Kinai. Aquella tarde se había retirado mucho después de haberse puesto el sol, cargando sobre sus robustos hombros un gran pedazo de tronco de árbol que había arrebatado del tumultuoso torrente que descendía entre riscos y pedruscos del monte Palansa. Al llegar a su chozca depositó la pesada carga en el suelo y tomando su afilado "gwasai" comenzó a cortar el tronco en largos trozos con los que encercaría su pequeño solar. Por unos momentos no se oyeron mas que los rudos golpes del hacha sobre el duro tronco que hacían saltar numerosas astillitas en varias direcciones. Era dura la madera, y Kinai cogiendo firmemente el hacha y alzándola en alto, la dejaba caer pesadamente sobre el añoso·tro:1co; pero en uno de aquellos golpes vino a caérsele el hacha sobre el pie, arrancando de labios· de Kinai un agudísimo grito de dolor, mientras el suelo se · teñía de sangre que brotaba a borbotones de la herida; y el joven dejóse caer entre leves quejidos al suelo .... Los vecinos oy·eron aquel grito de angusfra, y corrieron en busca del necesitado, hallándole al pobre Kinai en un estado verdaderamente lastimoso. Inmediatamente le aplicaron remedios. Uno le ató la pierna para impedir la pérdida de sangre, y otro masculló una hoja de tabaco, colocándola luego como un emplaste sobre la herida. ~¡Pronto, buscad al "Sibi-sib!" DIRECCIÓN: P. O. BOX 1393, MANILA Y acto seguido entró prec1p1tadamerrte Sinakai, el mambunung. Cogió el hacha manchada con sangre y con ella tocó ligeramente la herida, comenzando al mismo tiempo a 11elatar la leyenda del Sibi-sib. -Así nos lo contaron nuestros antepasados-decía Sinakai, con voz lenta y pausada-así relataban la leyenda del Sibi-sib con la que quedaban curadas toda clase de heridas, aun las más graves. Atended pues. Había antiguamente dos hermanos, llamados Balitok y Kabigat. Poseían numerosísimos cerdos,· perros y gallinas. Un día celebraron un kaniaw para pedir éxito en la caza, y sacrificaron a los espíritus uh cerdo. Después de la ceremonia, salieron contentos al bosque, seguidos de sus perros de caza. Llegados al monte soltaron a los animales para que fuesen en busca de los jabalíes qúe poblaban la selva, los "animulog." lnternáronse los perros en la selva, y de pronto se oyeron sus ladridos junto a unos matorrales, a donde acudieron con toda prisa Balitok y Kabigat, encontrando a una formidable culebra "Eroo" colgada de una aguda roca en l~ montaña. Los dos hermanos le clavaron sus afiladas lartzas con tanta fuerza que el reptil cayó rodando al suelo. Lo recogieron muerto y se lo lleviaron a casa, en donde pusieron la carne a secar después de 49 haberse comido un pedazo de ella. A la mañana siguiente volvieron a ir de caza, no sin antes pre: caver a su madre que guardara cuidadosamente la carne de la culebra que habían matado el día ·anterior. Mas cuando r(jgresaron del bosque vieron que la carne había desaparecido, y entonces llenos de furia insultaron a su madre, la hicieron responsable de la desaparición de la carne de la culebra, y la acometieron con sus lanzas hasta dejarla muerta. Pero apenas hubo expirado la vieja, vieron Balitok y Kabigat una inmensa serpiente que saliendo de la choza, internóse en el cercano bosque. Allá fueron los dos cazadores tras de ella, encontrando al fqrmidable "Eroo'' enroscado en el pico de la roca. Llenos de furia exclamaron ambos: -¡Vives otra vez! Te habíamos dado muerte, y a nuestra madre por tu culpa .... y ¿te atreves de nuevo a afrentamos ae este modo? ilnsolente "Eroo" otra vez te mataremos! Pero la culebra ensortijando la cola y alzando la cabeza les respondió: -Inútil es que m~ matéis. Dejadme vivir y yo os diré cómo podéis haceros ricos, sí, muy ricos. -Vanas promesas. Ya somos ricos. De ti nada necesitamos, y te mataremos. -¡Necios! Si me dais vida, vuestro será el secreto de curar heridas. Os enseñaré las mágicas EMPLEE UN DÍA DE VACACION 50 palabras con las que podréis volver a vuestra madre a la vida. -Pues enséñanos esas palabras, y te dejaremos con vida. Y enseñóles la culebra las palabras que tienen pod~r de curar heridas, y Balitok y Kahtgat, para ver si verdaderamente tenían el poder que les atribuía el reptil, cogieron una hoja de maguey y la rajaron. Acto seguido repitieron las palabras del "Sibi-sib" e inmediatamente quedó entera la hoja. No satisfechos, tomaron un pedazo de caña, "Kawaian" y la dieron un tajazo con el hácha; volvieron a rezar el exorcismo, y como en la hoja desapareció la cortadura. Y aun quisieron probar el poder de las palabras del Si-bisib una vez más, y acercándose a un pino le cortaron una :mmita; pronunciaron las frases mágicas; y por encanto se cerró la herida que hizo el hacha en el tmnco del árbol. Llenos de júbilo volvieron a su choza. . Allí yacía en el suelo el cadáver de la pobre madre, yerto y frío. Colocaron sobre él la pnnta de la lanza a la vez que pronunciaban las palabras del -Si-bisib. No bien las hubieron terminado cuando la madre arbrió los ojos, _ se incorporó, y luego se puso en pie tan buena como antes. La culebra que con Balitok y Kabigat había vuelto del bosque, se leil acercó diciéndoles entonces: -Bien véis que nó os mentí. Enseñad a ~odos, lo que hoy aprendisteis; enseñadles el Si-bisib, contadles su historia. -·H-CesÓ Sinakai, y cogiendo el hacha con la que se había herido Kinai, la rozó debilmente al pie herido del joven haciendo esta última invocación: -¡O mambunungs de los días idos, O mambunungs de Si-bisib, venid todos! ·Venid a rezar el Si-bisib. ¡Venid prestos! Rezad, y esta herida será sana, Que si vosotros rezáis desaparecerá ella, Sí, y muy pronto será curada, Como borrada por el agua, Por el agua limpia y frese~. No dejará dolor, ni huella, Ni mancha, ni cicatriz, ni marca. -·HPasaron muchos días, tristes para Kinai que no podía irse como antes al monte, ni apHcarse al trabajo, porque el pobre enfermo tardaba mucho en ponerse bueno. Las hojas mascadas de tabaco que aplicaba a la herida no le proporcionaban ningún aliv.io, y triste y acongojado pasaba las Largas horas del día en su mísera choza, preñada su mente de una multitud de ideas promiscuas, porque todas se mezclaban confusamente, de los espíritus, de sus poderes y derechos, de su fuerza poderosísima e invencible contra_ toda clase de males, y a veces, a veces, de los sufrimientos y miserias que asechan al hombre durante su breve jornada en la tierra. (Se co11timurrá) BUSCANDO UNA NUEVA SUSCRIPCIÓN.