El himno de un pueblo

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Part of El Misionero

Title
El himno de un pueblo
Language
Spanish
Year
1930
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
73 ~~~~~~~~~~~~~ ~ ~ ~ Del pais y sus habitantes ~ ~~~~~~~©~~~@P©~~ El himno de un pueblo Costumbres igorrotas en el este de Benguet Por el Rdo. P. Claerlzoudt, i\-fisionero én Bokod. Benguet XIV Si..-gup, Dosaad Continuación. HACÍA algún tiempo que Silang padecía aquella afección de garganta acompañada de una tos seca pero contínua, que no cedía a pesar de cuantos remedios le eran aplicados, y el pobre enfermo sentía que le iban dismifnuyendo las fuerzas de día en día. Tendido sobre el duro suelo de su mísera choza sentía pasar lentamente las horas, largas e interminables de dolor y angustia. A veces el humo de la lumbre llegaba hasta su alcoba provocándole una tos más fuerte que le ahogaba.... Y así transcurrían los días, tristes y angustiosos para el infeliz enfermo. Y a nada le complacía, nada le interesaba, hasta su inseparable pipa yacía olvidada en un rincoillcito de la choza. Pasaba largas horas del día en el atol, frente a. sru choza, y afü mientras mascullaba hojas de "boa" y "dawed" dejaba vagar su imaginación por tristes y sombríos paisajes que forjaba su loca fantasía. "Pronto moriré, pronto mor;iré," repetía el desdichado con tristeza. Cierto día en que se hallaban juntos Silang y su amigo Malenes, que de vez en cuando hacía las veces de mambunung, abrióle Silang su corazón contándole con franqueza todo cuanto le ocurría. -Dame un poco de jengibre y sal, díjole Malenes, con eso te untaré el cuerpo mientras. te cuento la leyenda del "Sigop" y ya verás como enseguida te pones bueno. Pidió Silang el jengibre y la sal, y tomándolos Malenes, machacó el jengibre, añadióle la sal y luego PROPAGUE SU FB 74 comenzó a frotar el cuerpo del enfermo con la mezcla medicinal. -Escucha Silang esta leyenda, díjole el curandero. -Había una vez dos hermanos que iban de puebl0 en pueblo vendiendo jengibre y sal. Cierto día se encontraron con "Adkodow" que vive en u'n lugar se:o, y al verlos Akodow les suplicó le dieran un poco de lo que vendían, pero los hermanos se lo negaron y prosiguieron tranquilamente su camino. -Si nE>s pagas, dijéronle a Akodow, te daremos jengibre y sal. Enfurecióse Akodow, y lleno de ira exclamó: - "Man-ok-ok-kajo." ¡Infelices! seréis víctimas de la tos! Efectivamente, acababa casi de lanzarles aquella amenaza, auando comenzaron a toser atrozmente, y en cuanto llegaron a su casa cocieron tapoei, sacrificaron cerdos, celebraron varios kaniaws en· la esperanza de que serían curados, mas la tos no daba indicios de mejoría. Viendo que sufrían, apiadóse de ellos Kabigat que está en lo alto; y lleno de compasión vino a la tierra para ayudarlos. Aconsejóles Kabigat que fueran en busca de Akodow y que le pidieran perdón. Asi hi,cieron los hermanos y Kabigat les dijo: - Muy bien, os perdonaré, pero a condición de que me déis un pollo. Salieron los hermanos llenos de júbilo, cogieron un pollo y fueron presurosos a llevárselo a Akodow. Tomó entonces Akodow el pol~o. rezó, hizo unos cuantos exorcismos sobre él, y concedió a los hermanos el poder <le curar la tos, pero encargóles que fuese matado un pollo cada vez que se hiciera la ceremonia y que se le invocara en el rezo. Sintiéndose ya curados, volvieron gozosos a su casa y enseñaron a muchos lo que habían aprendido de Akodow. Calló al fin Malenes, y Silang ciñóse la manta alrededor de su mísero cuerpo que le es~ocía por el picante jengibre, y quedóse largo rato en el atol charlando con su amigo Malenes. -·H·-Mandosaad si Kaisép, dijo Kapit a Sakbut. Iré a ver a Kaisép. -Ngaranioi sakito? ¿Qué oaurre a Kaisép? inquirió Sakbut. -Tagwi. No lo sé. ¿Por qué no vienes conmigo a verlo? Partieron entonces Kapit y Sakbut para "Abwat" donde vivía Kaisep. Cuando llegaron al lugar vieron que ya había algunas personas reunidas alrededor de la casa del pobre Kaisep, mientras que el curandero aplicaba remedios al infeliz enfermo. -Esaucha este relato, dijo el mambunung a Kaisep, y te contaré la leyenda de la medicina que nos dió Kabunian para males de pecho. Cierto día Kabigat, el que vive en la tierra, bajó de los montes en compañía de sus hijos para traficar con la gente del val1e. Y UNA SUSCRIPCIÓN ANUAL: Pl.00 cuando ya hubieron conseguido lo que necesitaban y comprado unos cuantos cerdos, emprendieron el viaje de regreso. Pero como la noche se les venía encima tuvieron que esperar a' que rompiera el alba para continuar la Jornada, pasando. la noche bajo un copudo árbol de "bwaletée." Kabigat, el que vive en el cielo, vió que Kabigat el de la tierra había pasado una noche bajo el "bwaletée." Y al día siguiente sintió Kabigat un agudísimo dolor en el pecho y lleno de angustia llamó a sus hijos, quienes creyendo que su padre se moriría comenzaron a llorar. Kabigat, el que mora en el cielo, se apiadó de ellos y vino a la tierra par.a ay;udarlos. -Ngaranto inpasing nitan? ¿Qué ocurre? -Kabigat, tengo un dolor agudísimo de pecho, respondióle Kabigat el de la ti~rra, anai ensakit i pagowko. -Sac11ifica un cerdo, reza el exorcismo del "dosaad" y serás aurado. Inmediatamente los hijos de Kabigat, el de la tierra, cogieron el cerdo, lo mataron, rezaron el Dosaad después del cual quedó curado su padre. Y el mambunung, al cuncluir la leyenda, exclamó: Matad el cerdo. Acto seguido unos cuantos hombres cogieron el cerdo que es75 taba frente de la casucha de Kaisep y que estaba destinado para el sacrificio, le atravesaron el corazón con una aguda lanza, y el pobre animal cayó muerto en medio de un cha11co de sangre. Luego abriéronle y sacáronle el hígado y un pedazo de gordura. A.fianzándo ambos pedazos en la punta de una lanza los pusieron al fuego para asarlos. . Cuando estuviemn ya tostaditos, cogiolos el mambunung y los colocó sobre el pecho del cerdo muerto. Luego hacha en mano entró en la casuoha de Kaisep, y depositóla sobre el pech~ del enfermo, mientr:as que murmuraba la siguiente invooáaión: -Venid. Venid mambunung de los días idos. Venid y rezad el Dosaad. Si vosotros lo rezáis desaparecerá la dolencia. y en este momento entraron unos cuantos individ_uos trayendo en una bandeja el hígado y el pedazo de gor:dura para el enfermo Kaisep. Esta fué la última ceremonia del Dosaad, y después comenzó el banquete para los que habían participado en las ceremonias. Y Kaisep quedó convencido de que pronto sanaría porque había sacrificado un cerdo y celebrado el Dosaad, porque había cumplido la voluntad de Kabigat. (5ie co11ti1111ará) --+-UNA SUSCRIPCIÓN PARA TODA LA VIDA: PlS.00