El himno de un pueblo, Costumbre iggorrotas en el este de Benguet (Del pais y sus habitantes)

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Part of El Misionero

Title
El himno de un pueblo, Costumbre iggorrotas en el este de Benguet (Del pais y sus habitantes)
Creator
Por el Rdo. P Claerhoudt, Misionero en Boko, Benguet
Language
Spanish
Year
1930
Subject
Religious mythology
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
107 El himno de un pueblo Costum/Jres igorrotas en el este de Benguet Por· el Rdo. P. Claerhoudt, iWisionero en Bokod, Renguet XV Puñgao ª ª ª Bakak Continuación. ERA un .pueblecito, pequeño, insignificante, en las már. genes del río Agno .... Agrupábanse muy junticas sus humi:Ldes chozas bajo altos y sombríos mangales. Y un poco más lejos mecían 5us flexibles tallos los g.iigantes oañaverales, kawaians, cobijando bajo su sombra espesos matorrales salpicados de flores blancas como la nieve, mientras que las laderas de las colimas apanecían cubiertas de las doradas espi1gas de arroz, que la suavie br:ioo arrullaba duloemente. Era un pueblecito, pequeño, muy pequeño, en las márgenes del río Agno .... Los habitaintes de aquel tranquilo nidito, tan remot-0, tan solitario, vivían separados del resto de la humanidad, llevando una existencia monótona, bajo la dirección y manejo de un ducho mambU1nung .... Era el hechicero-gobernante un hombre do no pocos años, enjuto de carnes y alto, más alto que ninguno de los habitantes del pueblo. Había nacido en aquel publecito solitario, y allí había pasado su infancia, y llegado a la vejez. Había aprendido mucha ciencia de sus antepasados, y era tanto el saber que logró acumular, que se sabía de memoria todo 1o que sus numerosos antepasados habían legado por tradición a sus descendientes r.especto de enfermedades y otros males, y sabía no solo las causas de tales males sino también sus remedios. Poseía un inconUNA SUSCRIPCIÓN PARA TODA LA VIDA: PlS.00 108 table :número de exorcismos todos a cual más misteriosos y poderosos: conversaba con Kabunian, con las almas del monte Polak, con los espíritus que vivian en él cielo, con el agua y con el fuego. En una palabra, tenía el poder de poderse comunicar con todos los del otro mundo, y en sus narraciones siempre hablaba de la causa y or~gen de las cosas. Era el tiempo de la cosecha, y se había fijado el primer día en que debían sa lir los segadores al campo pam cortar las doradas espigas del arroz. -El primer arrozal que ha de ser coseohado debe ser bendecido, -dijo el mambunung al pueblo, -el primer arrozal en ser cosechado debe ser exorcisado. Mañana · iremos todos al arrozal en donde esté el grano más maduro, que es en el de Pokchas, y después de las ceriemonias, podéi-s comenzar a segar los demás campos. El día siguiente amaneció claro y sererto: el sol derramaba su luz a raudales sobre el alegre campo de Pokchas, y las espigas que se inclinaban. bajo el peso del rico grano parecían aun más doradas. En el muro más alto de la cerca del campo había mandado el mambunun.g colocar una lanza que se ~aba para la caza, y en la puntta de ella colocóse una panderilla, señal que ya todos conocían, y que prohibia la entrada en el campo de Pokchas durante las ceremonias, excepto a los que iban a segar la cosecha. Todos -las mujeres que iban a ayudar a cosechar el palay, se habían sentado alrededor de la lanza que ostentaba la banderilla, y a. unos cuantos pasos de di1 stancia d~ el1as se hallaba el desgarbado mambunung. Inclinando éste su macilento cuerpo sobre una tinaja llena de tapoei, comenzó a invocar a los espíritus de este nodo: -Vosotros, ¡O Kabigat y Bugan! Vos, O Kabigat! que en el cielo tenéis vuestra mansión; Vosotros que nos dais el alimento, arroz y abba en abundancia, y cuanto menester habemos: Vosotros, ¡O Kabigat y Bugan! Bendecid la cosecha, bendecid el grano. Sois vosotros bondadosos, c!"eadores de estos campos; los al"asteis, trabajasteis, bendecid el arroz y el palay y. los 'campos do ellos crecen sai gwara kai-ñgad-ñgadanyo, para que os honremos. Vos, O Trueno poderoso, desde lo alto protegednos; no destruyais nuestrd pueblo ni los campos. Iango .... aceptad nuestra ofrenda, este vino y tapoei exquisitos. Venid y juntos beberemos, ¡Venid! iprotegednos! Venid y concedednos, vida larga y riquezas. Calló el mambunung, cogió tres piedrecitas, las echó en el terreno AL "THE LITTLE APOSTLE"' de Pokchas, y prosiguió la invocación: -Sikajo i makadaga .... Vosotros que todo lo habéis hecho, bendecid la cosecha, bendecid el grano! Iango .... aceptad este tapoei, y este vino que os ofrecemos. Cesó la oración y Pokchas cogió una jarra de vino, bebió un sorbo del licor y luego pasóla a los demás; y en él entretanto comenzaron los segadores a cose~char el palay. Continuaron trabajando los segadores en los arrozales hasta la tarde. Y cuando comenzó a obscurecer, Pokchas y el mambunung abandonaron el campo, y tomaron el camino que conducía al .pue,blo, seguidos de una larga fila de mujeres que marchaban lentamente, doblegadas sus espaldas bajo el peso de lSJS sendas cargas de palay que llevaban. Mientras tanto, en la choza de Pokchas unas cuantas jóvenes preparaban hábilmente la cena que consistía de arroz cocido, del que había sobrado de la cosecha del año anterior, y de carne de cerdo cocida. Al fin llegaron los segadores y se ,congregaron en el soW.r de la choza de Pokchas en donde depositaron los fardos del palay cosechado; luego entró el mambunung, sentóse en cuclillas junto al fuego en donde se había colocado la cazuela de arroz, y comenzó a orar en voz alta. 109 -Kaladjo! Aproximaos! todos los que festejasteis al Bákruc en los días idos, en los días pasados: venid y enseñadnos la oración del Bákad que ahora celebramos. Sikajo Bimáka-mákak .... Al Bakák en tiempos idos le rezasteis y festejasteis! Mandasakjoi inakan .... Venid y multiplicad lo que aquí os ofrecemos! Tepiañgo i aduto .... De estos manjares deliciosos participemos todos juntos. Concedednos felicidad y riquezas para que os invitemos con frecuencia a nuestras fiestas! Calló el mambunung: cogió un poco del arroz que se estaba cociendo y untó con él las tres piedras sobre las que había sido colocada la cazuela. Y continuó la o radón. -Ohakadan, pues sobre vosotros, desoanza esta cazuela, mientras el arroz se oueze comed de él vosotras las primeras. iV elad! y que el fuego no se extingua, proteged los manjares mientras se cuezen. Volvió a interrumpir su rezo el mambunung, esta vez para untar con· arroz el banquillo que se hallaba suspendido sobre el fogón y O A "EL MISIONERO" 110 sobre el cual iban dejando los segadores, fardos de palay para que se secaran. Terminada esta ceremonia resumió de nuevo la invocación: -Sikam Sóo-oodárn, pañg-ánka, Y tú, banquillo, en donde sécanse estos fardos, pa~ticipa de este manjar, y siempre vela por el fuego y la comida. Levantóse el mambunung, dió unos cuantos pasos hacia adelante y acercándose al pilón en donde se pilaba el arroz y el que estaba cerca de la choza, hechó dentro otro poco de arroz cocido, y concluida esta última ceremonia, inicióse el gran banquete al que participal"on todos cuantos habían asistido a las ceremonias de la bendición de la cosecha . . Concluidas las ceremonias del Bákak, los moradores del pueblecito igorrote junto al Agno, comenzaron a recoger la cosecha de sus fértiles arrozales .... Dunante aquellos días el pueblo semejaba un cementerio; no quedaba en él ni un alma, en cambio en los campos aparecía una muchedumbre rebullente que en medio tde una gran algazara iba segando las doradas espigas del precioso grano. Todos se hallaban en los campos, todos, excepto el mambunung de sombrío aspecto. Echado sobre el verde césped, bajo la sombra de un corpulento árbol de manga que cobijaba a su. rnodesta choza, pasábase las largas horas del día vigilando el pueblo desierto, mientras contemplaba a los segador.es que recogían la cosecha en los extensos arrozales que. cubrían las laderas de las colinas, erlendiéndose hasta los confines del pueblecito acariciado por las azules aguas del Agno. (Se Continuará) ---++--Blasfemo que Muere Repentinamente Al fin de la comida que daba la Prensa racionalista, hablaba míster Georges "1bale. Atacó vivamente a la Religion, y declaró irónicamente: "Atraigamos al gran número de vuestros conciudadanos que quieren formar en las filas de la Igle,;ia. Suman menos ·de la séptima· parte de nuestra población, y, sin embargo, tienen la imprudencia de pretender que formar la élite nacional. Comamos y bebamos porque mañana estaremos muertos." Al pronunciar estas palabras, míster George Whale se desplomó y quedó muerto súbitamente. ---~--NUESTRA DIRECCIÓN P. O. BOX 1393
Description
English title: "The himo of a town, Igorot customs in East Benguet, XV Pungao Bakak (Of the country and its inhabitants)"