Pensad con la Iglesia

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Part of El Misionero

Title
Pensad con la Iglesia
Language
Spanish
Year
1930
Subject
Christian spirituality
Church
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
AÑO V, No. 4 SEPTIEMBRE 1930 'ensah rnn la 1Jglesia SI SAN Ignacio volviese al mundo no cabe duda que daría carácter de mayor importancia a las reglas que el tituló 'Reglas para pensar con la Iglesia', las que se hallan expuestas en su libro llamado 'Ej.ercicios Espirituales'. Estas reglas que escribió Ignacio, fueron por él aplicadas a las condiciones que reinaban en sus días, y ·particularmente en los sombríos días del siglo dieciseis, pues deseaba el Santo implantar en los cora:z;ones de los cristianos de aquella época, ideas sanas y rectas res,pecto de la doctrina sobre la autoridad, la Santa Misa, los Sacramentos, la vida espiritual, las indulgencias, el libre albedrío, que entonces eran los puntos más combatí.dos por los llamados reformi,stas. Si como dijimos . al principio, volviese ª 'l mundo San Ignacio no diremos que impondría de nuevo las leyes que él formuló en sus días, ya que el tiempo ha hecho inneoesarias varias de ellas, como las que se refieren a ciertas controversias que existían en aquel entonces, pero lo que cuanto antes sin duda haría sería buscar otro remedio cual antídoto contra las herejías y errores intelectuales que predominan hoy día. T. RISTE es tener que decir que frecuentemente el punto de vista <le los católicos no es el punto de vista que asume la Iglesia. Por ejemplo, citaremos la conducta .aid.optada por algunas señoras y señoritas, quienes a pesar de apellidarse católicas, se niegan obstinadamente a seguir las nor~ mas dadas por la suprema autoridad de la Iglesia respecto a la modestia en el vestir. También la actitud inexplicable e imperdonable de algunos padres de familia, quienes en vez de seRENUEVE SU SUSCRIPCION ENSEGUIDA 98 guir la doctrina de Iglesia respecto a la educación e instrucción cristiana de los hijos, los envían a las escuelas públicas, procurando defender su conducta con mil inadmisibles excusas. Y particularmente la avidez con que muc,hos católicos, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, leen cualquir libro que caiga en · sus manos, sin miras de ninguna especie, ni remordimientos, ni te~ mores, .pues es tan grande su pasión por la lectura que siempre están dispuestos a leer aún el libro más sucio al que puedan echar el guante. Igualmente mencionamos la conducta de aquéllos, que desoyendo los sabios consejos de la Iglesia, y dejando a un lado todas las exhortaciones y admoniciones del Santo Padre, se exponen a los peligros de entretenimientos malsanos, yendo, algunos incluso diariamente, a ipreseneiar espectáculos en cinematógrafos o teatros que solo eXicitan las pasiones. VOLVEMOS a afirmar que católicos que proceden de tal manera no piensan con la Iglesia: el que no piensa con la Iglesia está contra la Iglesia, y los miembros de la Iglesia que no piensan como Ella son traidores. Nuestro único objeto en este artículo es hacer ver a los católicos que leen los periódicos, la necesidad de pensar con la Iglesia, pues si no pensamos con Ella corremos riesgo de ver a la fé debilitarse por falta de harmonía entre nuestrais ideas y sus máximas; e igual peligro correremos en nuestra adhesión a ella. No es esta la ocasión dé analizar y exponer el influjo de la prensa sobre la inteligencia y voluntad del hombre, pero haremos esta aserción que muy poco~ se atreverán a contradecir: que actualmente son rarísimos los que tienen la capacidad de formarse una opinión exacta y personal respecto del contenido de los periódicos que pasan por sus manos. "Rari nantes in gurgite vasto". La mayoría de los hombres creen a pies juntillos todo cuanto dicen los periódicos. Pero que dicha actitud no es nada recomendable ni prudente, lo probaremos inmediatamente. ES un hecho que la Prensa., aún 'en los rarísimos casos en que está en manos· de católicos, recibe noticiias o informes de grandes centros distributivos, u oficinas organizadas y dirigidas por enemigos de la Iglesia, o por individuos que oo tienen ni el más ligero asomo.de su vida interna y externa, ni de sus ideales, ni aspiraciones, ni conocen los puntos de vistJa que asume. Además, dichas oficinas obran muchas veces con prejuicios, como lo 1prueban las publicaciones hechas duran re la guerra europea: cuando las oficinas de las n~ciones aliadas anunciaban victoria, las alemanas declaraban que se había SOSTENGA UN CATEQUISTA! ·mantenido la paz en la frontera. Teniendo en cuenta ló antedicho, no debe extrañarnos el que estas oficinas informativas propalen informes falsos sobre algún hecho o acontecimiento católico o religioso, ya que ellas mismas tienen a bien el suprimir o aumentar datos, o cambiarlos hasta el punto de llegar el informe a perder su original significado. Mas lo peor es cuando, por motivo .de ha,ber sido vilmente tergiversada una información, puede ser interpretada a nuestro desfavor. Y QUE esto es cierto lo manifiestan las informaciones habidas sobre la persecusión sufrida por la Iglesia en México, en que Calles aparecía como defensor de la Constitución contra los alegados 'usurpadores derechos' d~ la Iglesia. Sin ir más lejos, examinemos la cuestión actual de desavenienciia.s entre Inglaterra y la Iglesia Católica. Según las noticias que circulan actualmente por el mundo, l.a Iglesia. Católica no hace mas que crear difi:cultades contr.a Lord Hickl$d, el gobernador inglés de la isla de Malta, y que los Obispos católicos excitan los ánimos malteses a que se rebelen contra el Gobierno inglés. Fué menester esperar a que el Vaticano emitiera sus informes oficiales para saber la realidad re$pecto de la cuestión maltesa. Según el.ichos informes, Lord Hickland fué el que comen99 zó a atacar a la lgle~ia Católica, deseando privar al Clero maltés de sus ya reconocidos y legales derechos constitucionales, y como el Señor Gobernador no fué apoyado por el Papado en sus perversas maniobras, vino a aparecer él como la pobre víctima de los católicos. Esto nos trae a la memoria la chusca anécdota de aquel ladrón, que viendo que le cogían, grito a coro con los que le persiguían: "Coged al ladrón, cogedlo!" OTRA actitud lamentable de los corresponsales de las oficinas informativas es, que dan prolijísimos informes de entrevistas que han tenido con partidos anti-religiosos, sin dar oportunidad al partido contrario a exponer sus op1mones. Y si por salvar apariencias facilitan algún informe católico titulándulo "De la Ciudad Viaticana", terminamos por descubrir que dicho informe no es mas que una creaCión de la fantasía del o de los informantes. Y dqué decís de los rumores que estas oficinas corrían recientemente de que el Santo Padre haría un viaje a la Ámerica del Norte? y ¿de aquellos viles informes que con toda intención propalaron por el mundo de que el Soberano Pontífice iba a fundar un bando en esa nación? Asimismo, eiuando tooo dar informes sobre algún acto religioso, o sobre procedimientos del Papa o Cardenales, los dan tan rasos LAS MISIONES ~ECESITAN CAPILLAS 100 que pateceQ el primer ensayo literario de un niño de escuela; y en estos informes vemos que no distinguen entre una Misa, una Bendición solemne con el Santísimo y las bendiciones sencillas de los prelados. SIN embargo, aunque muy deplorable nos parezca esta situación, tendría remedio, si los católioos establecieran una organización católica con el único fin de rectificar las inexactitudes contenidas en noticias católicas, pero desafortunadamente la Iglesia se ve incapacitada de poner este remedio. Y en el entretanto las falsas versiones propaladas por los no-católicos, se dif~nden por cable o telégmfo por todo el orbe, y solo después que ya hicieron el recorrido alrededor de globo, reOibe la 1 prensa católica sus.rectificaciones venidas de fuentes fidedignas y autorizadas, que las oficinas informativas mundiales no se toman la molestia de volver a difundir, con la excusa de que no serían de interés para el público por ser ya oosa vieja. En consecuencia, ocurre que el católico prudente mira con recelo cuantas noticias católicas de Roma o del Santo Padre traigan a luz los periódicos. Y muy bien hecho, pues ¿no nos ha mostrado acaso nuestra ·experiencia que prosigamos con cautela en dar pábulo a las noticias difundidas por esas . oficinas informativas mundiales? Basándonos en hecho pasados, ¿no hemos llegado a concluir que es más seguro asumir el mismo punto de vista de la Iglesia Católica que el de esas oficinillas de informe? CATÓLICOS, seamos consecuentes. Cuando dos partidos .someten a nuestro juicio sus desaveni,encias, queremos, antes de pronunciar nuestro juicio sobre ellas, oir las razones de ambas partes, ,pues no consideraríamos justo contentamos nada mas que oon escuchar las de un. 1ado sin dar igual derecho al otro, ya que atendiendo al antiguo refrán: "Quien no oye mas que una campana no oye mas que un sonido." . Volviendo a 1a cuestión, preguntamos: ¿No sería más noble y prudente <le parte nuestra el que solo nos atuvie!!amos a las decisiones y juicios pronunciados por la Iglesia, o persona que ella autorize para el caso, en asuntos de su sola incumbencia? Y concluiremos con esta otra pregunta: Un hijo fiel de la Iglesia, ¿no tiene acaso el deber de pensar con Ella reS¡pecto de su existencia, su vida, sus instituciones y doctrina? PENSAR con la Iglesia. Esta es la divisa orientadora del hijo verdadero de la Iglesia Católica. "Roma locuta, causa finita." Roma ha hablado, la cuestión está decidida. DR. J. CALBRECHT AFILIESE A LOS CRUZADOS DE STA. TERESITA
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English title: "Think with the church"