Omnipotencia

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Title
Omnipotencia
Language
Spanish
Year
1924
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
f_EVISTA _faEMANAL Entered ªº occond cla¡;¡; nwttcr ut the Pool-UfJir:e ut ilfonilu OIRECTOR:-!\lrjanih11 i'lr !\ltuitt:: TEL. 572 A lHdlN 18'l'lL:\ IJUh'.: _ ]hrr11tl' !\guu P. U. BOX 1n Vol. IV. 11 Manila, 30 de Agosto de 1924. \\-- 1'!u=57 ---'-=--'-=--=--'-"---'------''-----'==-~"-'-----'-'----'-'-'--'-=-- - - - - --- ----Omnipotencia ADA tan perjudicial en una discusión, cuando se busc:t en ella el esclarecimiento d "la verdad, como la falta d ' precisión en los términos. y el no entenderse previamente acerca del concepta que cada uno de los ad ver - sarios sustenta respecto de la verdad objeto de la discusión. Involucrado así el asunto, s · hará interminable la disputa y menudearán . las objeciones, sin llegar jamás a una compenetración intelectual. Seguros estamos de que se evitarían muchas disputas, o pondríase fin a ellas, con solo obligar a los adversarios a que expusi:isen .sus respectivos puntos de vista sobre la verd;,id u objeto, que a manera de chispa ha hecho estallar el debate. Quizá fuesen ello;:; mismos en tal caso los primeros sorprendidos, al notar coincidían sus criterios; y que por descuidar al principio ese importantísimo detalle, se han enzar.zado en una tlis·puta tan infundada como inútil, azotando al viento con sus excéntricas objeciones. Dicho se está que sube de punto el peligro cuando el objeto o materia de discusión pertenece, no yá a esta o a la otra verdad natural o científica, sino a las verdades sobrenaturales, a las íntimamente relacionadcis con lo que debemos creer u obrar respecto el~ Dios. El error en este asunto es de sunP transcendencia, por las consecuencias que i~ueden derivarse para nuestra felicidad o infelicidad eternas. Al hablar de Dios o de sus infinitas perfecciones nos vemos obligados a emplear palabras o conceptos humanos; pues no conocemos otros. Pero es de advertir que esa~ palabras o conceptos, tomodos de lo que C')nocemos de las criaturas, ni expresan ni pueden expresar lo que en realidad es Dios. No pueden, pues, aplicarse a Dios y a las cri·-i.turas unívocamente, o sea, en la misma ace•)tión y sentido; pues Dios, Ser infinito, sustancialmente distinto del universo, ni está incluido ni puede pertenecer al gfoero a qno pertenecen los demás seres creados. Sólo iesta que al emplear esos conceptos. lo hagamos por vía de analogía, en la debida proporción conforme le exige la naturaleza del objeto. Aplicamos la bondad a Dios y a las criaturas; pero nó en el mismo sentido. Al afirAgosto ESTUDIO 3.0, 1924 mar que Dios es bueno, afirmamos que esa bondad es en El sustancial: que toda cuanta bondad existe en las criaturas, está en Dios desde toda la eternidad, de un modo perfectísimo, infinito, sin las imperfecciones y límites a que está sujeta la bondad de las criaturas. Nos ha parecido conveniente adelantar esas nociones, porque fieles al orden que nos hemos propuesto guardar en esta sección, vamos hoy a tratar de la omnipotencia, atributo exclusivo de Dios. En el Símbolo apostólico creemos y confesamos· que Dios es Todopoderoso. Como se vé, la Iglesia parece querer resumir en la Omnipotencia los demás atributos divinos. Y con mucha razón; pues afirmar de un ser que es todopoderoso, equivale a afirmar que ese ser puede obrar sin obstáculo alguno en su acción, que es absolutamente independiente, Señor de todo, y por lo mismo infinito, eterno, inmutable e inmenso. En las criaturas existe lo que se llama potencia activa, y potencia pasiva. Esta última no puede caber en Dios, pues ningún ser creado tiene acción sobre el Ser infinito; y además dicha potencia envuelve imperfecCión. Sólo atribuimos a Dios la potencia ac · tiva, pero de modo distinto que a las criaturas, como dejamos apuntado arriba; pues Dios la posee en grado infinito; y esa pot?ncia no se distingue, o mejor dicho, es una misma cosa con la esencia o naturaleza divina; lo cual no puede afirmarse de ninguna criatura. Es, DUes, infinito el poder de Dios; y por consiguiente nadie nuede impedir su acción: de nada ni de nadie necesita como de medio, materia o instrumento para sus operaciones. Si en el g·obierno del mundo oui0 re manifestar su sabiduría. disponiendo de las causas segundas, y haciendo que las cria·· turas inferiores sean regid.as y gobernadas ,nor las superiores; esto. como se ve, Je.ios de probar 3.Jgo contra el divino noder, demuestra más y más sus excelencias y perfecciones. Yerran, por lo mismo, esos escritores, oue con más candidez oue hahi]idad y fortum1. ohietan ser un defecto de la Omniuo · tencia el usar de medios humanos para conseguir P-1 fin. La causalidad de las criaturas PS un don recibido de Dios, el cual ::tl conc2derles ese don nrecioso de causalidad, hace resaltar su divino ooder más que si produjese todos los efectos sin hacer uso de las causas segundas. ¡_Habremos de decir qw~ disminuye o es más imperfecta la ciencia d~ un maestro, porque se vale de los discípuloc; por él formados para instruir a los demás? Vol. IV -2 No es tampoco difícil tropezar con al·· gunos ignorantes que sin respeto ni reverencia a la divinidad, se atreven a lanzar afirmaciones estúpidas, sin advertir que en cada una cometen otras tantas contradicciones y absurdos. ¿Quién no ha oído decir a alguno de esos paletos que Dios no lo puede todo, porque no puede hacer que el auto que acaba de pasar por esta calle, no haya pasado? Todo proviene de la ignorancia que se tien? acerca del objeto de la divina Omnipotencia; ignorancia que también padecen muchos qu? se consideran maestros de los demás. Es objeto de la Omnipotencia divina todo o intrínsecamente posible; es decir, todo cuanto tiene o puede tener razón fü~ ente o ser. No se limita, pues, el divino poder a los seres creados ; puede, si quiere, crear otros más numerosos y de mayor perfección que los actualmente existentes. Por lo demás, lo que es intrínsecamente imposible, todo cuanto envuelve contradic· ción y repugnancia en sus t?rminos, como la muerte y la vida simultáneamente en un mismo sujeto, o el ejemplo del auto que hemos citado, no puede ser objeto de la divina Omnipotencia; pues como comprenderá el lector, esos imposibles equivalen y son pura nada; y la nada no puede ser objeto de potencia alguna. Por eso advierte Santo Tomás que hablaremos con más pronj~dad dicitndo que esos imnosibles no pueden ser hechos, que afirmando que Dios no puede hacerlos. Unas ochenta v;eces se lee en el Antiguo Testamento que Dios es Omnipotente; y más de otras tantas se menciona ese atributo en el Nuevo. La razón, admirablemente armonizada con la fe, nos enseña la misma verdad: nues si Dios es infinito en su esencia, infinito debe ser también su poder, ya que todo agente obra según su esencia o naturaleza. La consideración de ese divino atributo debe servir al hombre para humillarse y someterse con entero y respetuoso acatarniento al Todonoderoso, de quien procede todo poder y todo derecho. · Es en vano oue los que hacen 1Ia]a de su incredulidad se nieguen a 13. sumifdón y cumnlimiento oue deben a las leyes divinas; en vano también oue se empeñen en acallar la, voz de su conciencia que continuamente. les · argüirá de insensatez y rebelión. Tarde o temprano, nero sin mucho tardar y c11ando menos lo piensen. caerán en manos de ese Dios cuvo noder despreciaron; y eternament.ete sufrirán las penas reservadas a los que dur::mte la vida no se someten al'suave yugo del Omnipotente. JUSTINO. Núm. 87