El himno de un pueblo

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Part of El Misionero

Title
El himno de un pueblo
Language
Spanish
Year
1930
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
138 El himno de un pueblo Costumbres igorrotas en el este de Benguet Por efRdo. P. Claerhoudt, Misionero en Bokod, Renguet XVI Am~daag Continuación. ALGO extraordinario acaecía cel'ca de la humilde choza de Talin, se distinguía ·un murmullo de voces, gritaba un cochino, unos cuantos individuos iban y venían con aparente prisa, miéntras que de detrás de la choza se eleva:ban en gruesas es,pirales densas columnas de negro humo. Lleguéme hasta la choza e inquirí el motivo de aquel movimiento y preparativos inusitados. -Man-amdaag . si Talin-Talin celebra hoy la fiesta del amdaag .... -Sai amdaag, schilus ni Mandebas ..... -El amdaag es el kaniaw de Mandebas. -Pero, ¿quién es Mandebas? -interpuse. -Mandeibas es un individuo que vive en el oentro de la tierra. Aquellas. respuestas bastaron. Decidí quedarme y presenciar aquellas extrañas ceremonias en honor de Mandebas, el hombre del centro de la tierra, y echándome bajo la sombra de un frondoso "Tatang-aang", esperé. Al fin, después de un breve rato de espera, comenzaron a disponer el lugar para la ceremonia. Desdoblaron una hermosa manta "tchindi" y la extendieron en la tierra, y al 1ido del cochino que iba a $er sacrificado colocaron todos los "sankabs", instrumentos de labranza como azadones, que usan los igorrotes para sacar el UNA SUSCRIPCIÓN ANUAL: Pl.'JO oamot,e de la tierra. En el entretanto, el vi·ejo Topeng que ~e había sentado a mi lado, contálbame cómo había enf.ermad-0 Talin al ir a Bwalelé. Estando allí, decíame muy ser·io Topeng, Talín :perdió el alma, la que I'etornaría a su cuerpo después de celebrado el Am-daag, y una vez que hulJi,ere vuelto el alma, Talín sanaría. Mientras hablaba Topeng, el mam bunung Bwato ordenó que fuera llevado el cochino a la choza de Talin. Mientras cogían el cerdo, otros individuos colocaron todos los azadonles y las hoces en un cesto de ratan y lo Ílevaron también a la choza. Acto seguido <:omenzó el mamibunurrg a invo·Car al alma de Talín. -Sikajo Mandebas kawa ni kaliai'bian-exclamó. V os, Mandebas, de la media noche! Tan Mandebas kawa ni kakowan, Vos,Mandebas del medio día! Sabun-bun-tan-kajo ni apodjo. Reconoed a vuestros soberano .... Tan abel dja pansrugñid ni angelmi, En vez de esta tela aceptad nuestros cuerpos. Sad ag-madubet ili e Abwat. No permitáis que nuestro pueblo Abwat se convierta en hie:r:ba mala Sai gwarai paninumanyo ni tchanum, 139 a fin de que tengáis un Lugar en donde beber, Tan sai gwari gwarai panganenyo, . y un lugar en donde comer. Howyód Bontok dja karakdan ni too Llevad a Bontok do muchos moran, Silmtoi-iu-suki tan guardad en una cañada Niai dja inagwilmi cuanto aquí os ofrecemos. Cesó la invocación. Sacaron entonces el cerde de la chooa y lo mataron, recogiendo la sangre en un plato de madera con 1a que luego maricaron las mejillas de los que se hallaban más próximos al animal sacrificado a fin de que fueran protegidos de todo mal y enfermedad. Tierminada esta ce:r:emonia, pronunció el hechicero misteriosas oraciones sobre trozos de carne de las mejores partes del animal, mezcladas con gordura y sangre. Con voz temblorosa prommció esta invocación: -Kabigat, vos que estáis en el manantial do originan las aguas, Kabigat, vos que estáis do éstas mueren y terminan, Kabigan, vos que estáis do el sol se pone y desaparece, Kabigat, vos que habitáis en lo alto, Kabigat, de las regiones subterráneas; Venid y recibid cuanto aquí os ofrecemos. UNA SUSCRIPCIÓN PARA TODA LA VIDA: PlS.00 140 Venid y traed el alma de Talin, quien está débil, macilento, enfermo: vosotros Mambunungs idos, venid y enseñadnos oraciones. Mientrias pronunciaba esta extraña invocación iel hechicero, comenzó a percibirse un agradable olor de sopa y arroz Kentomaan, y akoncluir Bwato su invocación, la concurrencia comenzó a tomar asiento en rededor de 1as cazuelas, que aunque de aspecto repugnan• te contenían exquisitos manjares. Todos s9nreían, todos estaban alegres: en los kaniaws todos olvidan sus cui'd:ados y congojas; allí se va para satisfacer el paladar y por eso se espera con tanta ansia el comienzo del banquete. Con el último bocado de comida y el último sorbo de vino, se levantan los convidados pausadamente de la mesa, y van en busca de algún rinconcito fresco y cómodo en donde descansar hasta, sabe Dios cuando! porque esta gente siempre dispone de muchísimo tiempo, nunca se va deprisa entre los igorrotes. Topeng, que aun seguía sentado a mi lado, decíame con honda satisfacción que Kabunian había dado a sus hij.os los igorrotes, muchísimas medicinas y remedios para enfermedades; uno de esos remedios son los kaniaws los que se repiten hasta lograr la gracia que se impetra. Claró está, que si a un enfermo le ha llegado la hora de muerte, ninguno de estos remedios podrá evitársela! .... -Vosotros,~me decía el viejecito,-vosotros también tenéis vuestras medicinas que a veces. curan y a veces no. También a vosotros Kaibunian <lió leyes y consejos. A nosotros nos ha enseñado a celebrar kaniaws. Y no hay que dudarlo, estos kaniaws bien celebrados evitan muchísimos males, y da·n largos años de vida, mientras que Kabunian bendice a sus hijos y los enriquece. Por estos motivos nos es imposible dejar de celebrar nuestros kaniaws y abandonar nuestras costumbres: si obraramos de otra manera provocaríamos la ira de Kabunian. A .cada pueblo dio este Dios sus leyes, las que deben ser fiel y puntualmente seguidas. Lalig¡a fué la conversación que sostuve aquella tarde con Topeng; y a la noche, al irme a postrar ante el Altar, delante del Tabernáculo, pedí a Dios con todas las energías de mi corazón que me concediera fuerza y perseverancia para continuar valerosamente la ruda lucha contra el Príncipe de las tinieblas, quien hace todo cuanto puede por retardar la conversión de estas po'bres g¡entes. Y mientras oraba viniéronseme a la memoria estas palabras: "non pugna nostra, sed Dei!" La obra de salvación no nos pertenece a nosotros stino a Dios. (Se continuará) AL "THE LITTLE APOSTLE"