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r-EVISTA j3EMANAL E11tered as seco11d class matter at tite Post-O/fice at A!a11ila DIRECTOR:-1\.lejaullru lle Abuitiz TEL. 572 ADMINISTl{ADOR:-<!!luttlliu 1!{. lle ~m:urlu g P. O. BOX 1659 Vol. 11 Manilo, 15 de septiembre de 1923. 11 Num. 37 PLEITO FALLADO Plumistas hay que lo meten todo abaraja y creen librarse de las refutaciones y cogidas del bando contrario con derramar un hatajo de sofisma sobre el problema puesto a discusión. Sucédeles lo que al cándido conejillo, el cual como acaso tuviere la cabeza debajo de algún chaparro, permanece tranquilo y se figura hallarse a salvo de los tiros del cazador o de las dentelladas del lebrel, ilusionado con la idea de no ser visto por lo mismo que él a nadie ve. Nuestro querido colega "La Defensa'' dedicó algunas atinadas consideraciones de su editorial a la Excomunión Colectiva lanzada por el Episcopado Filipino contra los "Legionarios del Trabajo", mas nunca llueve a gusto de todos, y aquellas frases de sincera condolencia, rebosantes de conmiseración hacia los expulsados del seno de la Iglesia y de acatamiento filial a las decisiones de la legítima autoridad eclesiástica, han sabido a rejalgar a algunos de los incursos en el anatema y uno de ellos levanta la voz de pi:otesta, con modulaciones felinas y zarpazos de zapaquilda airada por súpito e injustificado pisotón, · Como el diario católico hubiese hecho constar en el comentario de marras haber querido más de una vez el dignísimo Pre· lado persuadir a los Legionarios a cambiar de actitud con relación al Catolicismo, parécele al articulista afiliado a dícha sociedad errónea la afirmación y queriendo sin duda demostrar lo contrario, pregunta con la se~ guridad de quien no ha de tener contestación: "¿Cuándo se hizo esta persuasión? ¿,Se ha nombrado alguna delegación o embajada para arreglar esta cuestión con los Legionarios? ¿flan intentado acaso los jerarcas de la iglesia católica de Filipinas alguna conferencia con los dignatarios de los Legionarios del Trabajo? Me consta que no". Algo alcanzado de memoria debe de andar el portavoz de esa asociación recientemente anatematizada, porque en "La Defensa" y ESTUDIO (número 20, correspondiente al 19 de mayo del corriente año) se dió un solemne toque de atención por insinuación del mismo Diocesano, al cabo del cual dijimos: "Haga Dios que los Católicos afiliados a los Legionarios del Trabajo vuelvan al seno de la Igle'. sia de la qlie han salido, tal vez, sin darse Septiembre ESTUDIO 15, 1923. cuenta, antes que sea demasiado tarde, antes que,caiga sobre sus cabezas el anatema de · la Excomunión" Además, el autor de semejantes pre guntas demuestra no tener conocimiento de la constitución según la cual se rige la Igle sia Católica, Apostólica y Romana, pues si le tuviese, no cantara tan fuera de pentagrama. En nuestra congregación, cuya existencia alcanza la respetable cifra de veinte centurias, muy suficiente para dar fe de su sorprendente estabilidad, las personas encargadas del gobierno no incurren en la puerilidad de enviar parlamentarios a cuantos se les antojare enarbolar bandera de rebeldía, mas llámanles al orden, paternalmente primero y en calidad de juez al cabo, barajando entre los dos extremos aqut'llos medios que su prudencia les dicta como de resultado más eficaz. Y quienes tuvieron la debilidad de insu bordinarse quedan abocados a escoger inevitablemente una de dos soluciones: o reconocer el yerro y tornar con espíritu sumiso a la casa paterna, o persistir en la contumacia y tomar incontinente el camino que conduce a las afueras de nuestra sociedad. A nadie se le coarta la libertad, pero a ninguno se le consiente tampoco comer a dos carrillos. De quedarse entre nosotros, habrá de someterse a las enseñanzas del dogma y a las dispo'liciones disciplinarias de la Iglesia, y reconocer y respetar la autoridad del Pontífice Romano, Vicario de Cristo en la tierra y de sus representantes, revestidos del carácter episcopal. El Catolicismo .. según dice la etimología del vocablo, es una religión Universal, las mismas creencias tienen el católico italiano, el español, el alemán, el ruso, el chino, el australiano y el congolés y a iguales normas de moral se hallan sujetos los habitantes de ambos lados del Ecuador. De ahí que la Iglesia mira al beneficio general y si se lamenta del descarrío de un solo individuo. y frabaja afanosamente por traerlo al buen camino, ni la amenaza de excisión de un reino entero le llevará jamás a abdicar de sus principios o a acomodarlos a los caprichos de tal o cual agrnpación política o nacional. Buena prneba de ello nos ofrece la historia del Protestantismo en Inglaterrn, motivado por la resistencia que opusiera el Papa a satisfacer la afición ciega y desapoderada del rey Enrique V IIl, el cual, como quisiese anular su legítimo matrimonio con la infanta Catalina, hija de los reyes hispanos Fernando e Isabel, para unirse luégo después con Ana Bolena, fruto adulterino del mismo Enrique, acudió a Roma, con zalamerías y regalos al principio, con espantable~ amenazas al fin, y puesto que apretasen los embajadores del monarca inglés al Padre Santo para persuadirle a contentar a tan poderoso señor, respondióles Su Santidad: "Yo haré por el Rey todo lo que con buena conciencia pudiere hacer". Roma se negó, el desairado apeló al cisma y declaró a los católicos cruelísima persecución. Y porque no se imagine el Legionario haber cambiado la entereza característica de la Iglesia con el curso de los siglos y al contacto del voceado progreso o civilización, le recordaremos el caso bien reciente de los cismáticos sacerdotes checoeslovacos, los cuales, yá que se hubiesen ilusionado con obtener la definitiva disolución del celibato eclesiástico, quedando de consiguiente libres para acogersa al matrimonio, y tropezasen por ventura con la roca del Vaticano, amenazaro11 apartarse de la comunión y obediencia del Romano Pontífice y pasar al ·campo de la herejía. Roma se mantuvo firme, los checoeslovacos insistieron, vino la Excomunión, los r~beldes se ·lanzaron por esos trigos de Dios, o del diablo, y la Iglesia derramó lágrimas de madre, mas continúa .el camino señalado por Jesucristo con serenidad y PAZ. El Sr. Arévalo (don Agatón) se lamenta de las apreciaciones del editorialista de "La Defensa", según el cual los Legionarios están haciendo la guerra contra los Católicos. "Este es el mayor error que tienen esos Hermanos, escribe don Agatón. Precisamente nuestra institución respeta y tolera toda clase de religiones". Es decir, verde y con asa. Esta última afirmación bastara por sí sola para convencer a toda persona instruida en materia de religión, que muy en lo justo estuvo el escritor del colega cuando colgó a los Legionarios el sambenito de perseguidores de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Y se lo expondremos en contadas palabras a don Agatón. Desautorizar las ensef1anzas de un gremio doctrinal es para toda persona de sentido común, "hacerle guerra" y, a mi modo de entender, viene a ser la más daüina de toda campaña imaginable, porque dirige la puntería a los mismos cimientos del edificio. Y como los Legionarios del Trabajo defienden la igualdad de las religiones, al decir del Sr. Arévalo en el inVol. II. -2- Núm. 37. Septiembre ESTUDIO 15, 1923. ciso arriba citado, y esa paridad está conde· nada por la Iglesia Católica, SE SIGUE, por lógica concatenación, que los Legionarios del Trabajo combaten los fundamentos 1 del Catolicismo y le "hacen guerra" del gé nero peor. "Predicamos que la libertad de pensa1 miento, prosigue el defensor de la serta re probada por los Prelados Filipinos, nunca debe estar supeditada a cualquier dogma re' ligioso". Cuidado, don Agatón, que se le fué a V. la pluma. En este parrafito enseüa I . el Sr. Arévalo las orejas y deja al descubierto las corrientes que en el seno de los "Legionarios del Trabajo" circulan, a cuyos aficionados se les enseüa erróneamente haber oposición entre la libertad de pensamiento y la fé en los dogmas propuestos poi· nncstra religión. Y o somos muy botos de ingenio, o acertamos al calificar de "guerra" semejante proceder con respecto al Catolicismo, porque en esa sociedad de Legionarios, oportuna y acertadamente condenada por el Episcopado de este Archipiélago, lejos de "respetar y tolerar toda clase de religiones", al decir de don Agatón, se pone a contri· bución un esfuerzo considerable para ahogar entre los asociados la creencia en Dios y en la revelación, sin cuya realidad viniera a tierra la Iglesia de Cristo, ni se comprende siquiera su duración veinte veces secular. "Si algunos son Católicos, continúa don Agatón, deben ser Católicos que reflexionan, Católicos que raciocinan, Católicos que comprenden y no Católicos que lo son solamente porque los curas o los libros parroquiales les han dicho que deben serlo". No habríamos menester gran esfuerzo de memoria para traer a colación una lista interminable de Filipinos, tan Filipinos, por lo menos, como don Agatón Arevalo, tan patriotas como el que más, · los cuales nunca experimentaron dificultad alguna en CREER a puüo cerrado y mantener, al mismo tiempo, el pensamiento LIBRE, tan libre, cuando menos, como don Agatón A revalo, cuyos elevados y sostenidos vuelos por los espacios de las ciencias, de lns artes, de la jurisprudencia, de la medicina, desconocemos hasta el momento presente y los muchísimos Católicos Filipinos son yá la admiración de toda la humanidad. CATÓLICOS: Del enemigo, el consejo. Mirad lo que exigen de nosotros los adversarios y con razón. Que sepamos darnos y dar cuenta del Credo de nuestl·a religión. Las prácticas religiosas, desligadas del necesario conocimento de su significado, conducen, como por la mano, a un rutiuarismo seco y estéril y acaban comunmente en la más estulta superstición. Y todos habremos contribnído cual más, cual menos, a que los de la acera de enfrente pudieran clavar este "inri" ignominioso en lo alto de la Cruz. Deber de todos es arrancarlo de allí. PAULINO. ---------- - - ·· ·---------·---DEL MUNDO CIENTIFICO. LOS TER.RE.MOTOS (1) La espeluznante catástrofe ocurrida estos días en Japón ha deji>1:!o aterrada a la humanidad. De la mañana para la noche han quedado reducidas en su mayor parte a esco:nbros y ceniza las dos ciudades más importantes del Imperio, la capita,l y el gran puerto de Yokohama, ascendiendo a un total fabuloso el número de Jos muertos y desaparecidos. Los daños ocasionados por el Etna. con ser de tanta consideración, quedan reducidas a la insignificancia de una caricatura, puestos en pa.rangón con los que a retazos viene dándonos a conocer el telégrafo desde Japón. Mucho y bueno se ha escrito sobre el origen de estas sacudidas terrestres, y no esta.rá fuera de lugar decir algo con ocasión de la luctuosa tragedia japonesa, para ilustración del lector. Yá Humboldt reunía en el mismo grupo de fenómenos los temblores de tierra y las erupciones volcánicas, haciendo constar cómo los movimientos con(1) Retirado de ,nuestro número anterior. por exceso de material.-N. DE LA R. tinentales sea.n más intensos en aquellas regiones más distanciadas de los volcanes en ignición, en prueba de lo cual aducía las montañas graníticas de Calabria, la cadena de los Apeninos, las cost2.s de Portugal y Grecia. las del Perú y Tierra de Fuego. Es decir. que no pudiendo hallar desahogo libre los fluidos elásti•~O& encerrados en la corteza terrestre para difundirse en la atmósfera, se agitan en su encierro con la violencia característica de los gases sometidos a. presión y llegan a comu.nicar su estado de agitación a la misma masa de este o aquel continente que le niega el paso al exterior. El autor antes citado hace notar que los temblores son temibles en Nápoles y en Mesina, al pie del Cotopa,xi y del Tunguragua, sólo cuando el vapor y las llamas no encuentran salida por el boque<te de los cráteres. Y, según él, la gran catástrofe de Riobamba ha llevado a muchos al convencimiento de que dicho país se vería libre de tales desventuras si el fuego subterráneo consiVol. 11. -3- Núm. 37.
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1923
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