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- Revista Semanal DIRECTOR:-Alejandro de Aboitiz P. O. BOX 1659 ADMINISTRADOR:--Claudio R. de Luzuriaga P. O. BOX 1815 Vol. Manila, 14 de abril de 1925 Núm. 15 MONEDEROS FALSOS El Orador Romano llamó a la Historia "magistra vitre" y el bueno de De Segur la consideraba como "le miroir de la vérité", pero tengo para mí haberles engañado al uno y al otro la honradez de su propio corazón, porque, a juicio de todo observador, aun del superficial, estuvo muy en lo cierto el Conde de Maistre al motejarla de "conjuración contra la verdad". En todo tiempo ha sido feudo de espíritus perfectamente equilibrados y de inteligencias privilegiadas poderse colocar en el preciso ángulo visual para contemplar los sucesos en su verdadera magnitud y real colorido, mas desde la aparición de la prensa diaria, "eterno incitador de rencores y miserias, obra anónima y tumultuaria", que dijo Menén<lez y Pelayo, resulta yá imposible a los contemporáneos y empresa de titanes a las gene:raciones venideras trazar camino aceptable a través de ese caos infernal. Hay quienes odian la verdad, como hay quienes aborrecen la luz. Los unos por aberración de la mente y los otros por el estado patológico del órgano de la vista, se gozan en desfigurar los hechos y en entibiar la claridad. La pasión de partido o escuela conduce fácil e insensiblemente a esa perversión del entendimiento, y cuando se ha habituado a la familiaridad con el error, sucede como cuando se desvirtúa la conciencia o se contrae un instrumento de mew dición: aunque obremos muy convencidos de la exactitud de nuestras apreciaciones, nos salen todas las cuentas mal. La característica común a todos los adversarios del Catolicismo es acaso su afición .desmedida a enmascarar Ja verdad. No hallan en la larga y accidentada historia de la Iglesia los argumentos apetecidos para denigrarla cuanto quisieran, y se entregan a falsificar hechos, a exagerar pe· queñeces o a inventar noved~.des, sin parar mientes en que, para el luchador honrado, fueron en todo tiempo semejantes elementos de combate armas de mala ley. La secta teatral del ex-cura Aglipay nos viene a dar una prueba más de lo dicho. Comienza por engañar a sus mismos secuaces, pues mientras la cartilla del apóstata desposee a Jesucristo de la prerrogativa d• su divinidad, consienten los obispillos y pariparis el culto del Crucificado, porque tienen miedo de despertar al pueblo sencillo con tan brutales herejías, exponiéndose a quedarse sin un solo seguidor. Cisma nacido al calorcillo de las pasiones, no da otro fruto sino el odio al Catolicismo, derramando a cada trique entre la plebe iletrada insidiosas caAbril ESTUDIO 14. 1923 lumnias contra nuestra religión. Nuestros lectores no tendrán el gusto de conocer a Sabino Rigor y Ancheta. Tampoco nosotros le tenemos, ma~ pode~os d.ar algunas Eeñas de su personalidad literaria, para que sepan todos a qué atenerse, si en los dias de su vida oyeren hablar alguna vez de ese ignoto señor. Siente pU:jos _de escritor y para mengua de las letras hispanas lo 'hace en la lengua de Castilla. Habla' de Derecho Canónico, como, llegado el caso, disertara sobre el arquitrabe. Deja caer algunas pinceladas sobre "gobierno propio e independencia", como pudiera dar palos de ciego. Se complace en lamer las cadenas de la dependencia nacional, dedicando un golpe de incensario a "la humanitaria Soberanía de los Estados Unidos". Escupe un acervo de lindezas contra el ''Cura-Fraile" y pone a los Vicarios y Obispos "extranjeros" ele oro y azul. Razona como quien está de punta con la lógica y escribe peor que Pedro Lagasca. Mucho peor. Esbe Sabino ha publicado una boja volante y la ha repartido con generosa profusión. Antes de entrar en materia, evoca "el principio reformista de la Revolución Filipina", cita a bulto a nuestro Héroe Nacional, como pudo haber citado a Confucio o al mismísimo Carulla, con manifiesta inoportunidad y carencia absoluta de enlace ideológico; recuerda "la humillación del clero filipino" ba.io la égida de la "ominosa"; apunta "el penúltimo peldaño del ideal sagrado"; establece la separación entre "la Iglesia Católica, Apostólica, Romana y los Sacerdotes Católicos extranjeros"; indica los "elementos esenciales del progreso y de la civilización"; propone "las condiciones sociales que deben reinar en estas Islas" y, para colmo del ridículo, hace constar haber "traído a colación de todo lo mencionado, con motivo de dos acontecimientos que acaban ele ocurrir en estas Islas en el orden religioso". Todo ello expuesto en estilo de farraguista, sin orden ni concierto y con la idea predeter~inada :Je emborronar papel, ocupa mas de la mitad del folio, publicado, según confesión del mismo Sabino, con ocasión de dos sucesos de gran resonancia religiosa, de los cuales toma pie (y es lo único que toma) para lanzar una proclama al pueblo FiHpino, cuyo fin es en definitiva invitar a todos y a cada uno de los hijos de este Archipiélago a abandonar las filas del Catolicismo y sentar plaza entre los soldados del ex-cura Aglipay, el renegado de nuestra católica religión. Uno de los acontecimientos es la llegada a e>-tas Islas del Excmo. Sr. Delegado de Su Santidad el Papa Pío XI, que hizo rebosar de legítimo entusiasmo los corazones de todos los buenos y sinceros hijos de la Iglesia Católica. Sabino hubiera preferido la designación del ex-cura Aglipay, o de algún otro de los racimos de su cepa, para el cargo de Representante del Pontífice Romano, pero el Vicario de Cristo en la Tierra ha creído oportuno fijar los ojos en Mons. Guillermo Piani, y lo ha hecho con su cuenta y razón. Los Católicos Filipinos besamos respetuosamente el Anillo del Pescador. El otro hecho que ha provocado esa erupción cerebral de Sabino Rigor es la apostasía del P. Feliciano Salud, el cual ha abandonado nuestra congregación para ocupar puesto de honor entre las huestes aglipayanas, donde, como es muy natural, echaron las campanas a vuelo por mejor celebrar la nueva adquisición. Según Sabino "ocupaba un Curato de primer orden en el pueblo de Santa Cruz", y su cambio de casaca se debe a no poder "yá aguantar las indignidades y humillaciones que los sacerdotes extranjeros, Obispos y Arzobispos hacen sufrir al clero filipino". No es verdad, don Sabino, no es verdad. Cuando apostató el P. Salud no era yá Párroco de Santa Cruz, mas habíale trasladado su Prelado al pueblo de N acarlang, donde vivia en compañía del P. Asilo y estaba encargado de la Parroquia del pueblecillo de Rizal. Acaso no abandonara nunca nuestras filas, si sus Superiores le dejaran continuar disfrutando de la canongía de Santa Cruz. Mas, sus razones tendrían para removerlo de allí. Ni pudo cambiar de campamento por resultar imposible "aguantar las indignidades y humillaciones que se hacen sufrir al clero filipino", sino quizá por no tener virtud para llevar en paciencia la penitencia impuesta por su Superior. Sesenta años (por ahí andan) ha estado entre nosotros y sólo cuando le ataron corto se fugó de nuestro redil. Tiempo tuvo de catar las "indignidades y humillaciones que se hacen sufrir al clero filip}no", y únicamente se acordó de ellas al sentir las llamadas al orden del cayado pastoral. No nos tiente Rigor a hablar más, que no hace con ello favor alguno al ex~ura Feliciano Salud. ¡Peor es meneallo ! Y si Sabino Rigor y Ancheta se siente con arrestos para rebatir las doctrinas del Catolicismo, ponga cuidado especial en no falsear la verdad. PAULINO. Vol. l. -2- Núm. 15
- Date
- 1923