Takai y Maja

Media

Part of El Misionero

Title
Takai y Maja
Language
Spanish
Source
El Misionero Año V (Issue No.6) Noviembre 1930
Year
1930
Subject
Short stories--Indigenous people--Igorot.
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Abstract
A short story that depicts Igorot's customs and traditions.
Fulltext
166 Takai y Maja JUNTOS habían crecido y pasado los primeros años de su . infancia allá enAbwat en donde florece el espino y en donde crecen los jugosos tallos de la cañadulce a las orillas de breves remansos. Llamábase él Takai, y a ella llamábanla Maja. Maja y Takai habían crecido juntos en los montes de Benguet bajo el azul puro de su cielo. Y todos fos días, muy tempranito cuando aun temblaban las gotas de .rocío sobre los verdes tallos de la hierba y pendían cual gruesos diamantes de las hojas, salían los dos al bosque y allí correteaban alegremente, mezclándose sus ri- • sas argentinas ·con el gorjeo de los pajarillos que se desp;rtaban de su sueño para recibir con sus cánticos armoniosos a la aurora. Profesábanse mutuamente un afecto tierno y sincero. Para ellos t?do era alegría, vida, ilusión. No conocían el sufrimiento, ni tenían el más ligero asomo del dolor. Maja y Takai eran felices. Cierto día revistióse de fiesta el pueblecito de Abwat para celebrar la fiesta de los tambores, y a: la noche todos los jóvenes bailaron el bat-bat frente a lacasadeTchamuli. En el entretanto, Takai que ·se hallaba junto a algunos otros jóvenes que no tomaban parte en el baile, no apartaba sus ojos de Maja, quien con mucha grada y agilidad bailaba con una pesada manta Kulibaw al son de los palillos de cobre del kalsa. -¡Qué bonita está Majal-exclamó uno de los jóvenes admi. rando a la joven danzarina. -¡Esa es la j~ven destinada para mi!--añadió otro con entusiasmo. Takai que había escuchado con repugnancia aquellas palabras, sintió estremecérsele el corazón. ¡y a no era él el único en amar a Maja Sowaja! Con la última nota del kalsa ESTIPENDIOS DE MISAS SON UNA GRAN AYUDA cesó Maja el baile y corrió enseguida a tomar asiento junto a Takai, pero al mirarle vió que tenía el semblante alterado, y Maja guardó silencio. Pasaron los días y al fin anuncióse en el pueblo que Maja, la hija de Sowaja, se casaba con Mulcino del pueblo de Basil. Aquel matrimonio que había sido arreglado por los viejos del pueblo como es costumbre en Benguet, fué sellado con la celebración de una gran fiesta en la que ·corrió a raudales el vino de arroz, concluyendo con la ceremonia del "Nuang", (carabao). Al oír aquella noticia Takai corrió al bosque, y allí bajo aquellos altos pinares en donde había pasado tantas horas felices con la amiguita de su infancia, lloró como un niño. Algún tiempo después decidió Takai abandonar aquel pueblecito que le evocaba tan tristes recuerdos, y un día sin que nadie se apercibiera, salió de la casa paterna y con paso firme y apresurado, cual si temiera desistir de su idea, atravesó las callejuelas hasta ganar el campo abierto. iPobre Takai! cuanto había sufrido desde el día de la boda de Maja! No era de extrañar que abandonara el pueblo cuando había perdido a la amiga que había compartido con él sus goces y sufrimientos, y aquellas miradas compasivas que le lanzaban los del pueblo solo aumentaban su sufrimiento. 167 Algunos viajeros que llegaron de afuera, dijeron que habían visto a Takai en las minas de Antamok, pero nadie sabia a .ciencia fija dónde se hallaba el joven. Asi fueron deslizándose los días, y pasó la época de la siembra y después de la cosecha, y llegaron los días de las terribles tormentas. las montañas, precipitándose a los Descendía el agua a torrentes de ríos que amenazaban desbordarse. Y -en una de aquellas noches frías y lluviosas, regresó Takai a Abwat. La noticia de su llegada fué propalada inmediatamente por todo el pµeblo, comentándose vivamente 1a misteriosa aparición del joven. Takai había cambiado, decían los vecinos de Abwat, Takai no era ya el mismo de antes; tenía una nueva expresión en el semblante, ¿qué le ocurría a Takai? Y el joven mostrábase en el entretanto indiferente a todos los comentarios que de él se hacían. Cierta tarde, poco después de haber Takai regresado a la casa paterna, fueron unos cuantos varones al monte para coger leña y estando ocupados en su tarea oyeron pedir socorro. Soltaron sus cuchillos y pusiéronse todos en pie_ "iSocom-o! ¡Venid, que Mulcino se ahoga!" gritó una vúz alla abajo. E inmediatamente corrieron al río, y alli a considerable distancia de la orilla, vieron al pobre Mulcino luchando desesperadamente contra las olas, tratando de cogerse a la punta de una SUSCRÍBASE POR UN AMIGO 168 roca que sobresalía del agua. Era el joven Mulcino un diestro nadador, y confíado en sus fuerzas y abilida.d, había querido atravesar a nado el río, pero·las aguas estaban agitadas y no era aquella época de andar con osadías, y las piedras que la corriente arrastraba debieron de haber herido al joven. Viendo el peligro que corría, gritáronle desde la orilla que se mantuviera sereno hasta que pudieran salvarlo. Avanzó entonces Talmi. metióse en el agua y amarrándose un cabo a la cintura lanzó con ímpetu la otra punta hacia Mulcino, instándole que la cogiera, y después echóse a nado agua adentro. Pero el pobre Mulcino iba perdiendo las fuerzas. Los que se habían quedado en la orilla miraban llenos de angustia al desdichado joven y de pronto lanzaron un grito desgarrardor. Mulcino se había soltado de la roca a la que estaba asido y la corriente lo arrastraba hacia la catarata .... --i->Takai y Maja se hallan sentados en el portal de su pequeña choza en Abwat, contemplando con cariño a sus hijos que están bajo la sombra de un frondoso árbol de manga entretenidos en sus juegos infantiles. Sus inocentes travesuras les evocan los días felices de su infancia pasada bajo aquel mismo cielo, junto a aquellos mismos pinares y luego cruza por sus'mentes como una negra sombra el re'.'uerdo de los día!s de sufirimiento que por algún tiempo amargavon sus existencias. -Maja, dijo dulcemente Takai a su compañera, Maja, con frecuencia me vienen a la memoria aquellas palabras bondadosas del Padre, hablándonos de la misericordia y de la bondad de Dios, quien dirige nuestras vidas. ¿Recuerdas, querida Maja, recuerdas cómo fuimos separados, y cómo después de creernos perdidos para siempre uno para el otro, nos volvió Dios a juntar? ¡Qué bueno es Dios! En aquellos tristes días de sufrimiento Else vino hasta nosotros y se nos dió a conocer.· Han pasado algunos años, y . iBendigámosle eternamente! Ecos de la Misión El P.H. GHIJSENS desde ANGAKI: Exprese mis agradecimientos a las Señoras que me enviaron el importe de catorce bautismos. También permítame hacer presen te que la misión die Malaya y la de los barrios contiguos necesitan oon urgencia un catequista. ¡Cuánto me entristece el que el pobre barrio de Angak:i se quede sin ayuda catequísta! ¡Ayúdennos! --i··¡...:..SOSTENGA EL EJÉRCITO DE CRISTO