El Sacrificio

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Title
El Sacrificio
Language
Spanish
Year
1929
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
' RINING ALONSO y Jacinto Makaraig nacieron .Y crecieron jun· tos en un bello pueblecito tagalo de donde eran sus padres, sus abue:os y toda su demás familia; pueblecito encantado, humilde lleno d~ quietud y paz, con más sementereros que otra cosa Y sin más trinca de "intelectuales" que el boticario, e"t cura, el juez de paz, el presidente el subteniente de constables y el maestro v la maestra de las escuelas públicas. Los padr~s de Trining y los padres de Jacinto eran vecinos y amigos íntimos de tiempo inmemorial. Se podia decir que las· dos casaf:I eran una y que ambas familias formaban una sola. Trining y Jacinto, casi de la misma ed'ld, confundieron los pechos de su madres, sus juguetes, sus golosinas y mas tarde, cuando los años llenaron el cuerpo de la gentil de una gloria. de líneas y esbelteces, a la vez que a él le hací8.n tan hombre que ya había estudiado en la escuela del pueblo cuanto tenia que e!=itudiar, confundieron· sus almas una noche de mayo en t~n beso de amor ... Y los padres que desde que Trining y Jacinto eran niños se habían hecho a la idea de cac:;ar:os, al verlos ahora siempre unidos y continuamente juntos, tan seguros estaban de su boda como de que· en diciembre se llenaba del oro del palay la sementera y en mayo f::e cuajaban de flores las trepadoras sampagas del solar ... 11 Para aquellas pueblerinas, rústicas sencillísimas gentes, Manila era como un cuento de hadas y estaba tan lejana como el más lejano confin del mundo. Por esto, sin duda los pobres viejos padres de Jacinto que, a costa de cien mil- privaciones y sacrificios, habían al fin conseguido y decidido darle por el gusto mandándole a la capital para cursar la medicina, se despedían ahora" de él, f'n el andén del tren, llorando con toda el alma. El había decidido pasarse de un tirón los seis años de est~<lio. hasta terminar la. carrera, sin volver al pueblo. Se evitaría gastos, _entretenimientos, y la alegría de la vuelta sería más esplendorOsa,·· .. con los títulOs en la mano él, señor doctor e·n medicina por Jos siglos de los siglos. __ Partía el tren ya cuando Jacinto asomado al ventanuco de un coche d.-tercera a su vez lloroso y a su vez conmovido ·hasta el ·'fondo de las en .. trañas, lanzó al vuelo, con_ su vida y con su alma, el último beso hacia aquel santo grupo encantado que formaban gimiendo una en brazos de la otra, su pobre madre y su Trining de Su amor ... III Y pasaron los días, los meses, los años. Jacinto cumplió su palabra. Estaba terminada la carrera. y no obstante, todo lo que sabía de sus padres, de su Trining y su pueblo, lo sabía únicamente por sus cartas. un verdadero mundo de cartas que él guardaba como su único tesoro. Pero he aquí que un día, cuando todo se aproximaba al fin y Jacinto completamente dichoso y más que nunca enamorado levantaba encantados castillos en el viento,. soñando con los ojos abiertos en un porvenir de pazº y bienestar y amor, un compoblano sUyo que acababa de llegar y que le traía cartas Y regalitos del pueblo, vino a llenar de nubes los cielos de su quimera, llegó a llenar de e::;pinas las rosas de su alma ... r.:n el pueblo, en toda Ja provincia casi se había formado un "trust" que se había apoderado de todos los terrenos y pequeñas propiedades con~ti­ tuyendo una gran hacienda. Los capitalistas t!ran dC' Manila, y uno de ellos el principal, hombre que ya peinaba canas pero jovialísimo y i;impático, se había establecido en e1 pueblo, en un hermoso chalet que se había mandado construit frente a la casa misma de Jacinto. . . Ei.·a libre, inmensamente rico, amable, cariño~m_. sociabilísimo; resultaba encantador bajo tQdos cOnceptos, apesar de su edad; en el pueblo le querían todos, tanto, que él hacía y deshacía cuanto. le venía ·en gana; y se decía que locan:.ente enarnorado,-el amor loco y peligroso de los viejos-había pedido la mano de Trining, a la que, según también de· l'Ían no le disgu:::taba el viejo ricachón. __ IV Y Jacinto e~cribió, escribió ~ sus padre5, a los 1:adre5 de Trinine, a la misma Trining. Al cabo tic un mes recibió una carta una sola, df su pobre madre ... V Y volviendo a pasar los años, el nombre del Dr. Jacitno Makaraig, aureolado de fama y gloria, llegó al último confin de Filipinas. Se contaban ·de él operaciones y cu1·as milagro-. sae. Je apodaban el mago, se hablaba de ciertas vfrtudei:i oculta!'! que le tornaban invencible, omnimodo, todopoderoso. . . Y él pasaba por entre el halo de admiración y gloria que por todas partes le rodeaba siempre triste, pálido y melancó-. iico, poderoso seño1· que tendiendo continuamente en lucha desegPerada la muerte a sus pies no podí& arrancarse del humano co1·azón aquel dolor o-culto(> y mis~erioso que las gentes jamás pudieron comp·r~nde1·. . . · ' VI -¿El Dortor Makaraig? Y si, era cierto todo. Trining se casaba con ,el "hari" de la Provincia, como llamaban al viejo hacendero, olvidándolo todo, olvidada ,;-:::4 ~(;~ (), ' )¡----- - . 1 .... - ) Una señora, sin hacéÍ' anu-nciarse, en su propia casa, en su propio despacho. de todo la enormemente ingrata adoradísma. Le costó a él el eonvencimiento de su infortunio una g1·ave enfermedad, que le postró con fiebre muchas d,ías. Cuando se alzó de la cama el primer día, su dolor había· heeho crií'lis, y su determinación, clara y triunfal, estaba absolutamente formada para el futuro. Se dedicaría, imposible ya su roto corazón para otro amor, con todos sus sentidos a la ciencia. La sociedad le había hecho un mal horrible; había, a sangre fría, cometido un crimen de leso corazón con él!. . . pue!'= .bie~, él iba a pagar la deuda haciendo por ella todo el bien posible, d~dicándola · -S~rvidor de usted. La señora clavó en él- sus ojos, lánguido¡;:;, hermosos, húmedos de dulzura y lloro, en los que el Doctor apenas reparó, inquieto y sorprendido. -Usted perdonará mi atrevimiento, pero sé que únicamente así, sorprendiéndole a·· usted, podría conseguir de usted, tan ocupado siempre, lo que toda su alma y su vida, su ciencia y su trabajo; deseo... Doctor, yo he venido po1·que tengo a devolvería bien por mal: vida por muerte; con- mi esposo muriéndose, y usted es el único que, 5\Jelo y salvación· por··-su · desolación. . . operándole, puede salvarle de la muerte. Makaraig sonrió, no obstante estar ac~stumbra­ do a esta clase de lisonjas, y halagado por la fe y la confianza de la desconocida, dh:;traidamente preguntó: ~¿Y qué es lo que tiene su esposo? Ella explicó, entonces, la enfermedad, mientras él escuchaba, sin mirarla, la larga letanía de miserias. Se trataba de un cáncer peligrosísimo en el vientre, se trataba de la muerte, ni· menos ni más ... -Verdaderamente un caso desesperado, dijo, cuando ella h"ubo callado, tan desesperado que hoy mismo tendría que verlo, a~a~o que operarlo ... -¡Perdón, Jacinto perdón ! ... Olvídalo todo, salva a mi espeso! ... VII En la más hermás. Antes d(! penetrar él en la habitación Trining se le acercó llorando, retorciéndose las manos, loca de dolor ... -¡ Sálvalo, Jacinto, tú eres bueno! ... El preguntó con la voz de un moribundo: -Es que le amas, es que le amas mucho más queja mí? Ella siguió llorando desesperada, sin contestar ... Se irguió él,. de p-ronto, y ".abandol)ando a la pobre muejr, que vencida de espanto y de iiolor, corrió -a tenderse, a reclinarse de rodillas ante la puerta de 18. habitación que él había atrancado al entrar, filosofó cruelmente en las tristes ironías del destino en tanto se calz~ba los guan, tes de goma y un ~yudante le. fajaba el rostro. He aquí que la vida de aquel hombre, de aquel odiado rival que tanto dañó le hiciera sin siquiera conocerle, estaba ahora en sus manos, a merced de él completamente. He aqui que aquella .mujer tan adorada que destrozó para siempre Su corazón riéndose de él, al clavarle Ja daga del más fiero dolor, se arras/ gió el bisturí ... traba ahora llorando a sus pies, en imploro de perdón y misericordia. Y he aquí, que ahora mismo, él, el gran Doctor Makakaraig, a la vista d"e tOdos los demás ~doctores con la mayor naturalidad del mundo y de la cien(!ia podría acabar-· para siempre jamás con aquel caso desesperado, brindándoselo a la muerte, en holocausto a todos los dolores y todas las torturas que había . padecido, que aún padecía y que se.g u i r í a padeciendo, .. Un frío sudor le corrió por -la frente, por las· sienes ... maquinalmente coEn un silencio inmenso de muérte, comenzó a operar ... VIII Se abrió la 'Puerta del cuarto de un golpe, bruscamente. El Dr. Makaraig pálido, sereno, apareció en el dintel ~ .. Trining se alzó ante él anhelante, febril, loca, clavándole los óJos en sus ojos. las uñas de sus manos en sus manos. __ El la apartó de si, hablando rápido, como en un sollozo que se contiene, únicamente una palabra: -¡Salvado! ......, Miguel Fleta, te.,ior esvañol de 1·econocida fama mnndial, que vend1·á. a Manila., contnitado para da1· una se1·ie de conciertos en el ' 10pera House". Andrés. Segovia, céleltt·e guitnrristo. espmíol, llamado nu'y justamente "El mago de lu guitan·a", que también vendrá en breve a Ma.nila .....+ (Abajo) Fiesta en casa del S1-. Grego1-io Aleaba.o, cajero de la "Manila T1·ading" con motivo del bautizo de su hija., n la qm~ se impuso el nombre df' E"tela, Rftcá.ndola de pila In Sra. Amadu de Feh'ciano y el 81·. Mun11el Eloriaga. Concierto de música. filipina dado en la. he1·mosa residencia de los S1·es. de Mandelbaum, ba.jo los auspicios de la Asociación .Musical de Filipina,s., en honor del famoso 1Jiolinista Jan Kubelik. En la fotografía apa,·ecen la Srtcl. Monserrat /glesas, S1·. Francsco Ticciuti, Sra. Carmen de Mondalb:mm. Sr. Jan k11belik, Srta. Pacita Nolasco, S1·ta. Dolores Heras, S1·ta. Victorina. Llol>regat, y el Sr. G . E. Mo01·e .