Las Sagas o Hudhud de los Ifugaos

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Part of El Misionero

Title
Las Sagas o Hudhud de los Ifugaos
Language
Spanish
Source
El Misionero V (7) Diciembre 1930
Year
1930
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
.212 Las Sagas ó Hudhud de los Ifugaos QUIEN viaje por los arrozales de Quiangan durante el tiempo ·de la cosecha, Un Niño lfugao. será sorprendido por algunos cantos ejecutados despacito y en voz baja por las mujeres ocupadas en cortar el ¡palay. Si, por curiosidad, se detiene y escucha algünos momentos, pronto oirá y sabrá que estos cantos no son varios, sino constituyen una larga y continua historia. Estos son los "Hudhud" o historias legendarias sobre los heroes ó abuelos de los Ifugaos y pueden llamarse "las sagas de los !fugaos." Estos "hudhud" son antiguisimos; ya e;xistian mucho antes de la penetracion de la primera civilisacion en ·la provincia de los Ifugaos, y nadie puede explicar con certeza el origin de estas leyen~ das. Sin embargo hay una que todos conocen y que para los !fugaos basta 1para quitar la menor duda sobre la procedencia de las varias que hay. En un tiempo antiguisimo, asi dice la leye'hda, nuestros antepasados conocían solamente un unico "hudhud", el de Pumbakhayon, y por eso no cantab,a.n mas que aquel, y siempre lo mismo. Algun dia, como las mujeres estaban cosechando el palay y cantando su "hudhud" de Pumbakhayon, en los campos de Libliban (un barrio al sur de Quiangan) subitamente apareció un hombre cerca de un estero, debajo los arrozales en un sitio .llamado Kuto. Parecía a las mujeres que aquel individuo había salido d~ la misma tierra. Estando pues alli en pie, miraba a los trabajadores y gritó: "Eh, Eh! Hombres que cargais los manojos! Eh! Eh! Mujeres que cosechais el palay! Miradme todos! Miradme!" Y mimndo todos en direccion de la aparicion vieron un hombre fuerte y grande; le vieron bailanLAS MISIONES NECESITAN ESCUELAS do, moviendo su cuerpo abajo y ariba, extendiendo los brazos; vieron sU lanm brillar con el sol y su c'uchiLlo balanceando al lado de la pierna. Des.púes de a 1 g un rato, el gi:~anite fue hacía un& roca enorme en la cual plantó su lanzá con toda su fuerza y despues se sentó en 1a 1piedra. Despues sacó su tal~.a de debajo su bajaque, tomó una nUez de betel, una hoja de betel, pimiento y un poco de cal, pusó lo todo en la boca y gritó de nuevo: "Eh! Eh! Vosotros, hombres! Eh! Eh! Vosotras mujeres! Miradme: estoy descansadisimo de oir continuamente y siempre mi nombre; yo soy Pumbakhayon en persona, el Pumbakhayon de vuestro "hudhud." Eh! Eh! Vosotras mujeres que estais cantando! Eh! Eh! Vosotr.as mujeres que cantais la saga de Pumbakhayon, e~uchad­ me! Os enseñare ahora como debeis cantar!" Todos cesaron el trabajo y vieron como el gigante eF"a efectivamente Pumhakh~yon mismo, porque los dedos grandes de sus pies estaban orientados al erxterior. Entonces Pumbakhayon empezó a relatar las historias de losheroes, If ugaos, sus combates y hazañas, sus batallas con sus victQrias y derrotas, sus alegrias y tristezas. El dia entero, la gente le es.cuchaban hasta que el sol habia disaparecido dett-:as de las montañas y, en aquel momento, de repente Pumbakhayon se desvaneció y nadie podia decir como hahia desa213 parecido y a donde habia ido, porque todos aquellos, que le habian visto, de repente murieron en el mismo sitio que ocupaban. Solamente dos niñas, que estaban cosechando en una parcela bastante Una Niña lfugao. lejana y que no vieron el gigante, se quedaron con vida y como le habian oido hahlar, pues ellas han enseñado a los demas de Quiangan como en el porvenir debían cantar su "hudhud." A esta leyenda, los !fugaos añaden lo siguiente: "esta es la r:azon porque ahora hiay tantos hudhud diferentes. Si uno quiere LA MAYOR. NECESIDAD: 214 cerci9rarse de la verdad de esta historia'', asi dicen los !fugaos, "que vaya a Libliban: alli verá hasta hoy dia la roca de Pumbakhayon; todavia verá la depresion hecha por el gigante encima de la piedra; alli se sentó. Allí tambien verá los trazos de sus pies y tambien un pequeño aguiero en el cual solia escupir la saliva de su betel, y hasta el punto en donde plantó su lanza." Por esta leyenda se ve que la saga de Pumbakhayon parece mas antigua que las <lemas: efectivamente todos los habitantes de Quiangan y sus alrededores la conocen; las <lemas son mas o menos la propriedad de tal o tal barrio, o de tal o tal familia en particular. Ademas como todos los Hudhud son semejantes en cuanto al estilo y en cuanto todos contienen algo idéntico y muchas veces repetido, puede ser que todo¡; no sean mas que unas copias tomadas del primero que es el hudhud de PUmbakhayon. El leng'uaje del hudhud no es el lenguaje1:al como se habla en estas partes de Quiangan: al menos la tercera parte de las palabras que componen los hudhud son desconocidas por la gente no enterada -¿Por qué llevas ese hilo atado al dedo? -Me lq puso mi esposa para que no me olvidara de echar al Correo una en estos cantos. Sin duda ninguna los hudhud contienen verdaderos tesoros para los ethnologistas porque describen varios cuadros al vivo de la vida primitiva de los Ifugaos. Sin embargo las leyendas son ficticias: así lo admiten los mismos Ifugaos; por eso no es cosa de extrañar que relatan hechos maravillosos: resurecciones, conversaciones con espíritus y otros más. Estas sagas tienen tambien su v:alor literario y hasta poetico. El hombre civilizado que supiera leerlas en su dia~ecto origina:! sin duda lo admitiría; desgraciadamente una traduccion no pllede conservar esta belleza Hteraria ni siquiera. Unas ·cuantas palabras sobre la manera de cantar estas sagas y su melodía. En cada grupo de los que las cantan hay una persona que entona: alguna anciana que por largos años ha trabajado en los campos par.a cosechar el palay y así ha podido aprender bastante de la saga para servir ahora de corifeo. Los <lemas ''Solamente l"epiten lo que la anciana canta, excepto aquellas partes que repiten con frequencia. La melodía se queda siempre la misma. carta suya. -¿Y te has acordado? -¿Si, pero mi esposa se ha olvidado de darme la carta. CATEQUISTAS!
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