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- Diciembre ESTUDIO 22, 1923 í ~ PUERTO LIBRE ficultoso. . !l. f ICEN que el Muelle Grande que · está ya para terminarse en Manila va a ser un puerto libre, donde ha de tener entrada cuanto Dios crió sin pagar un cornado de aduana. Esto que a primera vista parece tan fácil de entender, es en la realidad bastante obscuro y diSupongamos que el día menos pensado amanece para nosotros un día tan floreciente de buenas esperanzas. Las mercancías que desembarquen en el Muelle libre, naturalmente se ha de esperar que tengan en la píaza un precio la mitad más bajo que los demás, por lo tanto, acudirá todo el mundo a comprarlas como moscas a la miel. Pero en ese caso es evidente la ruina inmediata de los vendedores que tuvieron que comprar el género con el sobreprecio de la aduana. O habría que igualar la diferencia cargando a los favorecidos por el puerto libre un compensativa contribución industrial que los forzara a levantar los precios al nivel de los demás, y entonces tendríamos los mismos perros con distintos collares, o estaban de sobra todos los restantes muelles y los restantes comercios. No puede entenderse la franquicia con esta explicación, y, por consiguiente, tu gozo en un pozo. Si la ventaja se entiende tan solo para las mercancías de tránsito, como creo que es lo cierto y lo único factible, dej émoslas que transiten, que anden con Dios y con su pan se lo coman. El muelle libre en ese caso no sería más que un muelle de alquiler que podría tal vez ser un negocio para la Compañía constructora con alguna renta para el Estado propietario. Pero el reflujo de este beneficio en el público no se ve que haya de ser precisamente una prosperidad que nos saque de apuros. Sería un caso más de industria nacional, como la Imprenta o la Fábrica de hielo del Gobierno, pongo por caso. Paso por alto que Jos más afamados economistas reprueben el recurso de semejantes monopolios industriales por el gobierno, por ser en general ruinoso para los gobernados. Ello es que todo para en que suba el precio del vino, como decía un buen calador, y por ende un gran filósofo. Aquí lo que hay que hacer es, o tirar para todos, o no tirar para ninguno. ¡ Decididamente, tirar para todos! Nos quejamos de la crisfa, que nos tiene en un estado en que ya no nos podemos lamer. Pues oigamos de una vez a los librecambistas, que parecen ser los que mejor lo entienden, y no nos contentemos con menos de la abolición absoluta de todo impuesto aduanero. Con ello abaratarán los precios de las mercancías en dos terceras partes, sin tener más ley que la de la oferta y la demanda, aunque perdonemos por ahora la vida a una moderada contribución industrial. Con la baratura de los géneros vendrá el reajuste, y por fuerza se triplicará el dinero, o, cuando menos, su valor supuesto que el dinero no es más que una cosa relativa. Y ¿cómo se levantarán las cargas del Estado suprimiendo, por ejemplo el respetable renglón de las Aduanas? Pues se levantaron de la misma forma en que lo hacen los Estados que no tienen Aduanas, esto es, tan ricamente. Una buena ayuda es la supresión de los edificios y empleados de Aduanas, que no dejan de costar muy buenos cuartos al Estado. Esto de su peso se cae. Este es, por de pronto uno de los renglones superfluos del Estado; pero hay otros muchos renglones tan superfluos como éste. Pedro dirá que entre otros artículos de lujo, no Ve! inconveniente en que supriman las Cámaras, toda vez que grandes imperios y grandes repúblicas vivieron por muchos siglos en riqueza y libertad hasta con el gorro frigio, sin acordarse ni necesitar para nada de los Cámaras. Pablo dirá que la agricultura florecerá, más, y con ella la baratura y la abundancia si no se le robasen tantos brazos para la escuela; no niega Pablo que la escuela sea muy buena y muy laudable, pero no ha de ser para todos ni para toda la vida. esto es para única edad de la vida en que se puede aprender y ejercitar con vigor y eficacia la agricultura. Demetria (la Madre Tierra) está, según Pablo de morros con Minerva (la Dios de la Ciencia) porque se lo quiere llevar todo. Cuando todos seamos señoritos y sabios ¿quién va a tra· bajar para nosotros? Antonio, Sebastián, y Ambrosio propondrán la supresión de otros renglones tan considerables y tan excusables como los anteriores, y otros muchos más que si no conviene suprimirlos del todo, admiten de buena gana un decente recorte, y arañando de aquí y de allí, no faltaría con algo de buena voluntad un buen porque para levantar las cargas de Estado. Las cargas necesarias, se entiende, porque las que no son más que de mero lujo, son para Jos ricos, y hemos quedado en que nosotros somos pobres, a lo menos mientras nos dure la crisis. ¿Las cargas de lujo? ¡Esas que las levante Pateta! L. MóNGARES. Manila, 13 de Diciembre de 1923. .. r~@ Anúnciese en E...,...+udto Vol. II. -12- Núm. 51
- Date
- 1923