El Gran Dia Misioional: un Recuerdo .. Cruzada de oraciones .... Dia de la gran Ayuda material a las Misiones

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Part of El Misionero

Title
El Gran Dia Misioional: un Recuerdo .. Cruzada de oraciones .... Dia de la gran Ayuda material a las Misiones
Language
Spanish
Source
El Misionero Año V (Issue No.8) Enero 1931
Year
1931
Subject
Catholic missions
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Abstract
[This contains the message/statement of Father Santos Abia, Agustino, in a conference at the College of St. Scholastica of Manila.]
Fulltext
249 PÁGINA TJERESIANA~ ''El Gran Dia Misio.io nal: un Recuerdo ~ ~ ~ Cruzada de oraciones .... Dia de la gran Ayuda material a las Misiones." Conferencia por el P. Santos Abia, Agustino, en el Colegio de S. Escolástica de Manila. Excm. Sr. Delegado de S. Santidad, Ilmo. Señor, Venerables Sacerdotes, Señoras y Señores: Francamente yo no sé si debo agradecer al P. Pascual, siempre tan bondadoso para conmigo, la 'distinción de dirigir la palabra a una concurrencia tan selecta y tp ilustrada·, o si debo más bien hacerle responsable del compromiso en que me ha puesto. Desde luego, que ningun otro motivo que la consideración de haber vivido yo la vida de las Misiones durante algunos años, pudo mo· verle a pensar en mi, con preferencia a tantos otros, más competentes y de más autorizada palabra. En efecto, Señores:. el haber si. do misionero durante nueve años y medio; el haber gustado las alegrias, no menos que los sinsabores, que la vida de las misiones lleva consigo; el haber corrido los mismos peligros y tropezado con dificultades, parecidas o idénticas a las con que hoy tropiezan esos desconocidos y abnegados misioneros, que recorren ya las inexploradas. regiones del Africa, ya las extensas y revueltas provincias de la China, · bien las frías y heladas que cubren las nieves del Polo, ya aquellas otras que tuestan los ardientes rayos del sol ecuatorial....todas estas circunstancias justifican, o disculpan a lo menos, mi presencia en este lugar. Y o podría contaros muchas cosas, y deciros despues que las vi con RESIDENCIA DE "EL MISIONERO' 250 mis propios ojos; podría relataros grandes miserias, muchas necesidades, y certificaros despues que tuve que presenciarlas, en ocasfones, que pasar por ellas. Llegué a las centricas regiones de China en Enero del diez y nueve y mesacaron de alli en Marzo del veintiocho. En ese esp,acio de tiempo me tocó correr, con mis hermanos los misioneros, todos los peligros, todas las peripecias, todas las vicisitudes y dificultades porque nuestro amado Vicariato ha tenido que pasar en estos últimos y calamitosos años. Pero hablemos,, Señores, del Dia misional, de ese gran dia, inspiración venida de lo Alto, institución sabia y transcendental, cuyas consecuencias, cuyos frutos, en pro de las Misiones, son imposibles de calcular. Evidentemente, al establecer este Gran Dia, se propone la Iglesia interesarnos a todos en la Obra santa de la Propagación de la Fe; quiere hacernos a todos misioneros, que participemos todos en la obra, sobre todas grande, de ganar el mundo para Cristo. Es que la Iglesia y sus Pontífices oyen resonar en sus oidos el grito misterioso de Jesús moribundo: sitio, tengo sed; oyen a Jesús lamentarse de las muchas ovejas que pastan fuera de su redil, ponderar la abundancia de las mieses, amarillas ya, y en sazón para ser recogidas, y expuestas, con todo, a malograrse, por falta de operarios que vayan a recogerlas. Ah! Y quién no percibió también dentro de su corazón esos gritos y esas lamentaciones? Nunca escuchaisteis, Señores, diré mejor, pudisteis oir o leer sin sentiros conmovidos, aquel breve y sencillo relato de S. Mateo, donde nos cuenta como, en u~a ocasión, viendo N. adorable Salvador a las turbas, se sintió lleno de compasión hacia ellas, porque las vió cansadas, descarriadas como ovejas sin pastor, y luego volvíendose; a los Apóstoles les dice: la mies! qué abundante, en cambio, que pocos los operarios? No os impresionó aquella manera, suave y tierna, de N. Señor, de excitar el celo de sus apóstoles, diciéndoles: tengo otras ovejas que no son de este aprisco, que no forman parte de mi rebaño, y sin embargo me importa, tengo necesidad de hacer que formen también y sean numeradas entre mis ovejas? Despues de estas sentidas expresiones, resulta ya una consecuencia aquella recomendación última de Jesús a sus Apóstoles: Recibid el Espiritu Santo. Como el Padre me envió a mi, asi yo os envio a Vosotros. Id, predicad mi Evangelio; los -que creyeren y se bautizaren, serán salvos, los que no creyeren se condenarán. He aqui, Señores, el impulso divino que dió vida a las Misiones y las continúa hasta el presente. Los apóstoles se repartieron el mundo y marcharon intrépidos a su· conquista; después de ellos, una no interrumpida legión de valeroROBERTS 31, INT. 78, PASAY sos predicadores continuaron, y continúan hasta hoy, la obra santa y grande de ganar el mundo para Dios. Pero quienes son ellos, cuales sus nombres, cual es su,patria, dónde se meció su cuna? Ah! Eso nadie lo sabe. De ellos se puede repetit, lo que un famoso poeta escribió de los obscuros descubridores de las Americas, compañeros de Colón: Que quienes son? Nadie su nombre ,ha oido. Que a dónde van? A donde nadie ha ido. Son ... .los que sintiendo la vocación divina, llamando dulcemente a sus corazones, abandonaron Patria, familia, amigos queridos, juveniles ilusiones.... Son los que sintiendo el grito misterioso de Cristo, moribundo en la Cruz: Sitio, tengo sed, se ofrecieron generosos para ir a apagar esa sed. Sus nombres nadie los conoce, nadie sabe dónde se meció su cuna, y su tumba es todavía más desconocida. Oh! Su tumba .... sobre ella nadie colocó una flor, nadie escribió un recuerdo; a veces, iaya! ni siquiera la santa cruz extendió sobre ella sus amorosos y redentores brazos. Las murmuradoras olas del anchuroso mar, las corrientes aguas de los rios, la dilatada selva, el ardiente desierto, el espacioso mundo.: .. he ahi su tumba. Desde la cumbre bravía Que el sol indio tornasola Hasta el Africa que inmola Sus hijos en torpe guerra, No hay un puñado de tierra 251 Sin una tumba .... española, dice el poeta, pero nosotros diremos mejor, sin la tumba de un misionero. Pues bien, Señores, no habeis adivinado ya lo que es el gran dia Misional? En primer lugar, yo entiendo que es un Recuerdo, que consagra la Iglesia, que consagramos todos a los misioneros que hoy se esfuerzan por dilatar nuestra santa Fe. Es un dia de comunicación espiritual con ellos para decirles: Animo, valientes, no estais solqs; con vosotros estan hoy vuestros hermanos; toda la Iglesia está hoy con vosotros y para vosotros son nuestras simpatias y . nuestros aplausos. Lo mismo, Señores, exactamente lo mismo que en los dias de prueba y de lucha para la Patria amada, cuantos en el patrio suelo se quedan se interesan, trabajan, reunen víveres, cuanto puede llevar algún alivio al valeroso ejército que alla en las avanzadas defiende con su sangre el honor de la bandera. ¡Ah, señores, cuán beneficiosos al misionero resultan actos como el que celebramos! Son alientos nuevos, son fuerzas nuevas que su ánimo recibe. De mi sé deciros que cada carta, cada relación que hasta mi llegaba de un acto misional, era a manera de eficaz despertador de dormidos entusiasmos; mi espiritu recibía nueva sabia, nuevo vigor, nuevos alientos. Se despertaba en mi el pensamiento de antiguos propósitos, de la resACORDÁOS DE LAS MISIONES EN VUESTROS OFFRECIMIENTOS DIARIOS 252 ponsabilidad contraída, de mis compromisos y deberes para con Dios, para con las misiones mismas y para con todos sus generosos protectores. Es, pues un recuerdo el gran día misional. Pero es tambien y sobre todo dia de bendición, día en que las cataratas del cielo ·se abran y a torrentes desciende el rocío, la lluvia de la gra:ia a fecundar la obra de las Misiones. La cruzada de oraciones que hoy se eleva de la tierra al cielo, no puede menos de llegar hasta el trono del Altísimo y de hacerle fuerza en favor de las mismas. Y jqué tiene 0 que ser a Dios la· fuerza que hoy le hacemos, y a la Obra de la Propagación de la Fe· cuán necesaria! Permitid que me detenga unos momentos a ponderar esta necesidad. Son, en primer lugar, las misiones mismas las qqe necesitan del concurso -de vuestras oraciones para que Dios les provea de Abundantes operarios. Cuando uno se encuentra en aquellas vastas regiones y las ve abandonadas, o al cuidado de un solo misionero, cuyo radio de acción le forman muchas leguas de distancia, es entonces cuando se forma idea de lo ade::uado, propio y expresivo del símil de N.S. Jesucristo, al compararlas a un dilatado campo, que espera en vano al trabajador que vaya a recoger la abundante mies que ya amarillea. Esta necesidad de misioneros y evangélicos operarios. nadie la conoce como los misioneros mismos. Regenté, durante siete años, una Misión. Mis vecinos más próximos, mis dos más próximos hermanos, distaban el primero diez leguas y cerca de trehita el segundo; de modo que nuestras visitas, para cambiar impresiones, para consolarnos, para confesarnos, dificultadas ademas por los malos caminos, se repetían cada dos, cada tres, en alguna ocasión cada cuatro meses. Y jqué grande pena sentía el ánimo, al cruzar aquella~ inmensamente pobladas regiones, donde las gentes se veían por cientos, por miles, y pensar que en ellas ni una sola vez se había escuchado la palabra de Cristo! Que de aquellas miles y miles de gentes, ningunas adoraban al verdadero Dios, ningunas le cono.ían, y eran quién lo duda? mies apta para ser recogida; muchas de ellas, a tener quien les llevara la luz de Cristo, hubieran visto, hubieran creído, se hubieran bautizado y hubieran sido salvas! Y qué de ir del pobre misionero? No creeis que también necesita de vuestrn espirit1:1al ayudas? ¡Quién sabe si en vuestros corazones, albergue de todos los amores y simpatías, no tienen cabida, ningun lugar les queda a los pobres misioneros! Sin embargo, poc:os,tal vez, tan dignos de vuestras aten;iones, y, desde luego, ningunos tan necesitados de ellas. Si os pre iais del nombre de católicos1 si en algo teneis el esplendor de nuestra fe, entonces ya no pueden seros indiferentes los que constituyen las avanzadas del cristianisA YUOAD A LOS POBRES IGORROTES mo y son los continuadores de los apóstoles en la empresa de ganar el mundo para Cristo. ¡Ah! Si supiérais los peligros de que viven rodeados! Son unas ve:es las malignas fiebres de los paises tropicales, las que atentan contra sus vidas; otras son las traidoras olas de los rios y los mares, que se levantan encrespadas para tragarlos; aqui es astuta fiera o venenosa serpiente que les acecha; más allá, son la flecha del salvaje o la lanza del ·bandido, que ponen fin a sus dias. Quién de vosotros puede ignorar hoy los frecuentes y bárbaros asesinatos de misioneros, cometidos en los últimos años en las revueltas provincias de la China, si apenas han terminado los periódicos' de relatarlos? Y del número de secuestrados quién guardará memoria? Y o, señores, yo debía contarme ahora entre ellos, pero fue, sin duda que los ojos de Dios no me hallaron digno de merced tan grande, y por eso dispuso mi traslado a estas hospitalarias y tranquilas playas reservando para mi sucesor la suerte y la honra de padecer algo por su gloria. U na oración por él, señores; es muy anciano, y está enfermo y esta en prisiones desde el mes de Junio ..... si es que no ha muerto ya, pues hace algun tiempo que no conseguimos noticias de él! En conclusión que vidas tan preciosas como las de los misioneros estan expuestas a muchos peligros. Sin embargo, yo os aseguro que 253 otros tan poderosos motivos reclaman todavía vuestro favor y vuestra ayuda. No es la pérdida de la vida lo que les ·arredra. ¡Si a tan costoso precio pudieran ellos comprar la tranquilidad, la paz, la libertad pará evangelizar, cuantos la darían gustosos! Con cuales otras dificultades tropieza, pues, el misionero? Es ..... casi no me atrevo a indicarlo, es .... el desaliento. En ciudades populosas, en centros de población de cien mil y más almas, el misionero se siente solo, muy solo, señoras y señores. Los paganos, unos le ven con malos ojos y le ponen cuantas dificultades pueden; otros le desprecian: los más ni le miran a la cara. Los cristianos .... de cuantas amarguras y sinsabores son también causa los cristianos! En sus tristezas y desmayos, no le queda otro que el cielo oon quien comunicarlos. Añadid los mayores,sacrificios desagrade :idos o estériles, y tendréis que convenir con migo, que el mayor enemigo del misionero es el desaliento, que da con muchas vocaciones en tierra. Finalmente, os diré ya para terminar, pues me figuro que estais demasiado cansados, es el dia misional, el d~a de la gran ayuda temporal a la obra de las misiones. Muy de agradecer es el concurso de vuestras oraciones, pero poco interesante demostraría seros esta santa obra, sino le prestárais además alguna otra particular ayuda. Cuántas expensas son necesarias, cuán grandes sumas se necesitan HACEDLO POR AMOR DE CRISTO 254 para continuarla! Y creed que cuando los misioneros invocan vuestra caridad, cuando llaman a los corazones de los fieles,. estan lejos de pedir nada. Muchas son las necesidades que ellos mismos sienten, péro, para satis:acerlas, no moverían un solo pié, no llamarían a una sola puerta. Piden para remediar las inumerables necesidades que la evangelización lleva con sigo. Se equivocan los que creen que al misionero le basta con la santa cruz, armarse de una cruz y echarse a conquistar mundos. La obra santa de Santa Infancia, el sostenimiento de catecumenados para la formación de catequistas, indispensable ayuda del misionero, escuelas, seminarios, hospitales, iglesias, la misma formación y sostenimiento de los misioneros .... todo esto no p'uede llevarse a cabo sin el consumo de grandes sumas. Ved, señores, el empleo de una limosna, enviada desde aqui el año pasado. Es una insignificancia, treinta pesos; pues bien, con ella se pudo recoger una niña que de lo contrario hubiera sido abando - nada por sus padres aunque crisEntró un hombre a sacarse una muela en una barbería, y el manceb'.J, que era muy torpe, le puso la llave inglesa de modo que al tirar le sacó la muela dañada y otra m'.Ís. tianos. Pobres, sumamente pobres, y cargados de familia, Dios les visitó tadavía con dos mellizas. Se negaban a bautizarlas, porque bautizadas, no podrían desentenderse de ellas dándolas a paganos, Querían que el misionero se hiciera cargo de ellas, pero este tiene prohibición de recogerlas, porque necesidades de esta índole o parecida, son frecuentes. En esto llegó la limosna. He aqui mi proposición, les dijo el misionero: vosotros os quedais con una y yo recojo la otra y vamos a proceder a bautizarlas. Fué, señores, que en los treinta pesos, vió con qué pagar una nodriza durante un año, y pensó que en ese tiempo tal vez se morirá la niña, o podrá encontrar un cristiano que quiera recogerla, o, quién sabe?, señoras y señores, si espera quizá otros treinta pesos más para seguir pagando otro año más a la nodriza si la niña otro más viviere. He terminado. Si mis palabras han conseguido despertar vuestro interés por las Misiones, por ello, señores, os quedaré siempre inmensamente agrade-:ido. -+»--¡Hombre! exclamó el paciente, ¡si me ha meado usted dos muelas! -Silencio por Dios, le contestó el mancebo; mire usted que si le oye el maestro le va a cobrar a V. las dos. DIOS PREMIA LA GENEROSIDAD
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