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FEVlSTA j3EMANAL b'ntered as second class matter at the Post-O/fice at Manila LJllU!.:CTOH.:-i\lejuullrn lle i\boitiz TEL. 572 ADMINlSTRADOH:-llh.rmtl' i\guu P. O. BOX 147 Vol. IV. 11 Manila, 29 de Noviembre de 1924. 11 Num.100 DIA DE DIOS --X-URANTE las terribles persecuciones decretadas por los Emperadores romanos contra el Cristianismo, solían algunos jueües conceder a los Mártires, el día anterior a la ejecución, la misma gracia que hacían a los delincuentes comunes. Consistía esa última gracia en obsequiar con exquisitos manjares y generosos vinos a los valientes Confesores de Jesucristo, sentenciados a ser expuestos en el anfiteatro a la ferocidad de los tigres y leones, o al golpe fatal del hacha del verdugo, entre Jas locas aclamaciones de una multitud ebria de vino y de furor. A la voz de mando de los soldados, salían los Mártires del calabozo, extenuados por los tormentos spfridos, pero llenos de dulce paz y santa tranquilidad. Con el solo fin de repar9-r sus fuerzas, después de hacer la señal de la Cruz sobre sí mismos y sobre los manjares, los héroes cristianos tomaban una pequeña refección que se reducía a pan y agua, absteniéndose de todo lo demás. Los paganos acudían en gran número al espectáculo, espoleados por la curiosidad de contemplar a los condenados, entre los cuales no era raro encontrar jóvenes de corta edad, doncellas de noble sangre, ilustres patricios y matronas venerables, que preferían perder todo lo del mundo y ofrendar su vida entre tormentos atroces, antes que hacer traición a su profesión de cristianos. Con la misma paciencia y serenidad de espíritu que habían demostrado en los interrogatorios a que en días anteriores se les había sujetado, escuchaban los Mártires en aquel momento solemne las burlas y amenazas de los gentiles, quienes más fieros que las fieras, gozábanse en zaherirles con bárbara crueldad. Cuentan, sin embargo, las Actas de los Mártires que algunos de aquellos Confesores de nuestra fe, abrasados de celo apostólico, y compadecidos de la ceguedad espiritual de sus perseguidores, contestaban a las burlas y denuestos lanzando este imponente y aterrador apóstrofe: Miradnos bien ahora: contemoladnos detenidamente: fijaos en cada uno de nosotros; para que así podais reconocernos en el terrible y espontoso día del juicio universal, cuando Jesucristo, por cuya fe y amor vaNoviembre ESTUDIO 29, 1924 mos a morir, venga a juzgar a todos los hombres del mundo. En ese día nos volveremos a encontrar; en aquel juicio nos volveremos a ver. En el anfiteatro celebrareis mañana con gritos de triunfo nuestra muerte; pero sabed que esa muerte nos abre las puertas de la vida gloriosa e inmortal, de la que nos vereis gozar felices en el día del juicio, mientras que vosotros sereis condenados a tormentos eternos por ese mismo Jesucristo, nuestro Dios, a quien perseguis a despreciais. Para aquel día os emplazamos. Por eso, miradnos. bien ahora, para que entonces nos reconozcais. Era tal la impresión que producían las palabras de los Mártires en los espectadores, que muchos paganos. tocados de la gracia, abrazaban la fe cristiana, y al día siguiente morían confesando a Jesucristo, sin temor a las dentelladas de los tigres ni a la cortante espada de los gladiadores. Cesaron aquellas persecuciones tres veces seculares; la fuerza capituló ante el amor, v el odio sanguinario ante la mansedumbre de los Mártires. que exhalaban el último suspiro perdonando a sus verdugos y pidiendo para ellos la luz de la fe. Pero avnque la espada cesó de teñirse en sangre cristiana, no por eso cesó la persecusión contra la Religión divina del Mártir del Golgota. La falsa ciencia, hija leg:ítima de la razón humana divorciada de Dios. se encargó de proseguir la lucha, ocupando la pluma el puesto que dejó la espada. De palabra y nor escrito viénese persiguiendo a Jesucristo en su persona, en sus leyes, en su Iglesia y en su Vicario. Se le destierra de la sociedad, de los tribunales, de las escuelas. de las familias, de los ho~:::i­ res y de Jos indivi<luos. Niégasele la Divinidad. se falsea su Evangelio, su moral es rpudiada, y renovando día tras día las dolorosas escenas de la Pasión, se le juz<ra y condena como si Jesucristo no fuese el Dios Ornninotente, Dueño, absoluto de todo cuanto existe. Así piensan y asLobran los enemigos de .Jesucristo y de su Iglesia durant<:~ la vid1-: durante esta vida que·bien puede llamarse el día de la humanidad, el día de los hombres. P 0 ro cuando este día acabe y llegue el D ír1 r7 Dios, aue será el del juicio universal, se tro('o:id.n las suertes con espanto y conf11 · de los ciej!OS voluntarios, v la luz suced~rá a las tinieblas, y la verdad al P,rror. v a las Jocuras de la orgía la rabia de la desesr;eración, y a las negaciones y a las dudas y a los retos insensatos de tantos esníritus fuertes, la terrible y espantosa realidad. Vol. IV -2 A imitación de los Mártires, emplaza también la Iglesia Católica, Apostólica, Romana, a todos sus enemigos y perseguidores para el gran día del juicio universal, día tan consolador para los justos como temible y horrendo para los pecadores. Uno de los Dogmas más claramente manifestados y enfáticamente descritos en ambos Testamentos, es sin duda alguna el que se refiere al juicio universal que en el último día de los tiempos ha de sufrir todo el linaje humano. Confesamos esa verdad de fe, cuando refiriéndonos a Jesucristo decimos en el Credo : Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Es cierto que cada uno, inmediatamente después de la muerte, es juzgado por Dios; y la sentencia que nos quepa en ese juicio particular será irrevocable y fijará para siempre la suerte del alma. Pero el hombre, además de individuo y persona particular, es también miembro de la sociedad y parte del género humano; y considerado desde este punto de vista, conviene que sufra un juicio público y universal ante la faz del mundo. Al juicio final precederá la resurrección de los muertos, aue es otra de las verdades de nuestra fe. Decimos que Jesucristo juzg-a.rá a los vivos y a los muertos, significando con el nombre de vivos a los que todavía existan entonces en carne mortal, y con el de muertos a todos los aue desde el principio del mundo habrán dejado de existir, los cuales resucitarán en aquel día memorable para ser juzgados. No faltan autores de nota que entienden por vivos a los que murieron en gracia y amistad de Dios, y por muertos a los infelices pecadores condenados a muerte eterna. Jesucristo, que en este mundo fué juzrrndo y condenado injusamente, vendrá como Juez de todos los hombres, lleno de gloria y maiestad. en forma visible y humana, acompañado de millares de Santos y de toda la corte celestial. Aparecerá. según se desprende del Evan.g:elio, "la señal o bandera del Hiio del hombre", que es el estandarte real de la santa Cruz, a cuya vista se llenarán los jrn:tos de gozo y de confusión los impíos. Antes de comenzar el juicio, Jesucristo, 1:or ministerio de los Ang:eles, separará los, buenos de los malos, siendo los primeros co- · Jocados a su derecha, y los segundos a su izauierda. Cada uno ocupará entonces el verdadero lugar a que sus obras le habrán hecho acreedor. Los justos, tan despreciados y perseguidos en este mundo, serán entonces bendecidos, ensalzados y colocados en trouo de gloria por el mismo Dios. Los pecadores, Núm. 100 Noviembre ESTUDIO 29, 1924 que durante la vida siguieron los caminos del orgullo y de las pasiones, sufrirán entre rugidos de desesperación la afrenta de la humillación más vergonzosa, al verse mezclados en horrible confusión con los demonios sus compañeros de pena y tormento por toda la eternidad. El misterioso libro de las conciencias se abrirá, y cada uno verá lo que hay escrito en la conciencia de todos los demás, y todos verán lo que está escrito en la conciencia de cada uno. Serán publicados todos los pecados con todas las circunsancias que los acompafiaron: todos los secretos del corazón, los pensamientos e intenciones, deseos y palabras, obras y omisiones, todas las acciones vergonzosas cometidas al amparo de la oscuridad, todos los pecados cometidos quizá para ocultar otro pecado Los más tortuosos repliegues de las concienc;las serán descubiertos, y a parecerán todas las infamias, todas las corrupciones y todas las hipocresías. Jesucristo mostrará los beneficios y gracias que concedió a los pecadores, y el abuso que hicieron de tantos medios de salvación. Manifestará su misericordia en llamarlos tantás veces, su paciencia en esperarlos por tanto tiempo, y la ingratitud y rebeldía con que corespondieron a sus favores. Dios revelará entonces el plan general de su Providencia, y quedará justificada y glorificada a la faz del mundo la sabiduría divina, acusada tantas veces por los ignorantes e impios. Comprenderemos entonces nor qué fueron los justos afligidos con frecv.:ncia c::n el mundo, y vivieron los pecadores rodeados a veces de honores y riquezas. V eremos la razón de la permisión del mal moral, y que el desorden de la vida en el mundo era tan sólo aparene. Justificada así la Providencia de Dios a la vista de todas las criaturas, y terminado el proceso de las conciencias, Jesucristo pronunciará dos sentencias. Dirigiéndose a los buenos, les dirá con acento de amor y de bondad: Venid, benditos de mi Padre; poseed el reino que os tengo preparado desde el establecimiento del mundo. Volviéndose des1~ ués con rostro airado a los malos colocados a su izquierda, lanzará sobre ellos esta terrible maldición: Apartaos de mí, malditos; id al fuego eterno que está preparado para Satanás y los ángeles rebeldes. Al horrísono golpe del espantoso rayo de esa maldición, serán sepulados los malos en los abismos infernales para sufrir eter11 amen te ; y los justos se elevarán sobre los aires siguiendo a Jesús, entre cánticos de alegría1 y penetrando en el cielo serán colocados en tronos de gloria donde reinarán y <1ozarán de una bienaventuranza sin fín. Todo habrá terminado entoncf~S. Y a no habrá más tiempo; sólo habrá ETERNIDAD. JUSTINO. ~,~~"'~"~?'.>~~~~~~~~~~~ .... ~~~'t'~~~~~~~~~~ 1 . ..$ ¡V aya un Pendon! .$. 1 ~~""'~~'+""~~,,_..,._~~~~~~~~~~ Vol. IV S' un terreno baldío, ' 1 agostado, pez con pez, 1 sin virtud,. si11 honradez,_ ab ovo, de su natío. Por eso, con el avío de lo más bajo y rahez, surca el mar de lo soez con tan garboso trapío. Tiene pujos de alfaquí, más resulta mala cuca, que da el solemne changüí. Encara tiene sus peras, entre gente de bayuca, el chulo TIO TIJERAS. SAN. TXO. -3- Núm. 100
Date
1924
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