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~oviembre ESTUDIO 29, 1924 ~ ~ 411. ·'o' . FTRA que Dine! Emmos ''º'º" )/ ... salió de cuidado la abuela. :V 1 :~;;· Casi semanalnie.nte venimos d ;wnciando las fechorías literarias de los bachille. Jl Tr i·es de hojalata . • ' ~ ,~ En repetidas coyunturas hem?s puesto en porreta a tanto escribiente con ín.fu~~ las de escritor. j' f~T~') Y a ello nos lw conducido única Y e.Tc!usivamente la defensa de nuestra atacada .;{~·L religión. Nunca llamamos a capítulo a quien no haya. arrojado piedras dentro de nuestra heredad. más. Mas ta.mpoco nos metimos con nadie que 110 hubiese prim.ero ir:·currido en la osadía de apedrear. Ahí está la colección de ESTUDIO y lwjeándola pueden los leyentes convencerse de esta verdad. Pardo de Tavern ... Dominador Gómez ... Aglipay ... Sotto ... Lagasca ... l. López ... Y cien Todos ellos, aunque con muy diferente nfrel c3rebral, hicieron del Catolicismo el terrero de sus tiros. Todos ellos, aunque tratados de muy dirersa manera, han ido recibiendo oportuna contestcdó~ . Todos ellos, aunque por muy distintos móviles, han puesto luégo sus sendas barbas en remojo al ver las del vecino 1~elar. Pero desgraciadamente no ha servido de escarmientr>· para todos la lección. Sin duda se han figurado algunos que en esta casa hacemos distinción entre tirador y tirador. Y se llaman a engafw cuantos discurren así. Pardo de Ta1·era pasa por una de las me11talidades más relevantes de la comuni.dad cosmopolita. Y o.?'nque está hecho un carcam.111, nada t ien.e que ver el hecho de arrugárrsele los calzones con la consen·ación de su potencia intelectual. Dominado1· Gómez era tenido por "el Castelar Filipino", por polemista invencible, por carácter frreductible y forzudo como un Sansón. Y aun cuando todo ello pasó yá ~1 la histol'ia, siempre queda algo donde hubo gran caudal. El apóstata Aglipay es un cómico de arrabal. No lo 7;odemos negar. Pero le atribuyen dos millones de secuaces, los cuales besan el anillo mismo del "obispillo" ( véa. ge el diccionario de Castilla) con abnegada devoción. Sotto ... Vicente Sotto . .. Ese es un conejillo asombradizo, con más rabo que alma. Es verdad. Mas ¡1Jive Dios! que entregado a perpetuo alboroto p!acero, tenía en un pufio la honrada ºvecindad. Y en una sociedad 901no la nuestra, suele 1nedirse con sobrada frecuencia por la intensidad clel ruido el mérito personal. El 1'Ulgo estimó siempre mucho más que los armónicos del violín el recio redoble de un Ut.mbor. Y tratándose de derribar idoWlos chfoescos. era cosa de aplicar la piqueta a eese hominicaco de redacción. Lagasca ... J. López ... Son gansos. Muy oansos. No lo negamos. ¡Cómo lo habíamos de ne.'· gar! Pero ¡caray! se habían cOnsti.tuído en gansos del Capitolio aglipf.Iyano y fué necesario hacerles callar. Vol. IV Pues con todo eso, todavía hay individuos obstinados en colocarse al alcance ele nuestra sartén. Que es la única arma que puede manejar un fa.bricante de emparedados. Y esta 'vez no es un viejecito como el Doctor Pardo de Tavera. Ni tampoco un .fracasa.do como el Doctor "Dominador Gómez. -8- Núm. 100 Noviembre ESTUDIO 29, 1924 Ni menos todavía un "gallina" como el "licen-:iado" (no todos han de ser Doctores) Vicente Sotto. Ni figiwón teatral como el renegado ilocano Greuorio Aglipay (ni siquiera "licencia.do"). Ni "vulgum pecus" corno Lagasc.a, e l. Lópe.z (que ni aun pudieron llegar a bachilleres) Nada de eso. Es un bizarro Capitán del cuerpo de la Constabularia y plumista conocido en el mundo las letras Filipinas. Silrnpático (a cada cual lo suyo) muchacho d ·0 cuya agradable con·versación hemos disfrutado más una vez. Es más. Pundonoroso oficial a cuya amabilidad exquisita debemos algún fwvor. Lo cual 1ws ataría las manos por ley de grab:fud, si no hubiésemos jurado defender los fueros de la Santa Iglesia al ·pie del altar. Yá lo tenemos dicho en rnás de una ocasión. Muy amigos de Platón. Cierto. Mas ello no empece q11e seamos más amigos aún de la verdad. Por ese raro conjunto de bellas cualidades, h1brán adivinado de quién se tratci cuantos lectores le hayan llegado a conocer. Tengo por esta vez la pena (y hablo con sinceridad) de presentar a ustedes a don Ale.fo Va!clés. ¡Don Alefo Valdés Pica! Don Ale.fo ha tenido el mal gusto de descender desde las respetables alturas de Conservador de la Paz a la indisciplinada redacción de un semanario anticlerical. Y una 11ez allí . .. se ha decid1"do a cortar la te7a al talle del consumidor. Y se ha dejado decir un puiiado de badrifad~.s impropias de una mediana ilustración. Y ha dispara.do a quema ropa contra las má" venenindas creencias de la Religión Católica. En la cual, sea dicho de paso, fué cuidadosam?nte educado desde los albores de la niPic Y a la cual 1:ol1.1ió por ventura las espaldas cuando las co1weniencfas de la ruta ascendente le aconsejaron desertar. ¡Cuando él no habría necesitado de andadore'> rara abrise ?Jaso en la b1·illante carrera que esccgió! ¡Cuando la Masonería sólo sirve de ayuda a a 7uellos que carecen de propia virtud! Don Ale.fo sabe muy bien que quien se adelanr(f, a atacar debe atenerse a las consecuencias de la arremetida. Eso no es solamente dicta.do de la táctica müitar, sino principio inconcuso del sentido común. Nada le sorprenderá, pues, como hombre de cflartel. que devolvamos estocada por estocada. Que ley es de ,iusticia haber de tomarlas donde las dan. Escribe Vaklés Pica: "El espíritu de odio que esparcen las religione.c;". O don Alejo miente a sabiendas po·1' confo?1,tar a ciertos elementos, o de no ser así, razrma muy mal. Por poca historia que lw.ya estudiado, sabrá crímo toda agrupación social mira con desconfi.anza a cuantas no opinan de manera igual. · Y la porción rnenos educada de todas la.s band 0 rías az;,rovecha fácilmente toda oportunidad de demostrar su antipatía al rival. . De ahí a acusar a las instituciones como prom0vedoras de ºodios y motines media un abismo. Don Alejo debiera recordar las lecciones que de .las personas religiosas escuchó en la infancia, y no podría amoldar a ellas su afirmación: La cual tendq·ía excusa en labios del mequetrefe Sotto, pero no en Q'Uien ostenta uniforme militar. Y para que vea Valdés Pica a dón·de conduce esa manera de argumentación, pondremos e.iem. plos de paralogisnws cortados por el mismo patrón. La Guerra e.e; un mal. Y e.c;to lo reconocería sin objección alguna aun el militarista rnás brutal. Y como de no haber e.fércitos no se verificaría el género de guerras que venimos presenciando. Resulta que los cuerpos armados son los causantes de la calamidad más grande de cuantas se registran bajo el sol. Luégo los que amamiantan "el espíritu de odio entre los pueblos" son los militares. Bastante más motivos tengo yo para sacar esta consecuencia que don Alejo Valdés Pica para at1·ibuir ese mal a la Religión. Vol. IV - 9 ....... Núm. 100 Noviembre ESTUDIO 29, 1924 Además. Don Alejo está encargado de consenar el orden entre los miembros de la comunidad. ¿Tendría la bondad de decirme cuántas veces le han llamado para apaciguar los encuentros entre Católicos y Protestantes o cualquier ot1·~t secta local? ¿No le han dado por ventura más que hacer las disensiones entre obreros y patronos, o entre dos facciones políticas de la misma problaC'ión? ¿Podría decirme cuántos se encuentran en Bi !ibid por causa de sedición religiosa? ¿Acaso hay en presidio tantos curas, sacristanes y monaguillos como Constables? ¿Ha echado en olvido la lúgubre fecha del 15 de diciembre de 1920 que dejó salpicadas de sangre las páginas de la historia de Filipinas y embarrados los anales de la Constabularia? ¿No sabe Alejo Valdés Pica que entre los sediciosos apareció en lo más intenso de la refriega un Sacerdote Católico predicando la paz? ¿Ni se enteró don Alejo de la heróica conducta del entonces párroco de la Catedral? Y por el contrario, ¿no llegó a sus oídos el proceder de aquel oficial Constable a quien ni a empellones pudieron hacerle cumplir con su deber? El cual, en 1.iez de lanzarse a la calle a apaciguar a sus soldados, permaneció acurrucado de terror en una habitación de la calle Real. ¿Y le gustaría a don Alejo que esos lunares indi.viduales los arrojara yo sobre los blasones del cuerpo a que pertenece, cuerpo tan simpático a todo Filipino de verdad? Pues hasta ahí, y aun por ventura más allá lleva ese sistema de escribir a salga lo que saliere, sin parar mientes en el historial de una institución. Don Alejo Valdés Pica se ha permitido decir otras afirmaciones más recias aún contra los Ministros de nuestra Religión. Y pues hoy se nos acabó yá el espacio destinaio a emparedados, dejamos los comentarios para otra ocasión. Nos duele tenerlo que emparedar, mas cedemos a las exigencias de la obligación. Vicente Sotto está que no cabe en su consejera. • Tan despiadadamente le persigue la desyracia que hasta la puerca le pare perros. Don Sergio Osmeíia, el Gran Cebuano, el ilustre estadista, gloria de Filipinas, ha ido a Cebú. Y todo Cebú (¿lo oye el "licenciado"?), todo Cebú, sin distinción de credos políticos le prepara un recibimiento monumental. Eso es horrible para un chuchumeco meg,1lómano como Vicente Sotto. ¡El, que se muere por los aplausos de la plebe y sólo sue11a con el aura popular! Pero no puede ser. No se hizo la miel para la boca de ... Sotto. Yá lo ha dricho muy a cuento y muy bien el misionero Recto: "Vicente Sotto carece de lastre". Eufemismo literario que en canto llano quiere decir: "Vicente Sotto tiene cerebro de serrín". Y, hermanito, el serrín nunca podrá haca veces de la sustancia gris. Jamás se alzarán las "gallinas" a las alturas donde llega el águila caudal. El águila caudal es el Han. Sergio Osmeíin. ¡Salve, honra del pueblo que te vió nacer! El "gallina" sois vos, Vicente Sotto, sois vos. ¡Mengua del corral donde os consienten morar! Y no digo más, aunque pudiera otro tanto decir. ,.1,,11,1,,11,1,,1,.,,.,,.,,.,,. 1,.,,.,,.,,.,,.,,.,,.11,11.,,.,,.1,. 1,,1,.1,.11,1,,1,,,,,, 1., 1.,,,,,,,,,,,,1,.,,.,,.,,.,,,,,.,,.,,,,,,,,,11••1' 11•11•11•11•11•11•11•11•11•11•11•u•11•11•10•11•11•11•11•11•11•11•11•11•11•11•11•11•11•u 111•11•11•11•11•11•11•11•u•u•u•11•11•11•u•ii•ii•u•i r • A.M. OPISSO ABOGA.DO 501-502 Filipinas Bldg. Tel. 802 Dr. Miguel de la Concepcion DENTISTA 25 T. Pinpin Tel. 3532 ~ . l11•i1•11•11•11•11•11•11•11•11•11•11•11•11•11•11•11•11•11•11•11•11•11•11 111 111•11•11111•11•11•11•11•11•11•11•11•11•11•11•11•11•••'t••u•11•1,•1 11•11•11•u•u•11•11•11•11•11•u•u•u•u•11•11•u•11111 111 111•11•11•u•u•u•u•11•11•u•u•11•11•11•11•u•u•u•1••u•1i:•1•11•u•u•11•11•u11 Vol. IV -10- Núm. 100
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1924
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