El Hombre a caballo

Media

Part of El Misionero

Title
El Hombre a caballo
Language
Spanish
Year
1931
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Abstract
Title translation: The man on horseback
Fulltext
AÑO V, No. 9 FEBRERO 1931 El Hombre a Caballo H ACIA años que estaba revolviéndolo en su cabeza; casi no podía dormir de tanto pensarlo, pues la idea le atormentaba dia y noche: quería convencerse.... asegurarse.... quería tener la contesta:ción a la pregunta que le seguía en los campos RENUEVE SU SUSCRIPClON ENSEGUIDA 258 "Bajó a toda prisa por las colinas" 'como en casa.... ¿Acaso no había personas en los valles, hombres instruidos y civilizados, que podrían informarle? ¿Los sabios de las ciudades con sus high schools, acaso no podrían iluminar al hombre de las montañas, pagano aún? Así es que un dia montó a caballo, bajó a toda prisa por las colinas, atravesó los llanos de algunas provincias y llegó a Manila no sin sudar mucho. y casi exhausto por el cansando. Y hé aqui que por encima de la entrada de un gran edificio, una especie de palacio, el hombre de la Montañosa, vió escrita esta palabra "CIENCIA." -"Aqu·i podrán darme la contestación" dijo el hombre. Saltó de su caballo, le amarró a una acacia, y entró con paso pesado pero firme, llevado por su ansiedad de conocer la famosa contestación a su profunda cuestión. Allí, en una sala grande, adornada con escritos y cuadros, esta'ban sentados centenares de ancianos sabios y estudiantes modernos; todos escuchaban las palabras de un hombre hablando desde la plataforma, detrás de una mesa verde, sobre la cual había un vaso de .agua, que de vez en cuando tomaba el orador para refrescarse los labios. cada vez que el auditorio le interumpia con estrepitosos aplausos e interminables "vivas." Cuando por fín hubo terminado, la sa1a entera más que antes parecía un volcán en erupción dando violerrtemente gritos y acclamaciónes, lo que evidentemente expresaba los sentimientos de admiración y gratitud del auditorio entusiasmado, por la sabiduría del SOSTENGA UN CATEQUISTA! orador y la ciencia que denotaba su discurso. Al terminar aquella explosión de entusiasmo, el hombre de la Montañosa, se adelantó, atravesó la sala, se detuvo en frente de los ancianos de la primera linea, y dijo. -"Honorables Señores, vosotros todos sois sabios .... " Al oír estas alabanzas sinceras del Montañés, todos sin excepción inclinaron ligeramente la cabeza, mientras algunos sonriendo limpiaban significativamente sus gafas .... en señal de conformidad con lo dicho. -"Por eso, Señores, quisiera proponerles una pregunta" añadió el nombre "si es que vosotros lo permitís?" -"Ciertamente, amigo," contestó uno de los sabios de enfrente. -"¿Persiste acaso algo de nosotros después de la muerte?" preguntó el hombre misterioso. 'Todos los presentes miraban con e:x:trañez:a a hombre tan singular; algunos entre ellos levantaban los hombros en señal de duda. -"Después de la muerte, ¿queda algo de nosotros?" repitió el hombre. -"¿Eso? No 1o sabemos" contestaron unos cuatro o cinco sabios de la primera linea. -"Puede ser" dijo otro sentado en un rincon. -"Acaso no haya," sursurraron varios die ellos. -"Entone.es, Señores, a donde vamos d,espués de la muerte?" pre259 guntó de nuevo el Montañés. A .estas palabras, el ruido de sillas movidas y de hombres tosiendo interrumpió el silencio de muerte que había prevalecido desde la primera pregunta del hombre y .en las caras de muchos de ellos se observaba cierta ansiedad. -"¿Que sabemos de todo eso?" contestó uno. -"No nos preocupamos de eso" gritaron algunos estudiantes ·modernos. -"Precisamente lo que mi ca•ballo está haciendo" prosiguió el Montañés non-civilizado y, hablando con más énfasis, añadió: "Pero.... ¿Acaso no somos nosotros hombres algo más que mi caballo?" Un Señor de la primera linea, ·con una campanilla en la mano, se levantó y dijo en alta voz: -"Basta ya de todo esto .... la ipalabra sea para el Honorable Profesor de Moral." -~··>-El día siguiente era Domingo. El Montañés saltó de nuevo a caballo y más ansioso que antes y pensaüvo, empezó su viaje de 'vuelta. Pasó en frente de varias iglesias. Las campanas llamaban a los fieles a oír misa, y excitada ,su curiosidad, se detuvo en frente ,de una, bajó de su caballo, le ama•rró y entró en la casa de Dios, pa¡sando entre los fieles hasfu cerca .del púlpito. Un .sacerdote joven estaba predicando; su tema era la "VIDA ETERNA." LAS MISIONES !'<IECESIT AN CAPILLAS 260 -"Los antepasados" decia, "que reposan en el cementerio, queridos hermanos, y que duermen en la sombra de la santa cruz, ya entraron en la vida eterna: ya están con -su Creador.... Si han muerto en paz con el Salvador después de una santa vida, son infinitamente felices y gloriosos. Y aunque hayan cometido el pecado durante su vida terrestre, Dios los ha perdonado por una b~ena confesión, porque Dios es esencialmente bueno y misericordioso: perdona los pecados a los que sinceramente se arnepienten, tal 'como un padre perdona a su hijo arrepentido. Si, hermanos mios, Dios es tan bueno que hasta se une con sus creaturas por la Santa Comunión, para poder aumentar los méritos y la recompensa de los suyos en la VIDA ETERNA .... " El saqerdote hablaba sin ostentación y de la manera más sencilla, para ser comprendido por to·dos. Y los fieles le escuchaban en silencio y con a~ención para poder comprender hasta la última palabra de su pastor. -"Como si todos los presentes ya supiesen lo que aquel hombre les está explicando" pensó el hombre de las Montañas .... "y como si les gustase oirlo de nuevo." El Domingo siguiente, siempre a caballo, el hom'bre llegó a otra iglesia católica: y entró con gran respeto. En el púlpito estaba un sacerdote anciano. Sus cabellos blancos .ornaban su ·cabeza de un haló de ·santo. Fuera de la iglesia los autos seguían pasando a toda velocidad bocinando locamente y molestando a la gente pacífica. Y el sacerdote anciano predicaba sobre la verdad oida ya por el pagano el domingo anterior pero en otras pala:bras en la otra iglesia. -"Aqui también, todo el mundo parece saber ya lo que aquel hombre está dicrendo" pensó el Montañés, "Nadie se extraña de oirle hablar así, sobre la VIDA ETERNA con Dios." Después de la Misa, prosiguió su camino, pero llegando en frente de otra iglesia del pueblo siguiente, como v;eía muaha gente a dentro, también entró. Aqui también predicaba un sacerdote: su cara era morena pero sus ojos de fuego. -"Otro que dice lo que he oido .en las otras iglesias" pensó el montañés. En este momento el sacerdote joven fijó 'sus ojos en el hombre non-cristiano como para traspasar su corazón con la lanza de sus palabras, y dijo: -"En todas las partes del mundo, en todas las iglesias católicas, se predica una y la sola v~rdad, porque el Sumo Pontífice es el único representante de Cristo en la tierra, apuntado por Cristo, pues por Dios mismo, que enseña todo lo que la Iglesia predica. Es aquel sumo Pontifice que nombra a los obispos en todo el mundo, y a su vez los obispos mandan a los AFILIESE A LOS CRUZADOS DE STA. TERESITA sacerdotes que os anuncian la palabra del Sumo Pontifice. Y todos estos nombramientos tanto de los obispos como de los sacerdotes se haoen bajo la condición de que predicarán lo que enseña el Santo Papa de Roma. Y por eso todos los sacerdotes os predican lo mismo sobre la vida eterna." Después de la misa el hombre prosiguió su camino y como su cabailo estaba muy cansado, se detuvo en un gran pueblo, dió de comer a su animal y se fué de paseo. Para pasar el tiempo fué a la casa más grande: era un convento. Llamó a la puerta y un padre anciano, vestido de blanco le abrió la puerta. -"Señor," dijo el hombre, "aqui he venido para pedir una solución a cierta cuestión que me preocupa." El sacerdote le mandó entrar y después de haber escuchado la famosa pregunta, le condujó a una sala grande, llena· de libros clasificados según su contenido y puestos en altos estantes al rededor de las paredes. Varios ·sacerdotes, con caras venerables por la viejez, estaban sentados en los rincones, tan ocupados por eÍ estudio, que apenas miraron al hombre cuando entró. El sacerdote le entregó un libro que ciertamente debía tener una edad de quinientos años. El hombre le abrió y leyó con avidez. -"Pero, esto es lo mismo que los sacerdotes predicaban en las iglesias" exclamó el hombre con 261 asombro y también con cierta satisfacción. Uno de los padres presentes en la sala, distraido por la voz, levantó un momento la cabeza y en seguida prosiguió su lectura. El hombre cogió otro libro pero más antiguo que el primero: este tenia lo menos mil quinientos .años. -"Otra vez lo mismo!" gritó el hombre y tan contento estaba que con su puño rudo <lió un golpe en la mesa. Tomó otro libro que fue escrito ·en los primeros años del cristianismo. -"Pero, -como ·es posible!" exclamó; y 0 dió un salto como un joven que acába .de ganar el premio gordo de la lotería. -"Cómo es posible!.. .. Y todos estos autores afirman siempre lo mismo y eso de la manera más categórioa.... Pero, cómo estos sacerdotes y escritores han llegado a saber lo que dicen y escriben?" -~··>-El Montañés iba cabalgando a toda prisa por los daminos de la Provincia Montañosa para volver a su pueblo, cuando, en una de las numerosas vueltas del sendero, encontró a un niño, un pastor de carabao. Estaba leyendo un pequeño libro, hecho casi pedazos por el uso y la edad. El hombre se detuvo, saltó de cab'allo y preguntó al chiquillo: -"Amigo, que estás leyendo?" -"El EV\angelio." -"¿Puedo mirarlo un momenRoc-;AD POR LAS MISIONES 262 to?" Y el Montañés se sentó en la hierba al lado del camino y leyó .... -"Otm vez lo mismo: habla de la vida eterna, de la remisión de los pecados, de Nuestro Señor quien por la S'anta Comunión se une a los hombres .... Sán Pedro, el primer Papa de Roma .... " Con un golpe fuerte de la mano en la pierna, el hombre exclamó: -"¡Siempre lo mismo! ¿Pero los que escribieron eso, como lo han sabido ellos con tanta certe';l" ra. -"Es que el Señor mismo los ha enseñado y no hacen más que repetir las ·enseñanzas de Jesucristo." -"Pero, el Señor ó Jesucristo, ¿quien es? y ¿cómo ha sabido el lo que enseñó? -"Jesucristo es Dios verdadero!" -"Pero los que repiten sus enseñanzas, cómo lo han sabido ellos que Jesucristo era Dios?" -"Por la sencilla razón que Jesucristo asi lo dijo y lo demostró: pues hizo muchos milagros duran:te su vida aquí en la tierra. Hasta resucitó algunos muertos.... Y ouando sus enemigos le hubieron ·crucificado y muerto en la cruz, entonces, al tercer dia después de su entierro, por su propio poder, volvió a la vida." -"Y estás seguro de que estos autores no han mentido?" preguntó el montañés para exclu~r asi su última duda. -"Ya lo creo" contestó el pasitorcito, "porque estos autores de la enseñanza de Jesucristo seguían enseñando la doctrina del divino Maestro, aunque se les amenazaba 1de muerte, y efectivamente fueron muertos porque no querían cesar 1de repetir las enseñanzas de Cris'to." -"No," contestó .. el hombre, "no, nadie querra morir por una mentira!" Y el niño le contó como los que habian visto y oído a estos prime·ros autores de las enseñanzas sobre la vida eterna, convencidos ellos también, habían enseñado lo mismo; "y ahóra," añadió el chiquillo, "los Santos Papas, los obispos y los sacerdotes no hacen más que repetir las enseñanzas del divino Señor, convencidos de la verdad de qU¡e hay una vida eterna." La cuestión que tantas precocupaciones había causado al Montañés, estaba resuelta. Convencido a su vez de la verdad de la vida eterna, saltó a caballo, por la tarde del dia siguiente llegó a Bontoc, su pueblo, fué al oonvento del misionero católico y pidió el bautismo. ·-N·ESTIPENDIOS DE MISAS SON UNA GRAN AYUDA