El gran almirante

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Title
El gran almirante
Language
Spanish
Year
1930
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
f1~ ... ~. ~~E~l~G~r~a~n ~ 45 m~i~ra~n~t~e~~ .. ~···1 Cu3.ndo soplaron las brisas del <Colón Gallego>, de Garcia de la Riega, el Colón genovés tembló sobre su ¡pedestal legendario. ¡ Cuatro siglos de error borráronse súbitamente... Una simple teoría, hija de la verdadera investigación, revolucionó ·el mundo, porque el pecado gravísimo de haber descubierto Amérié'3., no puede perdónarselo a España la historia de ningún país .... ! Desaparecieron tod&!i> las te<>rías cuando, calmada la pasión, atuviéronse críticos e historiadores a la repetid~ frase que redactada por su hijo Diego, primer Duque de Veragua, aparece en el testamento de Colón refiriéndose a Génova: «Della vine y nella naci>. Es labor dificil la inves\igación en el misterio cuando éste se produce por cuenta propia, como en el 1!1so Colón . Su origen jud!o lo exigia así. Colón despidiéndose del Prior de .La Rábida Sabldo es que fueron nueve las ciudades que se disputaron la cuna de Colón : lsnardi, apo. yaba a Cogoletto; Belloso, a Savona; el Conde Galerni, a GUJ~caro : ¡hasta Córcega tuvo defensores! Fueron estos Casanova de Poggiola ;primeramente, y el P. Pereti después, en razona. mientos puramente infantiles, según puede verse en su obra c:Cristobal Colón fr3Ócés, cors-o y de Calvi .» Y en aquella éipoca de fanatismo, confesarlo noblemente, a reyes como Don . Fernando y Doña Isabel, era un suicidio científico, era dudar de sí mismo; era malograr el éxito y Ja gloria '!lC&· riciada veinte años COJl! t.anta ambición. . . . ¡Y el ilustre marino calló y en su silen·cio se en· gendt·ó el misterio y a su alrededor giró la historia cuatrocientos ~ños . . .. ! La pasión y la parcialidad no fueron, al parec· cr, elementos de investigadón utilizados por el ilustre G. de la Riega. Si Colón fuése genovés, natural parece que las tierras primeramente descubiertas nevasen algún nombre de la enton·~es poderosa república; si portugués, como pretenden algun.os, no extr3ñaría que algún pueblo de América llevase un nombre común al dulce idiom3 de Camoens. . . Si aquéUa fuése descubierta por los islandeses o por los chinos, como aseguraron otros tal vez no se . llamu:e Nuevo Mundo. No hay un soJo ¡pueblo en América bautizado t::n italiano ni en portugués: aquellos nombres que en su niñez-punto el más obscuro de su vida-debierónle ser más familiares· responden al de muchos de l3 Provincia de Pontevedra. En las ruínas de la iglesia de Santa María de esta Provincia, pod:a leerse, años atrfü;, el nombre de Cristóforo Colombo grabado en las Paredes' del ábside. . . Las t."3pas de cal, a medida que ib8n desprendiéndose lo descubrieron. . . ¡Y por no dar a este detalle la debida importancia, al desmoronarse aquéllas, desapareció totalmente no quedando más testimonio que el de los que lo hemos visto. La G:ipitana que mandaba Colón llamába~e Santa María, dato este muy signifkativo para dar -sobre él más explicaciones que justiftquen el l}laso y 18. permanencia de aquél en la citada Provinch .. $ábese, con certeza, que frente a Monteferro (Bayona de Galicia, Pontevedra) la Pinta, mandada por Martín Alonso Pinzón, pei-dió o aparentó perder el rumbo, y Galicia fué la primera región eSp-3.ñola que del descubrimiento notieias tuvo, y la primera que las comunicó al resto de la Península, mientras la nave Almirante y la Niña doblaban la «Costa d'a Morte> J>1lra volver al punto de partida. ¿No paree:e despreiiderse que el Almirante tratara de darse a conocer en su tierra primeMmente para justificar su ciencia ante sus paisanos, Y borrar para siempre el epíteto de visiona· rio con que de fijo había sido allío motefado, como en o~ros lugares, donde expuso sus -teorías cien· tíficas? ¿No es un dato este que justifica la vanidad de los nietos de los celtas? Si no asi, ¿qué otro .egoiemo puede explicar la pérdida de dirección en unas cóstas tan familiares y en un marino _tan experto como el mayor de los Pinzones? L~ razones de Garcia de la Riega pr.ovocaron un movimiento internacional de investig_ ación: Europa y América _padecieron la' misma fiebre. Entonces · fué cuando se . supo . que en Venecia existia . uri tabernero- llamado Cristófofus Colum-. La tumba de Colón en la Cateclral de Sevilla bus que conbba treinta y ocho años de edad, ¡cuando hacía setenta que el -Nuevo Mundo había sido deFt~ubierto 1 Recorrida Italia entera no fe encontró más apellido Colombus, ni más Cris. tóforus que el de ese descubridor nonnato. Del apellido Colón _ existente en Portugal sábese que correi:iponde a la ca.sa de Xelves fundada en 1527 por "el primer conde de dicho títu..: lo, Jorge de Portugal . Esta villa, erigida en condado por Don Jorge, fué comprada por éste al condestable de G!.stilla, Don lñigo Fern'ández de Velasco en 13 de Junio del citado año. Sin embargo, cuando sobre un punto obscuro de la Historia se esparce la claridad meridiana (producto de la verdadera investiga,~ión) surgen historiadores apócrifos que, por maní.a o por siste· ma, sostienen lo que a ello~ se les antoja, más que razonable e:aprichoso, confirmando una vez más la verdad de los admirables endecasílabos de lriarte. ....~--~~~~~~~~~ ........ ~Es innegable que Don Hernando Colón nació de Doña Beatriz Enríquez: esta afirmación confírmala Colón en su testamento y cartas con estas definitivas ¡palabras: «Mando a mi hijo Diego que haya incomendado a Doña Beatriz, m"3dre de Don Hernando, mi hijo, que la provea, que pueda vivir honestamente como a persona a quien soy en tanto cargo . y esto se haga por descargo de la condencia, porque pesa mucho para mt anima. La razón dello non es lícito de la escribir "3.quf.::. . Estas palabras, a pesar de ser terminantes, autores hubo que se han esforzado inútilmente en demostrar que se casó con ella-el conde Roselliy y el P . Civeiza entre otros-negando, por supuesto, su matrimonio con Doña Felipa Muñiz de Perestrello, hiJs del célebre cartógrafo genovés, caballero de la casa del infante Don Enrique de Portugal. Pero nada de extrañar una inexactitud más con eJ insigne ·colón : ¿no hemos visto a Aaron Goodrich negar sus méritos y llegar hasta el insulto tn.tando de demostrar, con notoria injust~ia, que Colón se había dedicado a la piratería al lado del famoso Colombo el Mozo, y que en un naufragio se aipoderó de los papeles, mapas y documentos que demostraban b existencia de tierras desconocidas, que pertener.fan al náufrago Alonso Sán<:hez? ¿No han tratado, otros historiadores, de demostrar que b. existencia de América era debido al ingenio chino IJ)Or medio del monje ~udhiEita Hwui San que, allá, hacia el siglo V, descubriera el país de Fusango? ¿Quién no ha leído a Maria A. Brown adjudicando a los islandeses la gloria del descubrimiento, valiéndose para demostrarlo de insultar a Colón por los pr01~edi­ mientos más groseros que escritor alguno le ha dedicado hasta la fecha? El ilustre Humboldt ¿no fué injusto con el Gran Almirante? Hay sin embargo una injusticia mayor ; mejor dicho, subsiste después de cuatrocientos años: el nombre de América . Pero no debe extrañarnos pues hace poco el mundo h-3 visto firmar el P.scto Kellog sin que para nada figure el nombre del ilustre Aristide Briand ... . Ante esto no creamos en aquel verso de Jorg~ Manrique: c:Cualquiera tiempo ¡pasado fué mejor» VICENTE BLANCO. Manila, DIA DE LA RAZA DE MCMXXX. Boda de la Srta. Antoñita Morales, con el Sr. Ernesto He'rnaez, en la Iglesia de la Erinita, los vodrinos fuenn Da. Consuelo H. de Herrw.e. 7 mo~r<' del noi•io; y D. Francisco P. Pellice1·, hermano po1'itico .-fe la novia.