Santa Clara, Abadesa-Agosto 12

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Part of El Misionero

Title
Santa Clara, Abadesa-Agosto 12
Language
Spanish
Year
1931
Subject
Clare, of Assisi, Saint, 1194-1253.
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Abstract
Sermon based on the life of Saint Claire of Assisi.
Fulltext
71 Santa Clara, Abadesa Agosto 12 SANTA Clara era aún una joven de origen noble y de diez y ocho años: el mundo la invitaba prometiéndola riquezas, diversiones y felicidad, pero, siendo muy inteligente y ayudada por la gracia divina, prefirió consagrarse a la pobreza y la penitencia para después gozar de más tesoros y honores en el cielo: "el cielo es eterno e infinito, mientras que la vida en este valle de lágrimas no dura más que unos cuantos_ años que pasan con la rapidez del relámpago" se decía, por ha~ her oido tantas veces al gran San Francisco de Asís y efectivamente cierta noche, entre el 17 y 18 de Marzo, 1212, la joven se escapó de casa, fué a la iglesia de la Portiúncula donde San Francisco, y sus hermanos la esperaban. Se hizo cortar los cabellos, vistió el hábito de San Francisco, que era de una tela de saco, tomó UIJ mecate para cinturón y así transformada se consagró al Señor su esposo. Después se retiró en una miserable cabaña fuera del pueblo de Asis. ¿Y quién lo creyera? En pocos dias otras jóvenes, con el deseo y la esperanza de asegurarse el delo y reunir veI'daderas riquezas y felicidad, también dejaron el mundo traidor, y venían vivir con ella, como ella practicando austeridades: entre ellas había su hermana menor de solamente catorce años de edad y más tarde hasta su madre anciana y varias hijas de familias nobles. Ninguna comodidad las llámaba, antes al contrario: cada una andaba descalza, observaba una abstinencia completa, vivía pobremente y lo que para algunas habrá sido un martirio: guardaban siempre el silencio. Y sin embargo estas mujeres eran más felices que cualquiera reina de este mundo: es que la felicidad verdadera viene de Dios y Dios estaba con sus servidoras. Un dia, mientras el ejercito del emperador Federico estaba saqueando el valle de Spoleto, un destacamento de infieles se acercaba al convento de Santa Clara para asaltarlo. Grande era el peligro de las religiosas: ninguna escaparía ~e la muerte, pero -el Señor vela p~r fos suyos. En eso, Santa Clara llena de fe, tomó el Santísimo en la custodia y lo llevó encima de la entrada por donde venían -los enemigos, searrodilló y oró diciendo: "Señor, no entr~uéis a las bestias las almas de las que en Ti confían." Inmediatamente una voz de la Sagrada Hostia contestó: "Mi protección nunca te faltará," y al mismo instante los enemi·gós sentían un temor inexplicable, se escaparon como una banda de moscas y el convento de la Santa fué salSUSCRÍBASE POR UN AMIGO 72 vad-0 de sus depredaciones. Santa Clara no hizo ninguna obra extraordinaria: durante veintiocho años estuvo siempre enferma, pero hal1aba su consolación y sostén en el Santísimo y paaaha su tiempo libre fabricando telas para 1os altares. Después de una vida de gran devoción murió, lo que también un dia nos pasará: era durante la lectura de la Pasión y la misma Virgen Santísima acompañada de angeles vin-0 a su encuentro para conducirla al cielo. Reflexión. ¿Cree V. que ahora Santa Clara deplora haber vivido en medio de tantas privaciones, sumisa a la santa voluntad de Di<>S en sus penas y gaber sacrificado sus riquezas y todo lo que el mundo la hubiera procura~ do? Hasta en nuestras días muchas jovenes siguen el ejemplo de Santa Clara: se llaman las pobres Clarisas, pero de veras son más r~cas que muchos milionarios: poseen a su Dios y lo poseerán eternamente y Dios vale infinitamente más que todos los tesoros y por eso las pobres Clarisas gozan de más felicidad en su pobreza que las reinas del mundo: la vida no es más que un pasaje que Dios nos concede para preparar nuestro cielo. ---©--Andaluzada -Tengo e» casa un cuadro magnifico. -¿Qué representa? -Un racimo de uvas tan admirables que los pájaros se detienen a picar los granos. -Pues yo tengo un lienzo más notable. En él hay un perro pintado tan a lo vivo, que la autoridad me ha obligado a ponerle bozal. Ocurrencias -¿Es cierto que ha roto usted un paraguas en las espaldas de este caballero? -Sí señor comisario; pero no tiene importancia? -¿Cómo que no tiene importa:ncia? -No, señor; era un paraguas viejo. SOSTENGA EL EJÉRCITO DE CRISTO
Date Issued
VI, No.3 Agosto, 1931