Para los Misioneros que mas sufren

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Part of El Misionero

Title
Para los Misioneros que mas sufren
Language
Spanish
Year
1931
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
AÑO VI, No. 6 NOVIEMBRE 1931 Jara lns :!lfsinnerns 11ue mas sufren '' SON ellos siervos de ¿ · Dios? ... Yo má~ ~ún lo soy: en much1s1mas más labores, en pns1ones muchísimas veces, en cardenales con exceso, en peligros de muerte con mucha frequencia. De los Judíos he recibido cinco veces cuarenta azotes, menos uno. Tres veces me han flagelado con varas, una vez he sido apedreado, tres veces he naufragado, una noche y un dia he estado en la profundidad del mar; muchas veces al viajar he estado en peligros de los ríos, en peligros de ladrones, en peligros de mi propia nación, en peligros de los gentiles, en peligros en la ciudad, en peligros en el yermo, en peligros en el mar, en peligros de hermanos falsos; en labores y penas, en muchas vigilias, en hambre y sed, muchas veces en ayunos, en el frío y la desnudez. Además de todas esas cosas que están afuera, hay mi soli.citud cotidiana, el cuidado de todas las iglesias ... " Estas son palabras del gran Apóstol de los paganos escritas a los Corintios. ¿Acaso el Apóstol moderno se atrevería a escribir tanto y aplicarse las palabras del gran misionero San Pablo? Pero el misionero de nuestro siglo viaja en vapores, trenes, quizás en aeroplano ... y también a caballo, a camello, en carro, a pie... La mayor parte de los Misioneros ejercen su ministerio entre naciones y tribus pacíficas: leones, culebras, tigres, víboras etc. no les espantan. El Misionero puede tener a sus enemigos y algunas veces tiene la dicha de conseguir la palma del martirio: un Mexicano fanático, un grupo de bandidos Chinos, un RENUEVE SU SUSCRIPClON ENSEGUIDA 162 populacho incitado durante una revoludón pueden amenazar su vida. ¿Acaso son esos los tormentos que los actuales sucesores de San Pablo más temen? ¿Ó quizás es el clima homicida de algunas regiones su cruz más pesada? El sol ardiente en el ecuador, el frio intenso de los campos de hielo de Alasca, las calenturas, la peste, el cólera y muchas otras epidemias que se encuentran en Asia y Africa, ¿acaso son estas las dificultades más temidas por los Misioneros? Pero hay legiones de extranjeros en los paises aun incultos que también y ,por varios años se exponen a todas esas molestias tan temibles y a tantos peligros de muerte en las colonias y todo eso lo hace.n por un ,puñado de oro, por un pellizco de polvo de esta tierra. Y el Misionero que busca el reino de Dios y no el oro, ni la plata de este mundo, ¿acaso temería estas incomodidades y estos riesgos como sus cruzes más ·Cruentas? Estas no son más que algunas pequeñas espinas entre las rosas de su vida de sacrificio y es imposible coger rosas sin lastimarse los dedos con sus espinas agudas. Y el Misionero en la Provincia Montañosa, ¿acaso considera como su cruz más pesada el vadear los rios y torrentes, el subir a los montes escarpados? ¿Ó es lapobreza lo que más aflige su vida de misionero? En casa, entre los suyos, gozaba de toda la comodidad éle la vida moderna. ¿Y ahora? Y sin embargo, en cuanto a su persona, todavía no es eso lo que el Apóstol moderno más teme. Si la Pobreza era la "esposa querida" de San Francisco, también constituyó toda la riqueza del que dijo: "Los zorros tienen sus antros y los pájaros del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene en que reposar la cabeza." No es pues la pobreza lo que consituye la carga más pesada de los Misioneros en la Montañosa: antes de salir de Bélgica para su Misión, ya lo sabían que les faltaría el sostén que en otras misiones los Misioneros reciben de la Propaganda y de su Obispo y ya lo sabían también que serían forzados a economizar las limosnas de sus misas para poder vivir y a su vez procurar medios de instruoción a sus paganos y convertidos. -<UaQ<!)y sin embargo, muchas veces la pobreza causa grandes penas y aflicciones. Desgraciadamente, de vez en cuando la escasez y el hambre reinan en algunas misiones y el Misionero no tiene con que aliviar a los pobres hambrientos que le piden ayuda. Eso no sucede en la Provincia Montañosa, sin embargo, para sus Misioneros la pobreza muchas veces, para no decir continuamente, es una cruz pesada y en estos tiempos hasta alarmante :aquí vive una familia desgraciada que no tiene de comer, allí hay un hombre que salvar de la muerte con algunas meSOSTENGA UN CATEQUISTA! dicinas, y en donde falta la caridad cristiana pero prevalece la ignorancia, el misionero tal como un ángel de caridad debería alimentar a esos pobres y curar a aquél pobrecito, pero no puede, porque no posee los medios y cuando escribe ó pidf· limosnas, no para él si no para sus pobres, casi siempre toca una puerta con barniz cristiano, pero de madera pagana. ¡Ojalá que los herejes y cismáticos no le impidan acudir a los hijos perdidos de Cristo! Desgraciadamente, gracias a sus recursos abundantes y medios engañadores, ·muchas veces prevalecen esos contra los mensajeros de la verdadera religión: sus escuelas, su,s ho~pitales, sus dormitorios y templos se levantan de la tierra como palacios en frente de pobres ca¡pillas, otros establos, de las misiones católicas. Y por eso, la pobreza tantas veces oprime el corazón del Misionero y hace brotar las lágrimas de sus ojos, "Oh Señor Jesucristo, tan pobre y desamparado cuando naciste en un establo y más pobre aún durante Tu vida pública, y el más destituido de todas las criaturas cuando Te muriste en la Cruz, ten piedad del Misionero que sigue Tus pasos." -e:<Cl~La siguiente quizás constituirá la cruz más pesada del Misioneru: su debilidad, su impotencia, su desamparo ante los centenares y millares que debe levantar del lodo de la superstición y de la 163 prevención para llevarles al reino de la pureza y de la verdad y a Dios. Gracias al Señor: hay misiones florecientes entre los paganos que cuentan sus fieles por miles, hay misiones en donde la santa Fe ha echado profundamente sus raíces en los corazones y produce frutos abundantes de virtud y santidad. Pero nosotros todos conocemos otras que constituyen campos desiertos. Por mucho5 aüos, por siglos quizás, operarios heróicos del Señor se han empeñado pero en vano para regar la viüa con su sudor y algunos quizás con su sangre, y sin embargo la semilla de la Fe no creció y ni germmo. Estos operarios del Señor trabajaron como esdavos, oraban y esperaban: "Rora te coeli desuper." En la Provincia Montañosa, gracias a Dios, durante estos últimos veinticinco años, centenares han abierto sus ojos a la luz y sus corazones a la gracia del Cielo, pero muchísimos más de los 300,000 habitantes paganos hubiesen entrado en el rebaüo de Cristo, si no hubiesen faltado los medios; los Misioneros sin embargo han perseverado sacrificándose y orando: "Rorate Coeli desuper""Oh Cielo todopoderoso, manda el rocío y la lluv.ia de Gracia." Y todos estos Misioneros hablando al Señor dij-eron con San Pablo: "Y o he sembrado, Apolo ha regado" pero no todos han podido decir: "Dios hizo aumentar la semilla." LAS MISIONES NECESITAN CAPILLAS 164 -"Ten piedad, oh Jesús, de tu pobre siervo, el sacerdote, tu Misionero, que se fatiga y se empeña, pero cuya labor queda parcialmente inutil y estéril: Tu también has experimentado esa cruz y el Psalmista ha puesto en Tus sagrados labios estas palabras: ¡y para qué sirve mi sangre!" Nosotros Cristianos, tranquilamente sentados en casa, que gracias a Dios disfrutamos las bendiciones del cielo y nos ganamos la vida, roguemos al Señor para los Misioneros agraviados y afligidos, pidiéndole su ayuda eficaz y sus gracias abundantes para que se conserven y guarden valor hasta que Le plazca bendecir su viña estéril. -1";:(9~En otras misiones, la semilla, la pequeña semilla-de mostaza, germina, se desarolla, crece y se hace un arbol gigantesco en cuyos ramos las aves construyen sus nidos. La labor continua del Misionero: Sacerdote, Hermano y Religiosa, bendecida con ere.ces por la caridad infinita del Salvador, ha transformado el desierto en un oasis floreciente y el corazón del apóstol rebosa• de felicidad y de santo orgullo al ver formarse entre sus manos un pueblo católico. Pe:ro desgraciadamente, aquí también reluce un relámpago inesperado, el trueno rezonga y el tifón pasa sembrando la destrucción: es una epidemia que diezma las filas de los neófitos, ó es una carestía que esparce a los fieles a los cuatro vientos, ó en otras partes es una revolución ó guerra civil que ahuyenta a los cristiános, ó es una persecuc1on sanguinaria que derrama sangre inocente y impide la Sangre de Cristo fertilizar miÍs la viña. El sacerdote muere por sus ovejas ó huye para esconderse y salvarse; sus iglesias, capillas y escuelas quedan destrozadas ó caen en ruinas como emblemas de la ruina de toda su misión. Los cristianos quedan esparcidos, los más débiles renuncian la Fe y se pierden ante el constante peligro. Tales son los hechos en China pero no en la Provincia Montañosa y sin embargo allí también suceden úfones: los neófitos dejan sus pueblos para dirigirse a Baguio y Manila en donde, perdidos entre la multitud, se exponen a perder su Fe entre las multifüdes, en el remolino de la lucha para la vida ó por el mal ejemplo de los hijos privilegiados de Cristo, los Cristianos, que se han vuelto traidores a Dios y sus más sagrados deberes. ¿Qué? ¿Estos Misioneros acaso han trabajado en vano? ¿El verano de su vida y sus sacrificios acaso han sido inútiles? ¿Qué es lo que queda de sus trabajos, cansancios, sacrificios y pobreza? Ruinas, ruinas de almas, ruinas espirituales en esas almas que antes fueron enriquecidas por la gracia divina, la hermosura de Dios mismo. -"Señor, ten piedad de ellos ... Tus apóstoles; dales algún conAFILIESE A LOS CRUZADOS DE STA. TERESIT A suelo en sus profundas aflicciones y a la vez el ánimo para reempezar el trabajo no solamente una vez, si no diez y cien veces, porque su trabajo es el Tuyo." -/;>(9~El Misionero ha dicho adios a su padre y madre, a sus hermanos y hermanas abandonando su casa y patria, sus parientes y amigos. Si, en vez de ir a las misiones, hubiese seguida una profesión en el mundo católico, ahora sería un ciudadano adinerado entre los suyos, gozando de todo el bienestar y comodidad que ofrecen riquezas. Pero conocía otras opulencias más ricas y otros gozos más intensos que los del mundo: conocía a Cristo que murió en la Cruz, conocía el amor infinito del Salvador para cada uno de los seres humanos, sabía que el Señor está dispuesto si fuese necesario a sufrir y morir de nuevo en la Cruz para la redención de cada uno de esos millones de paganos esparcidos por la tierra y para la salvación de cada uno de estos tres cientos mil Igorrotes aun sentados en las tinieblas de la superstición y ignorancia del paganismo, y entonces se dijo: "si tal es el valor del cielo. y si tan vehemente es el deseo del Señor para convertir y redimir paganos, aquí estoy Señor" y pasó por encima de los corazones sangrientos de sus padres, hermanos y hermanas y hasta por encima del suyo. Y ahora entre luchas y aflicciones, necesitando ayuda y consolación, careciendo 165 de los medios para llevar a cabo la obra del Salvador, él piensa que otros Cristianos también conocen al Señor, el valor de Su Sangre, los gozos del cielo y la importancia de prepararse para la eternidad; piensa que los Cris.tianos lo saben todo como él. Pués confiaba en los Cristianos, en la ayuda de sus oraciones y limosrtas; esperaba recibir de ellos los medios materiales y espirituales que facilitarían por amor de Dios y su mayor gloria, cooperando con él en la salvación y santificación de miles, pero cuando dejó oir su voz y extendió la mano implorando la caridad en nombre de Cristo, sintió profundamente el frio de algunos, la ceguedad de otros, la avaricia de aquellos que deben todo lo suyo a la generosidad divina. Esto, sí, para el Misionero es un golpe que le quebra el corazón porque quebra y pierde almas, objetos del amor infinito del Salvador crucificado, y a la vez cierra el cielo y abre el infierno. Sí, eso lo resiente muchísimo y el Señor debe resentido infinitamente más. Y cuando medita sobre esa anomalia cristiana, entonces cae de rodillas y gimiendo dice: "Pobre Señor, ten piedad de aquellos más ciegos que los ciegqs y más ignorantes que los ignorantes paganos; ten piedad de aquellos traidores de Tu causa que como Judas guardan la bolsa y dejan brotar en vano Tu Sangre divina." Vd, que lee estas lineas, ofrezca ROGAD POR LAS MISIONE.'> 166 de vez en cuando una oración para los pobres Misioneros, para la conversión de los paganos, y por fin pero no menos para estos Cristianos traidores a sus más sagrados deberes de gratitud y amor; r~pita de vez en cuando esas últimas palabras del Misionero desconsolado por tanta amargura que le aflige al considerar a un Dios abandonado por sus hijos más amados. San Martin de Tours 11 de Noviembre D ESDE pequeño, Martin se hizo alistar como catecúmeno aunque contra la voluntad de sus padres; y por eso, apenas tenía la edad de quince años, fue obligado por ellos a hacerse soldado. Un dia durante el invierno, estando en Amiens, Francia, Martín encontró a un pobre anciano casi desnudo, temblando por el frío intenso de la época, que le pidió una limosna. Como Martin no tenía dinero, ¿Que hizo? Sacó su manto, le partió en dos y dió la mitad al mendigo. Aquella noche Nuestro Señor le apareció vestido de esa mitad del manto y dijo a Martin: "Martin, aunque solamente catecúmeno, me ha envuelto en este vestido." Esta visión determinó a Martin pedir el bautizo y poco tiempo después de haberlo recibido, se retiró del ejército. Pudo convertir a su madre, pero pronto fué echado de la casa paternal por los Arianos y se retiró con San Hilario, fundando después el primer monasterio en Francia cerca de Poitiers. En 372 fué consagrado obispo de Tours. Sus feligreces aunque Cristianos de nombre, quedaban paganos de corazón. Sin armas y acompañado solamente de algunos de sus monjes, Martin destruyó varios templos de los infieles y gracias a su predicación continua y sus milagros pudo convertir a los habitantes de su diócesis lo que le mereció el título de Apóstol de Galia. Durante los once últimos años de su vida se dedicó a la penitencia para satisfacer por sus propios pecados, a pesar de que el Señor mismo proclamaba la pureza del Santo por el don de milagros· con que le había favorecido. Reflexión: ¿Para quién y por amor de quién ha trabajado y vivido San Martín? ¿Trabaja V. por el mismo fin? ¿Entiende V. la yisión de San Martin en la noche después de haber cedido la mitad de su manto a un pobre? Nuestras limosnas a los pobres y necesitados se entregan al mismo Señor. ¿Cuánto de lo que le sobra ha ofrecido al Señor? su Juez? ¿Cuánto al año? ESTIPENDIOS DE MISAS SON UNA GRAN AYUDA