Nuestras entrevistas

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Title
Nuestras entrevistas
Language
Spanish
Year
1930
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
A Monina Acuña, la de los ojos que invitan a ~oñar, le pregunté un día: -¿Qué 1 prefieres: ser Mifs Philippines o ser la Número Uno de los exámenes del foro? -Lo último, naturalmente. -Entonces, ¿prefieres el talento 3 l~ belleza? -No precisamente. Sino que en un concurso de belleza sólo entran mujeres, mientras que en los exámenes de Ja corte la mujer que gane et primer puesto ha de vencer a hombres y mujeres ... , Sin esperar a más, corrí en bus· a de la Srta Teda San Andrés, que obtuvo el más 3lto promedio en los exámenes forense> de este año poniendo por los sue!os, ¡;or primera vez en Ja h:storia, la pretendida supremacía del sexo fuerte, en materia de leyes. La encontré en el dormitorio de Santa Teresi- · ta, cabe el campus universitario, guardada por los· ojos vigilantes y el celo mate1 nal de las Flo1 es del Carmel o. Se engaña el lector si, por tratarse de un dormitorio religioso, cree que el que entra en él ha de hallar el sosiego sereno y la quietud beat:fica de un convento, o el elocuente silencio de la casa del Señor. Al penetrar en el saloncito re:!ibidor os acoge enseguida el ruido de una batalla: la -de t!inco o seis pfanos, .probando a ver quién _ suena más y mejor. Ni pretendáis averiguar qué pieza o que sonata os lar&-a cada pianista, porque por más fino que tengais el oído no lograreis discernir más que la jaqueca que os producen todas las notas del pentágrama volando cada una por su lado y armando más alboroto que colegial-as en día de asueto. ¿Y es en esta casa de batallas musicales, donde se ha preparado la Srta. San Andrés pan ganar su homérica batalla foren&-e, en competeÜ"cia con más de trescientos otros candidatos de ambos sexos? ¡Hum . .. hay que po:ier!o en cuarentena! La primera pregunta que hice a la abogada Número U no fué pára resolver mis dudas. -¿Es verdad que le llaman a usted «la estudiosa~ ? Srtn. Tecla San Andrés v Rávago que obt.uvo el mayor promedio en los exámenes para abagados de la Corte. -Sí, me pusieron es-e mote mis compañeras, porque muchas veces he preferido mis libros a sus pa1·ties-. .. -¿No querrá usted decir que se ganó ese mote estudiando aquí, a menos que in:s estudios s-e:.n también de piano?-y señ3lé ~ Ja señorita Teda a las que tecleaban de .Jo lindo en la habitación vecina. - -Pues aquí mismo, sí señor; y como es verdad que molestan un poco tantQs tecleos y tantos gorgorito~, .porque también' hay otras que se les da por aprender a cantar. aunque a veces sospecho que en vez de cantar aprenden a gritar, he tenido que meterme con frec;uencia en la pequeña sacristía de la capilla que aquí tenemos y e-errar las puertas para poder estu.di"!lr . . . -Y ¿cuál fué, si puede decirme, la llave de su éxito en los pasados exámenes? -Pues eso : estud!ar y estudiar, de la mañana a la tarde, de la tarde a b noche, y de la noche hasta la una o las tres de la meii:lrugada hOra esta última a la que llegué un3 vez, pero que no volvi a repetir, .porque al día siguiente me sentí mal. --.¿Cuántos meses duraron sus estudios de reválida, o sus preparativos para el examen? -Tres meses, durante los cuales he tenido que rechazar invitaciones a paseos, a fiestas y hasta al cine, que tanto me gusta. Durante ese tiempo, creo que sólo una vez pude ir al cine. -¿A quién debió usted su triunfo en los exámenes, aparte de sí misma? -A la Virgen de Peñafrancia, que se veryera en nuestro pueblo de Naga, Camarines Surrespondió sin va.cilar.-¿No sabe usted la fama de milagrosa que tiene nuestra Virgen? Pues a e1la elevé mis preces noche y día, para que me ayuda:::e a pasar los exámenes. -¿Nada más que a tpasar los exámenes? ¿No le pidió a usted, en lo íntimo de su corazón, que también Je diese el más alto promedio? -No, señor. Fuera demasiada presunción de mi parte pedirle tal cosa. No me crea usted tan pr'e!'lumida. Pero, eso sí, yo le pedí a Nuestra Señora, con todas las fuerzas de mi alma. que me librase de tener que l'epasar otra vez, porque el repaso que yo tuve que hacer, francamente, no quiero ni recordarlo. ¡Cuánto meños, volverlo a hacer ... ! -¿Es la primera vez ac-aso que obtiene uste~ el primer puesto en exámenes? · -Sí, señor, la .primera vez. Y yo misma fui la más sorprendida de todos, del resultado de mis últimos exámenes. Tanto que cuando recibí el primer telegrama de mis amigas, dándome cuenta de ello, no lo quise creer. . . ¡La noticia :::onaba a demasiado buena para ser cierta! Tuve que eonv2ncerme de que así era en realidad, cuando leí los periódicos. -¿No recuerda haber recibido un honor ~e­ mejante, en sus años de estudiante? -No recuerdo. Ni cuando estudiaba en el Colegio de Sta. Isabel, de Naga, Camarines Sur, donde hice los primeros estudios.. Ni más tarde, cuando me trasladé a la Escuela Central Católica de Tabaco, Albay. Ni por último, .~uando me gradué en la Naga High School. El honor que alcancé más próximo al de ahora fué un segundo puesto en el euadro de honor mensual en mi tercer año de high school. Luego, en el colegio de leyes· de la Universidad de Filipinas, me gradué en marzo pasado ocupando el 3.er puesto, después de los señores Albendía y Ramón Diokno J r., que eran realmente los mejores de la clase. ¿Cómo iba, 1pues, a presumir, que alcanzaría el primero en los exámenes de la corte? El talento o la aplicación de esta jóven que ha1~e honor a su sexo y a sti profesión sólo puede compararse a su propia modestia. Actualmente trabaja como auxiliar en uno de· los bufetes más conocidos de la ciudad, al que fué invitada por los socios espontáneamente, sin solicitarlo ella. Esto, como buena cristiana, lo reconoce ella, no como un crédito personal suyo, debido a sus propios merecimientos, sino como una generosidad más de la Providencia Divina. -¿No cree usted incompatible en una mujer la carrera de derecho con el cuidado del hogar? -No, ciertamente. Porque una abogada es más inde1pendiente y tiene muchas más horas libres que una maestra, por ejemplo, o una enfermera. Y, sin embargo, ¡cuántas maestras y cuántas enfermeras son un éxito en su profesión, y no por eso son malas esposas, ni madres desnaturalizadas! Mi última pregunta: -¿Cuál es su más alta ambición? ¿Ser magistrada, presidenta del senado, o vicegobernadora? -Nada de eso: mi mayor ambición es ser útil a mi Dios, a mi pueblo, y a mis viejos en el hogar, dulce hogar ... JU ANITO. El desagradable olor de la transpiración puede contra~ rrestarse. Y es mi.:1~ho mejor quitarlo que tratar de NEKO:' EL t GENUINO JABON t GERMICIDA 8 I~---disfrazarlo. · Usted puede fácilmente librarse del olor de la transpiración mediante NEKO--el genuino J-a.bán Germicida-porque NEKO limpia la piel y neutraliza el olor en donde se origina. PARKE, DAVIS 8' CONIPAAIA Detrolt &. New York, E. U. A.