Nuestras entrevistas

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Title
Nuestras entrevistas
Language
Spanish
Year
1930
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
NUESTRAS ENTREVISTAS A las alhajas de Isabel la Católica debió el Nuevo Mundo su descubrimiento. A los lunares que tiene esta otra Isabel en el rostroy son sus mejores preseas-deberá algún. dia la mujer filipina el de~cubrimie~to de nuevos derroteros: en: el .P'?rvenir. Y decimos esto, porque esas dos magnificai:; perlas negras, o. dos lágrima~ oscuras de pena, que esplenden sobl'e el terciopelo oro y grana de su mejilla derecha, le han abierto a la mujer filipina las puertas de la La primera ei; nuestro tribuna·) supremof ante el que ella fué la primera en comparecer personal. mente, ·como- abogada; y h. segunda es la celda de la muerte en Bi· libid, donde también fi.lé· ella la primera muj~r en entrar y presenciar una E>jecución. Esos dos lunares son. el vivo reflejo de su carácter: e 1 uno se llama ·franqueza; y el segundo firmeza. I:.ejos de rec·3.tai'se de ocultarse donde na,. die los pudiese dtsctiDrii·,· se ·han· asomado a su cara abierta. y despej• da, como r.ielo sin nubes, invitando la ·admira~iQ.n o el reproche públicos. La última de las actuaciones forenses de est9. . joven abogada, de famiila de abogados- su espo:-;o, su padre político, un cuñado, una cuñada y otra concuña son todos abogados---que le han puesto en la ciclópea pupila pública, fué defendiendo a la madre sin marido y a la hija sin padre, que se atrevieron a exponer sus agravios. en el templo de la justida, y reclamar u'n m~nQrugo. Isabel Arlacho de Ocampo de pan del hombre que las había abandonado. ¡Hermosa defensa la suya, sobre .t9<1o, sabiendo que sólo la hizo en aras de la caridad cri~tiana y de la fraternidad femenina! Isabel Artacho de Ocampo fué la abogada que afrontó cuatro centurias de Tradició~ y de Prejuicio, murallón soberbio tras del cual se había pa.rapetado el dem~mdado, para negarse a reconocer en su hija natural el derecho al pan y a la vida, que sus hijos de matrimonio legal dh;frutaban. Ya saben todos en qué forma decidió el juez sentenciador '3.sunto tan deli. cado·... triunfó en toda la línea y con ·eua la causa de los huérfanol'! de la ley! •. . "' Hallárnosla en su despaclio de abogada de una empresa automovilistiM, importadol".a de esos flamantes artiJugios del síglo. p a- r a correl,l y para correrla. .. según ex. presión corriente. Vestía traje prieto de celanP.s rameado y claro quei c~ñia y desceñía sus morbideces. Su sílueta de mujer elegante y muy de hoy se recortaba como una nota alegr_e, un rayo de luz o u na ·rosa de mayo, en el fondo gris de la ofic'ina a_nónima, e idéntica a mil otras oficinas de la ciudad. - ¿Cómo se hizo abogada? -Por accidente. Mi suegro se empeñó en que una de mis cuñadas, Rosario Ocampo, se hiciel'a ab:og~pa, . cotno ~u~ J'¡erm·an9s. Y ~orno . el ser alumna de Derecho no le autorizaba a bajar de casa sola por las noches, mi concuña Rosenda Villaromán de Ocampo y yo solíamos acompañarla a sus clases nocturnas. De tanto ir a la escuela, sin hacer nada en ella, una noche se nos ocurrió a las dos acompañantes, matricularnos también para matar el tiempo. Así fué como un día nos vimos las tres juntas luciendo la toga de abogadas y cada una con el título bajo el brazo .... -¿No es su sexo una rémora para el ejercicio de su profesión? -De ningún modo. Por el contrario, la experiencia me ha. demostrado que el ser mujer e~ más bien una ventaja, aun en las v;istas, por las consideraciones que el abogado contrario, y aun el mismo juez, suelen tener con nosotros, por deferencia al sexo débil. -¿No tembló usted un poquito, cuando Su pri-· mera comparecencia ante la corte suprema? 1-Estaba ligeramente emocionada, nada más. Pero ¿temblar? ... Siempre que me venían ganas de escabullirme, yo me rehacía, pensando en que también el juez o el magistrado que tenía delante, habl'Ía pagado con seguridad el precio de toda novatada. Que me h3.ya equiVocado o pueda yo equivocarme, no me altera. Porque ¿quién no se equivoca en este mundo? Su voz queda, sus ademanes insinuantes, llevaban un acento de convicción y de energía tal, que oírla era creerla. Y si fuéramo:; juez, lo menos que podríamos decir es que, seguramente, se nos caería la venda de los ojos .... -¿Cómo pudieron enviar a la silla eléctrica a Pedro Durante, defendiéndola usted? -Porque el infeliz me cerró toda defensa, declarando contra sí mismo. Recorda.rá usted que pagó la pena capital, porque fué convicto de asesinato, por matar a otro preso, mientras cumplía condena por homicidio en Bilibid. En el juzgado de l. a instancia, donde le defendió otro abogado, admitió que el cuchillo era suyo y que lo habla tenido guardado du.rante mucho tiempo, en espe1·a de0 la ocasión propicia. Admitió también que babia atacado a su víctima por la espalda. En dos palabras: que hubo premeditación y alevosía. Otra circunstancia agravante: la reincidencia. La única atenuante de que pude echar mano, cuando llegó el asunto a la corte, fué su analfabetismo .... -Y ¿tuvo usted valor para presenciar la ejecucién de su defendido? -Me lo pidió él como una gracia última. Mi propio marido me prohibió ir. Pero mi conciencia no me hubiera dejado tranquila, de haber desatendido aquel postrer ruego. . . Fué una lucha sostenida entre mis sentimientos femeninos y mi deber de abogada.· Por fin triunfó este último, y so pretexto de ir a la oficina, fuí a la celda de la muerte. Allí, mi defendido, encapuchado y negro, me dio las gradas por cuantos esfuerzos hice por :::alvarle de la silla, primero en la corte, luego ante la junta de indultos y ante el mismo ejecutivo. Estuve a punto de llorar. Más, cuando el reo balbuceó aún palabras de excusa a.I fiscal que le había enviado a aquel sitio. Para no sentirme débil, tuve que salir afuera, ·y desde una ventanilla presencié el final del drama. -A la luz de esa experiencia, ¿aconsejaría usted a la.s de su sexo a seguir la carrera de Derecho? -Sí, porque si sobran hombres en la profesión c!e leyes, faltan muchas mujeres, que, ya ante los tribunales, o en los escaños de la legislatura, cuando les llegue la hora del sufragio, puedan defenc!er los derechos de su sexo, o votar por la refo1·ma de muchas leyes leoninas, que convierten actuahr..Ente a los hombres en una casta privilegiada e intangible ... -Perdone usted-le preguntamos por último: -¿es usted divorcista? -¡Soy católica, apostólic8., romana! JU ANITO. DESTRUYE LOS GERMENES Conserve sus uñas escrupulosamente limpias con NEKO--el genuino Jabón Germicida.. Uestruye los gérmenes más persistentes. ÜKelo para el baño. NEKO neutraliza por comrleto los olores del cuerpo-y deja la piel limpia y fresca. PARKE, DA. VIS &. COMPA~fA Detrolt &. New York, E. U. A.