Nuestras entrevistas

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Part of Excelsior

Title
Nuestras entrevistas
Language
Spanish
Year
1930
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
En mitad de la est"alera, sale a ricibirme el 11peligro amarillo," en forma de un chow.dog, o perro chino, que me mira con unos ojos recelo. sos, me olfatea a su gusto, para soltar después un gruñido feo, que me conmueve las piernas . . . -¡Eh ... ! -Pase usted. No muerde-me anima a subir una niña, desde lo alto.-Psst .. . Pego, quieto . Pego, ¡mira que te pego! -Bueno, a mí no me la pega--digo para mi americana, haciendo de trjpas corazón. El caso es que no me muevo de mi sitio. Porque el pegajoso Pego se pega con demasiado Me dan unas ganas de interceder por él! El pobre Pego, después de todo, tampoco hizo otra cosa más que cumplir con su deber. Pero me acuerdo del clásico proverbio: u¡a caridad bien entendida . . . " Y aun me quedo con un motivo más de acción de graeias al Creador qtie iluminó la mmte del inventor del bozal canino. Todas est&s reflexiones me las hago, mientra! espero la aparición del objeto de mi visita, la Srta. Maria Iglesias, a quien su mamá acaba de pasar aviso. La habitación ~n que me encuentro es una antigua casa de Intramuros. De las vetustas paSrtas. María, Patrocinio y M0tttserrat Iglesias. apego a mis piernas. Por fin, baja la niña a cortar tanta familiaridad embarazosa, interponiéndose entre el can y ~n servidor, que sólo va a cumplir i·eligiosamente con su deber, en pleno Día de Acción de Gracias. Sospecho que el terrible Pego quiere darse un festín de ucama·rón cocido", a cambio de un pavo asado, a cuenta de la festividad del día. Afortunadamente, los habitantes de la casa, empezando por Ja. madre, doña Evarista de Ja Rama, hacen todo lo posible por hacerme olvidar las intenciones poco cristianas de su perro, cu· - dándose muy bien de montar, como primera pro· videncia, un bozal de aspesto inquisitorial, so. bre su hocico de osa .. . redes cuelgan cuadros de paisajes luminosos, que re,presentan verdes boscajes cielos azules y lagos trasparentes. ¡Cuadros de inspiración ideal y ejecución m8.ravillosa, que se dirían ventanales claros y rientetJ, por los que el alma encerrada en el marco adusto de Ja eiud:a<:l pud"iese asomarse al campo a todas horas, y comulgar constante.mente con los eSplendores de nuestra pródiga naturaleza tro· pical! Del dintel de una puerta que se abre a una habitación inte;rior cuelga. una jaula verde, donde tres palomas torcaces, de las llamadas bltedU¡g heart (o "corazón sangrante,'' por la .:mancha roja que adorna Jos plumones de su pecho~, se arrullan y consuelan mutuamente de su libertad perdida, o acaso se cambien confidencias y se cuenten cuitas de amores idos ... En un ;florero sobre la mesa, al calor del la siesta filipina, cabecean en sus tallos tres o c•tro mirasoles. Si no viene a tiempo la Srta. Iglesias, temo convertirme en otro mirasol ... Por fin, con pasos lentos y quedos, aparece ante mí la joven pintora, sobre quien el decano de Bellas Art.es D. Fabián de. la Rosa ha . izado el palo bandera dé sus legítimas esperanzas, portando en lo alto la dulve eucaristía de sus pupilas melancólicos. Viste un sencillo traje blanco de casa, sin más adornos que unas motitas amarillas¡ sobre un cuerpo aspirituado, sin relieves casi. Su cabellera peinada lisa y llanamente hacia atrás no tiene un solo rizo. Todo es en ella. natural. La química, la electricidad, el artificio, en fin: le cuajan a ella como dos pistolas a un Cristo. Viéndola sentarse reposada y humildemente delante de mí, con las manos cruzadas Y una sonrisa escurridiza, nadie atribuiría a la magia artística de sus manos exangües la maravilla de luz y de colores que irradian los paisajes que nos rodean y que parecen reflejar el resplandor interno que palpita dentro de su exterior apagado ... -¿Es usted realmente la que ha pintado todos ·esos cuadros'! · -Sí, señ.or. -¿Cuál es su predilección: el paisaje o la figura! -Me: gustan ambos. Lo primero me proporciona las escapadas al aire libro, me abre las puertas de la. naturaleza, Y lo segundo satisface mi afán de estudio de la psicología humana, porque al retratar una figura en el lienzo, no basta coger el parecido, hay que saber darle expresión, hay que sacarle el alma fuera ... -Entonces, ¿pinta usté también d~nudos! -Indudablemente. Es impreseindjble en el e81'udio del arte. -Para usted no es, pues, importa el de.snudo. -Dyde el punto de vista artistico, no. -Luego, hay arte en el desnudo. ¿Qué me dice usted, pues, del proyecto de ordenanza Herrera, que prohi~ el semi-desnudo femenino en las tablas y en la playa? -Que es una simpleza. Supóngase q~ ya se ha desterrado lo que hoy se conoce por el traje de baño, ¿qué resultará? La vuelta al viejo tapi-tapi y los calzones cortos, que una va mojados son mucho más indecentes que lo otro ... -¿Y en el vaude't'Üle? - Yo he presenciado varios programas de. él, y francamente, quizás por· la costumbre de ver la misma cosa, no me ha producido ningún efecto desagradable. -Bueno, hija-interrumpe la madre desde la otra mesa, en que se halla bordando apaciblemente-a ti quizás no te produzca el =ude'llille e;feeto desmoralizador alguno; pero me parece que para los menores de edad es un espectáculo bastante fuerte ... -Pues que se prohiba la entrada de los menores en el teatro, como se prohibe, al parecer, en los ca.baTets. ¿No le parece, señora? Doña Evarista se da aparentemente por convencida, porque deshaciéndose del hilo de nuestra conversación, vuelve al hilo de su labor propia. Porque esta mujer de cabellos plateados es también una artista de la aguja.. La aguja, en sus manos, desde hace un «iuinto &t siglo que enviudó, se ha convertido en la varita mágica, que con ser tan diminuta, ha venido sosteniendo a la familia., así como la educación de las hijas. María me muestra tocada de legítimo oi"gullo, unos cakl.dos bor(l.ados a máquina por su madre, que son verdadera filil'ranas de arte y de gusto exquisitos. -¡ Bésoos las manos divinas, señora l La hija me cuenta que apenas cursó el segundo año de High. se.hool en el colegio de Sta. Isabel, tuvo que dejar los estudios, para ayudar a su mamá en el 1Jaller de bordados y confección de trajes de mestiza, que ésta puso en la avenida Rizal, con el nombre de cEvarista de la Rama and Co.> i:lla y sus dos hermanas menores Patrocinio y Monserrat. Luego, gracias a la acogida que tuvo la madJ'P. como modista, María pudo dar rienda suelta a sus aficiones de niña," terminando en cinco año:-, ganando cinco medallas, un curso de pintura en la Escuela de Bellas Artes. Monserrat marc·hó a Milán par"a estudiar el canto y volvió convertida en profesora del Conservatorio. De ella se hizo lenguas Miguel Fleta, cuando vino, como artista y como mujer. Patro por su parte, es profesora de piano. Tres hermanas, profesoras, modelos de hijas, que se dirían las "Tres Gracias", por sus virtudes estéticas y moral<¡s. Estoy, pues, entra una familia de verdaderas artistas todas ellas, cada una distinguiéndose en su género. María termina confiándom·e sus planes para el iuturo: está preparando actualmente una exposición particular de cuadros, esperando completar su número muy pronto, para ezhibirlos en el Casino Español; y la próxima beca filipina en la Escuela de Bellas Artes de Madrid, se la han prometido a alla ... -¡ Qué lástima que no fuera hoy mismo! Con las ganas que tengo de viajar! La artista calla y se cieran sus pupilas tristes de sol. . . JUANITO.