Dia bohemio

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Part of Excelsior

Title
Dia bohemio
Language
Spanish
Year
1930
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
--------x ------------x --------x DIA BOHEMIO x-~x ------------· x------Desde que 3meneció el Domingo, 28 del actual, ~e saturó el ambiente de una alegría sana, tonifi('ante, contagiosa para todos los socios del «:Bohemian Sporting Club», que no ha muerto sino que está en estado latente nada más, formado al calor del formidable equipo de futbol que defend!ó ~us colores con tal «Verguenza deportiva», que durante catorce años consecutivos fué el campeón invencible e indiscutido de Filipinas. Y no era para menos. Celebr3ban el vi,;~ésimo aniversario de su fundación, con ·una opípara comida, una gran bec·errada y un baile por último en Ja hermosa casa recientemente adquirida por el ex Presidente del Club, Don Florencio. Gon-. zalez Diez, situada en la c3!le Robert, Pasay. Omitimos, para no hacer interminable esta reSeña, los chil"peantes y regocijados coment-3.rios que sobre el programa de las fiestas se publicaron previamente en loR periódicos de la lo.aalidad, y nos metemos de lleno en nuestro reporteril menester. Pero antes hemos de hacer una declaración, todo lo solemne qqe ustedes quieran: fuímos, hemos sido y continu·aremos siendo «:bohemios» de lo más rancio que darse pueda. Así, si en los oídos de alguno de los que nos lean suenan a excesivamente calurosos los comentarios que hacemo¡;; a continuación, ¡puede rebajar de ellos cuanto le plazca, pero al hacerlo se habrá engañado a sí mismo, porque todo cuanto decimos no es más que reflejo mínimo de la realidad. LAS REGATAS-EL ALMUERZO. Con la maravillosa puntualidad bohemia, a las 11 :00 de la mañana nos hallábamos reunidos más de 70 !"ocios y algunos-muy pocos-invitados. Estábamos en nuestro elemE'tlto. VOivíamos -a ver viejas caras de antiguos, sirr.¡páticos y auténticos «buhayas», rebosando de alegría y satisfacción, dispuestos a pasar un buen rato, recordando «aquellos tiempos», mejoreR, l"Ín dit'lputa alguna, que los actuales. Animación general; frases y comentarios que estallaban como cohetes, joviales, afectuosas e intencionadas, y entre todos, sin diferencias de «clases» y de «disponibilidades», la más perfecta y cordial camaradería bohemia, que no tiene aquí ni quizá en otras partes comparación ni equivalencia. Huelga decir que desde los primeros momentos la seriedad, esa estirada y antipática señora, huyó despavorida, para ceder el puesto a la más franca alegría. Y dió comienzo la anunciada regata de b'!llandros, ¡piloteados por bellas señoritas, que no vimos, i!JOrque ·nos distrajimos oyendo a «Españita» dando ante un corro de ingenuos «buhayas» todo un cursillo de taurom-aquia sobre cómo debía ser capeado «Cuadrígemino», «reparao» del ojo izquierdo y con un par de pitones que metían miedo. Lamentamos nuestra distracción, porque de lo contrario podríamos ahora lucirnos haciendo toda una estampa marinera. Y lo peor del caso, es que ni s:iqueira tPUdimos tomar nota del nombre de la bella señorita que resultó vencedora. Poco después y ya solos los hombres, j'll la mesa! Uno tras otro fueron pasando los suculentos platos del escogido menú, a los que se hicieron los debidos honores, y la animación y el bullicio y la alegría en «crescendo», sin que decayera un solo momento hasta que llegó la hora del tan esperado y comentado acontecimiento del día ... i LA GRAN BECERRADA! Tarde de sol, de ese clásico sol de las grandes fiestas taurinas. El ruedo era todo él un gran disco de luz, o si lo quieren en otra forma, un «duplicado» del sol. Entre socios e invitados a la becerrada, pasaban ya. del par de centenares. La alegría y la espectación eran generales. ¿Darían juego los becerros? ¿Quiénes eran los «mataores»? Pronto se iba a saber, y sin embargo, la imp·lciencia era enorme. En la ámplia galería de la casá., artísticamente adornada, un deslumbramiento de mujeres hermosas, tocadas con el triunfo y el alarde de la preciosa mantiUa española, daba la nota más brillante de color y de bellez·a que imaginarse 1 pueda. Por ver solo aquel cuadro, bien valía la becerrada no una misa, sino varias. La espectación y la alegría llegaron -a su «clímax», como diría un reportero estilista de los que por aquí privan, al Hegar las madrinas de la becerrada, las bellas y d~stinguidas Srtas. Luisa Fernandez, Nuchy Sanz, Mary Case, Asunción González, Trinita Gonzalez, ·Celia Marcaida y Blanquita Danon, ataviadas también con la mantiUa española y que en varios automóviles adornados hiciéron el largo trayecto que media entre la. residencia del Sr. Gonzalez Diez, en la calle Legarda, donde se reunieron, hasta la calle Robert, Pas'lly, despertando su paso por las calles murmullos de admiración por su gentileza y hermosura. Armaclá, A. R. Padin, M. M . de Cos, F. Montes, y J. Rc1mfrez, y lcis dos enfermeras, Sres. Luis Esteban Anguitu y Julio Gonzalez, antes d'e dar 1 cn111icnzo la becerrada. Aspecto que ofrecían fos mesas i11staln.dns rn los jardines de la casa dm·ant'e el alm11eno en .el que reinó fo mayot· nlegría. El 7H'imcr l1ccerro. Un lun"e dr rílpíl. f¿f/S 'Jellas Madrina.a de la Bccen·ada, Srtas. B. Danon, M. Case, L. Fernandez, T~ Gonzalez, N. Sanz, A. Gonzulez, L. Sanz y C. Ma·rcaicUr, con los Sres. J. Trcsgue.rr(lS, C. At'l'ictri, Y. 1'11101;· - F.Xl '. f.l.SJOll (O,·rj:i.J 1 El Si·. P<tdin. en otro lance d<J cava en la lidia 'dC:' segundo. becerro . • Un te11clido de sol ocu1md·o vor regocijados bciemios, que estaan dispuestos a egar al «hule» l menor descui· - ·de los mataVean las q11e l.n !iun. De pronto, a los castizos sones de l:l marcha torera de cEl Gato Montés», entró en el ruedo e hizo el lucido paseo la cuadrilla formada por los Sres. A. Ossorio, Jefe de lidia, G. Ramirez y .Joaquín Tresguerras, Matadores, I~idoro Armadá, Federico Montes, Manuel M. de Cos, Carlos Arrieta, José Mantecón y Francisco Ranero. Detrás de la cuadrilla, venían das lindas y descacharrantes enfermeras, vulgo «nurses», 135 bellísimas «castigadoras» Luisita Esteban y Julita Gott.zalez, dii::puestas a 1Prestar sus caritativos servicios y a echar un capotazo si se terciaba el caso. El primero de los dos bichos lidiados, un berrendillo muy «:s::ilao», con 25 cnetímetrcs de r!Ornamenta, s111ió del toril un tanto huid:zo. acuciado por la querencia del lejano pasto; pero en cuanto vió los trapos rojos, se le contagió la ale-' gría del público, y se fué derecho al bulto, con lo qu'e el jefe de lidia, mahdores y peones desarrollaron sus maravillosas aptitudes de agrimen~o1·es, midiendo el suelo repetidas veces. Repuestos pronto de las 1 primeras acometidas del berrendillo, hicieron todos una faena lo más torera posible, que fué premiada con muchas palmas, luciéndose con la capa el jefe de lidia, que dió una medfa verónica tan ceñida que fué'cogido por el astado, sin otras consecuencias, afortunadamente, que el consiguiente batacazo, y haciendo el Sr. Ramirez una breve faena de muleta, con la que dió toda clase de pases-naturales ayudados por alto y por bajo, etc.-pasaportando al bicho de una corta delanterilla y un sablazo algo atravesado, completamente hi¡potétic"3s, El segundo becerr~un «monumento», con no sabemos cuánta::; libras de peso y un par de pitones más largos que un día sin sol-salió disparado y con la manifiesta intención de hacer €:pup3.». Pero allí estaba la cuadrilla decidida a pararle los pies, y aunque menudearon de nuevo las caídas todos cumplieron como buenos, ha. cieñdo el Sr. Tresguerra, a quien le tocó matar al bicho, una magnífica faen-3. de muleta y despachando a su enemigo en igual o parecida forma que su compañero, el Sr. Ramirez, al suyo. Durante la lidia de los dos becerros, hizo de Don T-3.credo el Sr. Ranero, con una sangre gorda y un valor que admiraban. Bueno: la verdad sea dicha: que a un señor que metía a Jos becerros en el toril a fuerza de puños, le llegaron Jos bichos a cobrar respecto, que si no. . . Le hubiera p-3sado lo que a Jos cuatro «suicidas ... , nuestros amigos los Srel'i. Isidoro Armada, Totón Mascuñana, C&rlos Montes y Eduardo Ros, que sentadoS alredor de una mesa, -31 parecer con la mayor de las tranquilid·ades y haciendo de tripas corazón, en cuanto tuvieron al segundo astado a su vera, salieron como pueden ustedes imaginarse y vimo~ nosotros. Nos hemos «colao»; hubo una sola excepción: Ros, que continuó imperterrito en la mess, pero fué, como él mismo dice y reconoce, porque se quedó de una pieza por la emoción. . . del triunfo! Un señor ·americ&lllo se ~intió émulo de su paisano el famoso torero yanqui, Franklyn, y se lanzó ex1 .,ontáneamente al ruedo a cuerpo gentil, con el consabido resultado: que el becerro le dió un formidable achuchón y que :illá fué rodan'do por el suelo el buen hombre, que se salvó milagrosamente de un serio de:o:.calabro. Se distinguieron como «corredores», dignos de figurar en olimpiadas internacionales, Federico Montes, Isidoro Armadá, Carlos Arrieta, Alonso Rodriguez y otros que no recordamos en este momento. La intervención de las simpáticas "nurses», oportunísima, aunque hubo momentos en que pareció que las socorridas iban a serlo ellas, por sus «espantás» ante la proximidad de los cornúpeto~. Y para termh1.ar la reseñ:1 de la becerrada, pálido remedo de lo que es la fiesta del valor y de la gracia, diremos que no hubo ninguna salida a los tercios, ni ovación, ni oreja, ni vuelta al ruedo, por la sencilh razón de que nuestra benemérita y celo&a «Sociedad Protectora de Animales» ¡prohibió en abio:oluto que se diera a los &!';tados visitantes ni el más ligero •metii:;aca» con el más insignificante de los aliferes. En fin; una tarde de sol, de alegrh. sana, tonificante, contagiosa, y una fiesta que ha dejado a los que tuvieron la suerte de presenciarla un gratísimo recuerdo. Terminada la becerrada y como fin de fiesta; en los salones de la ca~a adornados exquisitamente e iluminados profusamente, se inició el baile, al que asistió un nutrido plantel de las señoritas más hermos~s de Manila, y duró hasta las 9:00 de la noc-he, reinando en él la mayol' animadón . Contentos estamos los bohemios con las fiestas de nuestro «Día», que han sido una hermosa realidad gracias al entusiasmo del Sr. Florencio Gonzalez Diez, «alma» y propulsor de ella~. secundado eficazmente ;por lo~ Sres. Jcaquin y Santiago Carrión y Je~ús Cacho, que pusieron p·ersonalmente toda la carne que hizo falta en el asador y con los cuales tenemos contraída, por tal motivo, una deuda de gratitud. Si el « Bohemian S¡porting Club» despierb del eStado latente en que se halla, a ellos se deberá, pues han ~abido tocar el «trigemino» de nuestros dormidos entusiasmos ... UN BOHEMIO