Limaduras

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Part of Estudio

Title
Limaduras
Language
Spanish
Source
Estudio Volume III (Issue No. 57) Febrero 2, 1924
Year
1924
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
Febrero ESTUDIO 2, 1924 LIMADURAS . .:-•,._ '~ ~'~"/ ,. )J))~rm.ij~(Í¿. ~Y'~;..IJl:~ {.~ @, AS organizaciones católicas son r~] L ~,'f imprescindibles en la vida mo11 • -dema de la Iglesia. No es posible t\~.. S; luchar aisladamente. El periodo 1 /. ~. de los combates singulares ha pa,; ,~~·.,~.',.. sado a la historia. En ésto todos Tc~' •·::i.1<;~7 estamos acordes. La dificultad ~ .):;"f'fi.! •• t~, t "M'}~'i consiste en hallar la forma espe/;' . t' ·~ cífica ele un orgamsmo que sa isfaga plenamente las necesidades sentidas en la actualidad por todos, y en selecciona~· .los elemen~os que le han de constituir. Dos cond1c10nes esenc~~­ les para proceder con corcl~r~ y te~er probabilidades de realizar labor positiva y fecunda. -Los medios deben estar en armonía con el fín intentado. Pretendemos establecer el reinado de la civilización cristiana en Filipinas; cEanto pueda contribuir a la estabilidad y al incremento del espíritu católico, tiene derecho a nuestro aprecio. -Hay prelación entre los medios. El tino para preferir los mejores y más eficaces, es recomendable en extremo. Entrar por todo, a carga cerrada, es condeñarse de antemano al fracaso. -La preparación de la juventud para el apostolado ocupa lugar preferente. -Es uno de tantos tópicos que, en fuerza de ser repetidos, acaban por acatarse como principios de evidencia inmediata. -Porque radican en lo más hondo de nuestra psicología y se imponen con fuerza ineluctable a la inteligencia humana. -La psicología a que te refieres, debe ser nuestra exclusivamente. -Es de todos los hombres que saben ponderar los hechos e investigar las causas a las cuales están subordinados. La conquista de la juventud asegura el triunfo del porvenir. -Bien está que cuidemos de lo futuro, pero el instinto de conservación nos previene contra el olvido de lo presente. Y para garantía de lo actual, los soberanos Pontífices han indicado otros procedimientos diferentes de los que defiendes con tan señalado empeño. -Me permito dudar de la exactitud de tus afirmaciones. Los supremos Jerarcas de la Iglesia piensan seriamente lo que dicen. Sobre todo, cuando intervienen los intereses permanentes de los hombres. -Harto fácil me sería acotar multitud de testimonios de la Santa Sede demostrativos de tesis que sustento. Sin embargo, me limitaré a recordarte una anécdota contada por toda la prensa del mundo católico y que dice relación al asunto que nos preocupa. El Pontífice de santa memoria, Pío X, conversaba, en cierh ocasión con varios Cardenales, acerca ele la situación en que se encuentra el mundo. Y, al llegar al capítulo de los males que hoy nos afligen, interrogó a sus interlocutores por el remedio que ellos estimaban más conveniente y eficaz para salvar la sociedad. Uno de los cardenales contestó: Levantar escuelas católicas.-N ó, dijo el Romano Pontífice.-Multiplicar las iglesias y los lugares del culto divino. insinuo otro Príncipe de la Iglesia.-N ó, insistió el Papa.-Activar el reclutamiento sacerdotal, añadió un tercero.-Tampoco; dijo Pío X. Lo que es ·Vol. 111 · -6 más necesario, terminó el Santo Padre, es "tener en cada parroquia un grupo de católicos láicos, ilustrados, resueltos ,intrépidos verdaderos apóstoles del catolicismo". -Que es precisamente lo que intentamos con la organización de la juventud filipina. -El propósito es digno de los mayores encomios, pero el fracaso será inevitable. La juventud moderna carece de ilustración, es enteca y raquítica, vive consagrada a frivolidades y devaneos y está radicalmente incapacitada para el ejercicio sublime del apostolado. -Algunos jóvenes no constituyen la junventud. El tacto para seleccionar aquellos elementos que reunan condiciones a fin de acometer vigorosamente y llevar a feliz remate la proyectada empresa de redención popular, ha de ser atributo sustancial de quienes se consagren a la creación de núcleos de acción social y religiosa. En esta clase de obras, es de capital importancia, al principiar sobre todo, escoger bien el personal, anteponer la calidad a b cantidad, elegir, en una palabra, los jóvenes más discretos, más racionales, de natural dúctil y maleable, que no rechacen el control y la dirección que ha de servir para mantener vivo y fecundo el organismo que se proyecta formar. -La necesidad de personal selecto es una de las principales razones en que me apoyo para desconfiar de los resultados prácticos del apostolado juvenil. Es harto dificultoso encontrar en todos los pueblos un número de jóvenes, con las condiciones arriba indicadas, que puedan constituir el grupo de seglares, indindo por el Sumo Pontífice, como la necesidad más urgentemente sentida en todas las parroquias. -En términos generales, hacia la juventud debemos dirigir la proa. Sus condiciones psicológicas de optimismo sano y confiado, de abnegación sincera y de entregamiento sin torcidas intenciones y sin reservas mentales; su corazón, virgen aún de ese espíritu calculador y meticuloso que todo lo somete a la balanza del interés personal o de los resultados tangibles e inmediatos, son postulados de incalculable valor en l:i solución del gran problema que nos tortura. Téngase además presente que el carácter del grupo juvenil, constituido en las diferentes parroquias, puede ser distinto, en cuanto a la forma, si bien debe estar siempre animado por el amor de un mismo ide::tl. Habrá pueblos en los cuales no será fácil encontrar jóvenes que se presten a constituir un círculo de estudios, por ejemplo, pero que no opondrán resistencia ninguna a entrar en una sociedad deportiva. El nombre es lo menos importante; reúnanse algunos jóvenes, aunque sean pocos; búsquese el aglutinante más conveniente y más simpático que sirva para mantenerlos unidos y contentos; hágase acopio considerable de paciencia, de longanimidad y de perseverancia y, después de algún tiempo de labor sistemática, el grano de mostaza se habrá convertido en árbol rozagante, lleno de flores y colmado de frutos. -Condiciones poco menos que imposible. La perseverancia, sobre todo, es una virtud desconocida en estas latitudes. -Lo que mucho vale, mucho cuesta. E. L. FERREIRO. Núm. 57