Aglipay suspenso

Media

Part of Estudio

Title
Aglipay suspenso
Language
Spanish
Source
Estudio Volume IV (Issue No. 81) Julio 19, 1924
Year
1924
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
Julio ESTUDIO 19, 1924 ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ 1 ¡¡¡AGLIPAY SUSPENSO!!! 1 ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~-~~ Dice el ex-cura Aglipay: Dijo el sapiente Ampere: "La creación del rnundo contada por el Génesis es un cúmulo de absurdos científicos". "Las observaciones Geológicas recientes concuerdan perfectamente con el Génesis". Escribe el nesciente renegado : Dejó escrito el inmortal Cuvier: "Con los admirables progJ"csos y descubrimientos de la Ciencia moderna, la Biblia resulta en flagrante contradicción con todas las ciencias". "O Moisés tenía en las Ciencias una instrucción tan profunda como la tienen los sabios de nuestro siglo, o estaba inspirado". va de historia. Allá por años de 1760 se aficionó cierto peluquero, por nombre André, a las aguas de la fuente Castalia y aeertó a escribir una tragedia en cinco actos y en verso, escogiendo para encabezamiento de la obra uno de los más truculentos fenómenos sísmicos de la historia: "El terremoto de Lisboa", el cual produjo por ventura en los coetáneos sensación tan espeluznante como causó hace un año en todos nosotros la catástrofe del Japón. El nuevo devoto de las Hespérides, nada medrosico ni desconfiado, quiso ganar para la criatura un padrino de campanillas, no porque pusiera en tela de juicio la realidad de su talento poético, sho porque entonces, como ahora, equivalía a esperar mangas de un cogonal, suponer la posibilidad de ingresar en el templo de la Fama, a menos de llevar por "cicerone" a alguno de los afortunados moradores de las laderas del Helicón. Entre los ilustres clientes del peluquero se contaba el cínico Voltaire, el cual anduvo en las postrimerías de su vida algo alcanzado de cabellera y hubo de someterse al tratamiento del famosísimo "Maitre André", y como el prestigio literario del Patriarca de Ferney hubiese a la sazón adquirido celebridad mundial, al amparo de su renombre pensó salir a la plaza el poeta ternecico, seguro de conseguir la incondicional alternativa de la multitud. Empuñó la pluma sin vacilaciones y emborronó la siguiente epístola de un tirón: "Al perínclito y voceado poeta señor Voltaire. Querido compañero: Un escolano novicio en el arte de la poesía se atreve a dedicaros su primer trabajo, habiéndoos conceptuado siemure entre los más célebres, por las pomposas producciones que habéis dado y dáis diariamente a luz. Tendríame por afortunado si os dignáseis arrojar una guiñada sobre esta pequeñez, favoreciéndome con el menor de vuestros recuerdos. Creería faltar a mi deber si no os recrnociera por maestro. Si acaso me otorgáis vuestro apoyo, yo prometo, ajeno de todo anocamiento, publicar sin cesar vuestras alabanzas y dar en todo lugar testimonio de lo agradecido aue estaré a tanta bondad. Señor y querido compañero, vuestro humildísimo y aficionado servidor. ANDRÉ . Cayóle muy en gracia al viejo Arouet ese cómico "compañerismo'' y decidió no defraudar las legítimas esperanzas del protegido de las Musas, que por una de esas iniusticias de la fortuna se g-anaba la vida honradamente adornando las cabezas ajenas, cuando podía dar muy ¡:;entiles pruebas de las mil bellezas encerradas en la suya y contestó muy holgadamente a la misiva de su peluquero con otra que debió de satisfacer muy poco al escritor novel. Ocupaba el contenido cuatro páginas muy cumplidas. pero en todas ellas no había sino un solo concepto repetido hasta la saciedad: "Maestro André, haced pelucas; haced pelucas, M:iestro André; haced pelucas, pelucas y pelucas, siempre pelucas y nada más que nelucas". Lo cual no venía a ser en definitiva sino un modo muv francés de rf'netir h lección que diera al osado zapatero el más célebre de entre los pintores de la antigüedad, f'Uando lP recomendó no meterse a crítico de arte, como sus conocimientos se limitasen al manejo del cordobán. Hé ahí lo ocurrido al peluquero de Voltaire. Pero la historia se rPpite con sorprendentP similitud. Y el renegado AGLIP A Y, émulo del remendón de Apelés, uno de los hombres más IGNORANTES de cuantos ciudadanos de carrera conocemos f'n todo Filipinas. desconocedor dP las voceadas conquistas de las Ciencias, ayuno de las opiniones de los sanientes de fama mundial sobre la maravillosa armonía de los más recientes descubrimientos científicos v arqueolóQ'if'os con los atPsfados de la Biblia, el NESCIENTE AGLJPAY osa met0 1· baza en discinlinas nnf' NUNCA ESTUDIÓ. AGLIPAY. ese obispillo teatral. NO CONOr,E las obras científic!>s rl~l SABIO AmnP,rP. AGLlPA Y, el apóstah ilocano, NO HA LEIDO los trabaios científicos d1>l SABIO Cuvier. AGLIP A Y incurre en contradicción con Amnere. Cuvier v cuantos sanientos han hablado de la creación dPl mundo. AGLIPAY es, pues, un IGNORANTE. En c11ak1uiera de las Ciencias por él citadas, AGLlp A Y sacaría SUSPENSO. ¡Y ese es el cabecilla de la iglesia filipina independiente! ¡Cómo serán los demás! ¡ Valiérale más a Aglipay seguir el consejo de Voltaire a su peluquero André ! Q. LATA. Vol. IV -5- Núm. 81