Catolicos

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Part of Estudio

Title
Catolicos
Language
Spanish
Source
Estudio Volume IV (Issue No. 90) Septiembre 20, 1924
Year
1924
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
f.EVISTA faEMANAL 8ntered as second class matter at the Post-Ofjice at Manila üll{B;UTUl{:-A.lrju111lr11 i:l~ A.baifü: TEL. 572 ADMlNlS'l'llf\OULL-]lirrute A.guu P. O. BOX 147 Vol. IV. Manila, 20 de Septiembre de 1924. Num.90 - - - · - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - ¡¡¡Católicos!!! ~ -(!)))-; !<ti1 -\ L ?". OS lect~res se . van volviend_o • j j~ demasiado exigentes. Hab1: ! ~~ tuados por ventura a callar -i L ........ :;:; las voces de los cóncavos gás~:~ 1 <¡/i';¡;fY tricos mediante la libre eleci~l~r::·,· ' ción de las innúmeras proi .z.i- ducciones del arte culinario, acaso la más progresiva de todas las artes, pues yá que no pertenezca al número de las Bellas, corre su desenvolvimiento cotidiano por cuenta de la Bella mitad del género humano, dotada generosamente por la mano de la Providencia de ingenio · harto sutil cuando se trata de enjalbegar, acostumbrados, sin duda, decíamos, a comer "a la carte (como dicen que dicen allá en Francia), quieren recibir escrita "a la carte" una publicación semanal. De ahí a tener boca de fraile no va un canto de maravedí. Apenas podemos darnos una vueltecica por los mezquinos paseos de la ciudad mejor gobernada del mundo (perífrases tropológica donde la verdad es lo de menos y es mentira lo más), sin ( vernos zaheridos por algún amigo sobrado cariñoso el cual se cree cargado de razón para pedirnos cuenta de nuestro silencio, como si al suscribirse a esta revista (sin temor a vanidad pudiéramos añadir "valiente", mas nos repugna emplear frases de cajón) hubiese hecho con nosotros un contrato particular. Y no hay tal. Nunca sentimos inclina<.:ión a invertir el tiempo en dar palos de ciegos y cuando en los eriales de la prensa hostil a las doctrinas de la Iglesia no hallamos <etaques o despropósitos merecedores de alguna paulina, quedamos tranquilos en el rnartel, saboreando las delicias de la Paz, ¡:or cuyo disfrute nos lanzamos un día a los azares de una lucha desigual, donde son legión los combatientes de la acera de enfrente y apenas llegamos a cubrir los dedos de una ::ola mano los luchadores del bando de la religión. Y no acierto a comprender por qué hemos de ser los menos en la batalla cuando a la hora del rancho somos siempre los más. No sé cuál sea el motivo de carecer nosotros de solistas, cuando cantando a coro todos parecen tener gargantas estentóreas y muy R·entiles aficiones manifiestan al cultivo de fa voz. Nuestros correligionarios se crecen al verse reunidos en cuadrilla. Lo malo es que haya tanta semejanza entre los Católicos y aquellos honrados gallegos del cuento, Septiembre. ESTUDIO 20, 1924 los cuales se excusaban de no haberse defendido contra la arremetida de ciertos salteadores porque. . . iban solos. ¡Y eran cien! Y no afirmamos esto a humo de pajas, ni dejándonos arrastrar de nuestro parecer individual, en el cual tuvimos siempre mucha desconfianza como no lo viéramos apoyado por la opinión de los demús. Atraídos esta mañana por el alegre repiqueteo de las campanas de San Francisco, cambiamos de ruta para entrar en el templo. Estaba iluminado con el derroche de los días de gala y por laR explicaciones de un vecino llegamos a saber el motivo de la espléndida iluminación y del artístico y exquisito ornato del altar. Celebran el Centenario séptimo de la Impresión de las Llagas de su santo Fundador. A la hora acostumbrada, subió al púlpito un Padre Benedictino cuyo nombre no me supieron dar. Muy joven, enjuto, de aspecto penitente y aire monacal comenzó dando sobre la situación actual de la sociedad unas pinceladas robustas y desenfadadas, a las cuales nos tiene poco habituados el g·énero de oratoria sagrada, circunstancia que despertó en nosotros el interés y nos aprestamos a escuchar con religiosa docilidad las enseñanzas del monje, pues por las trazas había sabido catar desde el retiro de su celda la gravedad y el alcance de la dolencia social. El tema apuntado al cabo del exordio no pudo haber sido más de nuestro gusto porque apostados en las avanzadas de las filas católicas, en toda coyuntura suena agradablemente en nuestros oídos cualquier composición de aire marcial y el predicador se proponía disertar sobre el valor cristiano, de todo en todo indispensable para cumplir con uno de los deberes más fundamentales del hombre de ideas definidas y convicciones arraigadas: saberlas defender de los ataques del adversario, cuando su silencio pudiera ser desprestigio de la religión. Si con la tesis escogida se nos caían las sopas en la miel, bañámonos en ag;ua de rosas al advertir la recia y severa fraseología empleada por el ministro del altar, tejida al talle del lenguaje de los profetas del Antiguo Testamento cuando por ventura sacudían la somnolencia del pueblo adormecido a las caricias de una existencia regalona con el anuncio de próximas manifestaciones de la justicia divina, cuya medida se iba colmando por la pasividad vergonzosa y la prudencia carnal de los hijos de Israel Aunque expuestos como el que más a vernos convertidos en terrero de la vanidad, nunca dimos gran importancia a los cuadros salidos de nuestro desmañado pincel, mas al Vol. IV -2 verlos reproducidos por entendimientos que rebasan el nivel común, no hemos podido dejar de experimentar la perdonable satisfacción de quien se entera por los indicadores del camino de la legitimidad de su propia ruta, rnbre la cual se han tenido acaso en más de una ocasión escrúpulos, nacidos al roce do· loroso de las críticas procedentes del seno mismo de la congregación. En repetidas oportunidades hemos zaherido Ja apatía de los Católicos al verlos tan satisfechos y tan tranquilos en medio de los peligros por los cuales atraviesa la causa de de la religión. El orador sagrado a quien venimos aludiendo fué de nuestro mismo parecer y lo manifestó no con eufemismos impropios de la cátedra de la verdad, sino con expresión robusta y varonil que tan armoniosamente suena en los labios de los encargados de predicar a las masas la palabra de Dios. No pocas veces, más de las que querrí'!n tiertos espíritus amerengados y asustadizos, siempre propensos a descubrir en lontananza la sombra de una persecución y antojándoseles en todo momento haber de adelantarse su turno en Ja serie de los acontecimientos si la "imprudencia" de los más atrevidos incurre en la "torpeza" de irritar la fiera, no pocas veces hemos llamado la atención de los Católicos sobre tales o cuales energías muy utilizables, que se malgastan acaso en salvas, cuando pudieran ser de muchísimo provecho encauzadas en otra más conveniente dirección. Lo mismo, aunque harto mejor, vino a decir el predicador. Habló, con la precisión de quien conoce palmo a palmo los accidentes del terreno, de la necesidad de oponer escritos a escritos, de la obligación de arrimar el hombro a la fundación y sostenimiento de la Buena Prensa, del deber de contribuir con la propaganda, con el apoyo moral y con su dinero, sobre todo con el dinero al desarrollo y prosperidad de las publicaciones Católicas, por cuenta de las cuales corre la defensa de los intereses de la Iglesia, cuya característica fué en todo tiempo aceptar la batalla en las condiciones en que sus adversarios la quieran presentar. Escuchen un párrafo de "Etudes", autorizada revista que publican los Padres Jesuitas de París: "Tous certes ne peuvent parler ou écrire. Tous ont le devoir d'appuyer et de soutenir les voix qui crient les vérités méconnues, les plumes qui peuvent efficacement servir. Les Catholiques, meme en ces temps de vie chere, font un triste et mesquin calcul, en supprimant de leur budNum. 90 Septiembre ESTUDIO 20, 1924 get les subventions aux organes qui peuve;1t et savent parler pour leur cause" (No todos pueden hablar o escribir, pero todos tienen ei deber de sostener las voces que anuncian las verdades medio olvidadas y las plumas qu2 puedan ser de gran utilidad. Aun en tiempos de crisis forman los Católicos un cálculo bien mezquino al suprimir de la cuenta de sus gastos la contribución a los órganos que en beneficio de su causa pueden y saben hablar.) Santo y bueno es mirar por la conservación y aumento del culto ... santo y bueno establecer sociedades donde se exija como pasaporte indispensable la práctica personal de la religión ... santo y bueno formar asociaciones piadosas para el fomento y reverdecimiento de la devoción ... santo y bueno formar arnciaciones piadosas para el fomento y reverdecimiento de la devoción ... santo y bueno organizar y promover grandiosas manifestaciones religiosas que aviven el fervor. . . pero téngase bien entendido que no basta multiplicar los socios del Apostolado, ni haber importado al Archipiélago los Caballeros de Colón, ni celebrar novenarios con derroche de grímpolas, música y luz, ni concertar formidables peregrinaciones para conjurar la tormenta que sobre el Catolicismo amenaza descargar. Ahí está "La Defensa", diario Católico, que arrastra una vida salpicada de dificultades y no ha alcanzado todavía la altura a donde debiera haber llegado el órgano de los Catóiicos en Filipinas, porque desgraciadamente no recibe el apoyo que de nuestros correligionarios tiene derecho a exigir. Aquí está ESTUDIO, esta revistilla de tan modesto alcance, que lleva yá dos años defendiendo a los Católicos, única y exclusivamente a los Católicos, a través de un campo erizado de contrariedades, sin temor a las consecuencias de su vida batallona, que no ha encontrado en todo el Archipiélago Magallánico sino UN SOLO CATOLICO dispuesto a prestarle su apoyo incondicional. Si maiíana u otro día nos vemos en la precisión de de8aparecer de la escena por falta de los medios indispensables de subsistencia (y la suposición está en consonancia con la marcha de los acontecimientos y la conducta de los Católicos), si aprovechando nuestra muerte os flagelan despiadadamente los de la acera de enfrente, no os lamentéis, queridos correligionarios, ni añoréis las campañas de ESTUDIO, porque cualquiera de rns contados colaboradores os habría de lanzar al rostro el reproche bien merecido de la sultana Aixa a su hijo Boabdil: "Llorad como mujercillas la pérdida de lo que como hombres no supisteis conservar". PAULINO. ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~,~~,~.~~~~~~~~~~~~~ i ~ ARORANZA ~ 1 ~~~~~~~{>.~~~~~~~~~-";.~""';~~~~~ Vol. IV · De la Luneta 1 ENTADO en los cantiles "9. t Del medroso' crepúsculo ll~ A luz incierta, ¡Cuántas veces, ay! lloro, Lloro por ella! Cuando fuí a despedir/a, ¡Y me clavaba triste, De angustia llena, Sus febriles pupilas, Como los flechas! Y al sentir en su frente El temblor de mis labios Calenturienta Mi madre buena Me habló cual una santa De esta manera: -Camino que a Dios guía Es la obediencia. Sigue, pues, hijo, sigue -3Por esa senda. Sirve a Diós, cual tus padres ... Trabaja ... reza ... - Y a11adió con voz rota, Rota, de pena: -¡ Eésame otra vez, hijo; Que cuando vuelvas, Y a no podrás besarme! i ¡¡Yo estaré muerta!!!¡Ay, qué tarde más triste, La tarde aquella, En que mi pobre madre Calenturienta Me clavciba sus ojos, Como saetas! . .. ¡Fija llevo en el alma Aquella escena! ¡Todos los días lloro, Lloro por ella! Lloro todas las tardes ... ¡¡¡Mi madre enferma!!! ALIPE. Num. 90