En la Aduana de Nueva York

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Part of Semana

Title
En la Aduana de Nueva York
Language
Spanish
Source
Semana Volume IV (Issue No. 84) Julio 1950
Year
1950
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
DON JAIME C. DE VEYRA CONDECORADO ----- oO rimonia reriaaron los pasaportes, es­ tudiando detenidamente los rostros de cada pasajero. Luego, la exigencia de los certificados sanitarios... Pero la inspección más atenta fue tal vez la aduanera. Tres hombrea, seis ojos expertos, que escrutaban, calmos y fríos, la cara de todos los pasajeros. Los viajeros pasaban ante la mesa de los oficiales en la prime­ ra salita del bar. Muchos habían de­ clarado sus compras en el formula­ rio X pagaban ¡os derechos. May entró en la salita con ocho personas, además de su compañera de camarote. El oficia! sentado en­ tre los dos colegas interrogaba, inqui­ ría. Pero esta vez, antes que el ofi­ cial abriera los labios, una voz mas­ culina, seca y mordiente, se oyó: —Denuncio a la señora. Tres bri­ llantes, exactamente tres brillantes, ocultos en su cinturón de cuero. May se volvió y vió a Ralph, con ios ojos centelleantes, un brazo le­ vantado, el índice acusador. Y descubrió en ese momento que hay casos en que una muchacha es­ cucha a medianoche la voz de un hombre solamente con los oídos, y al día siguiente, a las cuatro y me­ dia de la tarde, siente que ella se deshace en todas sus venas. —¿No ven cómo se ha apretado el cinturón alrededor del cuerpo? Trac, trac, trac... Los periodistas que pudieron llegar a bordo con la lancha de la aduana, a la caza de elementos para la crónica, hicieron funcionar sus aparatos fotográficos. Los objetivos proyectaron en las pe­ lículas la imagen de una pobre mu­ jer, pequeña, insignificante, ni linda ni fea, con los ojos abiertos de par en par, en una expresión de terror. La desdichada aflojó el cinturón, muy apretado y mostró en la palma de la mano el papeHto negro que oootenia las tres brillantes. —Tres brillantes, v«ráa ustedes — EN LA ADUANA' DE NUEVA YORK (Conclusión) tronaba Ralph—. Por espíritu de jo* ticia, no podía callar. May se horrorizó y le pareció re­ nacer. ¡Qué tremendo villano, que magnífico perdulario este Ralph 1... Y se sintió ligada a él, confundida con él de tal manera que la cana­ llada de Ralph era también suya... —Tres. ¿No tenía razón? Por espí­ ritu de justicia, señores. El oficial sentado entre los dos colegas comenzó: —Edith Ranlet, nacida en..., re* sidente en... May bebía ávidamente la mirada de la pobre mujer posada en ella, una mirada que no alababa ni su bondad ni su pureza, una mirada que le gritaba: “Eres mala, cíes falsa eres deshonesta.. .** V Una gran casa gris, ai final de una calle en East Si de. El ascensoi se detiene en el «sexto piso, pero hay aún dos tramos de escalera. Allí arriba vive la viuda Ranlet. Ella misma abre la puerta; tiene puesto un delantal y usa zuecos. —Buenos días, señora —dice May. una May que tiene una pizca de in­ fierno en los ojos ahora despiertos. —¿Cómo está, señora Ranlet? — pregunta Ralph Garret, ofreciéndole un ramo de flores. Atontada por el asombro, la viu­ da Ranlet los deja entrar. —Señora — continua Ralph —, no venimos solamente para anunciarle nuestro compromiso. Estos son los mil cien dólares que usted pagó por derechos de aduana y por la multa. He sido durante doce años vendedor en una joyería de la Quinta Avenida y estaba harto. Tome usted, y tran­ quilícese. No pierdo un centavo. Liamando la atención de todos sobre el cinturón de usted, salvé la» veinti­ cuatro piedras que llevaba aquí en el hoUiUe do), chaieco... A Bruno. Cork* Por servicio público de elevado mérito, Don Jaime & de Veyra figuró entre los seis más distinguidos ciudadanos de Filipinas con­ decorados el Día de la Independencia de Filipinas por el Presidente Quirino, en el Palacio de Malacañang. El acto de la condecoración se celebró bajo los auspicios de la Asamblea Cívica de Damas Fi­ lipinas, SEMANA se vanagloria de tener a Don Jaime como uno de sus primeros y más distinguidos colaboradores y se une al aplauso general que la nación le tributa por tan merecido honor, a el conferido. ................. AVISO Advertimos a nuestros suscritores que con el nú­ mero 78 (setenta y ocho) se ha completado el volúmen terceto, compuesto de los números 53 al 78 inclusivo Que si desean encuadernarlos, pueden enviarlos a esta redacción, donde, por él módico precio de siete pesos, se les encuadernará debidamente, con tapas si­ milares a las anteriores, y su nombre grabado en oro en la cubierta o bien en el lomo. Quien no posea dichos ejemplares y desee que se le remita el volúmen oompleto encuadernado, puede obtenerlo mediante el envío de pesos treinta y cuatro, más los gastos de correo. NUESTRO PROXIMO FOLLETÍN No teniendo su autor terminada aún la segunda parte de la obra PALATINO DE VANDALIA, dará a conocer al público manilense entre tanto, una de las primeras novelitas que escribió, titulada “EL ABENCARRAJE’ y que vió la luz en Barcelona con el título “El Misterio del Abencerraje”. Esperamos que sea del agrado del público. [88]