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Part of Semana Revista Ilustrada Hispano-Filipina

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Dos testamentos Hace pocos dias leíamos en la sedción de ‘Micellaneás” de un gran diario madrileño una noti­ cia procedente de Londres. Era simplemente, la noticia de? ex­ travagante testamento dejado por un honorable subdito ele Su Graciosa Mejestad con el siguien­ te texto: “Dejo todos mis bienes a mis hijos. Que me entierren pronto, que me molesten lo menos posible y que hagan lo que Tes de la ga­ na” Por una vez sentimos que no nos guste el “humour” inglés. Porque esto no strajo a la me­ moria la reciente perdida de un gran amigo de AMBIENTE y nuestro, don Enrique Friend, de cuyo testamento, publicó en “Ecclesia”, queremos dar unos pár­ rafos : “El Señor ha Tlamado a su siervo, ingrato mil ve^es, pero siervo de Dios y por su misercordia. El habrá usado de ésta e el fin, como hizo durante mi vi­ da. En sus manos < n-comiendo mi espíritu, mi queridíslína míujer y mis hijos. No se ha agota­ do la ma; •) de Dios, y El, que tan pródigo fué conmigo en mi vida, no abandonará a los que El me dió y usará de su Providencia pa­ ra con v¿so.ros. Nunca, nunca» desconfies de ella. Quiero que a mi filuerte to lo sea cristiano. El entierro, el vejatorio, las lágri­ mas, el dolor. Que no lloramos a los que mueren en el Señor como Si no tuviéramos esperanza. Uni­ dos a El en la Comunión, os uni­ réis a Aquél en cuyas manos ben­ dita? estoy. Hasta pronta pv W cielo Allí ob espera.’ * ♦ * ♦ SI. Hay una diferencia. No tanto en ed vivir como en el mo­ rir. Pero es en el morir cuando se conoce a los hombres; hay hom­ bres que han vivido con bell'eza y han muerto con miseria. Hay hambres que vivieron podridos y que se redimieran en una hermosa muerte. No concebimos el humor britá­ nico de tan original testamento. Nosotros, que amamos la caridad, ’a limpieza de las cosas y la ga¡’ ardía ante el destino, no confun­ dimos el valor ante la muerte con su desconocimieto. Hay en eT testamento de don Enrique Frietnd una hermosa lec­ ción de serenidad. ¿Y no es, aca­ so, la serenidad lo que el hombre busca en «u fatigado e inquieto caminar bajo las estrellas? La serenidad, que es la paz-. Todos sentimos una noble envidia ante una tan hermosa muerte. Ajnte un horribre que sintió aprox’marse el fin y que tuvo limpio y pre­ parado su espíritu, el equipaje de su vida, para ese gran viajo del que no se vuelve. Para el que tuvo la serenidad de pedir cristianidad... hasta en las lagrimás Para el que tuvo valor para ocuparse de los menores de­ talles de su entierro y quiso un ataúd negro y semciflo con sólo un Cristo a la cabecera; y una mortaja de orden religiosa o una s’mple sábana; y una esquela pequeña» en un sólo periódico con sólo dos indicaciones ? “Socio de Acción Católica” e “ingenie­ ro de Caminos,” iSípi coronas; un funeral sencillo, con el santo Rosario en casa durante lofc rué ve días siguientes a su muerde. . ♦ ♦ ♦ * Que conmovedora lección de bien morir nos ha lado Enrique Friend, tan caballero siemnre sonriendo siempre incluso a travez de las lineas de este testa­ mento que la elogiable indisc^e ción de sus amigos ha revelado púbUco' üaj no SívOxí que óecii. quisiera, simp^emenie, re'eer una y cien veces las palabras de En­ rique Friend. Y también las del británico excéntrico; sí. Aunque sólo sea para comparar. Aun­ que só]o sea pará extraer la con­ secuencia de una lección. La di­ ferencia que hay entre entregar­ se a Dios... o hacer una pirue­ ta. Una baba pirueta sin gra­ cia» al borde mismo de la eter­ nidad. AMBIENTE
Date
1954
Rights
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