Nuestra Junta familiar

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Part of El Misionero

Title
Nuestra Junta familiar
Language
Spanish
Year
1934
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
Ut Onmcs UnumSlDt Queridísimos Hermanos. Ante todo debemos tener una verdadera noción de lo que es el verdadero amor. Como en nuestra carta mensual se trata del amor de Dios, es menester no confundir el amor verdadero con ciertos sentimientos naturales que más provienen de los sentidos que de nuestra voluntad. El amor tal como se considera en estas páginas es una virtud teologal, la tercera y · la más importante de las virtudes divinas enumeradas por San Pablo en su epístola a los Corintios y que ordinariamente se llama caridad. El amor puede definirse con estas palabras: un hábito divinamente infundido que inc-lina la voluntad humana a amar a Dios sobre todas las cosas y a los hombres por Dios. Est1 definición muestra que el trono del amor verdadero se encuentra en lavoluntad del hombre. Aúnque algunas veces la caridad se manifiesta por emociones hasta intensas y con frecuencia obra en nuestros sentidos, sin embargo reside en la voluntad racional, cosa 185 NUESTRA JUNTA FAMILIAR que deben considerar los que pretenden que la caridad es una virtud imposible. Amar a Dios es el supremo deber del hombre. El verbo con que se expresa el primer mandamiento de Dios "amarás" es de caracter esencialmente imperativo, significando de esta manera que este deber primordial del hombre nunca permite excepción o excusa alguna. Pero el amar.a Dios es algo más que un precepto que obliga al hombre eh conciencia, es también lo que Le Camus dice: "el principio y el fin de la perfección moral." El amar a Dios en la tierra y el amarle para siempre en el cielo son dos cosas tan unidas como un medio a su fin. Por eso los Teólogos dicen que el amor de Dios es _necesario "necessitate medii", es decir que sin amor a Dios no hay perfección posible, no hay salvación posible. San Pablo manifiesta esta doctrina diciendo qne "}a caridad nunca se desvanece" y San Juan confirma la expresión de San Pablo diciendo: "que quien no ama, reside en Acordáos de las Misiones en vuestros ofrecimientos diarios 186 la muerte." Santo Tomas enuncia tres grados principales del amor: 1) la ausencia del pecado mortal por medio de una resistencia enérgica a las tentaciones; 2) el acto y efecto de evitar los pecados veniales deliberados por medio de la práctica asidua de las virtudes; 3) la unión con Dios por medio de la repetición frecuente de actos de amor. Los autores ascéticos como Alvarez de la Paz, Santa Teresa de A vi la, San Francisco de Sales, añaden muchos grados más, haciendo de esta manera entrevistar las "muchas moradas que hay en el hogar celestial del Padre." Pero para nosotros no es necesario penetrar tan a fondo este estudio; dejemos al Señor el juicio sobre el grado del amor que practicamos; Le amamos ysiempre haremos todo cuanto podamos para amarle más y más. Como Cristianos sabemos que vivimos en una orden sobrenatural en la cual se nos obliga desde el Cielo a amar a Dios "con todo nuestro corazón, y con toda nuestra alma, y con todo nuestro ánimo, y con todo nuestro poder", lo que significa que tanto en nuestro aprecio mental como en nuestro deseo voluntario, debemos preferir a Dios sobre todas las cosas, sin exceptuar a nuestro padre o madre, hijo o hija, y sabemos también que sin este amor de Dios nada en nosotros puede ser meritorio para el Cielo. Teniendo estos conceptos claros del amor, nos falta desarrollar en el corazón y el ánimo un principio bien determinado de acción que nos empuje a perseverar constantemente en la práctica del mayor de los mandamientos. Escuchemos otra vez a nuestra queridísima Patrona, Santa Teresita que nos enseñará su principio de acción en el amor de Dios, y no dejemos de tomar la resolución más sincera y fuerte de imitar sus ejemplos. Su principio de acción es tan sencillo como práctico: siempre pro:::ura con gran cuidado y sumo celo hacer "lo que al Señor procurará mayor alegria." Unos días antes de mo:rir, díóunresumen de toda su vida de amor en las pa- labras siguientes: "Siempre me he quedado pequeña, con la sola oc'upación de reunir flores que eran flores de amor y de sacrificios, ofreciéndolas a Dios por Su mayor alegria." La intención de· causar alegría a Nuestro Señor, de procurarle consolación, de agradarle, era en su ánimo siempre y en todas las cosas la idea primera y dominante, antes de pensar en otra cosa, aunque buena, que hubiese podido incitarle a obrar. Suponiendo -ahora que un ángel bajase del cielo diciéndole recogiese del suelo una pluma y asegurándole que de esta manera puede evitar el purgatorio, ¿acaso no lo haría V. enseguida? Pero nuestra Santa contesta de otra manera y declaró: "Y o no recogería l.a pluma por el solo motivo de evitar el purgatorio." ¿Por Nuestra residencia: Conwnto, Baguio. qué? Porque como dijo: "Todo lo que he hecho, lo hice para contentar al buen Señor, para ganar almas por El." Ofreciéndose en víctima de holocausto al Amor misericordioso del Señor, escribió claramente la inten:::ión de su sacrificio: "No tengo ningún deseo de reunir méritos para el cielo; solo quiero, Señor, trabajar por Tu amor, porque mi únioo fin es el de causarte alegría, de consolar Tu Sagrado Corazón y de salvar almas que Te amen para siempre." Se sabe que Santa Teresita murió muy joven, pero no por eso se debe pensar que tenía algún deseo de su parte de pasar cuanto antes a mejor vida y que pedía este favor; escribió a su Madre Priora: "No piense V. que su hija lo considera una gracia mayor la de morir por la, mañana en vez de por la tarde: lo que más estima, lo que solo desea, es procurar la alegria .de Jesús." Santa Teresita estaba del todo convencida de que el amor es el camino más seguro de la perfección. Escribiendo a su hermana Lucia, dijo: "Si quieres ser una verdadera Santa, es muy fádl; no tengas otro deseo sino de procurar gusto a Jesús." Y a su hermana Celina escribió que este amor nos asegura la ayuda Divina: "Si continúas fielmente en pro:::urar alegría al Señor aun en las cosas mínimas, El lo considerará como un deber de ayudarte en las máximas." Queridísimos Hermanos, 187 Santa Teresita conocía muy bien la indiferencia y la ingratitud de los hombres del mundo; ella misma sentía en cierta manera todo el dolor del Sagrado Corazón de Jesús por la pérdida de tantas almas redimidas por la Sangre Divina, y por eso dijo: "Quería consolarle." Por eso también "ofrecía repetidas veces su corazón al Señor, procuraba darle gusto en todas sus acciones, evitando siempre con sumo cuidado ofenderle." Escribió en una carta: "No quiero que el Señor sufra alguna pena; todo mi anhelo consiste en convertir pecadores para así secar las lágrimas que ellos causan al Señor." La sola idea de que tantos pecadores se pierden para siempre, la conmovía hasta llorar con profunda ansiedad: "No perdamos nuestro tiempo; salvemos almas. Almas están cayéndo en el infierno, numerosas como los copos de nieve en un día de invierno y el Señor llora, mientras nosotros estamos cavilando sobre nuestra aflicción sin pensar en consolar a El." En otro día escribió: "El grito del Señor agonfaando: 'tengo sed' siempre resonaba en mi COT!IZÓn, encendiéndole con un celo ardiente hasta entonces desconocido a mí. Suspiraba por dar de beber a mi Amado ... " Otra vez admiremos en su gran celo de salvar almas la primera idea que siempre domina en ella y que es de consolar a Jesús, y de causarle delei,tes por almas salvaHacedlo por amor de Cristo 188 das. Ella considera no solamente la felicidad individual de cada alma, sino y sobre ·todo el amor con que estas almas Le querrán. Escribió a su hermana Celina: "Durantt:e el día, o mejor, la noche tan corta de esta vida, sólo una cosa se debe hacer y es amar: amar a Jesús con toda la fuerza de nuestra alma y salvar almas para que de esta manera el Señor sea amado." Su única preocupación era de ver amado el Señor sin que jamás perdiese algún amor. A un misionero, uno de sus hermanos espirituales, escribió un día suplicándole dijese cada día por ella esta oración siguiente: "Padre misericordioso, en el nombre de Tu dulcísimo Jesús, de la Virgen Santísima y de todos los Santos, Te suplico, enciendas a mi hermana con Tu espíritu de Amor y le concedas la gracia de hacerte grandemente "amado." Sin duda, aúnque está en el cielo, siempre desea que nosotros ofrezcamos a Dios la misma oración por ella. ¿Acaso no dijo ella: "Pasaré mi cielo en hacer el bien sobre la tierra?" ¿Y cuál es el bien de que hablá? Por cierto es el de conducir almas al cielo por medio del amor y procurar que el buen Señor sea amado más y más y por muchos... Su cielo consiste en ver al Señor amado y donde no pueda pro unr aquel amor, tampoco para ella hay verdadera felicidad.. Un día escribió: "La única cosa que deseo es el buen Señor sea amado y confieso que si en el cielo no puedo trabajar más por la realización de este fin, preferiría el destierro a la Patria." Queridísimos Hermanos, esta última pahlbra de Santa Teresita debe ser para nosotros una gran consolación y también un estímulo. Todos deseamos amar al Señor, ¿no es verdad? Con gusto nos alistamos como alumnos dóciles en la escuela del amor con Santa Teresita como nuestra maestra, empezando hoy mismo a practicar esta lección. Cada uno de nosotros según su estado de vida tiene sus quehaceres cotidianos. ¿Cómo transformar estos quehaceres en escala que conduzca al Sagrado Corazón de Jesús y al horno ardiente de Su Amor? En todas nuestras acciones, en todas nuestras palabras, en todas nuestras penas, y aun en nuestros quehaceres más insignificantes, tengamos siempre una sola intención: la de complacer al Señor. · De esta manera si siempre y en todo no buscamos más que el gusto del. Señor, Su consuelo y Su alegría, claro está que procuraremos a hacer todo con perfección. Basta echar una mirada sobre el mundo ,para comprender hasta donde llega el desprecio del Amor de Dios. Nuestro siempre creciente deseo de "complacer a nuestro Padre Celestial" nos inspirará abundantes medios para procurar el amor de nuestros vecinos para con Dios, especialmente por la atracción eficaz de nuestros buenos ejemplos. "Almas ardienAyuda a los pobres Igorrotes tes no pueden quedarse inactivas", esto es un hecho evi,dente e inne­ gahle. La practica del amor tal como la enseiia Santa Teresita nos reunira a todos en el Sagrado Corazon de Jesus, haciendonos to189 dos uno en El: U t omnes unum sint. Dios os hendiga a todos y os guiardesiempreenSuSanta guarda! Fraternalmel).te suyo en Jesus nuestro Rey y Padre, Jose De Samber. Dios P,-(lmia la generosidad