Emparedados
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Part of Estudio
- Title
- Emparedados
- Language
- Spanish
- Year
- 1923
- Fulltext
- Agosto ESTUDIO EMPAREDADOS Cuenta Cervantes en el prólogo de la Segundo Parte del Quijote . .. Ante todo, no se extrañen los lectores de es e comienzo singular. 25, 1923. Porque, yá nos hacemos, cargo de estar con lis manos en la masa y no renunciamos al compromiso adquirido de servir una ración semana de emparedados. Pe1'0 querríamos también que los leyentes se dieran cuenta del aprieto donde queda el panadero a quien primero privan de harina y luégo después piden pan. Como Enrique IV de Francia s,e hubiese propuesto visitar las poblaciones más importantes de su reino ... Se nos olvidaba yá que antes está el Manco de Lepanto que el monarca francés. Cuenta Cervantes, en el lugar arriba indicado, que había en Sevilla un loco. Cosa muy fácil de creer. porque dondequiera hay un loco, y aun por ventura muchas docenas, a s,er cierta la observación del riquísimo refranero de Castilla: Un loco hace ciento. Lo peregrino está en que aquel demente "dió en el más gracioso disparate y tema que dió loco en el mundo". Algo exagerada se nos antoja la afirmación, con perdón del inmortal escritor. Porque nos ha cabido la suerte, digo, la desgracia de conocer pretensiones más disparatadás. Pero dejemos para lo último los retoques y l2s aplicaciones "Hizo un cañuto de caña, puntiagudo en el fin; y en cogiendo algún perro en la calle, o en cualquiei· otra parte, con el un pie le cogía el suyo, y el otro le alzaba en la mano, y como mejor podía le acomodaba el cafíuto en la parte que soplándole, le ponía redondo como una -pelota''. Leído el caso, no es penoso disimular la ex2geración del prologuista, porque, a la verdad, ha de teners,e por muy "gracioso disparate" éste de querer inflar cuantos perros topaba. Mas la manía del sevillano debía de tropezar con algunas dificultades, porque. . . Pero sigamos leyendo, que con más galanura habrá de decírnoslo el autor complutense. "En teniéndole de esta suerte, le daba dos p2lmaditas en la barriga, y le soltaba, diciendo a los circunstantes (que siempre eran muchos) :-¿Pensarán vuesas mercedes ahora que es poco trabajo hinchar un perro?" Y con esto, dejemos en paz al bueno de Cervantes, que yj, no le hemos menes,ter. Nos hemos permitido retocar una apreciación del novelista hispano, y con nues,tra cuenta y razón. No estamos conformes en que la ocurrencia del loco de Sevilla sea "el más gracioso disparate y tema en que dió loco en el mundo''. Porque, no me negarán mis lectores, un cafíuto, y más si fuere "puntiagudo en el fin", es el medio más adecuado para realizar el propósito del hispalense: hinchar un perro. De donde se sigue haber procedido con muchx coi·dura aquel orate al echar mano de instrumento muy del caso para la consecución de su plan. Y por esto dijimos, antes no hallarnos de acuerdo con el pendolista alcalaíno en cuanto a la ponderación, algo excesiva, de la calidad del disparate. ¿Qué dijera Cervantes si supiese que en el siglo XX hay "periodis,tas" (asi los lla.man), cuyo utensilio preferido son las "tijeras"? Dígalo si no, nuestro buen amigo el Tío Tijeras, a quien Dios guarde muchos años, aunque sólo fuere para pasta. de emparedados. Y ¿qué relación hab' ni puede haber entre unas "tijeras" y una "revista"? ¿No ei:iste mucho más. estrecha entre un cañuto y la acción de inflar un can? ¿Qué hiciera Tío Tijeras si le condenaran a la tarea, un tantico ingrata, de hinchar cuantos perros encontrara por esas calles de Dios? fin"_ Pues, muy sencillo. Encaminarse a algún Bazar y hacerse con un caíiuto, "puntiagudo en el. Y ¿qué hiciera el loco sevillano si le pus,ieran en el trance de publicar una revista? ¿A que no le ocurría apaíiar de unas "tijeras"? Vean los lectores si nos asistía la razón al tener por "más gmcioso d:isparate" el del Tio Tije ms que el del conocido inflador de perros, de las calles de Sevilla. Vol. II. Mas tampoco deben extraíiarse los leyentes de los apuros semanales del Tío Tijeras. Porque, cuántas veces suele exclamar él parodiando al loco del cañuto "puntiagudo en el fin": "¿Pensarán vuesas mercedes ahora que es poco trabajo COPIAR una revista?" -8- Núm. 34. Agosto ESTUDIO 25, 1923. Y no le falta fundamento al expresµ,rse así. COPIAR, cuando hay de dónde, pase. Pero cuando uno anda muy limitado de prensa extranjera, sa pasan recios apuros. Conste que compadecemos a Tío Tijeras, condenado a COPIAR ... al ROBO de cuartillas ... Isabelo López continúa haciendo de pantalh al ex-cura Aglipay. Y, como por el pico muere el pez, viene a confesar casi, a fuerza de hablar, que "le hemos perder el reposo con el último número de nues.~ra revistilla". Vamos, menos mal. Aun hay alguna sensibi'idad cerebral. De la cual veníamos yi dudando en serio. Porque no pueden hacerse cargo nuestros banéuolos lectores del género de argumentación que le hace emplear, por boca de ganso, su amo y s,e11or. Vean un ejemplo: "Cargados de argumentos tal como están lleno.~ de grasa los guasones frailes, basándose en la autoridad de mil milagro E carnavalescos . .. ' ¿Eh? ¿Qué tal? Pues, por ese estilo les ha~e escribir el renegado ilocano a sus pari-paris cuando éstos se someten gregariamente a firmar sus. producciones ... literarias. A Aglipay, o séase, a Isabelo López le preo:upa hondamente un problema del porvenir. Debe de tener pronunciadas aficiones gastro ;iómicas y querría saber si le será dado conser~·ar las quijadas con sus adyacentes. después de morir. Y exclama apesadumbrado: "No sabemos que después de muertos, nos sea posible tener dientes". ¡Oh nesciente pari-pari! Expele de tu mente s,emejante preocupacion. Cuando fuímos acólitos, vimos desenterrar a muchos con el fin de trasladar sus restos, 11 podemos asegurarte que todos ellos conservaban in ~acta la dentadura. Además., ¡has echado en olvido la manose Ida reflexión moral del poeta madrileño!: La calavera de un burro Miraba el doctor Pandolfo, Y enternecido exclamaba: ¡Válgame Dios, lo que somos! Pari-pari ignaro, si la calavera de un asno resiste el paso del tiempo, nada temas por tu dentadura. ¡Resistirá! Pero ¿para qué querrá Aglipay, digo, lsabe~o López los dientes después. de morir? "Yo no comprendo ninguno de los dogmas", exclama lleno de despecho el ex-cura Aglipay, o el otro, que para el caso es lo mismo. No nos sorprende. El pobre se ve negro para zurcir media docena de frases s,in sentido en "The lndependent", y cómo demonios va a catar lt prr•fundidad de los dogmas. Imposible. Conténtese con poder echar una plática semanal a su mesnada, 11 aun ello sabe Dios cómo irá. Pero ¿comprender ninguno de los dogmas? Cuando hará más, de veinte mios que no ha visto un libro serio y hasta ha perdido casi de raiz e~ hábito de discurrir . .. Según se ve por sus escritos. Un hombre q 1e llama al fraile "energúmeno", "más eunuco que el secuestrador de caminos" (¿quién lo entiende?) . . . y atribuye a J esucris,to "epitetos de carretero", "bajezas de carretonero" ... ¡Blasfemo! ¡Dios te tome en cuenta el mal que vienes causando a tu país! Creo que basta yá de emparedados, porque n' eNtá el tiempo para zampoñas. En nuestra redacción se ha estancado la minecilla del barómetro en "baguio des,tructor" y no hay quien la mueva de allí. Un compañero nos ha disertado sobre las ci ·cunstancias del diluvio universal. Otro nos ha asegurado haber recogido rumores de un cataclismo vecino que nadie supo precisar. El de más allá nos trajo el cuento de un giJante que ha aparecido de improviso 11 amenaza con hacer una que sea muy sonada. Para pat1·añas, Manila. A todo ello, nos encogemos de hombros, sin C'.tidarnos de las murmuraciones de la vecindad. Pasará el tiempo de lluvias, pasarán los baJuios, pasará el cataclismo si es que viniere, pasará el gigante, haga o no la sonada, asomará el s Jl y . .. sonreiremos plácidamente. ¡Qué caray! A mal tiempo, buena cara y a m'll da1-, tomar tabaco. Peor están en Hongkong y nadie, que yo sepa, se tira al mar. Nunca tuvimos, gran fe en los pronósticos, p'ro de un tiempo acá aun desconfiamos más. Vol. 11. -9- Núm. 34.