El aglipayanismo es herejia
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Part of Estudio
- Title
- El aglipayanismo es herejia
- Language
- Spanish
- Source
- Volume IV (Issue Num. 84) Agosto 9, 1924
- Year
- 1924
- Fulltext
- Agosto ESTUDIO 9, 1924 ---------------·---------------JESUCRISTO ES DIOS (DEFENSORES Y ADVERSARIOS). REEMOS·que lo expuesto hasta el presente es suficiente para probar la Divinidad de N. S. J esucJ"isto, a cuantos buscan con sinceridad la verdad, y una vez co1wcida la vía que se les ha trazado, para caminar por ella con seguridad, constancia, valor y magnanimidad. A pesar de todo, nos atrevemos a afirmar que vara el hombre obcecado; para quien a priori se ·obstine en seguir la manía de no creer; para cuantos se cubren voluntariamente los ojos, a fin de no conoca la hermosura de la verdad y no creerse obligados por su brillantísima luz a seguirla, para éstos, decimos, es completamente inútil. Porque al fin y a la postre por claro que uno vea la 1•erdad; por muchísimas razones que le convenzan; por torrentes de luz que arl'oje una verdad como la que hemos venido e:rponiendo, en último resultado el fallo definitivo, la última palabra decisiva, ha de darle siempre la libérrima voluntad del hombre. Y conuiene que hagamos mucho hincapié en esta clarísima verdad: la f é en última instancia es negocio de la voluntad. De ahí la tremenda responsabilidad de los que viendo la luz, se taparnn voluntariamente los ojos; la gloria que da a Dios d creyente; y la dicha y seguridad de cuantos siguen el tenebroso camino de la vida, esclarecidos por el foco diuino, que llamamos la luz de la fe. ¡Cuán orgullosos, por decido así, debemos estar los que tenemos la dicha de creer! Sabemos fiados en la ciencia de Dios, secreto.s completamente desconocidos a la pobre razón humana; resol1•cmos con toda seguridad los mis trascendentales problemas de ultratumba, apoyados en Dios, en medio de las dificultades ?J peligros inherentes a esta transitoria vida; caminamos guiados poi' la clarísima nube, como los israelitas por el áspe1·0 desierto·; y estamos segurisimos de contrarrestar el empuje de nuestros adversarios, 11 de arribar en día no lejano ante el trono resplandeciente de Dios misericol'dioso, que sabrá recompensar es· pléndidamcnte nuestros humildes servicios y nuestras buenas acciones. · Pero ¿cuál es el fundamento de nuestras esperanzas? Es la Fe viva ?J ardiente en el Hi.io de Dios, Jesucristo; Fe que tiene sus indestructibles cimientos en el monte Calvario; Fe que nos comu· nica su firmeza avasalladora. por medio de la palabra eterna de Dios, escrita por sus Apóstoles ?! Evangelistas a raiz de la muerte inocente del Hombre-Dios, ?J apoya.da en la tradición de veinte siglos de e:ristencia; Fe que nos muestra como en lontananza la inmarcesible corona, que San Pablo esperaba. de manos del justísimo Juez, como recompensa proporcionada a las buenas obras de todo 1•erdadero discípulo de Cristo, imitador de su espíritu y de sus 'IJÍ1'tudes. Y ¿qué nos ensetia la santa Iglesia, la heredera universal del espíritu de Cristo, la que mantiene vi1•o aquel fuego sagrado que 1;ino Jesús a encender en la tierra, la depositaria de sus confidencias, la obra maestra de Jesucristo? Ella, pues, como obra predilecta del divino poder de su Fundador, nos tiende amorosa la mano, para introducirnos en su sagrada nave y conducirnos a través de todas las tempestades y en medio de loiS más espantosos huracanes, a las playas de la verdadera inmortalidad. Nada tememos; porque Dios ha empeñado su palabra, y ni las potestades de la tierra conjuradas, hace veinte siglos en anegar esta navecilla en un mar de sangre; ni los vientos embravecidos del odio y del error que levantan tempestades formidables, que han hundido en el transcurso de los siglo.s Naciones e Imperios fundados sobre la movediza arena de la impotencia del hombre; ni el mismo poder del infierno conseguirán otro resultado con sus instigaciones satánicas c01Y1.tra la naveciUa del pescador de Galilea, que hacer estremecerse los cielos y la tierra de alegría al canto triunfal de San Pablo : Al nombre de Jesús, póstrese toda rodilla en el cielo y en la tierra; y hacer retumbar la voz imponente de Jesucristo por las regiones del abismo: "No prevalecerán". "Nosotro.s sabemos,-ha dicho con relampagueante elocuencia el sabio orador D. Juan Vázquez de Mella,-nosotros sabemos que la Iglesia. por la que luchamos, es imagen de la eterna vida, y que no morirá jamás, porque ha atravesado ya todas las tormentas históricas. Vió proscripfo un día el culto de Dios, perseguidos y asediados los Sa.cerdotes; ha presenciado todos los crímenes, ha sido robada perseguida, ultrajada, atropellada; ha visto aún más: ha visto profanado el altar de Nuestra Sefiora de Parfa, ?J adorada la cabeza, empapada en aguardiente, del sicario Marat en el convento de los Padres Franciscanos de París, en vez del Sdo. Corazón de Jesús, y ha salido radiante de aquellas pruebas". Y por cuenta propia añadimos nosotros, ha llegado la soberbia e insania de los gobernantes bolcheviques a levantar una estatua al traidor Judas en actitud· de levantar su mano sacrílega, amenazando al Cielo!... Mas el Vicario de Cristo reparte las abundantes limosnas que la generosidad de los fieles pone en sus manos, en las de los desgraciados rusos, haciendo bien a todos y tendiendo una mano amiga a los hambrientos, et los moribundos y hasta sepultando misericordiosamente a los pobres muertos en la tierra, como sepulta el Pa'f)a Pío XI en su ca.razón compasivo, los gritos de odio y furor de turbas y gobernantes sin entrañas. Esta Santa Iglesia de Cristo desde San Pedro aue exclamó con ent'l,lsiasmo persuasivo : Tú eres Cristo, Hijo de Dios, hasta los último8 má1·tires que caen víctimas gloriosas. sacrificadas por confesa1· victoriosamente la Divinidad de N. S. JeVol. IV -4- Núm. 84 Agosto ESTUDIO 9, 1924 sucristo · en todos los siglos ha tenido millones de crey;ntes, de todas edades y condiciones, que han preferido la palma del martirio, a los mentidos placeres, comprados a costa de una execrable apostasía. , Abramos por un momento las venerandas paginas de la Historia de la Iglesia; detengámonos un instante ante tan imponente espectáculo, Y veremos desfilar ante nuestros ojos un ejército innumerable de Apóstoles, Papas ·y Obispos de los tres primeros siglos, que derramaron su sangre para confirmar su Fe en la Divinidad .de N: S. Jesucristo. Irán pasa.ndo ante nuestros OJOS ve-inte millones de gloriosos mártires de fieles cristianos, de toda edad, sexo 11 condición, nobles 11 plebeyos, sapientísimos filósofos e ignorantes, de la primera nobleza magistrados, centuriones, procónsules y soldado~, matrónas romanas, niños y purísimas doncellas. Y ¿cómo confesaron su Fe? Revestidos de la fortaleza del Altísimo, en medio del circo romano, en medio de los potros, entre las llamas 11 toros de metal ardiendo, a vista de los tigres y leones hambrientos, y momentos antes de ser arrojados al mar o de ser descabezados. Sus postreras palabras mirando al Cielo, eran exclamar ante los jueces' paganos: ¡ Creo en Jesucristo! Ahora bien; reflexionemos: ¿es posible que a.quelos veinte millones de hombres racionales se dejaran matar sin más ni más; que escogieran una muerte dolorosa, a una vida rodeada de comodidades y placeres; que firmasen con ·su sangre que Jesucristo era Dios, si no hubieran estado bien ciertos 11 seguros de que era verdad? ¡Es moralmente imposible que veinte millones de mártires se engafíasen ! Los que en realidad van enqafíados e ilusos son los enemigos de la Divinidad de Jesús. desde los .iudíos que gritaban en el vretorio de Pilatos, ha.sta la turba de incrédulo.<; del siglo veinte. que vocifera a voz en cuello desde las columna.<; de los periódicos, desde los sombríos antros de las sectas secretrts, y desde los clubs socialista.<J, que ma<minan plane.<; de exterminio de la Iglesia, de la Religión y del mismo Dios. Esto.<J, é.'!tos son. los adversarios de Jesucristo: los vendido·s al oro de las sectas; los or.aullosos por los admirables descubrimientos del siglo actual; los arrastrados por la corriente impetuosri de la voluvtuosidad 11 el desenfreno: los seducidos por los Oradores CallPierOS, p0.1' los libro.'! dP. .falsa ciencia, ?J por la Hi.<Jtoria falseada; finalmente cuantos se postran ante el bece1·ro de oro o se desvanecen con el humo de adulaciones e inmerecidas alabanza.s. Pu.edP afirmarse, en una va.labra, qu.e la enemiga de los impíoR contra Cristo, radic(T en la mente o tiene .'!U asien.to en el ca.razón. ¡ Perversión y corrupción son de ordinario los dos factores que dan por resultado cierto la incredulidad! 1,11,11,•1,11,11,11,11,11,11,11,11,11,n,u,11,11,11,11,r1,11,11,11 1r1 111 11i.11,11,11 111 111 111 111,11,11,11,11,11,11 111,11,11.11.11.11,11,11.11,1 A MAYA Partituras para canto y piano de esta hermosa ÓPERA. VASCA. p 12.00 1 A.NOA\RBB . Juan Luna 489 Manila Í,r1,11,11,11o11,11o11oflollollollolhflollol\,11,11,11o11,11,r1,11,11,11,11,11,110n 0n 0n 1110ri 0u,11011011,11 011 111 111,11 011,11,11,11 111,11,1 No se nos obJcte que es la ciencia la causa que conduce a algunos sabios a la negación de las verdades reveladas; porque la verdadera ciencia lleva como por la mano a sus verdaderos amadores al templo au,qusto de la Verdad increadci, a la Religión Católica, a Dios. Magnifica idea fué por cierto la del protestante doctor Dr. Dennert quién escribió una breve reseña de trescientos sabios, escogidos entre los más célebres de los últimos cuatro siglos. La estadística arroja estos preciosos da.to:;: del siglo xv· al XVII, de 82 naturalistas, 79 son cristianos, ?J prácticos los má.<; renombrados, como Newton, Huygens, Leibnitz. Kepler. Galileo y Copérnico.-En el siglo XVIII. de 55, 39 creían en d alma, en Dios, en la Re1•elación, como Herschcl Linneo., Werner, Boe1'haue, ?J Bradley; 5 eran incrédulos y de los 11 restantes se ignoran las cree11cias.-En el siglo XIX, de 167, 124 eran creyente.'!, 27 de opiniones no bien definidas, 11 solos 12 incrédulos, ent1'e éstos los materialistas Tyndal/, Huxley y Darwin. En resúmen: de 300 naturalistas, son creyentes 242, eneniigos implacables del materialismo y verdaderos partidarios de la Revelación, contra 58 incrédulos! · "Co!flsiderad,-e.c:cribia el obstinado SainteBeuve,-los grandes incrédulos; Federico el Gra 11de, Lapla.ce, Goethe .. . y quienauiern que no haya reconocido a Jesús: e:raminadlos bien; y en su corazón 0. en su mente echaréis de menos alg11nn cosa. ¡Cuantos niegan a J esú.s, sufren el castiyo de esa negación". Ese aleto no hay ning1ín incrédulo que en horas de refle;rión y calma de esTJírifu no llegue a confesarlo; aunque luego a.rrastrado por sus pn.c:iones, por sus prfmcupaciones ?J compromiso.e: de escuela o de pa1'tido "se esfuerce por persuadirse. como afirma un autor moderno', ele que Dios no e.riste o que no ha. hablado, o de que no se ocupa de nu.Pstra.<; cosas". Y para termina1· este traba.iito con ln nU:m de refutn1· las atrocidades 11 desprnpósito·.'! del i11f cli z A,qlipay, !I .c:alir a ln, defensa de nuestro Dios !f Señor Jesucrt~tn. 1•illanamente inj11riado poi· 11110 que le .iuró fidelfrlad 1r nm.or nl pi<~ de los altares. Te recomendamo.<1 nl falso obiwnillo, nue 7,,,, detenidamente cuanto llevamos escrito .<:obre las nro.fecfrrn. lo.<; mifngrns, 11 la.e: p1·uebns cla1·ísi1wu; de la Divinidad de Nuestro Seíio1' Jesucristo. Y si acaso no mi,e11'e a enrendwnrn cn su mc•ite la antorcha de la dil'inn F(': si la invetemda costumbre de ·tantn'! mi.os ha. endurecido ,c¡11. comzrín; le rormnws a D. G/'r>,aorio mw .'!P lwmille a11f,, la presencia de .Jesucristo y le nida perdón de sn sa.crílego atrevimienfn; 11 por fn, mp1ws (fUe se n bstenga con su..s vernicio.'!os esrrito.'! de esca ndw Tizar a los hijo.'! de una. mi.'!ma Patria. 11 dr n1n•<:trar al profundo rfr la perdidón a una parte del cat<ílico pueblo filipino. P. DE ISLA. "·"·''•''•"·"·"·"·"·"·"•''•''·"·''•"·''•''·''·''·'1·"·"·"·"·"·"·"·"·"·"·"·''·"·"·"·'1,11.11,11,11,•1~··· il F elicísimo R. Feria Gabriel La O FERIA & LA O ABOGADOS China Bank Bldg., Juan Luna, Manila. Tel. 1792. ,11,11,11,11,11,11on,11,n,n.11,n,n,r1o"·'•·•1,11,11,11,11,11,11,11,11,11,11,11,11,11,11,11 •• 1,11,11,11,••·••.11,••·•••''•''·''·''•''·''•' Vol. IV -5- Núm. 84