Dios en la escuela
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Part of Estudio
- Title
- Dios en la escuela
- Language
- Spanish
- Year
- 1923
- Fulltext
- Vol. l. ESTUDIO DIOS EN LA ESCUELA Al fin hemos llegado a dar en lo referente a la necesidad de la instrucc:~ón religio3a en las escuelas un acorde "casi" general. Y decimos "casi'', porque el ex-cura Aglipay ha desafinado lastimo: amente al tocar eJ: violón. Unico instrumento cuyo manejo podemo.; encomendarle en la orquesta de esta comunidad, porque quien ~e apoda pomposa y cómicamente "Obispo Máximo" de una secta, donde los má.; del pueblo sencillo continúan en espíritu siendo tan católicos como antes, incurre en el desprecio de todo hombre sensato por el hecho de oponerse a la enseñanza oficial de la religión. Nuestro compañero Paulino puso de mani· fiesto en el último número d.e ESTUDIO el mezquino alegato remitido por el sacerdote renegado al diario matutino, donde dL>tinta.; personalidades vienen publicando sus ~en<las opin~ones sobre tema de tan evid·ente interés, y sacó a colación el argumento Aquiles, aquel silogismo formidable, índice de la mentalidad de su autor, el cual podrá lanzarse a lo.; espacio.; inconmensurables del discurso, pero difícilmente alcanzará yá altura mayor: "NO PUEDE LLAMARSE ESCUELAS SIN DIOS A LOS CENTROS DE ENSEÑANZA DEL GOBIERNO, PORQUE. . . EN TODAS PARTES ESTA DIOS"'· Bien, hombre, bien. Puede sentirse orgulloso el aglipayanismo con un cabecilla de este calibre y muy tranquilo el elemento Católico con un adversario de tan recio empuje intelec tual. Así se comprende cómo el resultado de lo:los su.; trabajos en el establecimiento y la divulgación del cisma se haya cifrado en destruir, empresa para la cual nunca fué menester gran dosis de talento, ni aun siquiera de habilidad. Con un par de argumentacione.; como la arriba ::i.tada, eclipsará indudablemente el clásico monosílabo del rumiante doméstico y pa:ará en fábula al conocimiento de la po.;teridad. Es con.:oladora la uniformidad de pareceres antes apuntada, cuando se coloca sobre el tapete negocio de tanta monta para el biene.;tar de una nación. Y pues tan ahincadamente venimos trabajando por la conquista de nuestra In -!ependenc!a, muy puesto ~erá en razón escarmentar e·n la cabeza de pueblo> yá envejecidos, cuyas barbas peladas debieran ser motivo suficiente para poner las nuestras en remojo, .oegún la previsora recomendación del conocido proverbio español. La Pesadilla del A.qricullcr "-..."'."f~_~":,'':.!"«(~t..----Vol. l. -3- Xo. ~l Mayo, ESTUDIO 2G, 1923 De todas las latitudes llegan hasta noso· ~1·03 los ayes lastimeros de gobernantes escar· mentados que lamentan las consecuencias del yerro cometido al privar a la infancia de ~s~ salvavidas indispensable para los naufragio> de la existencia humana, tanto individual co· mo social: la Religión. Y mue.;tras diéramos de nuestra incapacidad para maneja.r por !1oso· tros mismos los asuntos de casa, si,. haciendo oídos de mercader a los gemidos procedentes de la ajena nos obstináramos en orillar la sima del fracaso' donde por ventura sucumbieron los demás. Y bastan los rudimentos de lógica paro obtener la conclusión de la imposibilidad de contar con generaciones religiosas, a menos de haber tomado oportunamente la precaución de formar la niñez en la atmósfera de sus deberes para con Dios, que fuera gran nece.sidad pedir cotufas en el golfo 'o esperar fresas de un cogonal. Nadie da lo que no tiene, dice un apotegma filosófico, como sería irracional exigir conocimientos científicos de quien jamás recibió ninguna w.erte de instrucción, igualmente habría de serlo reclamar algún linaje de religiosidad de quien se aleccionó en la.s letras, sin amaestrarse al miemo tiempo en las verdades de la religión. "Desde antiguo, dice W. Rein, han estimado todos como primera y principal materia escolar, el ESTUDIO DE LA RELIGióN, el cual debía fortalecer los sentimientos religiosos y morales, como ba.;e de la futura vida en la Iglesia, el Estado y la comunidad'. "A la escuela, añade el mismo, toca la transmisión de todos lo;; elementos de cultura, y por consiguiente, también de la RELIGióN". "La religión, continúa el gran pedagogo, pertenece tan esencialmente al total movimiento de la cultura, que la enseñanza escolar que renuncia a ella eólo puede dar FRAGMENTOS DE CIVILIZAClóN". "La Etica, escribe Th. Vogt, señala los fir.e.s digno.; del hombre, pero no da garantías de conseguirlo~. ESTAS SOLO PUEDEN HALLARSE EN LA RELIGióN". "Para el .-umo pedeccionamiento y firmeza de la moralidad, asegura Fot:rster, no se puede prescindir de la religión". Y el yá citado Rein, nada sospecho:::o de c'.ericalismo, confiesa que "cuando se v:ene a la conducta moral, sólo la Religión se <.. ·1·ece como poderorn sostén y la FE RELIGIOSA e.; qu:.en p~tede ;:;o.>tener nuestras vacilac:ones y animar y enderezar nuestra flaqueza.'' Seguir el camino de citas, sería cuento de nun· ca acabar. Pero, no querríamos omitir una más, de Joseph Reir..ach en el "Histoire d'un ldéal", donde se expresa así: "La Historia y la expe· ri.encia enseñan que la Iglesia y la escuela son ambas indispensables. No era un reaccionario, sino un filósofo excomulgado, Renán, quien les hab.ía asegurado (a los fundadore.; de la instrucción pimaria obligatoria) que una nación no puede prescindir de la una ni de la otra. Hubiérase debido ed¡ficar la escuela al lado de la Iglesia, y se ha querido, por el contrario, levantarla sobre sus ruinas. No hemos acabado de pagar las consecuencias de ese fatal error.'; Y de esta guisa indefinidamente. Toda:; las manifestaciones de estaduta:; y pensadores de distintos credo.:. religrosos o políticos desarrollan, con las variantes peculiares de su res· pectiva filiación doctrinal, el mismo "leitmotiv", escrito siem!)re en tono menor y con tinte marcadamente melancólico, el más adecuado al género de lamentación. Esta armonía de opiniones de cerebros tan privilegiados debiera repr'.mir las demasías de tanto3 :.ifómanos indoctos que escriben con deo>envoltu:ca, sin primero tomarse el trabajo de estudiar. Mas, puesto que todos hayamos convenido en la necesidad de llevar la Religión a las escuelas públicas, bueno será declarar cuál sea la manera más conducente de poner al gato el cascabel. En las declaraciones publicadas por :l diario matutino, cuyas gestiones han comunicado esta vez calor a problema tan trascendental, quedan apuntados algunos medios de rnlucionar las dificultades provenientes de la diversidad de Credos hoy registrada en nuestra :omunidad. Nos duele declarar que disenti· mos de todos ello.;, no prec!.;;amente porque to· dos se nos antojen errón~o~, e:no por haber;.;.c ·reducido lo-; m~s ace:;:>t.::b!c~ 3. exponer media vudad. V.:rdad e3 que lo mejor re:mlta much~3 v~ ccs enen1igo de lo bueno, pero no e.>tá 1ne1u1;; den:o:-:trada la inut:lidad de loJ paños calientes., .::0:;1 lo;; cuales podremo~ di~li:-aer acaso al pac:ente, m:!s nunca ~crán : ?.ed:os eficaces·. para devolverle b salud. Otro clí:i. diremos lo de má.;. LUIS VARGAS. La ciencia de las religiones Con el permi'o y venia de los amable"; !er;to~·cs vamo~, :'. ª'!entrarnos hoy en el ancho y vasto campo de una nucv~ 1au1a de las ciencias teológicas, nacida, como tantas otras. :·, 1 calor del e dio ~ ectario, que de todo ~e vale y que lo utiliza todo con tal de consegmr-vano empeiio- d<tr tm ment:s a la Igle~ia Católica, el enemigo qae se han empeñado en destruir y a,1üi.uilr.t', peto que no obstante todas sus dia· tribas y sus ataques redoblados, permanece siempre igual, siempn triunfadora, cada vez más liella, tanto más hermcsa y pura cuanto más combatida. No faltan espíritus apocados entre los católicos-r,POr otra parte fervorosos y buenos-qne ·se asustan cuando al-.· gu;e .. 1 se les pone delante y con la mayor fre~cura y el cinifmo más descocado niega los dogmas de nuestra i'eligión. Entre nuestros e!1emigos abunda11 los que creen que para destrozar el crü.tianismo le:; basta y sobra con despotricar -t::.l es la única palabra adecuada---co11tra aquello que hay de más noble y sagrado en el Catolicismo; rl.e ahí su táctica cien veces r~probada de afirmar sin probar nada, de estampar en las colmnnas de su prensa los mayores absurdos, sin detenerse a probarlos. Vol. l. -4- No. 21