Sera Verdad
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Part of Semana
- Title
- Sera Verdad
- Language
- Spanish
- Source
- Semana Volume IV (Issue No. 90) Septiembre 7, 1950
- Year
- 1950
- Fulltext
- ¿SERA VERDAD? Noticias graciosas publicadas en los periódicos LA SORPRESA DE LOS ANTROPOLOGOS Y como no hay manera de soste ner que el cerdo, por milenario que sea, pueda figurar entre los ante pasados del hombre, mister Grego ry, todo desolado, ha retirado el cráneo de la vitrina y le ha dado de baja en el inventario. La prensa neoyorquina, al comen tar burloamente el caso, dice que los estudios sobre huesos desente rrados no pueden ser jamás consi derados como definitivos, y que re sulta temerario, en la mayoría las ocasiones, basar sobre ellos afir maciones concretas(La Voz, de Madrid) Como se recordará, en los prime ros meses de 1927 fué hallado en unas excavaciones que eran hechas en Nebraska un cráneo que pre sentaba numerosas singularidades. No se trataba del cráneo de un hombre y tampoco del de uh gorila, al parecer, sino del cráneo de un vertebrado superior, de una espe cie próxima a la de los monos antropoidesEl cráneo fué traído a Nueva York y entregado a mister Guiller mo K. Gregory, director del De partamento Antropológico del Mu seo de Historia Natural. Mister Gregory hizo que una co misión de sabios estudiara el crá neo, y dicha comisión, tras largos y luminosos debates, declaró cate góricamente que se trataba del crá neo de un hombre-mono, especie intermediaria entre el hombre com pleto y el mono superiorSe redactó un inf orme en el cual los sabios en cuestión afirmaron que se tenía ya el «missing link», o sea el anillo que faltaba de la gran cadena de antepasados del hombre actual. Mister Gregory colocó el cráneo en una vitrina, y en los inventarios del museo lo hizo figurar como va liendo un millón de dolores. a x A comienzos del invierno, un em pleado del mueso, limpiando de pol vo el famoso cráneo, lo dejó caer al suelo, donde se hizo pedazos. Se tardó varias semanas en volver a juntar los parietales, occipitales y frordalfs, y al fin el cráneo"fué cóíócado de nuevo en la vitrina, donde diariamente lo admiraban centenares de curiosos. Pero hará unos quince días se re cibió un telegrama de Nebraska en el que se decía que, habiendo con tinuado las excavaciones en él mis mo paraje donde fué encontrado el cráneo famoso, se había tropezado con otros veinte cráneos semejantes a aquél, pero mucho mejor conser vados, los cuales iban a ser envida dos al Museo de Historia Natural de Nueva York. Estos ^uevos cráneos fueron so metidos al estudio de otra comisión de sabios, y anteayer se ha hecho público el informe de los mismos. Se trata jie cráneos de cerdos de una especie desaparecida, que vivió en la tierra hace miles de años, muy interesante para los zoólogos, pero too para los antropólogos. Siempre había ponderado el vino español, como uno de los mejores para cualquiera de los pretextos a que apelamos, los que sin ser vicio sos, sabemos catar y distinguir el buen vino del malo. De ahí, el por qué, en ésta tierra , española la bohemia tenga su ra zón de existir. Difícilmente se pue de concebir una bohemia seca; sería afirmar que el rosal puede florecer sin una gota de riego- Así, nada puede haber como el vino español para hacer florecer esa bohemia simpática que lo mismo canta y ríe que llora y canta. La bohemia que había en mí en aquella mañana clara se presentaba retozona y alegre, cgmo él mismo sol que desde lo alto esparcía sus rayos bienhechores que al reverbe rar en lós muros de la vieja ciudad parecían una carcajada embriaga da de luz- Lo habíamos visitado to do, monumentos, iglesias, museos, plazas... Hasta la hora del almuer zo tiempo sobrado había para tra segar algunos aperitivos y acabar de alegrarse de una vez, libres ya de toda preocupación, para el resto del día. Las libaciones comenzaron, len. tas y tardías en las primeras copas entremezcladas con exquisitas tapillas; rápidas y apuradas en las PAGAMOS UN PESO POR CADA JJNO DE LOS NÚMEROS SIGUIENTES ----- oOo----DE SEMANA 19, 30 Azcárraga 2109, Manila últimas, acompañadas de esa risa alegre y contagiosa que produce esa semi embriaguez de las libaciones largas y retozonas... Los retos, esos retos de final de fiesta, *caracterizados por la clásica frase de. “hasta la ultima gota”, venían to dos hacia mí. Los acepté todos* Mis contrincantes y retadores ca yeron todos. La reacción en mí fue de una desbordante alegría que contagió a todos los presentes- Al morzamos luego, más del menú ape nas si pude enterarme, pero comí de todo, y apenas me daba cuenta de nada; miento, sí me di cuenta de algo insólito, de tus cuidados, de tu solicitud para conmigo. Era la primera vez que ponías en mi un interés insospechado, una ter nura, si cabe,' en atenderme, en cui darme y hacer que se me pasaran los efectos del vino. De eso sí, me di perfecta cuenta¡Que buena fuiste! ¿te acuerdas? Me sacaste 'fuerce para que recibie ra aire, me llevaste luego al coche para que descansara; y en medio de aquella balumba, ya en el coche me empeñé que fumaras; y obede ciste también por no disgustarme. ¿Comprendes ahora por qué tuvo que ser. lo que ambos teníamos em peño que no fuera? LAS LINTERNAS DEL DOCTOI En ciertas regiones de la China una antigua costumbre obliga a lo médicos a colocar una linterna a í puerta de su casa cada vez qu\ muere uno de sus clientes. Un extranjero, llegado poco an tes a Tung-Chan-Sien, se vió unt noche en la necesidad de buscar un médico-para que asistiese a su es posa, atacada de una indisposidót alarmante. Comenzó sus pesquisas dirigiéñdó. se a casa de un doctor que le ha bían indicado; pero ante la puerty lucía tal cantidad de farolillos, qufc el extranjero, que sabía lo qvá aquello significaba, renunció a útá lizar los servicios dél recomendé do médico. Siguió adelante, fiándose a la suerteLlegó a los respectivos domicilio* de varios médicos, pero de todoi huyó fuertemente impresionado poi el imponente número de lámpara^ que había en las puertas. Por fin encontró una casita habi tada por un discípulo de Hipócrates ante la cual sólo había unas cuan tas linternas, cinco justamente. Entró en la casa, y rogó di doc tor que fuera con él a visitar a su esposa, a lo que el médico accedió* En el camino el extranjero feli citó al médico por el pequeño núme ro de linternas que había en 9u puerta. —No tiene nada de extrañoscontestó el médico tranquilamente —sólo estoy instalado en esta ciu dad desde ayer. (Blanco y Negro, de Maridé Tinfa incomparable. — Tómete de nueces de agallas contundida^ 100 gramos; palo campeche éfy virutas, 50; azúcar cande, - vinagre, 250; agua de fuent?,^ litros. Mézclese y déjese en tacto durante un mes, meneando de vez en cuando la mezcla. Cué lese para separar las agallas y el campeche. Aromatícese con esen cia de clavillo. Consérvese én botellas tapadas. r w i