Una Carta del Hermano Eduardo

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Part of El Misionero

Title
Una Carta del Hermano Eduardo
Language
Spanish
Source
El Misionero Año 1 (Issue no. 9) Febrero 1927
Year
1927
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
263 }v.fisionera en Lu"Quagan Cuatro Semanas en Naneng entre los Kalingas (Conclusion) NTRETANTO GRACI.AS a la fie! ejecuci6n de! con­ - · - trato se entregaron las ma­ deras con regularidad y el trabajo prosigui6 sin novedad. Fu! visitado dos veces por uno de nue�tros padres de Lubuagan quien celebr6 la mi>'a e:o el patio de la casa de Mandia con asisten­ cia de todos los ha bi rantes y juntos rezamos como de costumbre. La capilla estaba casi terminada y fi­ jado el dfa de mi salida. lnforme a la gente que saldrla despues de dos dfas. Enseguida varios me preguntaron: -lY quien como V. nos enseiiara � rezar? . Es muy dificil contestar pregun­ tas que uno sabe muy bien no pue­ den ser satisfactoriamente resueltas. ·Les dije que los misioneros de Lubuagan les visitarfan de W!Z en cuando, se hospedarfo n un par de dlas · en el pueblo, celebrarian la misa, predicadan en la capilla, ensefiadan el catecismo por las n·o­ ches en la misma o en el cuarto contig.uo que los servirfa de aloja­ miento durante su estancia, mas todo e>:to no significaba una eme­ fianza diaria. Trate de evitar una contestaci6n directa, diciendo a la gente que me quedarfa con sumo gu.::to entre ellos, pero que mi deber me llama­ ba a Lubuagan para construir otra capilla. -�Pero en tonces quien.nos enseiia­ ra?-me preguntaron de nueYC. Si V. no puede hacerlo �por que no nos manda aqul el Padre un maesao? A esta uitima pregunta Jes di una contestaci6n de u!'a evidencia superior. -lPor que el Padre no os manda un catequista? Simplemente por­ que no tiene con que pagarle. Vos­ otros saheis muy bien que hay que pagar P40 mensuales al catequis­ ta; saheis tambien que el Padre no 264 El Rdo. Hermano Eduardo, Banason y .Mandia en (rente de su hotel en Naneng. gana ni un centimo, que no recibe ningun sueldo, y que todavla tiene que construir su propia casa, y edi­ ficar capilla y sobre todo que Bel­ gica despues de la guerra no puede ya ayudar a sus misioneros como lo hada antes de ella. Crei haberles convencido con esto y oense que no insistirfan ya mas en SU petici6n. -Y si el Padre no puede pagar un catequista t'.acaso no hay cristia­ nos en Filipinas que estan dispues­ tos a hacerlo? A esto no supe que contestar, porque no depende de mi que haya o no cristianos que esten dispues­ tos a pagar cuarenta pesos mensua­ Jes por un catequista y, mientras pensaba en el tri!:ite porvenir de esta gente sencilla, uno de la nueva generaci6n se levant6 y dijo: -Yo he pasado por los valles cris­ tianos y he llegado hasta Manila. AIH he .visto casas grandes, al­ macenes repletos de cosas precio­ sas. He visto tambien millares de autom6biles y me dijeron que cada uno de ellos cuesta miles de pesos, que algunos no lo necesitan pero que lo usan (micamente para diver­ tirse, lo que !es cuesta al menos cien pesrs a I mes. He vista gente rica lujosamente ataviada. Tienen mucha serddum­ bre y la pagan. He asistido de lejos a una de sus fiestas en las cuales derrochan mucho dinero. Aqui ces6 el joven un momenta. Los asistentes eran todo oidos co­ ma si estuvieran preguntandose: lque tiene todo esto que ver con un catequista? Lo que aqu( nece­ sitamos es un maec::tro; habla pues de un catequista para nuestros hi­ joc:: y nuestras almas. El joven prosigui6: , -Y aquellos ricos que asi derro­ chan el dinero, acaso no pL:eden eronomizar alga para !'Ostener aqui 11n catequista? Son cristianos! Los cristianos dicen que el bien que se hace en la tierra sera recompensa­ do par Dias y que sera recompen­ s;ido siempre, siempre: sin fin, en el Cielo. Yo creo q·ue c::i yo fuese un cristiano. creyendo en un Dias toqopoderoso que recompensa el bien que yo hago, hadatodoel bien poc::ible durante toda mi vida. Si! As( lo harfa, porque lque importa deshacerc::e de algo. si este poco se Jes devuelve mas tarde con creces y para siempre ly V?-me pre­ gunt6. · 'Pero antes de que pudiese decir una palabra todos las alH presentes habfan dicho que harfan lo mismo que el joven. -Claro esta-conteste, y por esto tambien deje a mis padres y a mis hermanoc::. He aqu( la raz6n par que todo lo que tengo Id sacrifico para las misiones y por que he tra26.5 bajado aqui en la capilla sin otra recompensa que aquella que_espero en el Cielo de un Dias todopodero­ so. Pero vo:::otros comprendereis que yo nc• puedo prometer _lo que vosotros pedis de los cristianos, vuestros hermanos. El hacer el bien es cuenta suya. -Pero si los cristianos ricos no nos ayudan a nosotros pobres paganm:, no .son entonces 'cristianos,-con­ test6 el joven. Comprend( que su discurso esta­ ba a pun to de ofender la caridad cristiana y por eso, bajo pretexto de tener alga que hacer en casa, deje a estos hijos de la naturaleza, tan bien dispuestos, a sus propias reflexiones. Cuando hubo llegado el dfa de mi salida, toda la gente de Naneng me rode6. A cada uno le d( ya una medalla o un rosario. A Mandia la deje una lata de came de vaca que car-ualmente encontre en mi haul. En cambio, ellos me dieron todo lo que podfan ofrecerme: hue­ vos, tapa, sal, tabaco, etc. Uno de ellos me rega16 un gallo. Re­ petidas veces nos di mos la mano, y los nifios, mis amigos y disdpulos, la esperanza de la misi6n, me si­ guieron parte del camino repitieil­ do sir cesar: "vuelva V. pronto; que:lese con nosotros; mandenos un maestro!" Realmente me conmovi6 mucho y pense en las palabras de N uestro Senor: "messis quidem multa, ope­ rarii autem pauci": la mies es gran­ de, pero los operatios son pocos. y mientras subta y bajaba las mon266 �afias, tenla s iempr e ante mis ojos a aquel jov en fi16sofo que ha bla dicho: "pero si los cristia nos ricos no nos ayudan a n os otros , pobres paganos, entonces ellos no s on cris­ tianos," o sonaban en mis oldos el eco de estas otras palabras significativ as de aquel mismo joven: "Yo creo que si yo fuese cristiano, cre­ yendo en un Dios todopoderoso que recompensa el bien que hago, yo harla todo el bien que podda durante toda mi vida. �y V?" EDUARDO COOLS. ! CU.an Amable, CU.an Tierno Es ! .... , .... c,Crees en milagros? c,No?-Pues entonces no sigas leyen­ do esta narraci6n: la profanarfas. t,Si crees?-Oyeme, y admira ybendice las ternuras del i.1as amante de los cora­ zones. Es un hecho de nuestros dlas: suce. di6 en Ameca-Ameca, cerca de la ca­ pital mejicana; y nos lo acaba de referir "quien lo oy6" de boca de las mismas santas Religiosas que gozaron de tan · estupendo favor de JESUS SACRA­ MENTAOO. * * * La soldadesca brutal, mandada por el barbaro Gobierno que esta deshon­ rando el nombre de Mejico, y cubrien­ do de amargura a aquel pueblo tan digno de otra suerte, se presenta, con toda la vile�a de la tirania y de la im­ piedad, en el convento _de Carmelitas Descalzas: -iSalgan ustedes de a.qui! iinmedia­ tamente! .... - Sei'iores, somos unas indefensas Reli­ giosas: dennos un plazo para preparar­ nos otras moradas, para implorar la caridad de nuestros bienhechores .... -iNo! Ahora mismo salen ustedes de esta casa .... El jefe agrega pale.bras impudicas acerca de la joven Superiora, ruindad propia de los sal vajes tiranuelos de M�jico. Las Esposas de Cristo comprenden que aquellas hienas son capaces de cualquier ultraje y que es inut.il resis­ tir. La Superiora llama a dos de sus hermanas; y mientras las demas se disponen a obedecer la nefanda orden de los tiranos, van las tres a la Capi­ lla, para salvar de un sacrilegio al sa­ grado Buesped de los altares . La Madre abre el tabernaculo llena de emoci6n. Mira a las adorables For­ mas en que se oculr.a el Cuerpo de JE­ SUS .... -iSenor mio!-exclama-t,he de tocar­ te yo? .... * * * La respuesta es uno de los grandes prodigi.os Eucaristicos que se han o­ brado en el mun&o .... Sin que nadie pusiese su mano en las Hostias. van estas levantandose y volando a los la­ bios, ya de una ya de otra de las tres Religiosas carmelitas .... Tremulas de espanto, y ardiendoles en amor el coraz6n, reciben ellas el delicado obsequio: dilatan su boca, y mas el afecto de su alma, gustan el Pan di vino, tan maravillosamente pre­ sentado p.>r el poder del Cielo. El cop6n esta vacio .... Falta la sagra­ da Forma de la custodia: la Superiora la toma en las ma.nos. De repente la Bostia, mayor que las demas, salta de la luneta y mostrandose en el a.ire, se va enrollando hasta quedar en forma facil de ser consumida. Luego se diri­ ge a los labios de una de las asombra(Se continua en la pagina 271)