La saga de pumbachayon
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Part of El Misionero
- Title
- La saga de pumbachayon
- Language
- Spanish
- Year
- 1931
- Fulltext
- Al anochecer empezélasinstrucciones de los c_ tecúmenos conti nuándolas hasta muy avanzada la noche. El día siguiente, bautizó a cua tro adultos y celebré la misa al aire libre. No sé como podré celebrar la misa en Salioc durante el tiempo de lluvias. Aquí como en oteas estaciones, quisiera ó edificarunacapillaóagrandecerlasexistentes. el número de cristianos au menta en cada una; pero si lo ha go, me veré obligado a despachar algunos catequistas, y esto no pue de ser. Podemos continuar la evaagelización de los pobres paga nos, aunque en una casucha, po demos vivir comiendo menos que lo necesar o, pero, sin la coopera ción de nuestros hermanos cristia nos sostentando catequistas, no podemos salvar a todos estas al mas tan bien dispuestas para se guir a Cristo. Que Dios se lo pague a los bue 297 nos cristianos de Pampanga que tantos sacrificios hacen para ayu darme aquí en la viña del Señor, la misión de Barlig, ó la nueva Pampanga. Rev. Marcelo Ghysebrechts Misionero, Barlig. NOTA. Llamamos la misión de Barlig “la Nueva Pampanga,” por que varias personas generosas de la Provincia de Pampanga ayuda ron a fundar esta nueva misión. Han costeado la capilla, un monu mento perenne de su fe y una ora ción perpetua obligando al Señor a bendecirlos con sus familias. Y su ayuda pecuniaria no cesará con esta casa del Señor edificada: las mismas personas se propone.: con tribuir para más y más catequis tas. Las esperanzas de Barlig pa gano están fundadas en Pampan ga la católica; el porvenir cristia no de la Pampanga nueva depen de de la Pampanga antigua. La Saga de Pumbachayon Continuación. —“El palay no importa a mi”, contesta Aliguyun, “yo marcharé sobre tu palay, lo aplastaré con mis pies y cuando tus arrozales se quedaren llenos de malas hierbas y brozas, entonces volveré a ca sa!” —“Si es así, sigue”, grita Pum bachayon, “o ¿acaso crees tu que no tenemos bastante palay de so bra de la otra cosecha?” Aliguyun no quita el ojo a Pum bachayon y vé cómo los grandes dedos de sus pies están dirigidos afuera, terriblemente afuera. —“Hm, hm,” así piensa “que PROPAGUE SU FE 298 Arrozales de [fugaos hombre vigoroso aquel Pumbachayon: sus grandes dedos de am bos pies dirigidos afuera le hacen un héroe: sin duda es diestro, y acaso más que yo.” Aliguyun con su escudo aplasta el palay y entra en los arrozales. Lo mismo hace Pumbachayon. Aliguyun coge su lanza en la otra mano y la tira contra Pumbacha yon; Pumbachayon arrebatándola coge el arma arrojadiza. Aliguyun le mira con ojos asombrosos, pero Pumbachayon ya está tirando la misma lanza contra Aliguyun, quien a su vez arrebatándola la coge con la mano. Pumbachayon al ver esta destreva, se queda tan pasmado que su contrincante y dice: —“!Que destreza! !Que hom bre tan fuerte Aliguyun, hijo de Amtálao!” Ahora todos los guerreros estan luchando, las lanzas vuelan, la animación esta en su apogeo. Más allá las muchachas del pueblo de Pumbachayon que están mirando, excitan a los guerreros y gritan: —“Hallo! Hallo! Pumbachayon, tira tu lanza a través del pecho de Aliguyun y trae su cabeza a casa para que en frente de nuestras ca sas se refresque con el viento (7). Pumbachayon vuelve aprisa la cabeza y grita: 7. Se refiere a la costumbre de sus pender las cabezas cortadas en frente de la casa, porque estos trofeos son se ñales de la bizarría del dueño de la ca sa ó de sus antepasados. UNA SUSCRIPCIÓN ANUAL: P1.00 299 Casa de Ifugaos —“¡Que farsa! muchachas, ¡Ali guyun es tan diestro como yo!” Y Indangunay, la esposa del viejo Pangayoan, también quiere ver el combate; toma su manta, la pone a sus espaldas sobre las cua les ya tiene puesto su hija menor, una hiña aún de pechos, y por delante a¡ta las extremidades de la manta. Toma un puñal, y car gando el bebé en las espaldas, ba ja de casa y corre hasta los limites del pueblo. Allá en los arrozales Pumbachayon y Aliguyun están combatiendo, ambos igualmente fuertes y diestros. Indangunay indica con el puñal a Aliguyun y Pumbachayon y grita: —“Eh, vosotros varones, ¿por que tantas fatigas? Vosotros dos sois igualmente fuertes, ¡ninguno puede vencer!” Aliguyun levanta la cabeza, mi ra un momento y vé á Indangunay. Cesa un ratito el combate y grita a Pumbachayon: —“¿Quien es esta? Quien es esa que grita allá desde las alturas del pueblo?” —“¿Quien es?” replica Pumba chayon, “Pues esta es mi madre, la esposa de Pangayoan.” —“Pero ¿a quien está cargando én las espaldas?” —“Pues esta niña es Bugan, mi hermana menor.” Y Aliguyun se dice: “Es como mi madre Indumlao.” Indangunay grita a Aliguyun: —“Tu Aliguyun, vete a las al turas de nuestros graneros, Pum bachayon vendrá conmigo para UNA SUSCRIPCIÓN PARA TODA LA VIDA: P15.00 300 comer.” Entonces Aliguyun se dirige a los graneros y Pumbachayon a su casa. Al llegar a su casa depone su lanza y escudo y come. También Aliguyun come debajo los grane ros. Ambos, una vez satisfechos, toman sus talegas costales y masti can betel. Después de poco, Ali guyun se levanta y desde un ángu lo de un granero grita: —“¡Hola! ¡Pumbachayon!, ¿don de estas? Amigo Pumbachayon, vienes ó no?” Enseguida Pumbachayon coge su lanza y escudo, corre al lado de las casas y baja hasta los arroza les. Los dos se encuentran en el campo y otra vez empiezan a tirar sus lanzas. Sucede que Aliguyun domina a su contrincante y rechaza a Pum bachayon hasta las alturas del pue blo. Pumbachayon retrocedien do de espaldas, escala las laderas, pero siempre agarra su lanza cer ca de la hoja y dando continua mente puñaladas, el ástic toca los cestos polleros de las casas. Pero Pumbachayon cierra los dientes y grita: —“¡Hola! ¡hola! Aliguyun, no hay victoria para ti. ¡Hola! Salaqui Aliguyun.” Y efectivamente rechaza su ad versario hasta los arrozales. Otra vez las lanzas vuelan, los gritos redoblan y también sucede que Aliguyun retrocede bajando de espaldas: agarra su lanza cerca de la hoja, no cesa de dar puñaladas y el áspic de su lanza aplasta las altas hierbas de la rivera del rio. Pero Aliguyun se muerde los dien tes y rechaza a Pumbachayon has ta las sementeras. De nuevo las lanzas vuelan, los gritos redoblan hasta el anoche cer; y cuando ya está oscuro, Ali guyun se dirige a las alturas de los graneros y Pumbachayon vuelve a su casa. Ambos comen y duer men. Al dia siguiente la lucha se rea nuda desde la madrugada y asi se prosigue el combate durante un mes y medio. Ni Pumbachayon, ni Aliguyun puede cantar victoria. Entonces Aliguyun mira los arro zales, todo el palay ya se queda aplastado, las malas hierbas y las brozas han crecido muy alto y por eso grita: —“Ya me voy a casa ahora, Vuelvo a casa con la enemistad en mi corazón.” —“Está bien”, contesta Pum bachayon, “¿vendré yo a Hananga para decidir el combate?” Aliguyun asiente con la cabe za y llamando a sus compañeros, les dice: —“¡Venid, compañeros, volva mos a casa!” Pues Aliguyun y sus compañe ros se marchan, bajan al rio, lo badean y desaparecen. Al ano checer llegan a sus casas en Ha nanga y deponen sus lanzas y es cudos. Indumlao, la madre de Aligu yun pone la comida para su hijo quien pregunta a su madre: AL “THE LITTLE APOSTLE” 301 —“¿Que es eso, madre Indumlao; porqué no has cosechado nuestro palay? ¿Acaso menos precias al heredero de tus arroza les? ¿Quieres abandonarme?” Indumlao lo niega con repeti das gesticulaciones y contesta: —“¡Vaya, vaya! Aliguyun, hijo, mió, que estas diciendo? Pumbachayon puede venir si quiere, pue de aplastar nuestro palay, pero ¿piensas tu que no nos quedamos con bastante palay de la cosecha pasada? Entonces se acostan para dor mir. Al cantar el gallo por la mañana siguiente, Aliguyun pron to se levanta y grita: —“Eh, eh! compañeros! Eh, eh! compañeros! Levantados y id a los graneros, esparcid los anaque les para el palay, porque vamos a cosechar!” Ya se ponen en marcha, sepa ran los anaqueles, les ponen en sus lugares y traen las carambas lle nas de vino de arroz. Los mambunungs o sacerdotes empiezan las ceremonias del sacrificio para la cosecha. Otra vez Aliguyun grita: —“Eh, eh! Vosotras mucha chas! Muchachas de Hananga, id a los arrozales, id pronto a co sechar el palay, id pronto, id to das! Eh, eh, vosotros compañe ros, venid, bajemos al rio para en contrar, a Pumbachayon.” Los guerreros andan por los acirates de los arrozales y llegan al rio: allí encuentran a Pumba chayon y sus compañeros. —“Que hay, Aliguyun!” grita Pumbachayon, “Oh, oh, vienes a nuestro encuentro! Oh, oh, tu palay esta todavía en los campos!” Corre hacia Aliguyun, tira su lanza, rechaza a Aliguyun, hasta el rio, vuelve, corta flechas de cañuela, corre por las altas hierbas del rio, corre a los arrozales, tira sus flechas contra las muchachas que están cosechando palay y to das se escapan aprisa a las alturas del pueblo. Ya no hay mas que cosechan. En eso, Pumbachayon coge los manojos cosechados, les tira lejos, corre hasta los graneros, tira flechas contra los sacerdotes y los viejos y también todos ellos se escapan y corren al pueblo lle vando sus carambas. —“Muy bien,” se dice Pumba chayon, “vamos a ver si Aliguyun comerá, arroz nuevo!” Después grita en alta voz: —“Hallo, hallo! Aliguyun, ¿don de estas? Ya te estoy esperando en tus arrozales!’« Las lanzas vuelan, los gritos re doblan, grande es la animación de todos. Las muchachas en las al turas del pueblo gritan: —“¡Hola! ¡hola! Aliguyun. Tira tu lanza a través del pecho de Pumbachayon y trae su cabeza a casa para que se refresque con el viento en frente de nuestras ca sas!«’ Aliguyun pronto vuelve la ca beza y contesta: —“Que farsa, muchachas! Pum bachayon es tan diestro como yo.” Y Indumlao, la esposa del viejo O A “EL MISIONERO” 302 Amtálao, también quiere ver la batalla. Lleva cargada en las es paldas su hija menor y anda hasta los limites del pueblo. Allí Aliguyun y Pumbachayon están pe leándose, los dos son fuertes y diestros. Indumlao les indica con su puñal y grita: —“Eh ¡Vosotros varones! Por que esta excitación? Vosotros dos sois igualmente diestros. Na die podra ganar.” Pumbachayon, al oir estas pa labras, mira y ve a Indumlao: to davía parece una muchacha joven, y las piernas de su hija que lleva están balanceando graciosamente al lado de la madre. —“Quién es esta? asfi pregunta a Aliguyun?” —“Pues, mi madre Indumlao!” —“Pero a quien lleva en las es paldas?” —“Pues, esta es mi hermana menor, Aguinaya.” Y Pumbachayon se dice: es co mo mi madre Indunganay. Y cuando el sol ha llegado has ta las alturas del cielo, los guerre ros se retiran para comer y por la tarde otra vez se. pelean hasta al anochecer. Al dia siguiente con tinúan la batalla y así se pasa du rante un mes y medio. Entonces Pumbachayon dice a Aliguyun: —“Tu palay esta aplastado, hierbas y brozas han crecido muy alto; ya me voy a casa en Daligdigan.” —“Estáib en”, contesta Aliguyun, “¿vendré yo a Daligdigan?” Pumbachayon hace una seña afirmativa con la cabeza y junta mente con sus compañeros regre sa, baja al rio, lo vadea y desapa rece. Al dia siguiente, Aliguyun y sus compañeros, llegan a los arro zales de Diligdigan y otra vez las lanzas vuelan, los gritos redoblan y asi se pasa dia tras dia y nadie falta cogiendo la lanza tirada por su enemigo: nadie puede cantar victoria. —o— ----------------------------------------1— El Reinado de Jesus Sacramentado Establecido Entre Los Infieles Discurso pronunciado por el Rev. PADRE C. BEURMS, misionero en el Congreso Eucaristico de Vigan. Continuación. Después de semanas de penoso trabajo, la primera fiesta religiosa, la bendición de la capilla se cele bra. Mientras anima las activi dades, el misionero se encuentra con muchos paganos a quienes NUESTRA DIRECCIÓN: P. O. BOX 1393