Quien cambia

Media

Part of Excelsior

Title
Quien cambia
Language
Spanish
Year
1931
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
QUIEN CAMBIA? Pregunta es esta a la que no creo que sé atreva mucha gente a responder de pronto. Porque la cuestión de los cambios ya se sabe que siempre ha sido peliaguda. · Ahora, pensándolo un poco, ya es- otra cosa. Cambiar, cambian muchos, unos impresiOnes, otros moneda con tanto por ciento a favor o e!1 contra, otros, de ideas polírbicas y otros de camisa. Pero 'el cambio mas coniente que se conoce, o al menos el de que mas se habla, es el que sirve de tema a todas las conversaciones forzadas y premiosa.s: el del tiempo. No hay expresión que se prodigue más, siendo de observar que es muletina que, una Ve2 cogida, no hay quien la suelte. Aquel que diga por primera vez, ¡Como cam-· bian los tiempos! bien seguro puede esta1· que lo irá repitiendo hasta el infinito y cada vez más a menudo. ¿Cambian los tiempos en realidad? A mi juicio-sin que por decirlo ahora pretenda creer que he hecho un descubrimiento-entiendo que no hay tal cosa. El tiempo sigue imperténito su camino, cuyo origen ignoramos y cuyo final desconocemos, pe-ro en el que hemos ido plantando jalones para referirnos a épocas determinadas y en el cual jamás hay cambios, ni giros, ni variaciones. Nosotros si que cambiamos, tan rápidamente que en cuanto nos fijamos un poco lo notamos, con tanto despecho, que preferimos negarlo a pesar de tener la seguridad de que nadie nos ha de creer. El detalle más nimio nos hace saltar a la vista estos cambios: ya es la ropa quedándose holgada o estrecha, ya el semblante que se alarga o se redondea, ya el cabello que se obscurece o blanquea o se cae, ya en fin el humor que se pierde o que se gana . . . no; que se pierde, como capirbal que se gasta sin producir intereses. U no de los hombres que más daño han hecho a la humanidad en esta cuestión de cambios, fué sin duda ninguna Daguerre, quien con su inven!o, que tanto entusiasmó a nuestros ¡)adres, a nosotros y a nuestros hijos, nos ha partido por el eje, po1·que nada como una colección de retratos de una misma pérsOna, para que se vea lo que cambia, no obstante las protestas que haga en !bono campanudo como a~ostumbran muchos exclamar: «Yo siempre soy el mismo.:. ¡Qué han de ser! Ni en figura. ni en costumbres, ni en carácter, ni en nada. Gracias a que, como todos cambiamos al propi~ tiempo, no se nota tanto, a menos que nos fijemos-, pero aun así encuentra cada cual má!!I natural decir. «Como ha cambi-ado Fulano», que nó «¡Como he cambiado yo!» Las generaciones que pasan son siempre injustas, a mi creer, cQn las que las empujan. No hay viejo que no encuentre defect.os a 1011 jóvenes, lo mismo si le dá por lo serio que por lo alegre: si lo primero, encontrando al mundo más pervertido que en sus tiem.poa, si lo segundo, considerándose más tunanrhe, más oportuno, más decidor, más pillin que todos los que por serlo pasan en la ·actualidad. Y llevan su -intransigencia a tal extremo, que no admiten absolutamente nada de Jo moderno, por creerlo siempre peor que lo antiguo. ,Jtecuerdo que en cierta ocasión, nos quedamos encantados unos cuantos, viendo pasar cerca del grupo que formábamos, una mujer encantadora, de esas que, por el cúmulo de perfecciones que ..e unen, aun vistas parecen soñadas. Deslumbrados quedamos todos- ante el paso de aquella estrena· de primera magnitud y así nos expresabamos, cuando uno del grupo, el más viejo,----que lo era y bastante-nos cortó la letanía de elogios diciendo ... «¡Psth! No es ma~ leja; pero no puede compa1·arse a lo que fué su madre. ¡Aquella si que era guapa de veras!» Y, lo de siempre, metidos en. discusión, resultó que nosotros no sabíamos apreciar como los de su tiempo, que cualquier cosa nos sacp.ba de quicio, que tal y cual y que se yó, concluyendo con la Obligada exclamac:.ión semi-tris-te, semi-desdeñosa; e: Pero cómo cambian los tiempos.» Lo que nos apresuramos a rectificar introduciendo en la oración una pequeñ~sima particule. respondiéndole. c:¡Pero como 1ws cambian los tiempos! M. ERREA