Sanchez Coello, pintor de princesas

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Part of Espana Boletin Informativo

Title
Sanchez Coello, pintor de princesas
Language
Spanish
Year
1953
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
ARTISTICA.-=---------Sánchez Coello, pintor de Princesas Nació Alonso Sánchez Coello en tierra de moriscos, tierras le\'antinas, YalPncianas de Benifairó, allil por el ario de grach1 de 1531. El primer lropit-zo de w \'ida fué éste: para hacerse cristiano h1\·o que < 'sperar meses y acaso afias, hasta que su familia pudo trasladars·e a un Jugar conocido por Alquería Bla111.:a. donde pudieron administrarlt> el bautismo. Morisco primero y mús tarde ten'.d.J por oriundo de Portugal por .algunos autores, la vida de Sánchez Coello 'empieza en una \'erdadera nebulosa biográfica. Son varios los biógrafos que cambiaron hechos, fechas y acont.ecimient.os fundamentales en la vida de este glorioso pintor \·alenciano. Lo cierto es que Akrnso, por las razones que fue. ra, p<i.sÓ a Lisboa a la edad de catorce año~ . donde em. pezó a trabajar en el tal~-er de Antonb Moro. Si esta dedicación a las tareas del aprendizaje artístico res· pondi.a a una temprana \·ocación del levantino, o fué la fortuita circunstancia del contacto con el gran artista lo que deter· minó la afición del joven valenciano, no ha podido ser averiguad'.) con certc. za. De lo que no cabe duda es de que M.:>ro fué su principal maestro r el que más decisivamente influ\·ó sobre su temperamento.' t e en Lisboa, eslU\'O en casa del obispo de Arras, don. de pintó algunos lienzos notables. Serú unos años míls tarde, al morir el príncipe Juan de Portug<.il. cuando su viuda, la princesa espafiola, recomi,~nda a su her. mano Felipe al pintor Súnchez Coello. Y el valenciano \·ino entonct's a la corte de las Espallas, cuyo cetro acababa de cmpullar el príncipe Felipe por 1.:hdicación Durante su estafü:ia en la capital portuguesa IJc. gó a tener Sánchez Coel'o el suficiente renombre para entrar al servicio .del príncipe Don Juan, casado con la hermana de Felipe II. ,Esto O<.'.urrí.a en plena juventud del artista, ya que se calcula que re~dclió siete allos en Lish'.)a. Poco después ocurre 1 el hecho trascendental. en su e.arre. ra de que el emperador ISAHEI, ( 'L.\IL\ EU;E~L\ del emperador. Felipe Il, que no tenía pintor dt> cilmara p;ira sustituir a Antonio Mor.o, recibió a Sánchez Coe Uo co.n gran sat idacción. No es hipérho'e cuanto se d ga res· pecto a b (:t'.Jnfianza y al entusiasmo que el monar· e.a tuvo por el artista, pttes to.dos los cronistas de b época estún de acuerdo en asegurar que todas las horas que el rey pedí.a ~ ustraer al manejo <loe las cornp'.icad.as tareas y klS negocios del Imperio se J.as pt1saba en el tnllerobrador deda.n entonces -de Alomw Súnch€z Coe· 1\o, su pintor de cámara. Consiguió el rey que e~ arf sta residiese c..,: :m su familia en unas carns próximas a palacio, desde donde 1 el soberano pasaba al taller del pintor por un secreto pasadizo. Esto le pnrnitía visitarlo en ho· ras tempranas, vestido de capa ')l gorra, corno en alf.!Utut ocasión lo ha pintado Coello. Si, .al llegar de improvisto el rey, no s,~ encontraba Alonso ?n el taller, el monarc.a se enlrete1üa con Jos trebejos que llenaban el estu· dio. Y si, al llegar, el artista se encontraba ya trabajando, Fe 1 i pe se acere aba sigilosamente por !a espalda y le ponía las manos sobre los hom· brcs. Como el .artista intentara levantarse para rendir Jos honores corres. (;obernadorn de los l'aíses lfojos, hija de Feli11e 11, la llamaron la .. no\·ia" de F.urop:1. Casada t•on el Archidut1ue Alberto, fu~ muy tiuerida de to:fo-: sus .-:úb!litos, debido a su bondad de c;arí1der y gener.osidad t·on los hum.ildes. He.-:tacaha por su hellezil, y durante su h;'1hil reinado en los Países Bajos ¡1rote1;dú hirgamen.te al pintor ltuhlons. Murió e n Bruselas en J6:J;J. Carlos le hiciese el gran honor de encargarle varios retratos de la familia re~d. A parlir de ese momento. Alonso Súnchez CoEllo entra en la historia y t•n la promoción de les grandes pintores del Renacimiento, que bullían en torno a la corte de los Austrins. Con anterioridad a esta fecha- se fija el hecho hacia 1550-, el artista español, recriado estéticamenESPA~A J>'.)ndientes a su soberano, éste !.e sujetaba y le obligaba a seguir pintando, pues el verlo tralrnjar s:::bre sus Jien· zos era una verdadera diversión para el monarca. Sirnchez Coello, en el transcurso de aquellos allos, pintó repetidas veces a Felip~ Il. Existen retratos a pie, a caballo, con armas, con traje sEncillo de capa. También pintó, por encargo suyo, diecisiete retratos Pá.gin.a 29 de reinas, princesas, infantes y otros miembros de la familia real. Uno de los r~tratos más famosos, debido al pincel ruágico de Alonso Sánchez Coello, que hoy se conserva como una de las maravillas del Museo dtd Prado, es el de la princesa Isabel Clara ~ugenia, hija de 1'~elipe 11 y de lsabel de Valois, cuya belleza le babia valido el sobrenombre de "la novia de Europa". Cuéntase de la bella hija de Felipe e Isabel que tuvo muchos y muy altos pretendienLes a su mano, príncipes de distintos reinos, a los que quizá le obligó a rechazar su padre, que pretend1a para ella nada menos que el trono de San Luis de l4'rancia. No resultaron los planes del más poderoso monarca del mundo renacentista, y la bella Isabel Clara S'e casó por amor, en 1598, con el archiduque Alberto de Austria, a quien encargó el rey el gobierno de los Países Bajos. Aseguran los historiadores que Isabel Clara Eugenia unía a la más sugestiva belleza de su cuerpo un alma •exquisita, un carácter res.olutivo y extraordinarias dotes de gobierno. Se encarecen, además, .su decisión y valentía, ya que en las luchas que su esposo se vió obligado a soste·ner, Isabel Clara lo acompañó siempre, sin mirar el peligro. Muerta en Bruselas en 1633, el pintor Sánchez Coello, que la pintara en el momento m~ls esplendoroso de su juventud, nos la ha inmortalizado en ·ese retrato admirable, considerado como uno de los mejores del artista levantino, muerto ·en Madrid once años antes que naciese Velázquez, y uno de los buenos discíi:>ulos españoles ele Rafael. De la categoría y renombre que tuvo en su tiempo Sánchez Coello dan idea las noticias de que recibía en su casa y sentaba a su mesa obispos, arzobispos, cardenales y otras personas principalísimas de la época, que procuraban aprovechar su ,estrecha y sincera amistad con el más poderoso rey de la cristiandad. Su influencia sobre Felipe 11 llegó a ser extraordinaria, lo que daba a Sánchez Coello la facilidad de c1::dearse con las más altas Jerarquías de Europa, que lo festejaban y cultivaban su amistad. Le concedieron honores los papas Gregario XIII y Sixto V, el gran duque de Florencia, el de Sabaya y iel gran Alejandro Faruesio. Hoy, al cabo de tres siglos y medio, el pintor Alonso Sánchez Coello sigue sostenido entre los primeros artistas de la gran pinacoteca del Prado, considerada como la mejor del mundo, merced al prestigio que los años han acumulado sobre sus obras-retratos y cuadros religiosos-, que cada día despiertan la misma admiración entre los aficionados, críticos y expertos. Son muy escasas las noticias sobre la vida familiar y la descendencia de este artista. Apenas se sabe que un hijo de Sánchez Coello, también pintor-aunque, al parecer, de escasa categoría-, pasó al Perú entre un grupo de artistas ·españoles, llevados a Lima para realizar allí la decoración de distintos templos. La cita de este Coello la recogemos del libro del marqués de Lozoya, en su obra monumental sobre e~ Arte hispano-ia.mericano. En ,esta galería de personajes históricos, inmortalizados por grandes astistas hispánicos, al ser convertidos en verdaderas obras maestras del arte pictórico, esta pr.~ncesa español:a retr.atada por Sánchez Coello figura aquí por derecho propio, con la doble representación de su belleza, su personalidad y el arte soberano con que su esbelta figura ha sido llevada al lienzo por un gran artista. Balenciaga, Cánovas del Casi illo, Lajjitte, Rap hael ... los españoles que crean la moda de París LOS ESPANOLES QUE CREAN LA MODA DE PARIS Hace más o menos cien años que la moda femenina es privilegio de París y la primer industria de Francia, gracias a la cual viven cientos de miles de obreros, de artesanos y de artistas. Lo que mucha gente no sabe es que una gran parte de estos obreros, d·e estos artesanos y de estos artistas se compone de extranjeros y que entre ellos hay un gran porcentaje de españoles. Sin olvidar que la emperatriz Eugenia fué tal vez quien más contribuyó a hacer, de lo que hasta entonces era costura, sin más, la ,"alta costura", cuando descubrió y lanzó al famoso modisto Worth. Antes de hablar de los españoles que actualmente dirigen casas de primer orden, queremos recordar a un gran creador, desaparecido hace pocos años, y que fué, sin duda, uno de los más e1'egantes de su época. Aludimos al español marqués de la Peña, que duran te muchos años d:rigió la fa.masa casa Doucert y visitó a todas las reinas y a todos las mujeres "chic" del momento. Cuando le conocimos él era ya, sin duda, un hombre como se dice hoy, "Otoñal. Pero no olvidaremos fácilmente su empaque de hidalgo, la perfección de su indumentaria, que en nada sugería ese lado, un poco ridículo que tiene, no sé por qué, el modisto. Su despacho era un verdadedo museo, con Página 30 muebles de precio, dig.nos de ser mencionados uno por uno. Y todo, alre.dedor del marqués de !:a Peña, nos hacía pensar en elegancias de la corte de España. Creernos que nadie de los que le suceden llegará a dej.ar, en la historia de la moda parisiense, una in .. fluencia tan firme, y para ello no hay sino hojear las colecciones de las revistas de modas del 900 hasta la guerra europea. Seguramente que Christian Dior y Jacques Fath lo hacen muy a menudo, y tanto mejor para sus creaciones, que están muy lejos de 1legar al modelo. Pero hablemas de los que hoy en día continúan con esta tradición de elegancia española y de su influencia en la moda francesa. La española Ana de Pombo, actualmente en Madrid en pleno apogeo, fué la continuadora de los éxitos del famoso monsiur De la Peña, como le llamaban en la alta costura. Y fué la primera en romper con ,esta tradición que exige que el nombre del mode.Jista no figure para nada y que sólo brille el nombre que da la firma a la Casa, aunque el dueño del nombre haya abdicado o haya muerto. Ana de Pombo apareció con toda su autoridad avasalladora y todo el prestigio nec-esario. El nombre de Paquin, ya pasado de moda, quedó como en sobreimpresión. Precisamente en 1938, cuando Ana de Pombo era ya una cel·ebridad mundial, llegó a París un refugiado ESPA!QA