Nuestras entrevistas

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Part of Excelsior

Title
Nuestras entrevistas
Language
Spanish
Year
1929
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
Srta . .!ILICE 'DA VIS ~STABA buscando un motivo para cantar el enc~nto de l~ mujer americana, esa lmda muneca de carne de rosa que cruza los ma· res a nado, vuela días enteros pilotando una aeronave, guia a cien millas un coche de carreras, cabalga por las pampas corno un gaucho, recGrre el mundo a bordo de un palacio flotante, es maestt a consumada de tennis, golf y basketball¡ interpreta las artes con du,zura, triunfa .en el desenfreno de los bailes modernos estudia y trabaja como un hombre, fuma y vota y se corta los cabellos, y por sí todo esto fuera poco, aún le quedan tiempo, fuerzas y corazón para amar, casarse, divorciarse volver a amar, y repetir la historia . El motivo para adorar este corazón inmenso y divino, para loar este nervio indomable, para trovar este espíritu noble v fuerte de mujer, me Jo dá Miss Alice. Davis, Ja encantadol'& muñeca de carne de rosa que abre y cierra los ojos en la fastuosa caja de Malaca ñang. Suena un día el teléfono: -A las cuatro en punto de Ja tarde le espera a usted Miss Davis en el palacio. -Está bien. Y media hora despuéS, otra vez el teléfono. -Perdón ; no es a las cuatro; es a las tres en punto de Ja tarde. -Está bien . Cuando llegamos al palacio, todo reposa en él. Unos caballeros nos conducen al salón. De allí pasamos a la biblioteca. Y allí apenas tenemos tiempo de admirar unas bellas orquídeas que llenan una copa cuando suena la voz niña y cantarina de Miss Davis : -¿Es usted? ... Surge en el vano de la puerta, esbelta, alta, dorada, toda blanca y toda en blanco sonriendo con los labios, con Jos ojos, con toda el alma a flor de piel. Y en tanto admiramos su sencillez, su elegancia, su belleza coje de sobre una mesa una pitillera de oro, nos ofrece un cigarrillo, coje ella otro . . . Y nosotros encendemos. -¿Miraba usted ~ las flores? -Sí, señorita. -Son bonitas, ¿verdad? -Preciosas. ¿Le gustan a usted las flores? -Es claro, sí, muchísimo; aunque aquí no la~ t-ncuentro, no las hay; parece que no es esta Ja estación de las flores, ¿verdad? La lluvia debe ec;tropearlas ... -Verdad. Miss Davis cruza una pie1.na sobre Ja otra, arroja por sus lindos labios una flor de humo y continua: -Lo mismo que las frutas; no veo tantas; no las hay. -De las que usted ha probado hasta ahora, ;,cuál es Ja que más le agrada? -La manga. --Y de las flores que hasta ahora ha visto. ¿qué flor le gusta más? -Todas . --¿Conoce usted Ja sampaguita? - No. La explicamos que es nuestra flor más bonita, más delicada, más aromosa . Que nuestras mujeres se sfrven de ellas como de un filtro de amor y las llevan sobre el pecho ensartadas en hilos de abacá donde queda prendido más de un corazón: que perfuman nuestros altares y la cantan nuestros poetas ... Miss Davis va diciendo en tanto .. . -¡Qué bonito! ... ¡qué bonito! .. . -Y el traje de nuestras mujeres, ¿qué le parece a usted? -Muy atractivo. -Sinceramente señorita, ¿le gusta a usted el pais? -Sinceramente, me gusta mucho. -¿Y nuestra sociedad? -Correcta, amable, cariñoi:;a. -¿Ama usted los deportes? -Mucho. Sobre todo el tennis. Sonreímos pensando que la que hereda no lo hurta: -¿Y las ciencias, los estudios? -También . Ahora estamos aprendiendo el castellano. Yo he terminado la High School. Pero no pude continuar mis estudios porque viajamos. Estuve un año en París. Luego, otros pueblos .. . l ,,. 1 •!• 1 l 1 1 1 1 1 11 l 11 1 ' ' ti 1 1 1 1 i 1 1 1 1 .• 1 1 • 1 •!• .l. / J J -¿Qué pueblo le pareei6 mejor? -Hay muchos pueblos muy bonitos ert el mundo. -¿Se divierte usted mucho aquí? -Estoy encantada de esta vida. -Una pregunta indiscreta y última, Miss Davis. -Diga usted. --¿No Je abruma a usted el peso social que han puesto sobre sus hombros? -De ninguna manera . Me siento muy feliz. Me gusta el rumor . Amo el movimiento ... Hablemos de otras cosas más, frívolas y bellas. Es la hora en que sestean los jardines, ronca el Pasig tendido a los pies del palacio como una alfombra y las palabras al herir el silencio de la estancia levantan un polvo de oro, como al volar las mariposas. Estrechamos en cordial despedida las perfumadas manos de la primera dama americana de Filipinas ... -Good by! -Good by! Y salimos del palacio enamo1·ados de ese tipo de mujer bella, franca, dulce, fuerte humilde y moderna, por la carne. sana como las manzanas en oro y rosa, y el alma pura como el nectar que en las rosas titila. JESÚS BALMORI . ~11,' 1 1 ' r • l 1 1 1 1 1 1 1 1 I ' 1 1 1 1 ·=· I ·'· 1 .t