Capitulo VIII: En el que se saca a luz distintamente la desesperacion del infortunado amante y los consuelos que le prodigaron sus amigos

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Part of Semana Revista Ilustrada Hispano-Filipina

Title
Capitulo VIII: En el que se saca a luz distintamente la desesperacion del infortunado amante y los consuelos que le prodigaron sus amigos
Language
Spanish
Source
Semana Revista Ilustrada Hispano-Filipina 1 (8) 10 Febrero 1949
Year
1949
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
CAPITULO VIII EN EL QUE SE SACA A LUZ DISTINTAMENTE LA DESESPER.ACION DEL IN~'ORTUNADO AMANTE Y LOS CONSUELOS QUE LE PRODiGARON SUS AMIGOS. , i Alza, Dios, tu ira y c6mo y de que manera, en justo y en cre~·ente, arrebat6se y enfureci6ee nuestro desdichado doncel Palatino mieritru fue bebiendo en la narraci6n la noticia de sp infortunio ! i Alli fueron las ansias y dolores ! · i Higase cuenta de lo que a su alma le fue dado padecer en un momento, aquel que en alguna ocasi6n se haya visto einpozado en el acerbo pielago de los tristes recuerdos ! A duras penas habia podido tir8.r las riendas a su angustia e impa,·iencia, dado caso de que tan y mientras el anciano anduvo con su relato adelente, se fue bosquejando en su rostro la c61era que hervia a borbotones en su coraz6n, no sabiendo, de los varios pensamientos que se agolpaban en su mente, a cu3.1 de ellos darle la preferencia, si a su truncado amor, a:l desgraciado trance en qu·e. s.e veia puesta su amada o al sangrfento ultraje que tan ruines y abyectos personajes habian puesto por obn., no faltando sino un tris para que se le. trastocase el juicio. Aunque- ya estaba dispuesto a re~ibir lo (Jue vi.niere. sin alteraci6n de l\nitnc, bebiendo la hie! llasta las haces, . sintiendo delltro de! P""ho los itmargus tragos y dandose con dolor fQlpe> de pecho, arranc6sele el alma a tal pun to. que sin set parte a trabancar las muros a, la adversidad, ·paner - clique~ al copioso torrente de suS 13.grimas ni ahogar en las Iabios Ios desgarradores suSpiros que <l eUos aflo1·aban, al sentir que este atroz infortunjo le sumia en el colmo de la desdicha, cay6 a tierra coma fulminado par un rayo, sintiendo.::;e ccmo aquel a quien fortuna tiene atajado todos los pa.sos de su 1 remedio, pa·r volver •;; revolver muchas veces en '!ill pecho que estaba su amada perdida para simpre. At~avesiildos~l_e temores de nO recobrRrla jamas, y despues µe haber -pasado una gran·· batalla dentro de su pecho, di6 rienda suelta a su dolor• y desesperaci6n en tanto que exclamaba amargamente 'de tal guisa. al par que volvia la vista al cielo y reventaba su coraz6n por las ojos deshaciem;fose en l&grimas : -i Ah, fortuna cruel y despiadada ! 1Cosa alguna me podia suceder de mayor azar ! i Y que no hubiese llegado tan s6lo unas horas antes!· i Ah, pecador de mi .a Dias. c6nlo me duelo de mi yerro ! i El coraz6n me lo dab a co mo presaga que. no debia alzar la ma no de prenda tan codiciada y que el dia que partido me fui de sus amorosos brazos babria de ser el postrero ert verla ! i Mas, p:igolo ahora con las setenas ! i Oh, adorada .A.urea! ;,Que cruel designio te'desmarnp~6 de mis brazos-? ;,De qu0 me eirve ya dar largas a vida que tan aborrecida me es?, i Oh, cielos, c6niQ saben dar de lie no estos pullales J 1 No estaba de Dios que llevara a bue11 .puerto mi ambiciosa pretension de lograr al fin y a la postre la dama de mis pensamientos ! i Oh, nefando trueque, el mas infausto y desgraciado, que me haces pasar de la clara luz de! alegre 'dia a las tenebrosas sombras de una noche sin fin., en que, para m8.yor crueldad, agonizo Y nunca muero y en el que aquel camino. de amor, dicha. paz y gozo, se ha convertido de repente en abrupto sendero sembrado de penas, llantos, venganzaa y -negros dias de padecimiento ! i Ah, Sefior ! i Y pen_sar que clla, que aun el aire no querlia que la tocase, est3. a la hora de ahora en manos de esos bandidos. me vuelve loco! .Cruzados los brazos y entregado al impetu de· 10s tormentos, en vano intent6 excusar Ids suspiros que del alma le salian ni fu0 parte a cortar el manantial de l&grimas con que solemnizaba su infortunio, el cual movi6 al pastor y al anciano, quienes no pod.fan par -menos que hacerse 00partieipes de su dolor, y aunque querfan disimular reventaban de pena, a arrasirseles asimism-0 las ojos de ella, poniendo. aunque en vano, todos sus esfuerzos en que tomasen color de lo contrario. para no afiadir aflicci6n a la de! ya desgraciado mancebo y por ilar mas pena al que nadaba: en ellas.
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51-52