Amor Perdido

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Part of Green and White

Title
Amor Perdido
Language
English
Year
1930
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
GREEN AND WHITE 181 ---------- - - - - - - Amor Perdido Por F. E. ""ENTRE los muchos pasajeros que llegaban de Barcelona por rl correo españql Leon, XIII, hallábanse el Sr. Escopeta, y el Sr. Rivera. Aquél venía con su esposa y su hija Teresa, que contaba con veintidos años de edad. Acompañaban al Sr. Rivera, su mujer y su hijo Paquito de veinticinco años de edad. Ambos venían por motivos de negocios Aunque tos Sres. de Rivera, y Escopeta se habían conocido en España, sólo fué durante el viaje cuando Paquito y Teresa se conocieron y se vieron por pri'mera vez. Desde aquel instante, Paquito quedó prendado de Tw::sa, que era herlmosa, de cabellos rubios, ojos azules y poseía una sonrisa encantadora y atractiva. En el día de la lfogada á Manila, mientras Teresa y Paquito se hallaban conversando :m la borda del barco, gritos de bienvenida interrumpieron la conversación. Quien así gritaba no era otro que Juan Berrechea, un amigo de Teresa que había ido á recibirla. Paquito reanudó la conversación que se había interrumpido y preguntó; "¿Es su hermano?" ''No, es un amigo que conocí cuando vine por primera vez hace unos cinco años," contestó Teresa. Más tarde, Teresa y Paquito se despidieron, y cada uno se fué á su camarote para sacar los equipajes y retirarse con sus familias á sus respectivas casas. Aquella tarde, Paquito fué á visitar á Teresa, przro se encontró con la casa invadida de visitas que habían ido á saludar á la fa.milia de Escopeta. Paquito no se atrevió á entrar pues era reden llegado y no conocía á nadie, pero el padre de Teresa al verlo pasar de largo le llamó y le hizo entrar. Fué en esta ocasión cuando Paquito conoció á JU:an Berrechea y á otras muchas personas. Juan estaba enamorado de Teresa. Desde que la vió con Paquito en la borda del barco, (H.S. '31) Hasta la misma Teresa no parecía d€¡mostrarle el afecto que antes le demostraba; parecía querer mas á Paquito. Pero ¿cómo había de amar á Juan? Paquito era un hombre prudente, bien educado, galante y generoso. En cambio Juan, estaba perdido. Se había juntado con malos compañeros y había adquirido vicios malos. Para el 25 de Julio, el Circulo Deportivo y el Victoria. F. C. se disputaban el ca•npeonato del Balompié de la ciudad. Paquito se había hecho miembro del Club Circulo Deportivo, y como buen jugador que era, sus compañizros le escogieron para que ocupase el puesto de centro delantero. Juan pertenecía al otro Club y por lo tanto jugaba por él. Se le designó el puesto de delantero, pero como. sabía que si jugaba de ddante·ro no se encontraría con Paquito tan frecuentemente, pidió le pusiesen de zaguero, á lo cu.al sus compañeros accedieron. "Ahora me vengaré," se decía Juan, "Si ganamos el partido y le lastimo a Paquito, ó le inutilizo de algún otro modo de manera que no pueda continuar jugando, Teresa le creera incapaz de nada y le odiara para volver á quererme. Llegó el tan esperado día. Las tribunas que cercaban el campo "W allace," se hallaban llenas de espectadores una hora antes d.zl encuentro. Las entradas se habían agotado y apenas quedaban algunas en taquilla. A las cuatro se habían agotado y apenas quedaban algunas en taquilla. A las cuatro en punto los dos equipos se hallaban alineados en el campo preparados para la contienda. El árbitro pitó dando la señal de comienzo del partido. Los del Deportivo, guiados por Páquito dominaron á sus rivales desde un principio, pero éstos se resistían y defendían admirablemente frustrando los envidió y odió á este, pues vió en el á un rival. continuos ataques. Sin embargo se notab~ un 182 GREEN AND W HITE punto flojo en la defensa del Vi.ctoria F. C. Era Juan, que no podía contener á Paquito y se hallaba extenuado fallando el balón en repetidas ocasiones. Sólo la admirable· labor del portero contrario no permitió qu.':! los del Deportivo marcasen un tanto, terminando el primer tiempo en un empate. En el segundo tiempo los papeles par2c!.~ron cambiars·e, pues los del Victoria, apenas comenzado el partido <laminaron á sus contrincantes y en un ataque bien Il.evado consiguieron marcar el primer gol de la tarde á los cinco minutos de juego. El público partidario del Victoria aclamó este tanto con gritos y aplausos. Los del Deportivo no se amedrentaron por esto. Reanudando el partido atacaron con bríos y volvieron á dominar á sus contrincantes como los habían estado dominando en el primer tiempo. Los del Victoria no volvieron á repetir su hazaña. "Animo Deportivo" se oía gritar. En esto una voz dulce grito: "Paquito, mete un gol." Era la voz de Teresa, que miraba el partido con gran interés. Paquito que acababa de recoger un pase de sus compañeros, ·conoció la voz de Teresa é inspirado por ella, dió un certero chut que valió al Deportivo el tanto d.':! empate. Cdmenzado otra vez el partido los del Deportivo animados por el tanto que habían conseguido, volvieron á dominar á sus contrarios. Ya eran dueños del balón. Juan y sus compañeros no podían contenerles. Minutos antes de terminar el partido, el árbitro marcó un saque de esquina á favor del Deportivo. Se tiró d saque. El balón venía por alto y Paquito de un brinco marcó el gol de la victoria con la cabeza. El ca¡mpo se vino abajo de gritos, pero pronto cesaron. Cuando el árbitro pitó para reanudar el partido Paquito no se hallaba en su lugar. En la portería del Victoria, en manos dd portero y con la cara ensangrentada había un jugador herido. Era Paquito. En el momento en que el balón penetraba en la meta, Juan aprovechandose de la situación de aquel, lo empujó. Paquito pr2rdió el equilibrio y cayó dandose la cabeza contra el poste del gol que le abrió una herida. Cuando la gente se hubo calmado y Paquito llevado al hospital, el partido s·e reanudó para t.2rminar un minuto después con la victoria del Deportivo. El Deportivo había ganado el partido, pero Paquito había sido herido. Triste y llorando, Teresa se retiró á su casa sin que sus padres hubie>.~n podido cal.maria. Cuando Paquito salió del hospital, como alma que lleva el diablo se fue á su casa para vestirse. Inmediatamente después que se hubo aseado, marchó á casa de Teresa. Al llegar á ella vió á Teresa que triste le esperaba en la ventana, y ésta que también le había visto la pregunto emocionada, "Paquito, es grave la herida?" "No, no ha sido grave," contestó Paquito. Luego prosiguió; "Teresa, he venido á hacerte una pregunta. Cuando me advirtieron que llorabas al verme herido, comprendí qu,2 me amabas. Y ahora viene mi pregunta, ¿qui;eres s·er mi esposa?" "Y o te quiero, Paquito, pero antes hemos d2 tener el consentimiento de . nuestros padres," contestó Teresa. "Pues esta ñoche se lo preguntare¡mos á nuestros padres," dijo Paquito y dicho esto se despidieron. Los señores de Escopeta y Rivera, no tm·ieron inconveniente en que sus hijos se casasen. La noticia de la boda se anunció en todos los ri2riódicos. Juan que no había aparecido por casa de Teresa desde que su equipo perdió el partido, no puno menos de llorar. Un mes después, á los acordes de una marcha nupcial, los dos novios se ac.2rcaron al pie del altar donde el padre les esperaba para casarlos. Terminada la boda cuando los nuevos esposos salían de la iglesia, escondido en una esquina donde nadi,2 le veía, se hallaba Juan contemplando por última vez á su amor perdido,. Teresa.