Correspondencia

Media

Part of El Misionero

Title
Correspondencia
Language
Spanish
Year
1926
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
24 Manila 15 de Junio de 1926 Queridos lectort>s:Esta página está reservada para la correspondencia entre "El Misionero" y sus lectores; en vista de que no he · recibido aun carta de nadie por ser hoy la primera vez que smgo a la luz del día, soy el primero en escribir a VV. aunque ya tengo dicho en el editorial mi propósito y fin. Me permitirán pues que abra una correspondencia con vosotros, mis queridos leer.ores; correspondencia. que espero será de hoy en adelante frequente y a.mena. Siendo una revista nacida hoy, y de las más pequeftas que existen en Filipinas, no teni;-o la pretensión de escribir como un literato ni mll•Jho menos tratar de ciencias profundas. Como mi nombre lo indica, soy el órgano oficial de los misioneros de la provincia Montaftosa. y en su nombre vendré a visitaros una vez al mes para demostraros las necesidades de las misiones como tambien sus esperanzas. Hace 19 años que los primeros mi<: sioneros Belgas llegaron a Filipinas, llamados por el Sumo Pontífice, por el Illmo Seftor Delegado Apostólico de aquel tiempo, Msgr. Agius, y por el Excmo. Monseftor Dougherty, entonces obispo de Yigan, a.hora Cardenal de Filadelfia, Esta.dos Unidos. Durante aquel tiempo, los misioneros aumentaron cada año en número y en ~ctivi­ dades. Más mímerosos serian y más adela.n\ada estarla la evangelizac"ión de la Momaño¡;a. si hubiésen contado con mas recursos. No es cosa rara oir preguntar cuanto sueldo perciben los misioneros, del gobierno o de la diócesis etc. ¡Como si estuviésemos en aquel gloriorn tiempo de la dominación Española en que se ayudaba. a los misioneros material y moralmente! ¿Cuanto sueldo perciben los misioneros? Ni un céntimo; sus úmcos recursos son los estipendios des as misas, las limosnas de amigos, y lo poco que tienen. Y cuanto cuesta la vida de un misionero? Por poco que uno esté acostumbrado a vivir en Filipinas, sal::;e que una persona extranjera.,· no puede vivir sin gastar por lo menos cien pesos al mes y que con 11stos cien pesos tendrá que contentarse con lo est.rictamente ~ecesario; pero un misionero ademas de los gastos para las primeras necesidades tiene que costear servidumbre para su capilla, uno o más caballos para sus viajes continuos, y, si quiere multiplicarse, tiene que pagar maestros y maestras para sus escuelas y catequistas en varias \!artes de su misión. ¿Como puedé el con los cincuenta o sesenta pesos mensuales de sus misas, sufragar tantos gastos? Bélgica y Estados Unidos han contribuido mucho en el sostenimiento de los misioneros. Pero con la baja del franco Belga, lo que Bélgica contribuye en francos se reduce a casi nada en pesos. Por eso es natural que los misioneros en Filipinas toquen a las puertas de los cat61icos del mismo pais en donde viven, y es evidente que antes que cualquier paisextranjero es el mismo país en cuyo territorio viven aun algunos paganos, el que tiene el deber de contribuir a la conversión de los mismos. ¿Pero como contribuirán a esa gloriosa obra de la civilización de sus hermanos, si no les conocen, o si ignoran sus necesidades? Por eso he surgido para repetirles las palabras de Cristo: Id y enseñad a todas las i:aciones ... ... si no podeis hacerlo por vuestra propia voz, al menos haced lo que podais con vuestras oraciones y ayudas pecuniarias. Dispensadme la franqueza: no vengo a pedir, si no a ofrecer. Y en que consiste este ofrecimiento ? El cristiano debe ganarse el cielo, debe comprarse 1 a gloria por sus esfuerzos en hacer el bien. Aqni pues, os presento una ocasión magnífica para hacerlo y es cooperar con los misioileros, y con el mismo Jesucristo, para la conversión de vuestros hermanos paganos y para hacer algo de provecho para vuestra patria. Cristo ha ofrecido su sangre para vuestra salvación; ahora si es que de lo que vosotros posee is quereis llevar algo hasta la otra vida para disfrutarlo para siempre en Ja gloria, no podeis hacer menos que ofrecer algo por e) amor de 25 El para la salvación de otros y de la vuestra. ¿Y que es lo que ofreceréis? Sin duda vuestras oraciones para la conversión de los Igorrotes, porque la Fe es un don de Dios que se obtiene pidiendo, y como los paganos no conocen al verdadero Dios, no pueden ellos mismos pedir aquella gracia primordial. Pero haréis más aun: hoy mismo os suscribiréis a la revista, mandando un pesillo a "El Misionero," P.0.B. 1393, Manila, y cada mes leeréis la revista para que así sepaís estimar más y más las obras de los misioneros y los méritos de una ayuda pecuniaria a los mismos, y lo mucho que merecen los habitantesde la Mont{ti'iosa ser ayudados por sus hermanos cristianos de su mismo pais. Dios se lo pagará no solamente en el otro mundo, sino aun en esta vida porque si, como dijo Jesucristo, un vaso de agua ofrecida li. un pobre en nombre de El, no quedará sin recompensa, ¿cuanto más retribuirá Dios lo que se haga por la salvación de un alma que costó a Cristo su pasion y muerte? Por otra parte sepan que los misioneros no se olvidan de vosotros en sus oraciones y en sus santos sacriticios. El Misionero. -·El Instinto de las tlormigas Un incendio destruyó no ha mucho los bosques de pinos de Blsley, en Inglaterra. El fuego duró varios días. En dos valles que existen junto a esos bosques había inmensos hormigueros, y vienticuatro horas antes de llegar allí el fuego, se notó en las hormigas excepcioiml actividad. La población entera de una docena de colonias abandonó sus cuevas, llevandose huevos, provisiones y hasta materiales de con~trucción para los nuBVos hormigueros. Las hormigas se pusieron en marcha formando una gruesa columna y se detuvieron al otro lado de un camino bordeado por un bosque. A la mañana siguiente el fuego se detuvo alli y se extinguió. Las hormigas empezaron a trabajar sin preocuparSe de las llamas que brillaban a pocos metros. Su instinto les advertía sin duda que arn estaban en completa seguridad.