Dia de la raza

Media

Part of Excelsior

Title
Dia de la raza
Language
Spanish
Year
1929
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
Po•· JOSE R. Tli:OT1co R•pr•s•ntante 11 AcadémiCo d• la R•al ... Acad6""ia Hifpa.no·Atnericana de Ciencias 'JI Artes El 12 de octubre brinda ocasión ~propicia para exteriorizar nuestra gratitud, nuestras simpatías, nuestro amor . .. España, porque es ·una efemérides que remembra en los dias actuales el portentoso milagro de un ·pueblo, en cuyos dominics, un_ t!empo, no llego jamás a ponel"Se el sol. 11Fie~ta de la Raza" se le ha llamado; mas, 110 obstante lo ceñido del calificativo, el 12 de octubre no es una fiesta exclusiva de la raza iberica ni de las naciones que brotaron directamente de las entrañas ubérrimas de España. Es una fiesta que también nos alcanza, porq0ue no solo simboliza la unidad de la raza hispana, sino que .también consagra el nacimiento a la vida de un mundo nuevo, mundo que, como el nuestro, fué promovido a mejores y más altos designios por las audaces carabelas de aquellos insignes navegantes que, bajo la égida de los Reyes CatólicOs y de Felipe 11, surcaron los mares para llevar la luz de su civilización, el ardor de su fe y el encanto de Su habla a regiones remotisimas del planeta. Una singular característica descuella en estas fiestas del 12 de octubre, y es: mas que poi.imperio de los gobiernos, por deseo innato de los pueblos que fueron avivados por el noble y altivo espíritu español, todos se agrupan alrededor de la Vieja Madre, para que una vez al año, como en la• antiguas tradiciones nuestras, celebren jubilosos la mas gigante de las epopeyas aventureras de aquella época pentasecular en que, gracias al arrojo de un puñado de hombr-es, se trartsformaron totalmente los destinos del mundo. Lo único lamentable de todo esto, es que el filipino que comenta con júbilo esas fiestas de la emancipación y la libertad, lo hace aun con el 1'.esquemor que le produce su condición de ¡~· tegrante de un pueblo aun. no: manumitÍáe~ ·;tal. paises americanos, siguiendo el cursó·. natural d~ IOs acontecimientos, se han emañCipildo i>Oliti~\ mente del nucleo pJ'ime':'O _.uque les .dio solar-~ linaje", y e~ -~e dfá solenlne del 12 ·de ociubn todos esos ~iii~nes de. seres Que se ~Jan er:tregados al trabajo en·ra. tierras·libres de Ámérica, tornan la mirada a la clásica: Es~ña~ eo~i. mo si el hábito redentor que ca!deó su existencia llegase hasta ellos arrastrando consigo toda la dulce y grata evocación de la Madre lejana. ¡Dulce y grato es, después de todo, saber que aquella Madre que les dio vida con riesgo d~ la suya propia, lo hizo, no para esclavizar)~ sino para manumitirles ! Filipinas sigue aherrojada todavía. En nuestro suelo no fué menos intensa ni fecunda la obra de España. La enseña gualda y roja que flameo bajo cielos distante~ y con la cual se tejieron las enseñas de tantas naciones qu'e hoy se encuentran desposadas con la libertad en las fértiles llanuras americanas, ondeó, asimismo, aqui, con tanta fulgencia como allá, haciendo florecer bajo su sombra nuestras seculares tradiciones. He aqui, porque el filipino que siente vivas amias de libertad no puede cerrar su alma al regocijo que tra{! el 12 de octubre, fecha en que se conmemora la apertura al progreso de pueblos ignotos, para .labrar, como supieron hacerlo con el caudal brindado por España, su propia ·nacionalidad y su propia historia. No debe, pues, infundirnos recelo lo concreto del calificativo. El simbolismo que encierra~ las fiestas por el 12 de octubre no se ciñe a una .soCuando Felisa cursó estudios superiores y -la llevaron a Manila para internarse en un colegio de monjas, Julián también vino a cursar la Medicina y todos los aftos al terminar los estudios volvían ambos a Sorsogón a pasar las vacaciones. Al fallecer la madre de Felisa, su papá Capitán Basilio, decidió residir en Ja Capital y quedó solo el padre de Julián en Sorsogón administrando los bienes. Julián ya no vivia en la casa de Fe:isa. Estaba interno y de vez en cuando comía en la casa de sus familiares. Felisa le profesaba un tierno cariño de hermano¡ pero de ahi no pasaba su afecto . Entretanto Julián se abrasaba de amor por Felisa y no se atrevía a exteriorizarle sus sentimientos, pues sabia que sería rechazado. Además, los favores que debían tanto su padre como él, pues los gastos de su carrera los subvencionaba Capitán Basilio, cerraban el paso a t ~- \.-~ - sus pretensiones y toda expansión amorosa por su parte hubiese podido ser interpretada como una extraña osadia con miras ambiciosas, pues él era pobre y Felisa inmensamente rica . Asi estaban los sucesos hasta que Julián se doctoró y puso, ayudado siempre por la esplendida munificencia de Capitán Basilio, con todo lujo su gabinete de consulta que llegó a ser una de las clínicas más afamadas y concurridas por las familias adineradas y componentes de la aristocracia de la capital . Fué el médico de moda y el único doctor filipino que con su asiduidad y cuidadoso celo consiguió salvar la preciosa vida del Excelentísimo Señor Capitán General Gobernador de la Islas en una habilisima operación quirúrgica que le valió el encubramiento de ser nombrado Doctor de cabecera afecto al Re3l Palacio de Malacañan. Julián babia llegado a ser un astro de primera magnitud por un golpe tan teatral como inesperado del Destino y se encontró rico y en el cenit de su dicha a los veintiocho años de edad. Preci1S&mente le presentamos a nuestros lectores cuando Feliaa celebraba la fiesta por haber cumplido sus veintiuna primaveras y esta fué la noche elegida por Julián para declararle sus amorosos transportes a la señora de sus pensa. mientos. Pero desgraciadament.e para Julián el corazón de Felisa dormia en la inconsciencia y el dios niño no habla aún llamado a las puertas de su .alma. La sacó a bailar en aquel alado vals que hemos descrito al empezar nuestra narración y Felisa le dijo sencillamente que le quería como a un h.:•rmano y que no habla naeido aún el hombre que tenía que conmover sus vírgenes sentimientos. Julián no se resignó. Acostumbrado a que todas las voluntades se doblegaran ante él, juró que Felisa había de ser suya no importa que medios tuviese que emplear para conseguir su objeto. Toda la noche estuvo asediándola. Se empeñó y consiguió, valido de su amistad y confianza, que bailase con él varias polcas, mazurcas y valses, cosa muy mal vista en aquella época gazmoña, hasta que tuvo que llamarle al órden Capitán Basilio, avisado por la palidez y nerviosidad de Felisa. Julián se sintió lastimado en su dignidad y juró en su fuero Interno vengarse despiadadamente de Felisa y de su padre a quienes todo lo debía. Se retiro mohino a un ángulo del salón y cuando uno de sus rivales, médico también y hombre de talento, le dijo en tono impertinente:-Parece que soplan malos vientos, compañero ... Julián contestó con displicencia: -Malos vientos para ella y su padre. -¿Qué quieu significar con eso, doctor Julián? -Nada. Que quieren pescarme y a mi no hay quien me -ue. -Compañero, ese es un proceder muy poco digno para un caballero de su talla. -¡lle. insulta usted? -¡Tómelo como quiera! -Mañana se entenderá con mis padrinos. Por respeto al Capitán General se acallaron los ánimos y Capitán Basilio trató de apaciguar a los dos jóvenes doctores que se miraban con ojos retadores. -¿Qué ha pasado aqui, señores? No quiero que mi casa sea motivo de rencores ni mucho menos de escándalo. Vengan Jos dos aqui conmigo al comedor. Tenemos que hablar; ven Julián ... ¿Qué ha pasado? -Nada, Capitán Basilio, contestó Julián; que mi colega el doctor Mercader quiso haeer chacota de mi amistad con Felisa ... -Falso, contestó este. Soy incapaz de jugar ni de manchar con bromas de mal cénero la limpia reputación de la señorita Felisa. Es usted el que ha dejado oir insinuaciones poco correctas hacia ella y yo he salido en su defensa. -Yo no he dicho nada incorrecto. Además, ninguno sabe lo que hay entre Felisa y yo ... -¡Alto, Jullánl Tú no debes nunca hablar asi. Estoy segurlsimo de que Feliss no guarda ningún secreto para su padre--etaj6 con dignidad Capitán Basilio-y al punto mandó llamar a su hija que en aquel momento irrumpia al comedor angustiada y conducida por el brazo amparadoi:- de su tio, ea.bezan Serafín. Felisa se acercó. -¿Qué secreto mantienes tú con Julián que tú padre no pueda saber honradamente? preguntó Capitán Basilio. -¡Papa, por Diosl ¿Por qué me tratas asi? -Tu buen nombre, no se porqué anda en entredicho esta noche entre estos. . . caballeros y hasta se ha concertado un duelo por tu causa. -¡Julián, por favor! Di tlÍ, si eres un verciadero amigo, más que amigo hermano, cuales son los sentimientos que nos ligan desde la niñez. ¡Qué hemos sido toda la vida más que dos hermanos? ¡Dios niiol Habla, Julián, habla! Por qd callas? -Porque no debo hablar, respondió i.Julián eon voz ronca de ira concentrada. -Papá, tio, señores. . . por Dios Santo juro que nueitra amistad es y ha sido siempre el afecto puro y sencillo de dos hermanos, exc!amó Felisa deshecha en llanto arrojilndose en brazos de BU tio. -¿Y tú Juliiln por qué callas? rugió Capitán Basilio ¿puedes tlÍ jurar en nombre de Dios lo contrario de lo que manifiesta mi hija Felisa? -¡Si, lo juro! Es todo lo contrario. -¡Infame! exclamó Capitán Basilio. -¡Cobardel gritó Felis10. -¡Silencio! prorrumpió con entereza cabelZ'C111 Serafin, dejando aterrados a los concurrentes, pues era la primera vez que olan su voz. Todos le escuchaban con silencioso re!!lpeto: -Escuchadme todos jóvenes y viejos. Y o no soy sordomudo como creen ustedes. ¡Gracias Dios mio! Una vez en Sorsog6n, euando apenas contaba mis 20 años de edad, l'&lumni• a una jóven que me despreció y juré sólo por esto vengarme. Una noche, precisamente la vlspera de su boda con mi odiado rival yo me descolgué desde su ventana asegurando a to~ dos los jóvenes mis amigos v jurándoles por Dios que aquella mujer habla sido mla.