Pericon

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Part of Excelsior

Title
Pericon
Language
Spanish
Year
1929
Rights
In Copyright - Educational Use Permitted
Fulltext
1 -¿Me quieres, Pericón? No contestó. --¿No me quieres?-volvió a preguntar Jua· n!ta~ mirándole a los ojos. Pericón bajó su cabezota, y comenzó a restre· garfa. contra el delicado cuerpo de la rapaza . -¡Sí me quiere, sí me quiere !-palmoteó alegre, y se quedó e:ontemplando aquellos ojos grattdones, en cuyas obscuras pupilas se veía retratada . Pericón In miraba tiernamente, dulce•nente. Ella reía satisfecha .· Eran muy amigos. Se querían mucho¡ como que juntos pasaban casi todo el día. Ambos contribuían con su trabajo a ganar el mezquino sustento de aquella Viejecita, la abuela de la chica, que, cultivando un huertecillo, criaba las hortalizas que después llevarían al mercado Juanita y Pericón : Este cargaba pacientemente con las lechugas, las berzas, los tomates¡ en seguida se aproxima· ha al poyo para que la niña montase sobre él, y echaba a andar gozoso, con paso menudito, hacia . el mercado . Durante el camino, alguna vez volvía la cabe~, y, alargando cuanto podía su pescuezo, tiraba un bocado al verde apetitoso que llevaba en sus lomos. Juanita reprendíale severamente ; pero· pronto le perdonaba, porque comprendia que era demasiada virtud para un borriquillo nada abito conducir una carga tan sabro:=;a y no intentar probarla. Por lo demás, era muy bueno. Seguíala a todas partes como un borreguillo; dijérase que no podía vivir gin ella. Todas las mañanas llevábale al pesebre un hacecillo de hierbas, restos de verduras, a veces su buen pienso de cebada. Pericón reía. ¡ No; no lo toméis a broma! Pericón reia . CVENT-0 l.VFANTIL La hortelanita lo aseguraba muy · seriamente; lo había visto ella much.as veces; cOmo había visto otras, no tantas, llorar a Pel-icón. Una vez que su abuelita estuvo muy m. ala y se iba a morir, como había muerto su · santa madre· anteriormente, Juanita, que se veja_ sola, fué a contarle su pena al borriquillo, y éste se puso muy _triste, muy triste, y al fin l.loró con .ella . Otra vez que su abu~lita la regañó por. Creerla culpable de una falta,. ;qu~ en verdad no hábí~ cometido, Pericón, al verla tan compungida¡ se entristeció como una pe.rsona . ¡Era verdad, verdad. ! Ella lo babia· notado muchas veces: que su fiel amigo sufría y - Se alegraba con sus trh,tezas y ~1egríaS, y no es . Que Pericón fuese triste ni alegr~. _Q~dinariam~_nte, er~ un animalito serio, reflexfVi), más bien resignado. Conocía el humilde 'p8.i,lel que se le había asignado en este mundo, y· lo desempeñaba sin protesta, paCientemente ¡ .tal vez hasfa satisfecho al sentir las caricias de la hohelariita . ¡Cómo Uoraba ! ¡Estaba inconsolable! Su abuelita· entre sollozos, había dado Ia .. terrible noticia. ¡Era preciso vender el borriqujllo ! Aquel hombre tan mal encarado que un día viiio a su casa y entregó a la abuelita unos duros. _ . ¡ Cómo le había extrañado aquella escena ! · La abuela, tan pobre, al réCihfrJos, se le cayel-on ·las lágrimas¡ ¿por qué? · Ahora se lo explicaba:. · Aquel hombre había vuelto la noche pasada y exigía los duros que diera y muchos más. Su 4buelita lloraba, lloraba mucho y repetía: "¡Si no. los tengo! ¡Vinieron las cosas tan mal este año!" P,ro el hombre, que debía ser muy malo, muy malo, no le escuchaba y salió profiriendo terribles amenazas . Ya solas la niña y la abuela, le dió ésta la fatal noticia. No habfa remedio; era preciso vender a Pericón . No durmió Juanita en tod'& la noche. Al levantarse, fué a la cuadra a llevar a sU amigo el pienso. Era el último día que irian juntos al ·mercado; después . .. ¡ Cómo lloraba 1 Estaba inconsolable. Se miraba en los grandes ojos de Pericón, que estaban húmedos por el llanto, sin duda, y veía en sus hondas pupilas el dolor que sentía. Camino del mercado van por última vez los dos compañeros. ¡Qué triste es el paisaje reflejado en los tristes ojos de )a rapazuela! Hoy no quiso montar. Ha preferido alargar el poco tiempo que le queda de acompañar a Pericón . Ella marcha delante. El pollino la sigu·e mustio y cabizbaj~. Antes de llegar al pueblo quiere darle la despedida : la abraza y llora sin consuelo. ¡Ya queda sola para el duro trabajo, ya no tendrá más aquella dulce compañia! Aquel caminito que tantas veces lo anduvieron juntos, desde ahora ella sola, ¡sola, sola ! . . . lo andará. Se ha sentado rendida, congojada, sobre una piedra, y no se ha apercibido de qu~ alguien llega. Es don Antonio, el rico, el bondadoso den Antonio. que sale a ver sus fincas. -¿Qué te pasa, muchacha? ¿Por qué lloras? · J uanita se ha asustado; pero al reconocerle tranquilizase y le cuenta su drama. -¿Y dices que os apremia por diez duros y cinco de los réditos? -Quince duros. Y a ve usted. ¡ No !o:; ganamos en un año! Don Antonio ha sacado una cartera . Acaricia a la niña, y entregándole un billete le dice: -Toma. No lo pierdas. Llévaselo a tu abuelita y dile que no se preocupe de la d-euda, que yo hablaré Con el tío Garduña. No sabe qué hacer la hortelanita. ·Se ha quedado atónita con aquel papel entre las manos. Mira a don Antonio, mira a Pericón. Ríe y llora a la vez, y en su transporte de júbilo se abraza al borriquillo gritando: - Ya no te vas de mi lado.-Y salta y rfe como una loca . Después llama a don Antonio para decirle: - Mire, mire usted· cómo ríe mi borriquillo. ¡Y no quieren creerme! ¿ Ve1·dad que ríe y llora mi Pericón? -¿Y Por qué no? Lo!'! animales sienten afecto por quien los quiere . -Es que un día me dijo don Facundo, que dicen que es sabio, que era una tontería decir lo que yo digo: que Pericón no siente ni alegría ni pena: que soy yo la que veo reflejados en sus ojos los míos propios. ¿Verdad que esto no es cierto, aunque lo diga un sabio? -No, mujercita; no. Y piensa, con"?encido: ¿Qué saben los sabios de cosas ingenuas? L. ALONSO.